Tano, AP, les cuento una del anteojo acodado…
En 1999 y el tipo (yo) estaba en el Tanques 10, llegaba el fin de año y era necesario ajustar en final para la semana de tiro en el Bonete. No había disponible mas que un solo anteojo acodado y se encontraba en Boulogne y uno (yo), con su mal genio y eterno egoísmo se había ganado la amistad de mas de un oficial y algún que otro Gancho… pido y me prestan “bajo cuerda” el anteojo para que el “Pichi” Piccirillo repasara los ajustes tanque x tanque.
Los viernes eran sagrados, con la circunspección de una misa el procedimiento se ponía en marcha a las 1300: volvíamos a casa, a los chicos, la bruja, a los olores de casa luego de una semana de trabajo y ausencia, así es como con los viernes: NO SE JODE.
Pichi no había terminado y yo no tenía fecha de reintegro del ingenio óptico germano así es que “acomodé” el anteojo en su cajón verde y lo guardé bien en le oficina. Cargué la Besta y bañados y perfumaditos de a uno nos fuimos acomodando, emboqué la última salida de Azul hacia el norte y como un autito de escalectric, la KIA marchaba por la Ruta 3 llevándonos de vuelta.
Fui dejando a todos de a uno, acá y allá y llegué a la Empresa para rendir mi caja ($) y reponerla para la semana siguiente. Abrieron el portón al conjuro del bocinazo y desfilé con aire de “tipo partido al medio” por la calle interior de la Planta.
Bajo y me voy derecho a la perrera para saludar a los que aún estaban y lo veo al Ing. Almeida que me hace señas que no comprendo al momento que él saltaba sobre el teléfono. El laboratorio tenía unos 30 metros de largo por 3 de ancho y a mitad de camino desde la puerta, hacía señas insistentes "Aerolito" (Almeida) para que tomara el teléfono… apresuré el paso y mientras recibía el auricular le reprochaba un “buenas, no?, llegué bien gracias”
Del otro lado del teléfono alguien que fue mi jefe militar y a quien la vida convirtió en un amigo personal al punto de compartir vacaciones y algunos sueños… hoy ya no está con nosotros físicamente, se fue muy joven, yo lo adoraba… Norber?, que hacés Edu?, tajiste el anteojo?, no… lo dejé en Azul…
El que me lo había prestado tenía el lunes una inspección sorpresiva y mal intencionada sospechaban… y no tenía el “cargo”…
Edu: no te hagas problema, me vuelvo ahora mismo a buscarlo, a dónde?, a Azul… está ahí….
Bueno, vení a buscarme a TAMSE que te acompaño…
Sin desmerecer a nadie, creo no hay mas de estos tipos… lo pasé a buscar y pusimos proa a la Ruta 6 y luego la 3 y luego Azul y llegamos a la puerta del RCTan 10 y escondió la cara bajo una gorrita (tenía mas grado que el Jefe del 10 y no podía ni quería incomodarlo…)
Abrí, tomé el anteojo, cerré y nos fuimos a cenar, luego arrancamos ya tarde de vuelta y me dice:
Che, lo llamo a M. para que se quede tranquilo que estamos volviendo con el anteojo
Bueno, tomá mi teléfono llamalo de acá
Y resulta que yo la última llamada de mi teléfono fue a mi mujer para avisarle que zarpada de nuevo a Tierra de Ranqueles y no sé qué habrá hecho Eduardo la cuestión que convencido que llamaba a la casa de M. en realidad, llamó a mi casa. Cuando atendió Silvia (mi mujer), Eduardo la reconoció… y con voz temblorosa dijo:
Silvia? Qué estés haciendo en la casa de M.????
Yo sufrí un ataque de risa que me duró casi hasta Las Flores
Dios guarde el Alma del Cnl Eduardo Salvador Mouriz, el mejor cocinero de chinchulines del Cono Sur y a quien recuerdo como si aún pudiera encontrarlo del otro lado del teléfono…
norberto