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Malvinas 1982
Sanidad En Malvinas / Cimm
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<blockquote data-quote="Pablo01" data-source="post: 51890" data-attributes="member: 4259"><p><strong>II</strong></p><p></p><p>Los resultados generales obtenidos y el desempeño de la Sanidad Naval a raíz del conflicto</p><p>son, en mi opinión, altamente satisfactorios. Fue indudablemente acertada la decisión</p><p>del Comando del Teatro de Operaciones de derivar una considerable cantidad de</p><p>heridos y enfermos a este hospital; en primer lugar, por tratarse del centro asistencial de</p><p>mayor complejidad más próximo al Teatro de Operaciones y con el suficiente nivel técnico</p><p>y la capacidad de camas habilitadas para internar un número importante de pacientes; en</p><p>segundo lugar, las particulares condiciones del ámbito político interno en que se desarrollaba</p><p>la contienda hacía conveniente que la atención del personal se hiciera dentro de un</p><p>medio más controlable.</p><p>En este sentido, debo señalar que al conocerse en la zona el ingreso de heridos provenientes</p><p>del TOAS, numerosas señoras y señoritas de las ciudades de Punta Alta y Bahía</p><p>Blanca, en forma individual y también como integrantes de diversas organizaciones civiles</p><p>de bien público, se ofrecieron inmediatamente para actuar como “voluntarias” a fin de colaborar</p><p>en la asistencia de los internados. Pese a los insistentes pedidos al respecto, no</p><p>accedí a esta demanda, en primer término porque esta tarea era cubierta en forma suficiente</p><p>por el hospital tanto en el aspecto enfermería como de servicios. En segundo término</p><p>porque me pareció poco conveniente la irrupción de personas sin formación técnica, si</p><p>bien con nobles intenciones, pero además con una gran carga emocional, dado el momento</p><p>especial que se vivía. En mi opinión, la intervención de estas personas hubiera producido</p><p>una gran perturbación en el normal desenvolvimiento de las tareas del personal hospitalario.</p><p>En los aspectos de asistencia social de los pacientes, argumento que fue invocado</p><p>insistentemente, el problema fue resuelto con la participación voluntaria del personal administrativo</p><p>femenino del hospital, el que concurrió fuera de sus horarios de trabajo siendo</p><p>instruidas y conducidas por las visitadoras sociales del lugar, desempeñándose con gran</p><p>eficiencia y sin interferir en ningún momento con las tareas profesionales. Se aceptaron, de</p><p>todas las personas bien intencionadas que ofrecían sus servicios, donaciones en especies,</p><p>previamente discriminadas de acuerdo con las reales necesidades. La distribución de estos</p><p>elementos y su control estaba a cargo de un capellán militar y de las visitadoras sociales.</p><p>Esto permitió que todos los internados fueran provistos de radios portátiles, libros, revistas,</p><p>golosinas, cigarrillos, etc., además de ropas y efectos de higiene personal. El personal</p><p>femenino administrativo del hospital se comportó, repito, con extraordinaria comprensión y</p><p>capacidad, brindando apoyo psicológico y afecto a los pacientes, facilitando la comunicación</p><p>postal o telefónica, y personal, según los casos, con los familiares de los internados.</p><p>Los familiares del personal internado que arribaron al hospital desde las regiones más lejanas</p><p>del país se alojaron gratuitamente en hoteles de la zona ofrecidos generosamente por</p><p>sus propietarios. El hospital habilitó un comedor donde los familiares, que por la gravedad</p><p>del paciente u otras circunstancias, debían permanecer en el establecimiento por lapsos</p><p>prolongados, podían comer gratuitamente. La respuesta positiva que dio la Sanidad Naval</p><p>en todas sus estructuras ante los requerimientos que produjo el conflicto no fue un hecho</p><p>sorprendente, tampoco fue producto de una improvisación afortunada, ni aun atribuible al</p><p>fervor patriótico que, innegablemente, animó a todo el personal, tanto civil como militar, en</p><p>todas sus jerarquías, sino que fue producto de una política que comenzó a implementarse</p><p>en el año 1972, tendiente a corregir el déficit de ciertas especialidades críticas como traumatología,</p><p>cirugía general y anestesiología, entre las más importantes, y paralelamente un</p><p>incremento sustancial de la acción docente, a través de la educación continua y de la instauración</p><p>de residencias médicas de nivel universitario y siguiendo las normas del CONAREME;</p><p>de este modo la acción de la Escuela Quirúrgica de la Armada, las residencias en</p><p>Traumatología iniciadas en el Hospital de Puerto Belgrano en el año 1974 y establecidas posteriormente en el Hospital Naval Buenos Aires, a las que podemos agregar las de Cirugía</p><p>General y Anestesiología, de implementación más reciente, rindieron el resultado deseado al poder contar la Institución, en el momento preciso, con un grupo importante de jóvenes</p><p>profesionales militares perfectamente calificados que pudieron afrontar con amplia solvencia</p><p>todas las responsabilidades médico-quirúrgicas que les impuso la situación.</p><p>Debo señalar muy particularmente el importante desempeño que les cupo a los odontólogos</p><p>especializados en cirugía Dento-Máxilo-Facial, ya que su presencia dentro de los equipos</p><p>quirúrgicos fue de gran importancia para la solución del tratamiento adecuado de las</p><p>heridas máxilo-faciales que se presentaron.</p><p>La presencia de tres médicos especializados en cirugía plástica y reparadora nos permitió,</p><p>como he señalado anteriormente, abordar con éxito el tratamiento de quemados. La actividad</p><p>y capacidad del laboratorio fue de particular importancia tanto en el hospital como</p><p>en las unidades transformadas en buques-hospital, e incluso en el área de operaciones,</p><p>mencionaré solamente el importante volumen de análisis realizados y el buen funcionamiento</p><p>de los bancos de sangre que permitió proveer más de 500 unidades de sangre total</p><p>en el transcurso del conflicto.</p><p>Asimismo cabe destacar la eficiencia de los Servicios de Farmacia que adquirieron y clasificaron</p><p>un importante volumen de medicamentos y material de curaciones con que fueron</p><p>provistos en abundancia los buques hospitales y todas las unidades en operaciones.