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Relaciones: Libano - Israel
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<blockquote data-quote="fersar2006" data-source="post: 83455" data-attributes="member: 110"><p><strong>Asi derroto HEZBOLA A ISRAEL</strong></p><p></p><p>Así derrotó Hezbolá a Israel </p><p>Alastair Crooke y Mark Perry, 12 de octubre de 2006</p><p></p><p>Traducido por Sinfo Fernández y Sonia Martínez y revisado por Caty R.</p><p></p><p>PARTE 1: Ganando la guerra de la inteligencia</p><p></p><p>El experto militar estadounidense, Anthony Cordesman publicó, cinco años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, un informe sobre el conflicto entre Israel y Hezbolá. El texto, titulado "Lecciones preliminares sobre la guerra entre Israel y Hezbolá" suscitó gran interés en el Pentágono, donde fue analizado por profesionales del equipo de jefes de personal y corrió de mano en mano entre los expertos militares de Washington. Cordesman no ocultó sus modestas conclusiones al reconocer que su estudio no sólo era "preliminar", sino que además no había tenido en cuenta cómo luchó Hezbolá en el conflicto y tampoco había analizado sus resultados. </p><p></p><p>"Este análisis es… limitado" apuntó Cordesman, "porque no se llevó a cabo ninguna visita de comprobación a Líbano y a Hezbolá". Aunque incompleto, el estudio de Cordesman cumplió dos objetivos: ofreció las bases para entender la guerra desde el punto de vista israelí y planteó algunas cuestiones acerca de cómo y lo bien que luchó Hezbolá. Cerca de dos meses después del fin de la guerra entre Israel y Hezbolá, es posible rellenar algunos de los espacios en blanco que dejó Cordesman en su informe. </p><p></p><p>El análisis que ofrecemos aquí también es limitado. Los oficiales de Hezbolá no hablarán ni en público ni para la prensa, acerca de cómo lucharon en el conflicto; no detallarán su despliegue y no discutirán su estrategia futura. Pese a todo, las lecciones sobre la guerra desde la perspectiva de Hezbolá están surgiendo ahora y los estrategas israelíes y estadounidenses empiezan a sacar algunas pequeñas enseñanzas gracias a ellas. Nuestras conclusiones se basan en valoraciones sobre el terreno llevadas a cabo durante la guerra -gracias a entrevistas con expertos militares israelíes, norteamericanos y europeos-, en análisis del conflicto efectuados en discusiones con estrategas militares y en una red de oficiales de alto rango en Oriente Próximo con los que hemos hablado, que estaban muy interesados en el resultado de la guerra.</p><p></p><p>Nuestra conclusión global contradice el punto de vista actual de algunos oficiales de la Casa Blanca e israelíes: que la ofensiva de Israel en Líbano perjudicó significativamente la habilidad de Hezbolá para proseguir la guerra, que Israel mermó la capacidad de Hezbolá de ganar la guerra en un conflicto futuro y que las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, en sus siglas en inglés), una vez desplegadas en gran número en el sur del Líbano, fueron capaces de vencer a sus adversarios y dictar un acuerdo favorable para el sistema político israelí. </p><p></p><p>La verdad es exactamente lo contrario. Desde los comienzos del conflicto hasta las últimas operaciones, los comandantes de Hezbolá penetraron satisfactoriamente en el ciclo de toma de decisiones tácticas a través de una red de operaciones de espionaje, militares y políticas, con el resultado de que Hezbolá consiguió una decisiva y completa victoria en la guerra contra Israel.</p><p></p><p>La guerra de la inteligencia</p><p>Al principio del conflicto, el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasralá, admitió que la respuesta militar de Israel a la captura de dos de sus soldados y la muerte de otros ocho a las 9.04 de la mañana del 12 de julio, le pilló por sorpresa.</p><p></p><p>El comentario de Nasralá terminó con los informes de prensa que afirmaban que Hezbolá se había propuesto provocar una guerra contra Israel y que las capturas eran parte de un plan aprobado por Hezbolá e Irán. Aunque Hezbolá había dejado claro durante un periodo de años que tenía la intención de secuestrar a soldados israelíes, existían buenas razones para suponer que no lo hubiera hecho durante los meses de verano, cuando numerosas familias adineradas shiíes de la diáspora podrían estar visitando Líbano (y gastando su dinero en las comunidades shiíes) y cuando se esperaba la llegada al país de un gran número de árabes del Golfo.</p><p></p><p>Tampoco es cierto, como se dijo en un principio, que Hezbolá coordinara sus actividades con Hamás. A Hamás las capturas le tomaron por sorpresa y aunque su líder defendía las acciones de Hezbolá, es fácil discernir, mirando hacia atrás, que no le debió de hacer gracia: durante el conflicto, Israel lanzó multitud de operaciones militares contra Hamás en Gaza, matando a docenas de combatientes y civiles. Esta ofensiva pasó totalmente desapercibida en Occidente, resucitando el dicho "cuando Oriente Próximo arde, olvidamos a los palestinos".