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Colaborador
Israel redobla las represalias ante el repunte de los ataques
El 48% de los judíos quieren que los árabes sean expulsados del Estado, según una encuesta
Juan Carlos Sanz
Jerusalén 11 MAR 2016 - 21:54 CET
Varios palestinos, durante enfrentamientos con tropas israelíes, este viernes en Cisjordania. M. Torokman Reuters
El ulular de las sirenas policiales rompió este viernes la calma del centro de Jerusalén en las horas previas al comienzo del Sabbat, la festividad semanal judía, y las calles empezaron a vaciarse. Un palestino de 19 años acababa de apuñalar y causar heridas en el pecho a un hebreo ultraortodoxo a las puertas del recinto amurallado de la Ciudad Santa, en una de cuyas callejuelas fue capturado poco después el agresor. El Gobierno de Israel ha redoblado las represalias en un intento de frenar el repunte de los atentados en los últimos días. Pero después de 200 ataques con cuchillos, 80 con arma de fuego y 40 con vehículos usados como arietes en cinco meses, la opinión pública del Estado judío expresa un creciente descontento con la gestión que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, está haciendo con la mayor ola de violencia desde la Segunda Intifada (2000-2005), que se ha cobrado la vida de 30 israelíes y 190 palestinos, dos terceras partes de estos considerados atacantes.
Los ataques en cadena registrados al comienzo de la semana en Tel Aviv, Jerusalén y poblaciones del centro de Israel —coincidiendo con la visita del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden— han desatado un torrente de críticas contra Netanyahu. Un 77% de los israelíes considera que el Gobierno no está haciendo lo suficiente para contener la espiral de violencia, según un sondeo difundido por el Canal de la Knesset (Parlamento).
El Gabinete de Seguridad del Ejecutivo fue convocado de urgencia la noche del jueves para aprobar una nueva batería de medidas de represalia. Desde el pasado 1 de octubre, en el inicio de la denominada “Intifada de los lobos solitarios”, se han llevado a cabo órdenes de demolición de las casas de las familias de los atacantes, la retención durante semanas de los cadáveres de los agresores o el bloqueo por las fuerzas de seguridad de poblaciones o barrios enteros.
En un nuevo ejercicio de política de mano dura, el Gabinete aspira a disuadir de la comisión de nuevos ataques. Ahora va a completar la barrera de separación con Jerusalén Este y Cisjordania, ocupadas por Israel desde la guerra de 1967. También ha acordado recortar los plazos para la demolición de las viviendas. La familia de un palestino que el pasado martes disparó contra dos policías en Jerusalén Este antes de ser abatido a tiros ha sido expulsada a Cisjordania, al considerar el Gobierno que sus miembros no tenían los papeles en regla.
A la vista de que un parte de los autores de los atentados eran palestinos que se encontraban irregularmente en Israel o en Jerusalén Este, se han practicado redadas contra trabajadores indocumentados, con 420 detenidos.
El Gobierno insiste en que desde los medios de comunicación palestinos se incita a la violencia contra Israel. Por ello ha recuperado las órdenes de clausura que ya impuso en noviembre a dos emisoras de radio en Hebrón.
Televisión clausurada
La sede del canal de televisión Falestin al Yom en Ramala fue precintada este viernes y sus equipos técnicos decomisados por el Shin Bet (seguridad interior) con apoyo del Ejército. Su director fue detenido bajo la acusación de pertenecer a la Yihad Islámica, movimiento declarado terrorista por Israel.
La propuesta de completar la barrera de seguridad en Jerusalén Este y Cisjordania ya había sido expuesta hace un mes por el líder de la oposición, el laborista Isaac Herzog, en un giro de su programa de seguridad para acercarse a la creciente deriva nacionalista de la sociedad israelí.
Esa tendencia aflora en una encuesta de Centro de Investigaciones Pew, radicado en Washington, publicada esta misma semana. El estudio refleja que casi la mitad de los israelíes judíos está a favor de la expulsión del Estado de los ciudadanos árabes, que representan una quinta parte de la población. Hasta un 71% de los judíos que se declaran ultraortodoxos, ortodoxos o tradicionales apoyan la idea, solo defendida por un 36% de los sectores no religiosos. El presidente de Israel, Reuven Rivlin, ha alertado ante “la peligrosa división en la sociedad” que muestra la encuesta. “La idea de un Estado de Israel democrático solo para judíos es imposible”, advierte.
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/11/actualidad/1457696644_829908.html