</p><p>El personal de Enfermería, tanto civil como militar, tuvo un excelente desempeño producto</p><p>indudable de la formación obtenida a través de la ESSA y de los cursos de especialización</p><p>posteriores. Es de destacar la actuación de los suboficiales y cabos enfermeros de la Armada</p><p>en el Hospital Militar de Puerto Argentino, en las unidades que sufrieron la acción del</p><p>enemigo y en los buques-hospital. Una mención muy especial merecen las enfermeras militares</p><p>y las alumnas de la ESSA que constituyeron un factor de suma importancia, lográndose</p><p>una excelente coordinación con el personal civil de enfermería, lo que permitió brindar</p><p>un servicio de alto nivel tanto cuantitativa como cualitativamente.</p><p>Me he extendido particularmente sobre estos hechos, por otra parte ya bien conocidos,</p><p>para señalar una vez más la importancia que tiene la permanente capacitación del recurso</p><p>humano en este y otros campos, para poder enfrentar con eficiencia situaciones de</p><p>extrema gravedad y sobre todo de aparición súbita, tal como sucedió en la realidad.</p><p>Comparándonos con la estructura y eficiencia de los Servicios de Sanidad del enemigo, con</p><p>el cual nuestros médicos tuvieron abundantes contactos, podemos decir que estábamos</p><p>en buena paridad de capacidad profesional y medios médicos-quirúrgico; la diferencia era</p><p>sustancial en lo que se refiere al material aéreo disponible para la evacuación de bajas y</p><p>también al excelente nivel de instrucción en primeros auxilios y equipo individual de curaciones</p><p>de todo el personal combatiente.</p><p>De modo que este problema debe ser actualizado prioritariamente en la DISA y lograr una</p><p>mayor coordinación en este aspecto con los jefes y oficiales de los escalafones de combate</p><p>a fin de profundizar el adiestramiento de todo el personal de la Armada en este tema,</p><p>basados en las premisas reales que han originado todo lo actuado por la Sanidad Naval</p><p>durante la guerra y constituir una referencia bibliográfica que englobe toda la experiencia</p><p>médica y logística de una situación real, para que sirva como referencia para la elaboración</p><p>de políticas futuras a fin de mantener y aumentar en lo posible la eficiencia de los Servicios</p><p>de Sanidad de la Armada.</p><p>Deseo mencionar también la valiosa colaboración de quienes me acompañaron eficazmente</p><p>en la conducción de la unidad hospitalaria durante el conflicto, el subdirector CNME</p><p>(R) Juan Carlos Montanaro y el Jefe del Departamento Cirugía CNME (R) Enrique Aguirre.</p><p></p><p></p><p>* El Capitán de Navío Médico (R)</p><p>Adolfo Julio Maillie nació en la</p><p>Capital Federal el 11 de abril de</p><p>1924. Egresó como médico de la</p><p>Facultad de Medicina el 2 de</p><p>septiembre de 1952.</p><p>Ingresó a la Armada como</p><p>Teniente de Fragata Médico en</p><p>mayo de 1954, desempeñándose</p><p>como médico de la Escuela de</p><p>Marinería Isla Martín García, y a</p><p>partir de 1955 y hasta 1958</p><p>médico del Hospital Naval</p><p>Ushuaia. De 1949 a 1953 se</p><p>desempeñó como auxiliar docente</p><p>y posteriormente como auxiliar</p><p>docente diplomado en la cátedra</p><p>de Microbiología de la Facultad</p><p>de Medicina de la UBA.</p><p>A partir de 1958, médico asistente</p><p>del Servicio de Neumofisiología</p><p>del HNRS.</p><p>Desde entonces, prestó servicios</p><p>sucesivamente como jefe de Servicio</p><p>de Fisiología en HNRS, jefe</p><p>de Servicio de Fisiología a Infección</p><p>HWPB. Jefe del dispensario</p><p>de Vías Respiratorias HNBA, jefe</p><p>de Epidermología DISA, jefe de</p><p>Sanidad de la Fuerza Naval del</p><p>Plata. Jefe de Sanidad en la fragata</p><p>ARA Libertad. Jefe del</p><p>Departamento Médico y Subdirector</p><p>del HNPB.</p><p>En 1971 con pase en DISA</p><p>actuó como coordinador de la</p><p>Comisión de Diseño Arquitectónico</p><p>y Equipamiento del HNBA y</p><p>en 1974 y 1975 un cargo similar</p><p>en la Remodelación y Equipamiento</p><p>del HNPB.</p><p>En 1976 pasó a desempeñarse</p><p>en el Ministerio de Bienestar</p><p>Social. Secretaría de Estado de</p><p>Salud Pública como subsecretario</p><p>de Medicina Sanitaria hasta principios</p><p>de 1981, año en el que</p><p>pasa a desempeñarse, siendo ya</p><p>Capitán de Navío, en la Jefatura</p><p>del Departamento Hospitales en</p><p>DISA. Ascenso a C.W. en 1977.</p><p>En 1982 y 1983 se desempeñó</p><p>como director del HNPB y oficial</p><p>de Sanidad del Estado Mayor</p><p>de CON.</p><p>En diciembre de 1983 pasó a</p><p>retiro.</p><p>Cursos efectuados: 1958 a</p><p>1960, Curso Superior Universitario</p><p>de Médico Fisiólogo; 1971 a</p><p>1973, Curso Superior Universitario</p><p>de Médico Especialista en</p><p>Enfermedades Infecciosas.</p><p>Trabajos científicos: Conferencias</p><p>de Salud Pública; Compilación de</p><p>conferencias privadas sobre</p><p>diversos temas durante la gestión</p><p>1976-1981; Políticas sanitarias</p><p>en la Argentina 1976-1980.<span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"><span style="font-size: 9px">---------- Post added at 04:08 ---------- Previous post was at 03:57 ----------</span></span></p><p><span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"></span><strong><span style="font-size: 15px">La logística de la Sanidad en combate</span></strong></p><p></p><p></p><p>Por Rodolfo H. Ciccarella y Jorge F. Sumay</p><p></p><p>Logística es una palabra derivada del griego, por la que se</p><p>entiende “arte de calcular” y se aplica principalmente a las</p><p>funciones técnicas del Estado Mayor en las que los cálculos</p><p>son parte muy importante.</p><p>La concepción del plan de operaciones de una Fuerza Armada es</p><p>independiente de la logística y compete exclusivamente al Comandante</p><p>en Jefe, pero la ejecución, el modo de disponer, componer y</p><p>arreglar en su conjunto y por números los movimientos de las masas</p><p>de tropas corresponde a la logística y es un área del Estado Mayor.</p><p>Es, en efecto, la ciencia que abraza toda la acción del Estado Mayor</p><p>General en las Fuerzas Armadas de la actualidad.</p><p>Existe en el Hospital Naval Puerto Belgrano una división independiente</p><p>llamada Ente Coordinador de Sanidad en Combate, que tiene</p><p>por misión proveer el material de Sanidad para el correspondiente</p><p>equipamiento cuando la fuerza se halla en operaciones. Este aprovisionamiento</p><p>debe realizarse cumplimentando unas normas confeccionadas</p><p>al efecto (NOROP 02) y que establecen fehacientemente la</p><p>forma en que debe estar equipado cada escalón desde la primera línea hasta la retaguardia,</p><p>pasando por la cadena de evacuación y tomando en cuenta tanto el aspecto material</p><p>como el humano y la orgánica de cada puesto sanitario.