</p><p></p><p>En realidad, la captura de los dos soldados israelíes y la muerte de otros ocho tomó al líder de Hezbolá por sorpresa. Esta acción se llevó a cabo sólo porque las unidades de Hezbolá destinadas en la frontera israelí tienen órdenes permanentes de aprovechar la debilidad militar israelí. El propio Nasralá había señalado tiempo atrás la intención de Hezbolá de prender a soldados israelíes, después de que el ex primer ministro Ariel Sharon incumpliera la ratificación de los acuerdos –tres en total- acerca de la liberación de todos los prisioneros de Hezbolá durante el último intercambio de prisioneros entre Hezbolá e Israel.</p><p></p><p>Las capturas fueron, en realidad, sencillísimas: los soldados israelíes que están cerca de la frontera al parecer incumplieron los procedimientos habituales de actuación, dejaron sus vehículos a la vista de los emplazamientos de Hezbolá y lo hicieron cuando estaban sin comunicación con el comandante de mayor rango y sin posibilidad de ser cubiertos del fuego enemigo. </p><p></p><p>Observamos que mientras los medios de comunicación occidentales se olvidaron de informar sobre estos aspectos, el periódico israelí Haaretz confirmaba sustancialmente este informe: "Una fuerza de tanques y carros de blindaje se envió inmediatamente a Líbano en una persecución intensa. Fue durante esta persecución, alrededor de las 11 de la noche, cuando un tanque Merkava pasó por encima de una bomba muy potente, que contenía aproximadamente de 200 o 300 explosivos, a una distancia de unos 70 metros al norte de la valla de la frontera. El tanque quedó prácticamente destrozado y los cuatro miembros de la tripulación murieron instantáneamente. En las horas siguientes los soldados del ejército israelí mantuvieron un feroz enfrentamiento contra los pistoleros de Hezbolá… En el transcurso de esta batalla, alrededor de las 3 de la tarde, murió otro soldado y dos más resultaron ligeramente heridos."</p><p></p><p>Los secuestros marcaron el inicio de una serie de meteduras de pata de las IDF: hubo comandantes que actuaban fuera de los procedimientos normales en la frontera; algunos miembros de la patrulla estaban en sus últimos días de su desplazamiento en el norte y habían bajado la guardia. Tampoco es cierto que los soldados de Hezbolá mataran a los ocho israelíes durante la captura de los otros dos. Los ocho murieron cuando un comandante de la frontera de las IDF, aparentemente avergonzado por haber ignorado los procedimientos permanentes de actuación, ordenó a los vehículos blindados perseguir a los secuestradores. Los dos vehículos blindados se adentraron en una red de minas antitanque de Hezbolá y resultaron destruidos. Los ocho soldados de las IDF murieron durante esta operación o como resultado de los combates que siguieron inmediatamente. </p><p></p><p>Que una unidad de las IDF deambule tan cerca de la frontera sin que nadie le cubra del fuego enemigo y quede expuesto a un ataque de Hezbolá, ha llevado a los oficiales israelíes a cuestionarse si la unidad estaba actuando sin la aprobación de un mando superior. </p><p></p><p>Parece que los comandantes de alto rango de las IDF, inmediatamente después del incidente, propusieron una comisión interna de investigación para determinar los hechos que envolvieron el asunto y para revisar los procedimientos de las IDF en el control de las unidades que operan a lo largo de la frontera norte de Israel. Los resultados de las conclusiones a las que llegó esta comisión todavía no se han publicado.</p><p></p><p>A pesar de la sorpresa con la que recibieron la respuesta israelí, los guerrilleros de Hezbolá en el sur de Líbano se pusieron en alerta máxima en unos minutos tras los secuestros y los superiores alertaron inmediatamente a los comandantes de arsenal. Las sólidas y endurecidas defensas de Hezbolá son el resultado de seis años de diligente trabajo, que empieza con la retirada israelí de la región en el año 2000. Muchos de los búnker de mandos creados y diseñados por los ingenieros de Hezbolá estaban fortificados, algunos incluso tenían aire acondicionado. </p><p></p><p>La excavación de los arsenales a lo largo de los últimos años ha estado acompañada por un programa de engaño, en el que algunos búnker se construyeron sin ocultarse, bajo la mirada de los tanques israelíes o de ciudadanos a los que les unen fuertes lazos con éstos. Salvo excepciones, estos búnker eran señuelos. Otros se construyeron en áreas alejadas de la población libanesa. Los más importantes búnker de mando y de arsenales de armas estaban excavados muy profundamente en las montañas rocosas de Líbano –a una profundidad de 40 metros-. Alrededor de 600 búnker, tanto de armas como de municiones, estaban situados estratégicamente en la región sur del Litani.</p><p></p><p>Por razones de seguridad, ningún comandante sabía la localización de cada uno de los búnker y cada milicia de Hezbolá tenía asignado el acceso a tres de ellos solamente –uno de municiones y dos de reserva, por si destruían el primero-. Los puntos de formación, separados unos de otros, también estaban asignados a distintas unidades de combate, a las que se les asignaban áreas de combate específicas para armarse y combatir. Los protocolos de seguridad para la formación de las tropas se mantenían diligentemente. Ningún miembro de la milicia de Hezbolá conocía la estructura de los búnker. </p><p></p><p>Los principales arsenales y puntos de formación militar de Hezbolá fueron localizados por la Fuerza Aérea Israelí (IAF en sus siglas en ingles) en las primeras 72 horas de la guerra. Los comandantes israelíes habían identificado estos búnker a través de una mezcla