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Reparación de media vida de los TR-1700 de la ARA
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<blockquote data-quote="pulqui" data-source="post: 298424" data-attributes="member: 194"><p><em>Una nota sin desperdicio.</em></p><p></p><p></p><p></p><p><em>En el astillero Domecq García</em></p><p></p><p><strong><p style="text-align: center"><span style="font-size: 22px">"La media vida de los submarines”</span></p><p></strong><span style="color: red">(dixit)</span></p><p></p><p>El Proyecto Submarinos está en plena ejecución. ¿De qué se trata? Simplemente de recuperar las capacidades originales de diseño de los pequeños navíos con reparaciones de media vida para que puedan operar durante dos décadas más. Desde hace casi un año y con el espaldarazo político a través del Ministerio de Defensa, en las gradas del astillero Domecq García, en conjunto con la empresa Tandanor, el submarino San Juan recibe este tratamiento. Una labor de alta precisión y mano de obra calificada. </p><p></p><p style="text-align: center"><img src="http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p><em>Por Lauro Noro / Fotos Fernando Calzada</em></p><p></p><p>“¡Quiero salir a navegar yá y verlo en el agua de una vez por todas!”, dijo casi como con una súplica el capitán de fragata Víctor Pereyra (46), casado, dos hijos, comandante del submarino San Juan. Claro, hay una explicación para tanta ansiedad contenida. Es que desde el 11 de noviembre de 2007, el cetáceo de acero permanece “colgado” en un enorme galpón del astillero Domecq García, pintado de rojo para preservar sus partes metálicas, donde recibe un “acicalamiento” intensivo con la denominada reparación de “media vida”. </p><p></p><p><img src="http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensaPereyra.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>“Si todo sale bien como está previsto, calculo que para el 2010 estará en operaciones”, agregó el marino. Sin embargo, la nave todavía deberá enfrentar su prueba más difícil: habrá que cortarle el casco a la altura de la sala de máquinas. ¿El motivo de ese cercenamiento? Con la parte de la popa separada del resto, recién podrán sacarse los grandes equipamientos que no pasan por las escotillas, y, una vez en sus entrañas, será posible cambiarle los 960 elementos de las baterías, los cuatro motores diésel con sus respectivos generadores, los mástiles izables (léase, periscopios), la planta de aire comprimido, los compresores de aire acondicionado, los equipos de destiladores y la planta hidráulica, entre otros componentes. Pero aquí, Pereyra, con casi 30 años en la Fuerza, hace una observación: “No puede cortárselo así nomás. La redondez debe ser casi perfecta porque después no se lo podrá volver a soldar. La precisión debe ser al milímetro, entonces, hay una preparación de la zona de corte, encerrada en una carpa y con un ambiente controlado de temperatura y humedad, para que con una máquina, de manera casi robotizada, se lo haga en no más de una hora y media”. </p><p></p><p><strong><span style="font-size: 15px">Trabajo de hormiga</span></strong></p><p></p><p style="text-align: center"><img src="http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa-III.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>El ir y venir de los operarios de la empresa Tandanor, encargada de la obra en el submarino (ver recuadro: Un tandem…), está supervisado por el “ojo avizor” de la tripulación que, por razones obvias, también está en tierra. Este ojo no les pierde pisada; nada queda librado al azar. “Estamos alistando sus secciones internas para evitar que se dañen elementos importantes cuando pase el soplete”, advirtió uno de los operarios. Como en un hormiguero, el movimiento es incesante. Se desmontan equipos, sistemas y bandejas con cables para acceder a lugares que han permanecido intactos 15 años desde la primera singlada del submarino. “Siempre encontramos novedades. Se necesita mucha precisión y calidad de obra porque hay que dejar marcado el lugar de lo que hemos quitado para saber después dónde ubicarlo de nuevo”, aseveró un compañero mientras acomoda una chapa en la proa que muestra las seis bocas de los lanzatorpedos. Otros, trepados en una grúa, inspeccionan en popa la enorme hélice