</p><p>En el pañol donde se acopian los materiales se pueden encontrar aquellos que compondrán</p><p>las cajas de cirugía según las distintas especialidades y aplicaciones y también los</p><p>de mayor envergadura, como ser mesas quirúrgicas, lámparas sialíticas, aspiradores, heladeras,</p><p>tensiómetros, tubos para gases, etc., y en general absolutamente todos los elementos</p><p>con que se deberán conformar desde los puestos de socorro en la primera línea, hasta</p><p>los hospitales de mayor complejidad que se irán instalando, de menor a mayor envergadura</p><p>hacia la retaguardia. Se encuentra allí también la lencería quirúrgica estéril y los medicamentos</p><p>que se consideran necesarios para la atención sanitaria de la fuerza tomando en</p><p>consideración que, además de las bajas que se van a producir en toda acción de guerra,</p><p>hay que tener en cuenta la medicina asistencial que se deberá sin duda brindar a los enfermos</p><p>que se produzcan.</p><p>Las cantidades y calidades de los materiales y medicamentos a proveer están tabulados de</p><p>acuerdo con datos estadísticos obtenidos de las últimas guerras que se desataron en distintos</p><p>lugares del mundo y que hayan tenido por escenario tanto la tierra como el mar. Los</p><p>citados datos se refieren no sólo al número de bajas que se producen en los distintos días</p><p>de combate sino a las características y gravedad de las heridas y sus localizaciones más</p><p>frecuentes. Todo esto configura un cuadro que permite adoptar medidas con un cierto viso</p><p>de realidad, sin olvidar el valor relativo que las estadísticas tienen.</p><p>La distribución del material se hace también tomando en consideración la capacitación del</p><p>profesional que la va a emplear, es decir que se tiene en cuenta la orientación del usuario</p><p>y la posibilidad de emplear con buen éxito lo que recibe. Es necesario estimar cuál va a ser</p><p>la real posibilidad de un empleo correcto dadas las limitaciones con que seguramente se</p><p>va a encontrar el profesional. Hay que tratar de brindarle todo lo necesario, pero cuidando</p><p>no caer en excesos de aprovisionamiento que tal vez haya que abandonar cuando un cambio</p><p>en la situación implique una modificación del emplazamiento del puesto sanitario.</p><p>Cuando se ordenó la preparación de los materiales para proceder al equipamiento de las</p><p>unidades movilizadas, circunstancia para la que se trabajara en forma continua y rutinaria,</p><p>pero para la que no se había recibido ningún alerta especial sino que fue totalmente sorpresiva,</p><p>comenzaron a aparecer algunos problemas para los que hubo que buscar y encontrar</p><p>inmediata solución. Dijimos que nuestras previsiones sanitarias estaban hechas</p><p>estadísticamente y, en el caso de los materiales de consumo, tanto para el tratamiento</p><p>asistencial como para el de las bajas que se produjeran, tomando como referencia el parámetro</p><p>100 hombres / 24 horas. Por el secreto de la operación, desconocíamos el número</p><p>de hombres, el lapso por el que se estimaba iban a actuar sin reaprovisionamiento y el teatro</p><p>de operaciones. Hubo en ese aspecto que actuar en base a las hipótesis de guerra</p><p>sobre las que en tantas oportunidades se había trabajado y aplicar sentido común. Sin desmedro</p><p>de nadie, resultó ímproba la tarea de los médicos cirujanos, traumatólogos y de los</p><p>odontólogos cirujanos máxilo-faciales. Ocurrió que por distintas circunstancias eran pocas</p><p>las cajas de las distintas especialidades quirúrgicas que podían ser completadas de acuerdo</p><p>con las normas vigentes. Su contenido estaba en pleno proceso de revisión, razón fundamental</p><p>por la que no se contaba con la totalidad de los elementos que en teoría deberían</p><p>contener. Rápidamente los profesionales citados consiguieron armar las cajas necesarias</p><p>con distinto contenido al establecido y que resultaban a la postre perfectamente aptas para</p><p>la función que estaban llamadas a cumplir.</p><p>Con respecto al material de consumo, el problema fue otro. Prácticamente no había existencias</p><p>de medicamentos perecederos. Los acopios de lencería quirúrgica, materiales de</p><p>cirugía y de curación, estupefacientes, soluciones parenterales, etc., eran suficientes, pero</p><p>no ocurría lo mismo con antibióticos, corticoides y todo aquello que tuviera fecha de caducidad</p><p>de actividad. Se dio intervención a la Dirección de Abastecimientos Navales fundamentalmente</p><p>porque muchos de ellos eran de acopio normal en los depósitos de esa Dirección</p><p>y, por otra parte, conseguir en la zona cantidades de medicamentos como las requeridas</p><p>era absolutamente imposible y había que hacerlo en los laboratorios productores, ubicados</p><p>todos ellos en la Capital Federal o en el Gran Buenos Aires. De esta forma se cumplió</p><p>en forma efectiva con todos los requerimientos no quedando sin satisfacer pedido alguno.</p><p>Con el correr de los días apareció un nuevo y serio problema: las autoridades navales decidieron</p><p>equipar 2 buques como verdaderos hospitales flotantes y los profesionales de las</p><p>distintas especialidades médicas que los tripularon hicieron todo tipo de requerimientos,</p><p>algunos de alta complejidad, tanto de materiales de dotación fija como de consumo, que</p><p>aumentaron las dificultades de obtención tanto en calidad como en cantidad. La falta de</p><p>experiencia y/o de estadísticas propias valederas hizo que se pidieran importantes cantidades</p><p>de costosos elementos que nunca se usaron. Provocaba inconvenientes la falta de</p><p>decisión de las cantidades a llevar. Se hacía un requerimiento y, mientras duraba el proceso</p><p>de obtención, la cantidad originalmente solicitada era modificada una y otra vez (y siempre</p><p>en más) hasta los instantes previos a la zarpada. Esto no hizo más que ratificar la necesidad</p><p>de que todo debía ser estudiado concienzudamente y tabulado en un manual ágil y</p><p>dinámico, permanentemente actualizado, de modo que ante una eventual movilización el</p><p>ente logístico pudiera proceder al equipamiento establecido inmediatamente debiendo los</p><p>profesionales actuantes adaptarse a lo dispuesto y no hacer pedidos fuera de lo establecido</p><p>según sus criterios o experiencias personales.