de informes de espionaje, interceptando señales de las comunicaciones de Hezbolá, con fotos vía satélite recogidas gracias a acuerdos de cooperación con los militares estadounidenses, fotos conseguidas gracias a los vuelos de la IAF sobre la región, fotos realizadas a través de aviones fantasma desplazados a lo largo del sur de Líbano y, el punto más importante: una red de espías de confianza reclutados por agentes de inteligencia israelíes que viven en el sur de Líbano, incluyendo a un gran número de ciudadanos extranjeros (no libaneses) acogidos como trabajadores invitados en el país. </p><p></p><p>Los ataques iniciales sobre los puntos de formación de Hezbolá así como sobre los mayores complejos de búnker, que tuvieron lugar en las primeras 72 horas de la guerra, fallaron. El 15 de julio, la IAF localizó al líder de Hezbolá en Beirut. Este ataque también falló. En ningún momento de la guerra asesinaron a ninguna figura política importante de Hezbolá, a pesar de la insistencia de Israel en asegurar que los dirigentes más antiguos de la organización habían sufrido pérdidas. </p><p></p><p>Según un oficial del ejército estadounidense que observó de cerca la guerra, la ofensiva aérea de la IAF acabó con "como mucho con el 7% de los recursos militares totales de los guerrilleros de Hezbolá en los tres primeros días de lucha", además, añadió que, en su opinión, los ataques aéreos israelíes sobre los dirigentes de Hezbolá fueron "absolutamente inútiles".</p><p></p><p>Los informes que aseguran que la cúpula de dirigentes de Hezbolá buscaron refugio en la Embajada de Irán en Beirut no son ciertos, aunque no se sabe a ciencia cierta dónde buscaron cobijo. "Ni siquiera yo sabía dónde estaba", dijo el líder de Hezbolá, Nasralá a uno de sus compañeros. Pese a todo, no es cierto que los planes militares de Israel para destruir las infraestructuras de Líbano fueran el resultado de la incapacidad de la IAF de derrotar la capacidad militar de Hezbolá en los primeros días de la guerra.</p><p></p><p>Los planes militares israelíes requerían un rápido y sostenido bombardeo de las mayores autopistas y puertos de Líbano, además de la destrucción de los recursos militares y políticos de Hezbolá. El gobierno israelí no ocultó su intento de terminar con el apoyo a Hezbolá en las comunidades cristiana, sunní y druze. Esta idea, castigar a Líbano por esconder a Hezbolá y poner a la gente en contra de la milicia, forma parte de la ofensiva israelí desde la retirada del sur de Líbano en el año 2000.</p><p></p><p>Mientras los oficiales del Ejército de Defensa Israelí anunciaban, en público y en privado, el éxito de su ofensiva, sus comandantes recomendaban que el primer ministro, Ehud Olmert aprobara salidas aéreas contra alijos potenciales en áreas marginales al final de la primera semana de bombardeos. Olmert aprobó estos ataques, a sabiendas de que con esta solicitud, sus oficiales estaban admitiendo que sus valoraciones iniciales sobre el daño infligido a Hezbolá eran exageradas. </p><p></p><p>Qana fue el resultado de la aceptación de Olmert de "cercar el área de los objetivos". Un experto militar de Estados Unidos que siguió el conflicto de cerca, dijo lo siguiente sobre el bombardeo de Qana: "No es tan complicado. Tras el fallo de la primera campaña, los oficiales de la IAF volvieron a revisar sus informes sobre los objetivos para ver si habían olvidado algo. Cuando decidieron que no había olvidado nada, probablemente alguien se levantó y fue a otra habitación. Volvió con un juego de sobres con nuevos objetivos en áreas densamente pobladas y dijo: ‘hey, qué pasa con estas carpetas de objetivos’?, y así lo hicieron". Así pues, el bombardeo de objetivos en zonas cercanas a las áreas pobladas del sur de Líbano fue el resultado de los fallos de Israel en la guerra y no de su triunfo.</p><p></p><p>La "ampliación de objetivos" fue a más a lo largo del conflicto; frustrada por su incapacidad para identificar y destruir los más importantes recursos militares de Hezbolá, la IAF empezó a señalar como objetivos las escuelas, centros comunitarios y mezquitas, pensando que su incapacidad de encontrar y destruir los búnker de Hezbolá quería decir que éstos escondían sus principales recursos en centros civiles. </p><p></p><p>Los oficiales de la IAF también argumentaron que la capacidad de Hezbolá para continuar con sus ataques a Israel con cohetes significaba que su milicia se reabastecía constantemente. Qana es una encrucijada, la unión de cinco autopistas separadas, situada en el corazón de los territorios de Hezbolá. Destruir la cadena de suministros de Qana ofreció a la IAF la posibilidad de probar que Hezbolá sólo era capaz de mantener sus operaciones gracias a la dependencia del suministro que le ofrecía la ciudad. En realidad, pese a todo, los comandantes de las IDF sabían que ampliar el número de objetivos en Líbano probablemente haría poco por mermar las capacidades de Hezbolá, ya que ésta mantenía sus ataques sin depender del reabastecimiento, sino de las armas y alijos de cohetes que había reforzado previamente para resistir a la destrucción israelí. Debido a los sucesos de Qana, en los que murieron 28 civiles, Israel accedió a promulgar un alto el fuego de 48 horas.