propulsora de siete palas. Impresiona verlo. </p><p></p><p><strong><span style="font-size: 15px">Como el ave Fénix</span></strong></p><p></p><p>Entre sus características más destacadas, el TR-1700 San Juan, botado en el astillero Thyssen en Emden, Alemania, tiene 65,93 metros de largo (eslora), un casco resistente de siete metros de diámetro y un desplazamiento de 2.140 toneladas en superficie y 2.336 en inmersión a 25 nudos de velocidad. La dotación de 37 hombres se distribuye en tres cubiertas donde están los camarotes, las salas de comando, de motores y máquinas, la cocina, el baño y otros dispositivos para su funcionamiento. Sus sofisticados sistemas van desde un control de tiro, sonares y telémetros acústicos, hasta analizadores de espectros, periscopios de ataque y observación, y un radar de navegación. </p><p></p><p style="text-align: center"><img src="http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa-I.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> <img src="http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa-II.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>Ahora, y en pocas palabras, le devolverán las capacidades originales de diseño y una vida útil para cumplir con el servicio, tal cual las tenía cuando fue incorporado a la Armada en junio de 1983, “Aunque no implique una sustancial modernización”, aclaró su capitán. “Vamos a utilizar muchos equipos, sistemas y repuestos ociosos que antes iban a usarse para construir nuevos submarinos en el país. Todo eso hay que aprovecharlo porque son elementos muy valiosos”. No por nada, las reparaciones costarán unos 70 millones de pesos, poco más de 20 millones de dólares. Sin embargo, con estas reparaciones de media vida se espera poder captar a potenciales clientes y que una cincuentena de submarinos de otros países lleguen a las gradas del astillero argentino para rejuvenecerse. Los entendidos aseguran que los precios del trabajo no tienen comparación. En Brasil sale el doble hacerlo, y en Alemania diez veces más. Está todo dicho. </p><p></p><p>Mientras tanto, hasta el menos avisado de los miles de turistas que pasean por la rambla de la ciudad de Mar del Plata, a escasos metros del puerto, ha visto los inconfundibles perfiles negros de los submarinos en la rada de la base naval. Hoy, sólo dos están operativos, el Salta, al que ya se le cambiaron sus baterías hace unos años, y el Santa Cruz, reparado en el Arsenal de Marina de Río de Janeiro, Brasil, entre 1999 y 2001; el tercero, el San Juan, en la Costanera Sur de Capital federal. El trío integra la Fuerza de Submarinos de la Armada. En las ilusiones y sueños de sus integrantes quedan el S-43 Santa Fe, con su construcción abortada, y los S-44 Santiago del Estero y S-45, sin nombre aún, en los papeles. Quizás ahora, con la puesta en funcionamiento del Domecq García, se puedan materializar esos anhelos. El tiempo lo dirá. </p><p></p><p><strong><span style="font-size: 15px">Tandem del futuro</span></strong> </p><p></p><p>Casi abandonado, estaba prácticamente cerrado; la década del ´90 no le había sido favorable al Astillero Domecq García. Recién en 2003 abrió sus puertas y comenzó a trabajar lenta y paulatinamente por la recuperación de las instalaciones que pertenecen a la Armada. Apenas ingresados en el enorme predio del complejo, de cara al Río de la Plata, impactan los restos del que sería el nuevo submarino Santa Fe, realizado en los mismos talleres, para reemplazar a su homónimo hundido por los ingleses en las Georgias del Sur en 1982. Tal era la finalidad para la que había sido creado el complejo en 1979: reconstruir y fabricar submarinos. “Lamentablemente, en el corto y mediano plazo, no hay previsiones para ello; sí, para las reparaciones de media vida”, dijo su director, el capitán de navío Mario Pontelo. </p><p></p><p><img src="http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensaTandem.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>El resurgimiento del astillero está sustentado en la relación con la empresa Tandanor, sociedad anónima del Estado que, al mismo tiempo depende del Ministerio de Defensa. La simbiosis es simple, la Armada cede sus instalaciones y el personal con experiencia en actividad submarina -alrededor de 70 personas- y, la otra parte, da la mano de obra calificada de 800 operarios. El rol empresarial del tandem naval está focalizado en las tareas con buques de la Fuerza Armada; en la actividad industrial de Tandanor, específicamente de reparación y construcción de barcazas, remolcadores y buques mercantes; y con industrias privadas vinculadas a la construcción naval y de mecánica pesada. Estas tareas funcionan con un arrendamiento de servicio con contratos cortos que permiten, entre otras cosas, autofinanciar el mantenimiento y recuperación del Domecq García, según aseveró el ejecutivo. </p><p></p><p>No dejó de señalar que además del submarino San Juan, está en reparación la lancha rápida Indómita y que, en lo que va del año, hicieron los carenados rutinarios; o sea, reparaciones de menor envergadura a doce unidades militares en sus diques secos. Subrayó que con el apoyo de varias universidades, que cuentan con la carrera de Ingeniería Naval en su currícula, especialmente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), mantienen dos Centros de Ingeniería con un permanente intercambio de alumnos que realizarían aquí sus pasantías y prácticas. “Es otra finalidad ésta de promover las actividades navales e industriales que contribuyan a fines estratégicos del país”, concluyó. </p><p></p><p><strong><span style="font-size: 15px">San Luis </span></strong> </p><p></p><p>Lo vemos desde el ventanal de la oficina donde mantuvimos la entrevista con la gente del Domecq. Es el submarino San Luis. Nos embarga la emoción. Allí está el pequeño David que enfrentó a la flota inglesa con sus maltrechos torpedos. Y hoy, por esas paradojas de la vida, sobrevive a la espera de un gesto por su incierto futuro, que se lo desguace, que se lo convierta en museo, que lo vendan o lo pongan otra vez en operaciones (el íntimo deseo de los hombres de mar). A pesar de los años y el abandono, “la situación de su casco es bastante alentadora”, asegura Pontelo. Por eso, un grupo de operarios le hace una paciente tarea de preservación. </p><p></p><p style="text-align: center"><img src="http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa-VI.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>El 28 de abril de 1997 el noble guerrero había sido declarado en “desuso”. Los que declararon su muerte anunciada no tuvieron en cuenta que bajo el comando del capitán Fernando Azcueta, no sólo fue el único en romper el bloqueo británico en torno de las islas Malvinas, sino que enfrentó solo y sin apoyo a un formidable enemigo, experto en guerra antisubmarina y dotado con sensores y dispositivos de última generación. Había zarpado el domingo 11 de abril y durante semanas mantuvo en vilo a la Fuerza de Tareas enemiga. No por nada, entonces, su bandera de guerra fue condecorada con la medalla Honor al Valor en Combate. Merece un destino de gloria.</p><p></p><p></p><p></p><p><em>Opinión</em></p><p></p><p><strong><span style="font-size: 15px">Acá y más allá</span></strong></p><p></p><p><em>Escribe Lauro Noro </em></p><p></p><p><img src="http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensaNoro.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>“La vida te da sorpresas… sorpresas te da la vida”, dice el popular estribillo. Y, precisamente, son estas sorpresas las que palpamos en dos escenarios completamente diversos. La primera, en la Costanera Sur, a metros del -para muchos desconocido- monumento a España, frente a la ex ciudad deportiva de Boca. En ese espacioso lugar, descanso para camioneros y sus vehículos con acoplado, está el astillero Domecq García, hasta no hace mucho, invadido por arbustos, ratas y desperdicios. Hoy funciona a pleno junto con la empresa Tandanor. Una pequeña ciudad donde laboran casi un millar de operarios; donde se capacitan jóvenes, técnicos y empleados en cuestiones navales e industria pesada. En sus galpones y talleres, rodeados por anchas calles y frente al río color de león, enormes buques reposan en gradas donde les hacen “chapa y pintura”. Y no sólo unidades militares esperan su turno de rejuvenecimiento, sino remolcadores, graneleros y todo tipo de embarcaciones. </p><p></p><p>La segunda, a cientos de kilómetros de ahí, en Comodoro Rivadavia. Allí asistimos a un hecho inédito. ¿Quién podía pensar hace 30 años, en la Navidad de 1978, cuando los cañonazos estuvieron a punto de derribar la Cordillera de los Andes, que los Ejércitos argentinos y chilenos podrían entrenar juntos y hasta compartir ideas y conocimientos en un ambiente de confianza mutua para integrar misiones de paz? Es lo que acaba de suceder, en la Patagonia con el ejercicio Aurora Austral II. </p><p>Simplemente, hechos que sorprenden.