</p><p>Cuando se ordenó el repliegue de nuestras fuerzas, se abandonaron en los frentes de batalla</p><p>materiales tanto de dotación fija como de consumo, pero justo es reconocer que las cantidades</p><p>rescatadas fueron importantes, lo que habla de una serenidad y responsabilidad poco frecuentes</p><p>de los profesionales que los tenían a su cargo. Lamentablemente, en algunas unidades,</p><p>dada la premura en volver a sus destinos y por la necesidad de continuar con otras actividades,</p><p>se desembarcó material de sanidad asignado sin los recaudos precisos para su conservación,</p><p>lo que produjo el deterioro grave o pérdida de una proporción significativa del mismo.</p><p>Cada unidad operativa que había retirado elementos de dotación fija y alcaloides, estupefacientes</p><p>y psicotrópicos procedió a su devolución haciendo un acta por todo aquello que</p><p>entregaba de menos. Todas fueron finalmente elevadas a la Dirección de Sanidad Naval</p><p>que aprobó el descargo con reposición, incluyendo los materiales perdidos, muy pocos, en</p><p>el pañol de Sanidad en Combate, durante el aprovisionamiento.</p><p>Con lo expuesto se ha querido brindar un panorama de lo actuado por el Ente Coordinador</p><p>de Sanidad en Combate. A continuación se detallará cómo se realizaban los abastecimientos</p><p>y algunas de las cantidades provistas a efectos de permitir al lector cuantificar,</p><p>aunque sea parcialmente, lo actuado.</p><p>Durante los primeros momentos del conflicto, los jefes de sanidad de las unidades operativas</p><p>intervinientes, que debían destacarse a alistarse para hacerlo cuando recibieran la orden respectiva,</p><p>concurrieron a proveerse de los elementos que según el NOROP 02 (Normas de Operaciones),</p><p>vigente en ese momento, les correspondían. Manteníamos en acopio la cantidad suficiente</p><p>de elementos de dotación fija, no así los de consumo, que fueron provistos en su mayoría</p><p>por el depósito de Sanidad de la Subjefatura Intendencia de la Base Naval Puerto Belgrano.</p><p>Posteriormente comenzaron a llegar despachos de las unidades, de los puestos sanitarios</p><p>en Malvinas, de los hospitales de la zona austral, con todo tipo de requerimientos. Muchas</p><p>veces se superponía el pedido efectuado por uno de los mencionados destinos con la orden</p><p>de proveer lo mismo efectuado por la Dirección de Sanidad que había sido a la vez receptora</p><p>de idéntico reclamo de abastecimiento. Fue así como se debió tomar contacto con el</p><p>Comando de Operaciones Navales, el que dispuso que sólo diéramos cumplimiento a lo</p><p>que previamente fuera aprobado por su Central Logística. Esta central coordinaba además</p><p>con la Base Aeronaval Comandante Espora, la recepción y traslado de los elementos y disponía</p><p>de los vehículos adecuados, generalmente en cajas de cartón, bien identificadas en</p><p>cuanto a su contenido, destinatario, peso en kg, fragilidad, etc., protegiendo interiormente</p><p>con bollos de papel o telgopor los materiales remitidos, lo que evidentemente resultó apto</p><p>pues no se tuvo conocimiento de que se produjeran roturas de importancia.</p><p>Se prepararon 20 unidades sanitarias primarias (USP) y 7 secundarias. Cada una de las primeras</p><p>ocupa un volumen de 6 m3 y pesa 670 kg, mientras que el volumen de las segundas</p><p>es de 20 m3 cada uno. De las USP se proveyeron 17 a buques y las 10 restantes a unidades</p><p>de Infantería de Marina.</p><p>Se esterilizaron en el hospital 200 equipos para quemados con dos colchones de poliuretano</p><p>cada uno.</p><p>Se entregaron 11.730 ampollas de alcaloides estupefacientes (330 Tubunic, 4.200 petidina,</p><p>4.700 clorhidrato de morfina 0.01 gr y 2.475 Innovan de 10 ml) de las que regresaron</p><p>8.263 /90, 3.070, 3.903 y 1.200 respectivamente).</p><p>Hubo que preparar con un contenido acorde con lo dispuesto en el NOROP 02, 358 cajas</p><p>de cirugía (97 múltiples, 100 menores, 80 curaciones, 34 básicos, 14 abdominales, 8 torácicas,</p><p>3 vasculares, 12 traumatológicas y 10 máxilo-faciales).</p><p>Fueron provistas 336 camillas de distinto modelo, a saber: 195 tipo Pala, 62 tipo Americana,</p><p>73 tipo Ejército y 6 tipo Stockes.</p><p>Estimamos que puede resultar de interés mencionar además estos materiales entregados:</p><p>n 138 tubos para oxígeno, de 6.000 litros de capacidad cada uno</p><p>n 4 lámparas sialíticas de pie</p><p>n 10 mesas para operaciones</p><p>n 18 equipos para oxígenoterapia</p><p>n 1 equipo de rayos X completo</p><p>n 48 botiquines metálicos de 1 x 0,6 x 0,5 m</p><p>n 2 heladeras chicas</p><p>n 71 bolsas botiquines</p><p>n 35 mochilas botiquines</p><p>Para completar estos datos consideramos interesante hacer constar las unidades de sangre</p><p>entregadas, que si bien la clasificación y extracción fue obra del Servicio de Hemoterapia,</p><p>el traslado se hizo a través de Sanidad en Combate: 150 unidades de plasma y 426 de</p><p>sangre entera a los buques-hospital (286 al Bahía Paraíso y 140 al Almirante Irízar). Se</p><p>organizaron para obtener la sangre centros de dadores voluntarios donde se agruparon</p><p>3.005 personas y se produjeron 2.000 extracciones.</p><p>Todo esto intenta brindar un panorama de lo muy complejo que resultó el abastecimiento</p><p>de los materiales de sanidad. Para cumplirlo satisfactoriamente el personal directa e indirectamente</p><p>afectado al operativo logístico debió actuar durante todo el conflicto sin solución</p><p>de continuidad.</p><p>Como corolario de lo expuesto, hemos arribado a las siguientes conclusiones:</p><p>1. El pañol del Ente Coordinador de Sanidad en Combate debería estar organizado en compartimientos,</p><p>uno por cada unidad operativa y deberían guardar todos los materiales de</p><p>dotación fija y de consumo no perecederos y/o de difícil obtención en plaza (lencería</p><p>quirúrgica estéril, materiales de curación, alcaloides estupefacientes y psicotrópicos, etc.).</p><p>De esta forma al ordenarse una movilización, la preparación de cada unidad sólo</p><p>demandaría pocas horas. Sería necesario como complemento que la Dirección de Abastecimientos</p><p>arbitrara los medios para que, con igual celeridad, pudieran proveerse los</p><p>elementos de consumo. También deberían encontrarse redactadas las correspondientes</p><p>planillas de consignación por lo que el receptor podría fácilmente verificar los materiales</p><p>y proceder a dar su conformidad.</p><p>2. Los materiales deberían estar en su totalidad en el pañol y no permitirse en tiempos de</p><p>paz su empleo por otros destinos.</p><p>3. Cada vez que se forme o se incorpore una nueva unidad, debe crearse al unísono el</p><p>compartimiento en el pañol de Sanidad de Combate equipándolo totalmente con lo que</p><p>le corresponda, según el NOROP 02 considerando la envergadura de la unidad.