</p><p></p><p>El alto el fuego fue la primera prueba del éxito de Hezbolá en la resistencia contra los ataques aéreos israelíes y de su interés por preparar una defensa prolongada y sostenida del sur de Líbano. Los comandantes de Hezbolá respetaron el alto el fuego acatando órdenes de sus superiores políticos. Salvo una o dos excepciones aisladas, no lanzaron ningún cohete a Israel durante ese período de alto el fuego. Mientras que la capacidad de Hezbolá de acatar la tregua fue ignorada por expertos de inteligencia israelíes y norteamericanos, su habilidad para reforzar la disciplina de sus comandantes en activo supuso claramente un shock para los comandantes de alto rango de las IDF, quienes concluyeron que la capacidad de comunicación de Hezbolá había sobrevivido al violento ataque aéreo de Israel, que el líder de Hezbolá estaba en contacto con sus comandantes sobre el terreno, y que estos comandantes eran capaces de mantener una robusta red de comunicaciones a pesar de la destrucción israelí.</p><p></p><p>Más simple: la habilidad de Hezbolá para mantener el alto el fuego significaba que el objetivo de Israel de separar a los guerrilleros de Hezbolá de su estructura de mando (considerado una necesidad por los ejércitos modernos para hacer la guerra en un campo de batalla tecnológicamente sofisticado) había fallado. Los comandantes de alto rango de las IDF sólo podían llegar a una conclusión: la información que obtuvieron antes de la guerra acerca de los recursos militares de Hezbolá era, por lo menos, deplorablemente incompleta o, en el peor de los casos, terriblemente equivocada.</p><p></p><p>De hecho, a lo largo de un periodo de dos años, los oficiales de espionaje de Hezbolá, construyeron un significativo sistema de identificación de las señales de actividades de espionaje. A lo largo de la guerra, los comandantes de Hezbolá fueron capaces de predecir cuándo y dónde podían atacar los soldados y las bombas israelíes. Además, Hezbolá había identificado a espías israelíes decisivos en Líbano. Un mes antes del secuestro de la patrulla de las IDF y del subsiguiente ataque israelí, los espías libaneses habían roto una red de espionaje que operaba dentro del país. </p><p></p><p>Los espías libaneses (y de Hezbolá) arrestaron al menos a 16 espías israelíes en Líbano, aunque no lograron capturar al jefe de la red. Además, durante dos años, desde 2004 hasta la víspera de la guerra, Hezbolá "convirtió" de manera exitosa a cierto número de civiles libaneses para que informaran a los oficiales de inteligencia israelíes acerca de la ubicación de los alijos militares más importantes de Hezbolá en el sur de Líbano. En un pequeño número de casos cruciales, los espías de alto rango de Hezbolá fueron capaces de suministrar información falsa acerca de la ubicación de los emplazamientos de sus milicias más importantes a Israel, con el resultado de que las carpetas que recogían los objetivos clave de Israel identificaban emplazamientos estratégicos que, de hecho, no existían.</p><p></p><p>Finalmente, la capacidad de Hezbolá para interceptar y "leer" las acciones de Israel tuvo un impacto decisivo en la siguiente fase de guerra sobre el terreno. Los espías de Hezbolá habían perfeccionado tanto su capacidad de captar señales de espías, que podían interceptar las comunicaciones por tierra israelíes entre los comandantes militares. Israel, que depende de un sistema altamente sofisticado de captación de frecuencias, que permite a sus comandantes comunicarse entre sí, subestimó la habilidad de Hezbolá para llegar a dominar la tecnología de la captación de señales. El resultado pudo tener un impacto crucial en los cálculos de Israel acerca de que únicamente la sorpresa podría facilitar la victoria a sus soldados. </p><p></p><p>Ahora es evidente que el sistema político israelí quedó "tocado" por el fallo de sus fuerzas armadas que no consiguieron ni la degradación de un número significativo de arsenales de Hezbolá ni la destrucción de la capacidad de mando de ésta. </p><p></p><p>Pero el sistema político israelí no ha hecho prácticamente nada para prepararse para lo peor: la primera reunión del gabinete de defensa israelí tras los secuestros del 12 de julio sólo duró tres horas. Y mientras Olmert y su gabinete de defensa solicitaban detalles al minuto acerca de los planes para los tres primeros días de ofensiva de las IDF, fallaron en la articulación de metas políticas claras para después del conflicto o en crear un borrador para una salida política estratégica en el caso de que la ofensiva fallara. </p><p></p><p>Olmert y su gabinete violaron el primer principio de la guerra: mostraron desprecio por su enemigo. Con todos los respetos, Olmert y su gabinete estaban cegados por una incuestionable seguridad en la eficacia de la disuasión israelí. Igual que el pueblo israelí, veían como un sacrilegio cualquier cuestionamiento de las capacidades del ejército israelí.</p><p></p><p>El fracaso de la inteligencia israelí durante el conflicto fue catastrófico. Significaba que, tras el fiasco de la campaña por aire para derrotar los recursos de Hezbolá en las primeras 72 horas de la guerra, la oportunidad de Israel para conseguir una victoria decisiva contra Hezbolá era cada vez más improbable. </p><p></p><p>"Israel perdió la guerra en los tres primeros días", explicaba un experto militar estadounidense. "Si tienes este tipo de sorpresa y tienes este tipo de poder armamentístico, deberías haber ganado. De otro modo, te queda guerra para un largo recorrido".