</p><p>_______________________________</p><p></p><p><strong>DEF DIGITAL</strong></p><p><a href="http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/revista-defensa.php#ini">http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/revista-defensa.php#ini</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="pulqui, post: 298424, member: 194"] [I]Una nota sin desperdicio.[/I] [I]En el astillero Domecq García[/I] [B][CENTER][SIZE="6"]"La media vida de los submarines”[/SIZE][/CENTER][/B] [COLOR="red"](dixit)[/COLOR] El Proyecto Submarinos está en plena ejecución. ¿De qué se trata? Simplemente de recuperar las capacidades originales de diseño de los pequeños navíos con reparaciones de media vida para que puedan operar durante dos décadas más. Desde hace casi un año y con el espaldarazo político a través del Ministerio de Defensa, en las gradas del astillero Domecq García, en conjunto con la empresa Tandanor, el submarino San Juan recibe este tratamiento. Una labor de alta precisión y mano de obra calificada. [CENTER][IMG]http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa.jpg[/IMG][/CENTER] [I]Por Lauro Noro / Fotos Fernando Calzada[/I] “¡Quiero salir a navegar yá y verlo en el agua de una vez por todas!”, dijo casi como con una súplica el capitán de fragata Víctor Pereyra (46), casado, dos hijos, comandante del submarino San Juan. Claro, hay una explicación para tanta ansiedad contenida. Es que desde el 11 de noviembre de 2007, el cetáceo de acero permanece “colgado” en un enorme galpón del astillero Domecq García, pintado de rojo para preservar sus partes metálicas, donde recibe un “acicalamiento” intensivo con la denominada reparación de “media vida”. [IMG]http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensaPereyra.jpg[/IMG] “Si todo sale bien como está previsto, calculo que para el 2010 estará en operaciones”, agregó el marino. Sin embargo, la nave todavía deberá enfrentar su prueba más difícil: habrá que cortarle el casco a la altura de la sala de máquinas. ¿El motivo de ese cercenamiento? Con la parte de la popa separada del resto, recién podrán sacarse los grandes equipamientos que no pasan por las escotillas, y, una vez en sus entrañas, será posible cambiarle los 960 elementos de las baterías, los cuatro motores diésel con sus respectivos generadores, los mástiles izables (léase, periscopios), la planta de aire comprimido, los compresores de aire acondicionado, los equipos de destiladores y la planta hidráulica, entre otros componentes. Pero aquí, Pereyra, con casi 30 años en la Fuerza, hace una observación: “No puede cortárselo así nomás. La redondez debe ser casi perfecta porque después no se lo podrá volver a soldar. La precisión debe ser al milímetro, entonces, hay una preparación de la zona de corte, encerrada en una carpa y con un ambiente controlado de temperatura y humedad, para que con una máquina, de manera casi robotizada, se lo haga en no más de una hora y media”. [B][SIZE="4"]Trabajo de hormiga[/SIZE][/B] [CENTER][IMG]http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa-III.jpg[/IMG][/CENTER] El ir y venir de los operarios de la empresa Tandanor, encargada de la obra en el submarino (ver recuadro: Un tandem…), está supervisado por el “ojo avizor” de la tripulación que, por razones obvias, también está en tierra. Este ojo no les pierde pisada; nada queda librado al azar. “Estamos alistando sus secciones internas para evitar que se dañen elementos importantes cuando pase el soplete”, advirtió uno de los operarios. Como en un hormiguero, el movimiento es incesante. Se desmontan equipos, sistemas y bandejas con cables para acceder a lugares que han permanecido intactos 15 años desde la primera singlada del submarino. “Siempre encontramos novedades. Se necesita mucha precisión y calidad de obra porque hay que dejar marcado el lugar de lo que hemos quitado para saber después dónde ubicarlo de nuevo”, aseveró un compañero mientras acomoda una chapa en la proa que muestra las seis