</p><p>4. Se estima conveniente la presencia en el Estado Mayor del Comando de Operaciones</p><p>Navales de un Capitán de Navío del Cuerpo Profesional Escalafón Medicina, a efectos</p><p>que, en conocimiento de los planes de operaciones, asesore sobre el abastecimiento</p><p>de sanidad, lo regule y alerte sobre las necesidades de reequipamiento de sanidad,</p><p>en tiempo y lugar e intervenga en la fijación de las prioridades que deban asignarse</p><p>a los requerimientos. n</p><p>ANEXO</p><p>Con la experiencia recogida en 1978 y de acuerdo con la Escuela Quirúrgica donde fuimos</p><p>formados, organizamos el instrumental de cirugía en cajas que se adaptaron perfectamente</p><p>a las necesidades operativas.</p><p>Creamos una caja de cirugía a la que denominamos “Múltiple” con la que se puede efectuar</p><p>traqueotomía, canalizaciones, suturas y, en general, cirugía menor.</p><p>La cirugía mediana y mayor pivotea en instrumental alrededor de una caja básica a la cual,</p><p>de acuerdo con la intervención a efectuar, se le acopla caja de traumatología, tórax, abdomen,</p><p>máximo-facial, etc.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Pablo01, post: 51890, member: 4259"] [b]II[/b] Los resultados generales obtenidos y el desempeño de la Sanidad Naval a raíz del conflicto son, en mi opinión, altamente satisfactorios. Fue indudablemente acertada la decisión del Comando del Teatro de Operaciones de derivar una considerable cantidad de heridos y enfermos a este hospital; en primer lugar, por tratarse del centro asistencial de mayor complejidad más próximo al Teatro de Operaciones y con el suficiente nivel técnico y la capacidad de camas habilitadas para internar un número importante de pacientes; en segundo lugar, las particulares condiciones del ámbito político interno en que se desarrollaba la contienda hacía conveniente que la atención del personal se hiciera dentro de un medio más controlable. En este sentido, debo señalar que al conocerse en la zona el ingreso de heridos provenientes del TOAS, numerosas señoras y señoritas de las ciudades de Punta Alta y Bahía Blanca, en forma individual y también como integrantes de diversas organizaciones civiles de bien público, se ofrecieron inmediatamente para actuar como “voluntarias” a fin de colaborar en la asistencia de los internados. Pese a los insistentes pedidos al respecto, no accedí a esta demanda, en primer término porque esta tarea era cubierta en forma suficiente por el hospital tanto en el aspecto enfermería como de servicios. En segundo término porque me pareció poco conveniente la irrupción de personas sin formación técnica, si bien con nobles intenciones, pero además con una gran carga emocional, dado el momento especial que se vivía. En mi opinión, la intervención de estas personas hubiera producido una gran perturbación en el normal desenvolvimiento de las tareas del personal hospitalario. En los aspectos de asistencia social de los pacientes, argumento que fue invocado insistentemente, el problema fue resuelto con la participación voluntaria del personal administrativo femenino del hospital, el que concurrió fuera de sus horarios de trabajo siendo instruidas y conducidas por las visitadoras sociales del lugar, desempeñándose con gran eficiencia y sin interferir en ningún momento con las tareas profesionales. Se aceptaron, de todas las personas bien intencionadas que ofrecían sus servicios, donaciones en especies, previamente discriminadas de acuerdo con las reales necesidades. La distribución de estos elementos y su control estaba a cargo de un capellán militar y de las visitadoras sociales. Esto permitió que todos los internados fueran provistos de radios portátiles, libros, revistas, golosinas, cigarrillos, etc., además de ropas y efectos de higiene personal. El personal femenino administrativo del hospital se comportó, repito, con extraordinaria comprensión y capacidad, brindando apoyo psicológico y afecto a los pacientes, facilitando la comunicación postal o telefónica, y personal, según los casos, con los familiares de los internados. Los familiares del personal internado que arribaron al hospital desde las regiones más lejanas del país se alojaron gratuitamente en hoteles de la zona ofrecidos generosamente por sus propietarios. El hospital habilitó un comedor donde los familiares, que por la gravedad del paciente u otras circunstancias, debían permanecer en el establecimiento por lapsos prolongados, podían comer gratuitamente. La respuesta positiva que dio la Sanidad Naval en todas sus estructuras ante los requerimientos que produjo el conflicto no fue un hecho sorprendente, tampoco fue producto de una improvisación afortunada, ni aun atribuible al fervor patriótico que, innegablemente, animó a todo el personal, tanto civil como militar, en todas sus jerarquías, sino que fue producto de una política que comenzó a implementarse en el año 1972, tendiente a corregir el déficit de ciertas especialidades críticas como traumatología, cirugía general y anestesiología, entre las más importantes, y paralelamente un incremento sustancial de la acción docente, a través de la educación continua y de la instauración de residencias médicas de nivel universitario y siguiendo las normas del CONAREME; de este modo la acción de la Escuela Quirúrgica de la Armada, las residencias en Traumatología iniciadas en el Hospital de Puerto Belgrano en el año 1974 y establecidas posteriormente en el Hospital Naval Buenos Aires, a las que podemos agregar las de Cirugía General y Anestesiología, de implementación más reciente, rindieron el resultado deseado al poder contar la Institución, en el momento preciso, con un grupo importante de jóvenes profesionales militares perfectamente calificados que pudieron afrontar con amplia solvencia todas las responsabilidades médico-quirúrgicas que les impuso la situación. Debo señalar muy particularmente el importante desempeño que les cupo a los odontólogos especializados en cirugía Dento-Máxilo-Facial, ya que su presencia dentro de los equipos quirúrgicos fue de gran importancia para la solución del tratamiento adecuado de las heridas máxilo-faciales que se presentaron. La presencia de tres médicos especializados en cirugía plástica y reparadora nos permitió, como he señalado anteriormente, abordar con éxito el tratamiento de quemados. La actividad y capacidad del laboratorio fue de particular importancia tanto en el hospital como en las unidades transformadas en buques-hospital, e incluso