</p><p></p><p>Los oficiales de alto rango de las IDF concluyeron que, dado el fracaso de la campaña por aire, sólo tenían una alternativa: invadir Líbano con tropas de tierra con la esperanza de derrotar la resistencia de Hezbolá.</p><p></p><p><strong>CONTINUA </strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="fersar2006, post: 83455, member: 110"] [b]Asi derroto HEZBOLA A ISRAEL[/b] Así derrotó Hezbolá a Israel Alastair Crooke y Mark Perry, 12 de octubre de 2006 Traducido por Sinfo Fernández y Sonia Martínez y revisado por Caty R. PARTE 1: Ganando la guerra de la inteligencia El experto militar estadounidense, Anthony Cordesman publicó, cinco años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, un informe sobre el conflicto entre Israel y Hezbolá. El texto, titulado "Lecciones preliminares sobre la guerra entre Israel y Hezbolá" suscitó gran interés en el Pentágono, donde fue analizado por profesionales del equipo de jefes de personal y corrió de mano en mano entre los expertos militares de Washington. Cordesman no ocultó sus modestas conclusiones al reconocer que su estudio no sólo era "preliminar", sino que además no había tenido en cuenta cómo luchó Hezbolá en el conflicto y tampoco había analizado sus resultados. "Este análisis es… limitado" apuntó Cordesman, "porque no se llevó a cabo ninguna visita de comprobación a Líbano y a Hezbolá". Aunque incompleto, el estudio de Cordesman cumplió dos objetivos: ofreció las bases para entender la guerra desde el punto de vista israelí y planteó algunas cuestiones acerca de cómo y lo bien que luchó Hezbolá. Cerca de dos meses después del fin de la guerra entre Israel y Hezbolá, es posible rellenar algunos de los espacios en blanco que dejó Cordesman en su informe. El análisis que ofrecemos aquí también es limitado. Los oficiales de Hezbolá no hablarán ni en público ni para la prensa, acerca de cómo lucharon en el conflicto; no detallarán su despliegue y no discutirán su estrategia futura. Pese a todo, las lecciones sobre la guerra desde la perspectiva de Hezbolá están surgiendo ahora y los estrategas israelíes y estadounidenses empiezan a sacar algunas pequeñas enseñanzas gracias a ellas. Nuestras conclusiones se basan en valoraciones sobre el terreno llevadas a cabo durante la guerra -gracias a entrevistas con expertos militares israelíes, norteamericanos y europeos-, en análisis del conflicto efectuados en discusiones con estrategas militares y en una red de oficiales de alto rango en Oriente Próximo con los que hemos hablado, que estaban muy interesados en el resultado de la guerra. Nuestra conclusión global contradice el punto de vista actual de algunos oficiales de la Casa Blanca e israelíes: que la ofensiva de Israel en Líbano perjudicó significativamente la habilidad de Hezbolá para proseguir la guerra, que Israel mermó la capacidad de Hezbolá de ganar la guerra en un conflicto futuro y que las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, en sus siglas en inglés), una vez desplegadas en gran número en el sur del Líbano, fueron capaces de vencer a sus adversarios y dictar un acuerdo favorable para el sistema político israelí. La verdad es exactamente lo contrario. Desde los comienzos del conflicto hasta las últimas operaciones, los comandantes de Hezbolá penetraron satisfactoriamente en el ciclo de toma de decisiones tácticas a través de una red de operaciones de espionaje, militares y políticas, con el resultado de que Hezbolá consiguió una decisiva y completa victoria en la guerra contra Israel. La guerra de la inteligencia Al principio del conflicto, el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasralá, admitió que la respuesta militar de Israel a la captura de dos de sus soldados y la muerte de otros ocho a las 9.04 de la mañana del 12 de julio, le pilló por sorpresa. El comentario de Nasralá terminó con los informes de prensa que afirmaban que Hezbolá se había propuesto provocar una guerra contra Israel y que las capturas eran parte de un plan aprobado por Hezbolá e Irán. Aunque Hezbolá había dejado claro durante un periodo de años que tenía la intención de secuestrar a soldados israelíes, existían buenas razones para suponer que no lo hubiera hecho durante los meses de verano, cuando numerosas familias adineradas shiíes de la diáspora podrían estar visitando Líbano (y gastando su dinero en las comunidades shiíes) y cuando se esperaba la llegada al país de un gran número de árabes del Golfo. Tampoco es cierto, como se dijo en un principio, que Hezbolá coordinara sus actividades con Hamás. A Hamás las capturas le tomaron por sorpresa y aunque su líder defendía las acciones de Hezbolá, es fácil discernir, mirando hacia atrás, que no le debió de hacer gracia: durante el conflicto, Israel lanzó multitud de operaciones militares contra Hamás en Gaza, matando a docenas de combatientes y civiles. Esta ofensiva pasó totalmente desapercibida en Occidente, resucitando el dicho "cuando Oriente Próximo arde, olvidamos a los palestinos". En realidad, la captura de los dos soldados israelíes y la muerte de otros ocho tomó al líder de Hezbolá por sorpresa. Esta acción se llevó a cabo sólo porque las unidades de Hezbolá destinadas en la frontera israelí tienen órdenes permanentes de aprovechar la debilidad militar