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Trampas del Vietcong
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<blockquote data-quote="Iconoclasta" data-source="post: 361295" data-attributes="member: 52"><p><strong>Algunos datos extra, acerca de los tuneles y la lucha "bajo" tierra.</strong></p><p></p><p>Los Vietcong vivieron durante años en increíbles complejos subterráneos, y los "ratas de túnel" norteamericanos hubieron de entrar y abrirse paso en ellos armados únicamente de linternas y pistolas, una actividad reservada a hombres muy especiales.</p><p>Un batallón del 28º de Infantería al mando del teniente coronel Robert Haldane avanzaba entre los árboles de caucho que había alrededor de su zona de aterrizaje. De pronto, del interior de la jungla surgió el fuego automático de un francotirador. Los hombres de Haldane empezaron a sufrir bajas, pero el batallón siguió su avance de forma inexorable, decidido a silenciar el ataque guerrillero. Ello se convirtió en una tarea imposible. Cada vez que el enemigo era rodeado, se esfumaba como por encanto, dejando a Haldane asombrado y confuso. Siguió presionando, pero una y otra vez, sus invisibles torturadores se desvanecian</p><p></p><p><img src="http://es.geocities.com/namspeak/Images/tunpeterejo.gif" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>La experiencia de Haldane durante la operación "Crimp" en enero de 1965 - la primera gran batida de búsqueda y destrucción en los santuarios del Vietcong al noroeste de Saigón - llegaría a ser demasiado familiar para los comandantes de tierra en Vietnam. A los pocos días del comienzo de la operación, el sargento Stewart Green se sentó accidentalmente sobre lo que creyó que era un escorpión, pero que resultó ser un clavo de una trampilla de madera.</p><p> </p><p></p><p>Bajo ella había un estrecho pozo que conducía a un túnel, pero la oscuridad y loa claustrofobia le hicieron salir rápidamente.</p><p></p><p>Entonces, tras lanzar una granada de humo de color en el interior de la entrada del túnel, dicho humo reapareció a través de numerosas aberturas repartidas por la campiña colindante. Los soldados de infantería habían descubierto el secreto de la capacidad de los Vietcong para combatir como fantasmas: un vasto laberinto de túneles excavado bajo las junglas de Vietnam del Sur.</p><p></p><p>En el momento álgido de la guerra de Vietnam, la red de túneles abarcaba cientos de kilómetros que enlazaban distritos y provincias enteras de la frontera camboyana con las puertas de la propia Saigón. "Nadie ha demostrado antes mayor habilidad para ocultar sus instalaciones que el Vietcong". Escribió el general William Westmoreland. "Eran topos humanos". El sistema de túneles alojaba a un Ejército en guerra y contenía todo lo que éste necesitaba para hacer frente a la nación militar más poderosa del mundo: talleres y almacenes para esconder armas y suministros, cuarteles generales para planear sus estrategias de batalla, hospitales para cuidar de sus heridos, además de cocinas, salas de conferencias y dormitorios. Para unos guerrilleros pobremente armados, mantener una guerra contra enemigos que entraban en combate en helicópteros no ofrecía más opción que abrirse camino bajo tierra. Oculto de día, el Vietcong surgía de noche como un gobierno en la sombra.</p><p></p><p>En los túneles se planearon grandes operaciones, como la ofensiva del Tet de 1968, en el más absoluto de los secretos; grandes unidades se trasladaron sin ser detectadas. Los guerrilleros locales del Vietcong sentían especial devoción por la tierra de sus ancestros, y sus fuertes subterráneos eran símbolo esencial de su resistencia ante aquellos que consideraban como invasores.</p><p></p><p> </p><p>Construir un mundo bajo la jungla</p><p>El sistema de túneles comenzó a construirse durante la guerra colonial contra los franceses (1945-54) pero se extendió rápidamente cuando llegaron los norteamericanos. Lo construyeron con azadones y capazos, trabajadores agrícolas "voluntarios" utilizaron la arcilla roja que al secarse se endurecía igual que el hormigón. Cuando el nivel de la capa freática lo permitía, había varias plantas, separadas por trampillas estancas que sellaban el resto del sistema frente a gases o explosivos, al igual que las trampas de agua, unos recodos en forma de "U" excavados en el suelo del túnel y llenos de agua. Las trampillas que conducían arriba y abajo solían ser indetectables, haciendo creer a los exploradores que aquel túnel era corto cuando en realidad daba acceso a un inmenso sistema. Había túneles falsos y otros aparentemente sin salida. Los pasajes tenían unos pocos centímetros de diámetro, de modo que, sólo los más ágiles podían serpentear por ellos, y zigzagueaban para romper las posibles líneas de tiro. Los túneles estaban sembrados de trampas hechas con granadas y afiladas estacas Punji o con serpientes venenosas.</p><p></p><p>Las entradas a los túneles estaban hábilmente camufladas. Incluso el acceso a un importante cuartel general, como el de Pu My Hung, se hacía a través de una trampilla de medio metro. El Vietcong solía colocar minas cerca de sus túneles importantes: una unidad norteamericana que sufría bajas a causa de minas, seguramente no permanecería mucho tiempo en el área. En realidad existen muchas evidencias de que el alto mando norteamericano nunca apreció por completo el tamaño del sistema de túneles, aunque sí tenía conocimiento de la resistencia y tenacidad del Vietcong en sostener el esfuerzo de la guerra.