en el área de operaciones, mencionaré solamente el importante volumen de análisis realizados y el buen funcionamiento de los bancos de sangre que permitió proveer más de 500 unidades de sangre total en el transcurso del conflicto. Asimismo cabe destacar la eficiencia de los Servicios de Farmacia que adquirieron y clasificaron un importante volumen de medicamentos y material de curaciones con que fueron provistos en abundancia los buques hospitales y todas las unidades en operaciones. El personal de Enfermería, tanto civil como militar, tuvo un excelente desempeño producto indudable de la formación obtenida a través de la ESSA y de los cursos de especialización posteriores. Es de destacar la actuación de los suboficiales y cabos enfermeros de la Armada en el Hospital Militar de Puerto Argentino, en las unidades que sufrieron la acción del enemigo y en los buques-hospital. Una mención muy especial merecen las enfermeras militares y las alumnas de la ESSA que constituyeron un factor de suma importancia, lográndose una excelente coordinación con el personal civil de enfermería, lo que permitió brindar un servicio de alto nivel tanto cuantitativa como cualitativamente. Me he extendido particularmente sobre estos hechos, por otra parte ya bien conocidos, para señalar una vez más la importancia que tiene la permanente capacitación del recurso humano en este y otros campos, para poder enfrentar con eficiencia situaciones de extrema gravedad y sobre todo de aparición súbita, tal como sucedió en la realidad. Comparándonos con la estructura y eficiencia de los Servicios de Sanidad del enemigo, con el cual nuestros médicos tuvieron abundantes contactos, podemos decir que estábamos en buena paridad de capacidad profesional y medios médicos-quirúrgico; la diferencia era sustancial en lo que se refiere al material aéreo disponible para la evacuación de bajas y también al excelente nivel de instrucción en primeros auxilios y equipo individual de curaciones de todo el personal combatiente. De modo que este problema debe ser actualizado prioritariamente en la DISA y lograr una mayor coordinación en este aspecto con los jefes y oficiales de los escalafones de combate a fin de profundizar el adiestramiento de todo el personal de la Armada en este tema, basados en las premisas reales que han originado todo lo actuado por la Sanidad Naval durante la guerra y constituir una referencia bibliográfica que englobe toda la experiencia médica y logística de una situación real, para que sirva como referencia para la elaboración de políticas futuras a fin de mantener y aumentar en lo posible la eficiencia de los Servicios de Sanidad de la Armada. Deseo mencionar también la valiosa colaboración de quienes me acompañaron eficazmente en la conducción de la unidad hospitalaria durante el conflicto, el subdirector CNME (R) Juan Carlos Montanaro y el Jefe del Departamento Cirugía CNME (R) Enrique Aguirre. * El Capitán de Navío Médico (R) Adolfo Julio Maillie nació en la Capital Federal el 11 de abril de 1924. Egresó como médico de la Facultad de Medicina el 2 de septiembre de 1952. Ingresó a la Armada como Teniente de Fragata Médico en mayo de 1954, desempeñándose como médico de la Escuela de Marinería Isla Martín García, y a partir de 1955 y hasta 1958 médico del Hospital Naval Ushuaia. De 1949 a 1953 se desempeñó como auxiliar docente y posteriormente como auxiliar docente diplomado en la cátedra de Microbiología de la Facultad de Medicina de la UBA. A partir de 1958, médico asistente del Servicio de Neumofisiología del HNRS. Desde entonces, prestó servicios sucesivamente como jefe de Servicio de Fisiología en HNRS, jefe de Servicio de Fisiología a Infección HWPB. Jefe del dispensario de Vías Respiratorias HNBA, jefe de Epidermología DISA, jefe de Sanidad de la Fuerza Naval del Plata. Jefe de Sanidad en la fragata ARA Libertad. Jefe del Departamento Médico y Subdirector del HNPB. En 1971 con pase en DISA actuó como coordinador de la Comisión de Diseño Arquitectónico y Equipamiento del HNBA y en 1974 y 1975 un cargo similar en la Remodelación y Equipamiento del HNPB. En 1976 pasó a desempeñarse en el Ministerio de Bienestar Social. Secretaría de Estado de Salud Pública como subsecretario de Medicina Sanitaria hasta principios de 1981, año en el que pasa a desempeñarse, siendo ya Capitán de Navío, en la Jefatura del Departamento Hospitales en DISA. Ascenso a C.W. en 1977. En 1982 y 1983 se desempeñó como director del HNPB y oficial de Sanidad del Estado Mayor de CON. En diciembre de 1983 pasó a retiro. Cursos efectuados: 1958 a 1960, Curso Superior Universitario de Médico Fisiólogo; 1971 a 1973, Curso Superior Universitario de Médico Especialista en Enfermedades Infecciosas. Trabajos científicos: Conferencias de Salud Pública; Compilación de conferencias privadas sobre diversos temas durante la gestión 1976-1981; Políticas sanitarias en la Argentina 1976-1980.[COLOR="Silver"] [SIZE=1]---------- Post added at 04:08 ---------- Previous post was at 03:57 ----------[/SIZE] [/COLOR][B][SIZE="4"]La logística de la Sanidad en combate[/SIZE][/B] Por Rodolfo H. Ciccarella y Jorge F. Sumay Logística es una palabra derivada del griego, por la que se entiende “arte de calcular” y se aplica principalmente a las funciones técnicas del Estado Mayor en las que los cálculos son parte muy importante. La concepción del plan de operaciones de una Fuerza Armada es independiente de la logística y compete exclusivamente al Comandante en Jefe, pero la ejecución, el modo de disponer, componer y arreglar en su conjunto y por números los movimientos de las masas de tropas corresponde a la logística y es un área del Estado Mayor. Es, en efecto, la ciencia que abraza toda la acción del Estado Mayor General en las Fuerzas Armadas de la actualidad. Existe en el Hospital Naval Puerto Belgrano una división independiente llamada Ente Coordinador de Sanidad en Combate, que tiene por misión proveer el material de Sanidad para el correspondiente equipamiento cuando la fuerza se halla en operaciones. Este aprovisionamiento debe realizarse cumplimentando unas normas confeccionadas al efecto (NOROP 02) y que establecen fehacientemente la forma en que debe estar equipado cada escalón desde la primera línea hasta la retaguardia, pasando por la cadena de evacuación y tomando en cuenta tanto el aspecto material como el humano y la orgánica de cada puesto sanitario. En el pañol donde se acopian los materiales se pueden encontrar aquellos que compondrán las cajas de cirugía según las distintas especialidades y aplicaciones y también los de mayor