israelí. El propio Nasralá había señalado tiempo atrás la intención de Hezbolá de prender a soldados israelíes, después de que el ex primer ministro Ariel Sharon incumpliera la ratificación de los acuerdos –tres en total- acerca de la liberación de todos los prisioneros de Hezbolá durante el último intercambio de prisioneros entre Hezbolá e Israel. Las capturas fueron, en realidad, sencillísimas: los soldados israelíes que están cerca de la frontera al parecer incumplieron los procedimientos habituales de actuación, dejaron sus vehículos a la vista de los emplazamientos de Hezbolá y lo hicieron cuando estaban sin comunicación con el comandante de mayor rango y sin posibilidad de ser cubiertos del fuego enemigo. Observamos que mientras los medios de comunicación occidentales se olvidaron de informar sobre estos aspectos, el periódico israelí Haaretz confirmaba sustancialmente este informe: "Una fuerza de tanques y carros de blindaje se envió inmediatamente a Líbano en una persecución intensa. Fue durante esta persecución, alrededor de las 11 de la noche, cuando un tanque Merkava pasó por encima de una bomba muy potente, que contenía aproximadamente de 200 o 300 explosivos, a una distancia de unos 70 metros al norte de la valla de la frontera. El tanque quedó prácticamente destrozado y los cuatro miembros de la tripulación murieron instantáneamente. En las horas siguientes los soldados del ejército israelí mantuvieron un feroz enfrentamiento contra los pistoleros de Hezbolá… En el transcurso de esta batalla, alrededor de las 3 de la tarde, murió otro soldado y dos más resultaron ligeramente heridos." Los secuestros marcaron el inicio de una serie de meteduras de pata de las IDF: hubo comandantes que actuaban fuera de los procedimientos normales en la frontera; algunos miembros de la patrulla estaban en sus últimos días de su desplazamiento en el norte y habían bajado la guardia. Tampoco es cierto que los soldados de Hezbolá mataran a los ocho israelíes durante la captura de los otros dos. Los ocho murieron cuando un comandante de la frontera de las IDF, aparentemente avergonzado por haber ignorado los procedimientos permanentes de actuación, ordenó a los vehículos blindados perseguir a los secuestradores. Los dos vehículos blindados se adentraron en una red de minas antitanque de Hezbolá y resultaron destruidos. Los ocho soldados de las IDF murieron durante esta operación o como resultado de los combates que siguieron inmediatamente. Que una unidad de las IDF deambule tan cerca de la frontera sin que nadie le cubra del fuego enemigo y quede expuesto a un ataque de Hezbolá, ha llevado a los oficiales israelíes a cuestionarse si la unidad estaba actuando sin la aprobación de un mando superior. Parece que los comandantes de alto rango de las IDF, inmediatamente después del incidente, propusieron una comisión interna de investigación para determinar los hechos que envolvieron el asunto y para revisar los procedimientos de las IDF en el control de las unidades que operan a lo largo de la frontera norte de Israel. Los resultados de las conclusiones a las que llegó esta comisión todavía no se han publicado. A pesar de la sorpresa con la que recibieron la respuesta israelí, los guerrilleros de Hezbolá en el sur de Líbano se pusieron en alerta máxima en unos minutos tras los secuestros y los superiores alertaron inmediatamente a los comandantes de arsenal. Las sólidas y endurecidas defensas de Hezbolá son el resultado de seis años de diligente trabajo, que empieza con la retirada israelí de la región en el año 2000. Muchos de los búnker de mandos creados y diseñados por los ingenieros de Hezbolá estaban fortificados, algunos incluso tenían aire acondicionado. La excavación de los arsenales a lo largo de los últimos años ha estado acompañada por un programa de engaño, en el que algunos búnker se construyeron sin ocultarse, bajo la mirada de los tanques israelíes o de ciudadanos a los que les unen fuertes lazos con éstos. Salvo excepciones, estos búnker eran señuelos. Otros se construyeron en áreas alejadas de la población libanesa. Los más importantes búnker de mando y de arsenales de armas estaban excavados muy profundamente en las montañas rocosas de Líbano –a una profundidad de 40 metros-. Alrededor de 600 búnker, tanto de armas como de municiones, estaban situados estratégicamente en la región sur del Litani. Por razones de seguridad, ningún comandante sabía la localización de cada uno de los búnker y cada milicia de Hezbolá tenía asignado el acceso a tres de ellos solamente –uno de municiones y dos de reserva, por si destruían el primero-. Los puntos de formación, separados unos de otros, también estaban asignados a distintas unidades de combate, a las que se les asignaban áreas de combate específicas para armarse y combatir. Los protocolos de seguridad para la formación de las tropas se mantenían diligentemente. Ningún miembro de la milicia de Hezbolá conocía la estructura de los búnker. Los principales arsenales y puntos de formación militar de Hezbolá fueron localizados por la Fuerza Aérea Israelí (IAF en sus siglas en ingles) en las primeras 72 horas de la guerra. Los comandantes israelíes habían identificado estos búnker a través de una mezcla de informes de espionaje, interceptando señales de las comunicaciones de Hezbolá, con fotos vía satélite recogidas