bocas de los lanzatorpedos. Otros, trepados en una grúa, inspeccionan en popa la enorme hélice propulsora de siete palas. Impresiona verlo. [B][SIZE="4"]Como el ave Fénix[/SIZE][/B] Entre sus características más destacadas, el TR-1700 San Juan, botado en el astillero Thyssen en Emden, Alemania, tiene 65,93 metros de largo (eslora), un casco resistente de siete metros de diámetro y un desplazamiento de 2.140 toneladas en superficie y 2.336 en inmersión a 25 nudos de velocidad. La dotación de 37 hombres se distribuye en tres cubiertas donde están los camarotes, las salas de comando, de motores y máquinas, la cocina, el baño y otros dispositivos para su funcionamiento. Sus sofisticados sistemas van desde un control de tiro, sonares y telémetros acústicos, hasta analizadores de espectros, periscopios de ataque y observación, y un radar de navegación. [CENTER][IMG]http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa-I.jpg[/IMG] [IMG]http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa-II.jpg[/IMG][/CENTER] Ahora, y en pocas palabras, le devolverán las capacidades originales de diseño y una vida útil para cumplir con el servicio, tal cual las tenía cuando fue incorporado a la Armada en junio de 1983, “Aunque no implique una sustancial modernización”, aclaró su capitán. “Vamos a utilizar muchos equipos, sistemas y repuestos ociosos que antes iban a usarse para construir nuevos submarinos en el país. Todo eso hay que aprovecharlo porque son elementos muy valiosos”. No por nada, las reparaciones costarán unos 70 millones de pesos, poco más de 20 millones de dólares. Sin embargo, con estas reparaciones de media vida se espera poder captar a potenciales clientes y que una cincuentena de submarinos de otros países lleguen a las gradas del astillero argentino para rejuvenecerse. Los entendidos aseguran que los precios del trabajo no tienen comparación. En Brasil sale el doble hacerlo, y en Alemania diez veces más. Está todo dicho. Mientras tanto, hasta el menos avisado de los miles de turistas que pasean por la rambla de la ciudad de Mar del Plata, a escasos metros del puerto, ha visto los inconfundibles perfiles negros de los submarinos en la rada de la base naval. Hoy, sólo dos están operativos, el Salta, al que ya se le cambiaron sus baterías hace unos años, y el Santa Cruz, reparado en el Arsenal de Marina de Río de Janeiro, Brasil, entre 1999 y 2001; el tercero, el San Juan, en la Costanera Sur de Capital federal. El trío integra la Fuerza de Submarinos de la Armada. En las ilusiones y sueños de sus integrantes quedan el S-43 Santa Fe, con su construcción abortada, y los S-44 Santiago del Estero y S-45, sin nombre aún, en los papeles. Quizás ahora, con la puesta en funcionamiento del Domecq García, se puedan materializar esos anhelos. El tiempo lo dirá. [B][SIZE="4"]Tandem del futuro[/SIZE][/B] Casi abandonado, estaba prácticamente cerrado; la década del ´90 no le había sido favorable al Astillero Domecq García. Recién en 2003 abrió sus puertas y comenzó a trabajar lenta y paulatinamente por la recuperación de las instalaciones que pertenecen a la Armada. Apenas ingresados en el enorme predio del complejo, de cara al Río de la Plata, impactan los restos del que sería el nuevo submarino Santa Fe, realizado en los mismos talleres, para reemplazar a su homónimo hundido por los ingleses en las Georgias del Sur en 1982. Tal era la finalidad para la que había sido creado el complejo en 1979: reconstruir y fabricar submarinos. “Lamentablemente, en el corto y mediano plazo, no hay previsiones para ello; sí, para las reparaciones de media vida”, dijo su director, el capitán de navío Mario Pontelo. [IMG]http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensaTandem.jpg[/IMG] El resurgimiento del astillero está sustentado en la relación con la empresa Tandanor, sociedad anónima del Estado que, al mismo tiempo depende del Ministerio de Defensa. La simbiosis es simple, la Armada cede sus instalaciones y el personal con experiencia en actividad submarina -alrededor de 70 personas- y, la otra parte, da la mano de obra calificada de 800 operarios. El rol empresarial del tandem naval está focalizado en las tareas con buques de la Fuerza Armada; en la actividad industrial de Tandanor, específicamente de reparación y construcción de