envergadura, como ser mesas quirúrgicas, lámparas sialíticas, aspiradores, heladeras, tensiómetros, tubos para gases, etc., y en general absolutamente todos los elementos con que se deberán conformar desde los puestos de socorro en la primera línea, hasta los hospitales de mayor complejidad que se irán instalando, de menor a mayor envergadura hacia la retaguardia. Se encuentra allí también la lencería quirúrgica estéril y los medicamentos que se consideran necesarios para la atención sanitaria de la fuerza tomando en consideración que, además de las bajas que se van a producir en toda acción de guerra, hay que tener en cuenta la medicina asistencial que se deberá sin duda brindar a los enfermos que se produzcan. Las cantidades y calidades de los materiales y medicamentos a proveer están tabulados de acuerdo con datos estadísticos obtenidos de las últimas guerras que se desataron en distintos lugares del mundo y que hayan tenido por escenario tanto la tierra como el mar. Los citados datos se refieren no sólo al número de bajas que se producen en los distintos días de combate sino a las características y gravedad de las heridas y sus localizaciones más frecuentes. Todo esto configura un cuadro que permite adoptar medidas con un cierto viso de realidad, sin olvidar el valor relativo que las estadísticas tienen. La distribución del material se hace también tomando en consideración la capacitación del profesional que la va a emplear, es decir que se tiene en cuenta la orientación del usuario y la posibilidad de emplear con buen éxito lo que recibe. Es necesario estimar cuál va a ser la real posibilidad de un empleo correcto dadas las limitaciones con que seguramente se va a encontrar el profesional. Hay que tratar de brindarle todo lo necesario, pero cuidando no caer en excesos de aprovisionamiento que tal vez haya que abandonar cuando un cambio en la situación implique una modificación del emplazamiento del puesto sanitario. Cuando se ordenó la preparación de los materiales para proceder al equipamiento de las unidades movilizadas, circunstancia para la que se trabajara en forma continua y rutinaria, pero para la que no se había recibido ningún alerta especial sino que fue totalmente sorpresiva, comenzaron a aparecer algunos problemas para los que hubo que buscar y encontrar inmediata solución. Dijimos que nuestras previsiones sanitarias estaban hechas estadísticamente y, en el caso de los materiales de consumo, tanto para el tratamiento asistencial como para el de las bajas que se produjeran, tomando como referencia el parámetro 100 hombres / 24 horas. Por el secreto de la operación, desconocíamos el número de hombres, el lapso por el que se estimaba iban a actuar sin reaprovisionamiento y el teatro de operaciones. Hubo en ese aspecto que actuar en base a las hipótesis de guerra sobre las que en tantas oportunidades se había trabajado y aplicar sentido común. Sin desmedro de nadie, resultó ímproba la tarea de los médicos cirujanos, traumatólogos y de los odontólogos cirujanos máxilo-faciales. Ocurrió que por distintas circunstancias eran pocas las cajas de las distintas especialidades quirúrgicas que podían ser completadas de acuerdo con las normas vigentes. Su contenido estaba en pleno proceso de revisión, razón fundamental por la que no se contaba con la totalidad de los elementos que en teoría deberían contener. Rápidamente los profesionales citados consiguieron armar las cajas necesarias con distinto contenido al establecido y que resultaban a la postre perfectamente aptas para la función que estaban llamadas a cumplir. Con respecto al material de consumo, el problema fue otro. Prácticamente no había existencias de medicamentos perecederos. Los acopios de lencería quirúrgica, materiales de cirugía y de curación, estupefacientes, soluciones parenterales, etc., eran suficientes, pero no ocurría lo mismo con antibióticos, corticoides y todo aquello que tuviera fecha de caducidad de actividad. Se dio intervención a la Dirección de Abastecimientos Navales fundamentalmente porque muchos de ellos eran de acopio normal en los depósitos de esa Dirección y, por otra parte, conseguir en la zona cantidades de medicamentos como las requeridas era absolutamente imposible y había que hacerlo en los laboratorios productores, ubicados todos ellos en la Capital Federal o en el Gran Buenos Aires. De esta forma se cumplió en forma efectiva con todos los requerimientos no quedando sin satisfacer pedido alguno. Con el correr de los días apareció un nuevo y serio problema: las autoridades navales decidieron equipar 2 buques como verdaderos hospitales flotantes y los profesionales de las distintas especialidades médicas que los tripularon hicieron todo tipo de requerimientos, algunos de alta complejidad, tanto de materiales de dotación fija como de consumo, que aumentaron las dificultades de obtención tanto en calidad como en cantidad. La falta de experiencia y/o de estadísticas propias valederas hizo que se pidieran importantes cantidades de costosos elementos que nunca se usaron. Provocaba inconvenientes la falta de decisión de las cantidades a llevar. Se hacía un requerimiento y, mientras duraba el proceso de obtención, la cantidad originalmente solicitada era modificada una y otra vez (y siempre en más) hasta los instantes previos a la zarpada. Esto no hizo más que ratificar la necesidad de que todo debía ser estudiado concienzudamente y tabulado en un manual ágil y dinámico, permanentemente actualizado, de modo que ante una eventual movilización el ente logístico pudiera proceder al equipamiento establecido inmediatamente debiendo los profesionales actuantes adaptarse a lo dispuesto y no hacer pedidos fuera de lo establecido según sus criterios o experiencias personales. Cuando se ordenó el repliegue de nuestras fuerzas, se abandonaron en los frentes de batalla materiales tanto de dotación fija como de consumo, pero justo es reconocer que las cantidades rescatadas fueron importantes, lo que habla de una serenidad y responsabilidad poco frecuentes de los profesionales que los tenían a su cargo. Lamentablemente, en algunas unidades, dada la premura en volver a sus destinos y por la necesidad de continuar con otras actividades, se desembarcó material de sanidad asignado sin los recaudos precisos para su conservación, lo que produjo el deterioro grave o pérdida de una proporción significativa del mismo. Cada unidad operativa que había retirado elementos de dotación fija y alcaloides, estupefacientes y psicotrópicos procedió a su devolución haciendo un acta por todo aquello que entregaba de menos. Todas