gracias a acuerdos de cooperación con los militares estadounidenses, fotos conseguidas gracias a los vuelos de la IAF sobre la región, fotos realizadas a través de aviones fantasma desplazados a lo largo del sur de Líbano y, el punto más importante: una red de espías de confianza reclutados por agentes de inteligencia israelíes que viven en el sur de Líbano, incluyendo a un gran número de ciudadanos extranjeros (no libaneses) acogidos como trabajadores invitados en el país. Los ataques iniciales sobre los puntos de formación de Hezbolá así como sobre los mayores complejos de búnker, que tuvieron lugar en las primeras 72 horas de la guerra, fallaron. El 15 de julio, la IAF localizó al líder de Hezbolá en Beirut. Este ataque también falló. En ningún momento de la guerra asesinaron a ninguna figura política importante de Hezbolá, a pesar de la insistencia de Israel en asegurar que los dirigentes más antiguos de la organización habían sufrido pérdidas. Según un oficial del ejército estadounidense que observó de cerca la guerra, la ofensiva aérea de la IAF acabó con "como mucho con el 7% de los recursos militares totales de los guerrilleros de Hezbolá en los tres primeros días de lucha", además, añadió que, en su opinión, los ataques aéreos israelíes sobre los dirigentes de Hezbolá fueron "absolutamente inútiles". Los informes que aseguran que la cúpula de dirigentes de Hezbolá buscaron refugio en la Embajada de Irán en Beirut no son ciertos, aunque no se sabe a ciencia cierta dónde buscaron cobijo. "Ni siquiera yo sabía dónde estaba", dijo el líder de Hezbolá, Nasralá a uno de sus compañeros. Pese a todo, no es cierto que los planes militares de Israel para destruir las infraestructuras de Líbano fueran el resultado de la incapacidad de la IAF de derrotar la capacidad militar de Hezbolá en los primeros días de la guerra. Los planes militares israelíes requerían un rápido y sostenido bombardeo de las mayores autopistas y puertos de Líbano, además de la destrucción de los recursos militares y políticos de Hezbolá. El gobierno israelí no ocultó su intento de terminar con el apoyo a Hezbolá en las comunidades cristiana, sunní y druze. Esta idea, castigar a Líbano por esconder a Hezbolá y poner a la gente en contra de la milicia, forma parte de la ofensiva israelí desde la retirada del sur de Líbano en el año 2000. Mientras los oficiales del Ejército de Defensa Israelí anunciaban, en público y en privado, el éxito de su ofensiva, sus comandantes recomendaban que el primer ministro, Ehud Olmert aprobara salidas aéreas contra alijos potenciales en áreas marginales al final de la primera semana de bombardeos. Olmert aprobó estos ataques, a sabiendas de que con esta solicitud, sus oficiales estaban admitiendo que sus valoraciones iniciales sobre el daño infligido a Hezbolá eran exageradas. Qana fue el resultado de la aceptación de Olmert de "cercar el área de los objetivos". Un experto militar de Estados Unidos que siguió el conflicto de cerca, dijo lo siguiente sobre el bombardeo de Qana: "No es tan complicado. Tras el fallo de la primera campaña, los oficiales de la IAF volvieron a revisar sus informes sobre los objetivos para ver si habían olvidado algo. Cuando decidieron que no había olvidado nada, probablemente alguien se levantó y fue a otra habitación. Volvió con un juego de sobres con nuevos objetivos en áreas densamente pobladas y dijo: ‘hey, qué pasa con estas carpetas de objetivos’?, y así lo hicieron". Así pues, el bombardeo de objetivos en zonas cercanas a las áreas pobladas del sur de Líbano fue el resultado de los fallos de Israel en la guerra y no de su triunfo. La "ampliación de objetivos" fue a más a lo largo del conflicto; frustrada por su incapacidad para identificar y destruir los más importantes recursos militares de Hezbolá, la IAF empezó a señalar como objetivos las escuelas, centros comunitarios y mezquitas, pensando que su incapacidad de encontrar y destruir los búnker de Hezbolá quería decir que éstos escondían sus principales recursos en centros civiles. Los oficiales de la IAF también argumentaron que la capacidad de Hezbolá para continuar con sus ataques a Israel con cohetes significaba que su milicia se reabastecía constantemente. Qana es una encrucijada, la unión de cinco autopistas separadas, situada en el corazón de los territorios de Hezbolá. Destruir la cadena de suministros de Qana ofreció a la IAF la posibilidad de probar que Hezbolá sólo era capaz de mantener sus operaciones gracias a la dependencia del suministro que le ofrecía la ciudad. En realidad, pese a todo, los comandantes de las IDF sabían que ampliar el número de objetivos en Líbano probablemente haría poco por mermar las capacidades de Hezbolá, ya que ésta mantenía sus ataques sin depender del reabastecimiento, sino de las armas y alijos de cohetes que había reforzado previamente para resistir a la destrucción israelí. Debido a los sucesos de Qana, en los que murieron 28 civiles, Israel accedió a promulgar un alto el fuego de 48 horas. El alto el fuego fue la primera prueba del éxito de Hezbolá en la resistencia contra los ataques aéreos israelíes y de su interés por preparar una defensa prolongada y sostenida del sur de Líbano. Los comandantes de Hezbolá respetaron el alto el fuego acatando órdenes de sus superiores políticos. Salvo una o dos excepciones aisladas, no