barcazas, remolcadores y buques mercantes; y con industrias privadas vinculadas a la construcción naval y de mecánica pesada. Estas tareas funcionan con un arrendamiento de servicio con contratos cortos que permiten, entre otras cosas, autofinanciar el mantenimiento y recuperación del Domecq García, según aseveró el ejecutivo. No dejó de señalar que además del submarino San Juan, está en reparación la lancha rápida Indómita y que, en lo que va del año, hicieron los carenados rutinarios; o sea, reparaciones de menor envergadura a doce unidades militares en sus diques secos. Subrayó que con el apoyo de varias universidades, que cuentan con la carrera de Ingeniería Naval en su currícula, especialmente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), mantienen dos Centros de Ingeniería con un permanente intercambio de alumnos que realizarían aquí sus pasantías y prácticas. “Es otra finalidad ésta de promover las actividades navales e industriales que contribuyan a fines estratégicos del país”, concluyó. [B][SIZE="4"]San Luis [/SIZE][/B] Lo vemos desde el ventanal de la oficina donde mantuvimos la entrevista con la gente del Domecq. Es el submarino San Luis. Nos embarga la emoción. Allí está el pequeño David que enfrentó a la flota inglesa con sus maltrechos torpedos. Y hoy, por esas paradojas de la vida, sobrevive a la espera de un gesto por su incierto futuro, que se lo desguace, que se lo convierta en museo, que lo vendan o lo pongan otra vez en operaciones (el íntimo deseo de los hombres de mar). A pesar de los años y el abandono, “la situación de su casco es bastante alentadora”, asegura Pontelo. Por eso, un grupo de operarios le hace una paciente tarea de preservación. [CENTER][IMG]http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensa-VI.jpg[/IMG][/CENTER] El 28 de abril de 1997 el noble guerrero había sido declarado en “desuso”. Los que declararon su muerte anunciada no tuvieron en cuenta que bajo el comando del capitán Fernando Azcueta, no sólo fue el único en romper el bloqueo británico en torno de las islas Malvinas, sino que enfrentó solo y sin apoyo a un formidable enemigo, experto en guerra antisubmarina y dotado con sensores y dispositivos de última generación. Había zarpado el domingo 11 de abril y durante semanas mantuvo en vilo a la Fuerza de Tareas enemiga. No por nada, entonces, su bandera de guerra fue condecorada con la medalla Honor al Valor en Combate. Merece un destino de gloria. [I]Opinión[/I] [B][SIZE="4"]Acá y más allá[/SIZE][/B] [I]Escribe Lauro Noro [/I] [IMG]http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/asset/defensaNoro.jpg[/IMG] “La vida te da sorpresas… sorpresas te da la vida”, dice el popular estribillo. Y, precisamente, son estas sorpresas las que palpamos en dos escenarios completamente diversos. La primera, en la Costanera Sur, a metros del -para muchos desconocido- monumento a España, frente a la ex ciudad deportiva de Boca. En ese espacioso lugar, descanso para camioneros y sus vehículos con acoplado, está el astillero Domecq García, hasta no hace mucho, invadido por arbustos, ratas y desperdicios. Hoy funciona a pleno junto con la empresa Tandanor. Una pequeña ciudad donde laboran casi un millar de operarios; donde se capacitan jóvenes, técnicos y empleados en cuestiones navales e industria pesada. En sus galpones y talleres, rodeados por anchas calles y frente al río color de león, enormes buques reposan en gradas donde les hacen “chapa y pintura”. Y no sólo unidades militares esperan su turno de rejuvenecimiento, sino remolcadores, graneleros y todo tipo de embarcaciones. La segunda, a cientos de kilómetros de ahí, en Comodoro Rivadavia. Allí asistimos a un hecho inédito. ¿Quién podía pensar hace 30 años, en la Navidad de 1978, cuando los cañonazos estuvieron a punto de derribar la Cordillera de los Andes, que los Ejércitos argentinos y chilenos podrían entrenar juntos y hasta compartir ideas y conocimientos en un ambiente de confianza mutua para integrar misiones de paz? Es lo que acaba de suceder, en la Patagonia con el ejercicio Aurora Austral II. Simplemente, hechos que sorprenden. _______________________________ [B]DEF DIGITAL[/B] [url]http://www.defdigital.com.ar/revistas/2008/web37/revista-defensa.php#ini[/url] [/QUOTE]
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