fueron finalmente elevadas a la Dirección de Sanidad Naval que aprobó el descargo con reposición, incluyendo los materiales perdidos, muy pocos, en el pañol de Sanidad en Combate, durante el aprovisionamiento. Con lo expuesto se ha querido brindar un panorama de lo actuado por el Ente Coordinador de Sanidad en Combate. A continuación se detallará cómo se realizaban los abastecimientos y algunas de las cantidades provistas a efectos de permitir al lector cuantificar, aunque sea parcialmente, lo actuado. Durante los primeros momentos del conflicto, los jefes de sanidad de las unidades operativas intervinientes, que debían destacarse a alistarse para hacerlo cuando recibieran la orden respectiva, concurrieron a proveerse de los elementos que según el NOROP 02 (Normas de Operaciones), vigente en ese momento, les correspondían. Manteníamos en acopio la cantidad suficiente de elementos de dotación fija, no así los de consumo, que fueron provistos en su mayoría por el depósito de Sanidad de la Subjefatura Intendencia de la Base Naval Puerto Belgrano. Posteriormente comenzaron a llegar despachos de las unidades, de los puestos sanitarios en Malvinas, de los hospitales de la zona austral, con todo tipo de requerimientos. Muchas veces se superponía el pedido efectuado por uno de los mencionados destinos con la orden de proveer lo mismo efectuado por la Dirección de Sanidad que había sido a la vez receptora de idéntico reclamo de abastecimiento. Fue así como se debió tomar contacto con el Comando de Operaciones Navales, el que dispuso que sólo diéramos cumplimiento a lo que previamente fuera aprobado por su Central Logística. Esta central coordinaba además con la Base Aeronaval Comandante Espora, la recepción y traslado de los elementos y disponía de los vehículos adecuados, generalmente en cajas de cartón, bien identificadas en cuanto a su contenido, destinatario, peso en kg, fragilidad, etc., protegiendo interiormente con bollos de papel o telgopor los materiales remitidos, lo que evidentemente resultó apto pues no se tuvo conocimiento de que se produjeran roturas de importancia. Se prepararon 20 unidades sanitarias primarias (USP) y 7 secundarias. Cada una de las primeras ocupa un volumen de 6 m3 y pesa 670 kg, mientras que el volumen de las segundas es de 20 m3 cada uno. De las USP se proveyeron 17 a buques y las 10 restantes a unidades de Infantería de Marina. Se esterilizaron en el hospital 200 equipos para quemados con dos colchones de poliuretano cada uno. Se entregaron 11.730 ampollas de alcaloides estupefacientes (330 Tubunic, 4.200 petidina, 4.700 clorhidrato de morfina 0.01 gr y 2.475 Innovan de 10 ml) de las que regresaron 8.263 /90, 3.070, 3.903 y 1.200 respectivamente). Hubo que preparar con un contenido acorde con lo dispuesto en el NOROP 02, 358 cajas de cirugía (97 múltiples, 100 menores, 80 curaciones, 34 básicos, 14 abdominales, 8 torácicas, 3 vasculares, 12 traumatológicas y 10 máxilo-faciales). Fueron provistas 336 camillas de distinto modelo, a saber: 195 tipo Pala, 62 tipo Americana, 73 tipo Ejército y 6 tipo Stockes. Estimamos que puede resultar de interés mencionar además estos materiales entregados: n 138 tubos para oxígeno, de 6.000 litros de capacidad cada uno n 4 lámparas sialíticas de pie n 10 mesas para operaciones n 18 equipos para oxígenoterapia n 1 equipo de rayos X completo n 48 botiquines metálicos de 1 x 0,6 x 0,5 m n 2 heladeras chicas n 71 bolsas botiquines n 35 mochilas botiquines Para completar estos datos consideramos interesante hacer constar las unidades de sangre entregadas, que si bien la clasificación y extracción fue obra del Servicio de Hemoterapia, el traslado se hizo a través de Sanidad en Combate: 150 unidades de plasma y 426 de sangre entera a los buques-hospital (286 al Bahía Paraíso y 140 al Almirante Irízar). Se organizaron para obtener la sangre centros de dadores voluntarios donde se agruparon 3.005 personas y se produjeron 2.000 extracciones. Todo esto intenta brindar un panorama de lo muy complejo que resultó el abastecimiento de los materiales de sanidad. Para cumplirlo satisfactoriamente el personal directa e indirectamente afectado al operativo logístico debió actuar durante todo el conflicto sin solución de continuidad. Como corolario de lo expuesto, hemos arribado a las siguientes conclusiones: 1. El pañol del Ente Coordinador de Sanidad en Combate debería estar organizado en compartimientos, uno por cada unidad operativa y deberían guardar todos los materiales de dotación fija y de consumo no perecederos y/o de difícil obtención en plaza (lencería quirúrgica estéril, materiales de curación, alcaloides estupefacientes y psicotrópicos, etc.). De esta forma al ordenarse una movilización, la preparación de cada unidad sólo demandaría pocas horas. Sería necesario como complemento que la Dirección de Abastecimientos arbitrara los medios para que, con igual celeridad, pudieran proveerse los elementos de consumo. También deberían encontrarse redactadas las correspondientes planillas de consignación por lo que el receptor podría fácilmente verificar los materiales y proceder a dar su conformidad. 2. Los materiales deberían estar en su totalidad en el pañol y no permitirse en tiempos de paz su empleo por otros destinos. 3. Cada vez que se forme o se incorpore una nueva unidad, debe crearse al unísono el compartimiento en el pañol de Sanidad de Combate equipándolo totalmente con lo que le corresponda, según el NOROP 02 considerando la envergadura de la unidad. 4. Se estima conveniente la presencia en el Estado Mayor del Comando de Operaciones Navales de un Capitán de Navío del Cuerpo Profesional Escalafón Medicina, a efectos que, en conocimiento de los planes de operaciones, asesore sobre el abastecimiento de sanidad, lo regule y alerte sobre las necesidades de reequipamiento de sanidad, en tiempo y lugar e intervenga en la fijación de las prioridades que deban asignarse a los requerimientos. n ANEXO Con la experiencia recogida en 1978 y de acuerdo con la Escuela Quirúrgica donde fuimos formados, organizamos el instrumental de cirugía en cajas que se adaptaron perfectamente a las necesidades operativas. Creamos una caja de cirugía a la que denominamos “Múltiple” con la que se puede efectuar traqueotomía, canalizaciones, suturas y, en general, cirugía menor. La cirugía mediana y mayor pivotea en instrumental alrededor de una caja básica a la cual, de acuerdo con la intervención a efectuar, se le acopla caja de traumatología, tórax, abdomen, máximo-facial, etc. [/QUOTE]
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