lanzaron ningún cohete a Israel durante ese período de alto el fuego. Mientras que la capacidad de Hezbolá de acatar la tregua fue ignorada por expertos de inteligencia israelíes y norteamericanos, su habilidad para reforzar la disciplina de sus comandantes en activo supuso claramente un shock para los comandantes de alto rango de las IDF, quienes concluyeron que la capacidad de comunicación de Hezbolá había sobrevivido al violento ataque aéreo de Israel, que el líder de Hezbolá estaba en contacto con sus comandantes sobre el terreno, y que estos comandantes eran capaces de mantener una robusta red de comunicaciones a pesar de la destrucción israelí. Más simple: la habilidad de Hezbolá para mantener el alto el fuego significaba que el objetivo de Israel de separar a los guerrilleros de Hezbolá de su estructura de mando (considerado una necesidad por los ejércitos modernos para hacer la guerra en un campo de batalla tecnológicamente sofisticado) había fallado. Los comandantes de alto rango de las IDF sólo podían llegar a una conclusión: la información que obtuvieron antes de la guerra acerca de los recursos militares de Hezbolá era, por lo menos, deplorablemente incompleta o, en el peor de los casos, terriblemente equivocada. De hecho, a lo largo de un periodo de dos años, los oficiales de espionaje de Hezbolá, construyeron un significativo sistema de identificación de las señales de actividades de espionaje. A lo largo de la guerra, los comandantes de Hezbolá fueron capaces de predecir cuándo y dónde podían atacar los soldados y las bombas israelíes. Además, Hezbolá había identificado a espías israelíes decisivos en Líbano. Un mes antes del secuestro de la patrulla de las IDF y del subsiguiente ataque israelí, los espías libaneses habían roto una red de espionaje que operaba dentro del país. Los espías libaneses (y de Hezbolá) arrestaron al menos a 16 espías israelíes en Líbano, aunque no lograron capturar al jefe de la red. Además, durante dos años, desde 2004 hasta la víspera de la guerra, Hezbolá "convirtió" de manera exitosa a cierto número de civiles libaneses para que informaran a los oficiales de inteligencia israelíes acerca de la ubicación de los alijos militares más importantes de Hezbolá en el sur de Líbano. En un pequeño número de casos cruciales, los espías de alto rango de Hezbolá fueron capaces de suministrar información falsa acerca de la ubicación de los emplazamientos de sus milicias más importantes a Israel, con el resultado de que las carpetas que recogían los objetivos clave de Israel identificaban emplazamientos estratégicos que, de hecho, no existían. Finalmente, la capacidad de Hezbolá para interceptar y "leer" las acciones de Israel tuvo un impacto decisivo en la siguiente fase de guerra sobre el terreno. Los espías de Hezbolá habían perfeccionado tanto su capacidad de captar señales de espías, que podían interceptar las comunicaciones por tierra israelíes entre los comandantes militares. Israel, que depende de un sistema altamente sofisticado de captación de frecuencias, que permite a sus comandantes comunicarse entre sí, subestimó la habilidad de Hezbolá para llegar a dominar la tecnología de la captación de señales. El resultado pudo tener un impacto crucial en los cálculos de Israel acerca de que únicamente la sorpresa podría facilitar la victoria a sus soldados. Ahora es evidente que el sistema político israelí quedó "tocado" por el fallo de sus fuerzas armadas que no consiguieron ni la degradación de un número significativo de arsenales de Hezbolá ni la destrucción de la capacidad de mando de ésta. Pero el sistema político israelí no ha hecho prácticamente nada para prepararse para lo peor: la primera reunión del gabinete de defensa israelí tras los secuestros del 12 de julio sólo duró tres horas. Y mientras Olmert y su gabinete de defensa solicitaban detalles al minuto acerca de los planes para los tres primeros días de ofensiva de las IDF, fallaron en la articulación de metas políticas claras para después del conflicto o en crear un borrador para una salida política estratégica en el caso de que la ofensiva fallara. Olmert y su gabinete violaron el primer principio de la guerra: mostraron desprecio por su enemigo. Con todos los respetos, Olmert y su gabinete estaban cegados por una incuestionable seguridad en la eficacia de la disuasión israelí. Igual que el pueblo israelí, veían como un sacrilegio cualquier cuestionamiento de las capacidades del ejército israelí. El fracaso de la inteligencia israelí durante el conflicto fue catastrófico. Significaba que, tras el fiasco de la campaña por aire para derrotar los recursos de Hezbolá en las primeras 72 horas de la guerra, la oportunidad de Israel para conseguir una victoria decisiva contra Hezbolá era cada vez más improbable. "Israel perdió la guerra en los tres primeros días", explicaba un experto militar estadounidense. "Si tienes este tipo de sorpresa y tienes este tipo de poder armamentístico, deberías haber ganado. De otro modo, te queda guerra para un largo recorrido". Los oficiales de alto rango de las IDF concluyeron que, dado el fracaso de la campaña por aire, sólo tenían una alternativa: invadir Líbano con tropas de tierra con la esperanza de derrotar la resistencia de Hezbolá. [B]CONTINUA [/B] [/QUOTE]
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