</p><p></p><p>Para los guerrilleros del Vietcong, la vida en los túneles era increíblemente dura, el aire estaba viciado y la comida, que siempre andaba escasa, se descomponía con rapidez. Las arañas, las hormigas y los mosquitos proliferaban y por debajo de la piel se abría camino un parásito llamado Chico (unas larvas ácaras hematófagas) que causaban intensas irritaciones. Muchos guerrilleros sufrían de malaria o avitaminosis. A pesar de ello, se desarrollo todo un estilo de vida subterráneo. Habían bodas y nacían niños. Se daban también conferencias para elevar la moral. Creció una gran industria que fabricaba minas con bombas norteamericanas sin detonar y otras piezas. Los Hospitales del Vietcong tenían que estar cerca de los combates. Había puestos avanzados de primeros auxilios y grandes hospitales en los que no faltaban quirófanos; piezas de nylon de los paracaídas cubrían las paredes con el fin de dar cierto grado de protección a los heridos y moribundos mientras los cirujanos trabajaban a la luz de una vela. La constante escasez de suministros médicos hacía que los anestésicos faltasen y la operaciones se convertían a veces en un tormento. Los guerrilleros internados en aquellos hospitales subterráneos rezaban para ver de nuevo la luz del día, y sus gritos quedaban amortiguados bajo montones de arcilla.</p><p></p><p><img src="http://es.geocities.com/namspeak/Images/tunel.gif" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>Una de las mayores bases del Ejército norteamericano en Vietnam del Sur, Cu Chi, fue construida encima de un sistema de túneles del Vietcong. La altitud y la relativa sequedad del terreno, que la hacía adecuada para los vehículos, también la convertía en terreno ideal para túneles. Cuando la 25ª División de Infantería llegó allí en 1966, un emprendedor guerrillero llamado Huynh Van Co estuvo escondido con dos camaradas del campamento durante una semana, saliendo de noche para provocar el caos y robar comida. Los ataques desconcertaban a la recién llegada 25ª , que asumió que el fuego de morteros provenía del exterior de su perímetro. Pero (en palabras de un general) en realidad habían vivaqueado sobre un volcán. Tras causar un daño psicológico desproporcionado con respecto a su importancia militar, Huynh Van Co y los otros se retiraron al "cinturón" de túneles que rodeaban la base. Ni esos guerrilleros, ni su red de túneles fueron nunca detectados.</p><p></p><p>Llegan los "Ratas de túnel"</p><p>Tras la Operación "Crimp", los comandantes norteamericanos empezaron a caer en la cuenta de la extensión e importancia del sistema de túneles. Conforme se iban encontrando más entradas se hacían más intentos por destruirlos con explosivos o quemando gas de acetileno. Estos intentos tuvieron un éxito limitado, debido a la dureza de la tierra y a la capacidad del VC de efectuar reparaciones durante la noche. Se enviaban perros para encontrar a los guerrilleros, pero eran muertos o mutilados por las trampas. Los soldados que tenían que entrar en un túnel solían salir rápidamente informando que aquél no conducía a ninguna parte, Quedó claro que el Ejército tenía que preparar voluntarios especialistas para este problema sui generis. El resultado fue la aparición de unos infantes a los que se dio el indigno pero amenazador titulo de "Ratas de túnel".</p><p></p><p>El padre de estos fue el capitán Herbert Thorton, un hombre calvo y de rostro redondo, natural del profundo sur de EE.UU. Era oficial especialista en guerra química de la 1ª División de Infantería en Di An, encargado de contaminar los túneles con gas CS. Tiene suerte de seguir vivo. Una vez comenzaba a penetrar en un túnel detrás de un novato que hizo detonar una mina explosiva. La deflagración expulsó a Thorton del túnel , pero quedó sordo de un oido. Nunca se encontró a su compañero.</p><p></p><p>Los superiores de Thorton entendieron que la destrucción de túneles era una politica ineficaz, sobre todo cuando supieron que aquella red subterránea podía contener la clave de los campos de batalla del Vietcong: un tesoro de documentos y mapas escondidos muy por debajo del suelo de la jungla. Thorton fue elegido para formar un equipo de exploradores de túneles. No sólo necesitarían hombres con ciertas habilidades fuera de lo común, si no también un temperamento y un coraje inusual. -"Un modo de ser muy especial", resumia Thorton. "Debían tener una mente inquisitiva, muchas agallas e intuición a la hora de saber que tocar y que no para seguir con vida… ya que uno podía salir de allí hecho pedazos en un abrir y cerrar de ojos. Al principio intentamos organizar equipos de túneles por toda la División, pero muchos fracasaban al carecer de conocimientos suficientes para entrar correctamente en aquellos laberintos". Hubo hombres que murieron sin haber llegado a entrar en combate, se asfixiaron cuando los explosivos consumian el poco oxigeno que había bajo la tierra.</p><p></p><p><img src="http://es.geocities.com/namspeak/Images/tunmap.gif" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>Expulsar al Vietcong</p><p>Era la misión más antinatural de todas: arrastrarse durante horas a través de túneles de tierra, oscuros como boca de lobo, enfrentandose a una muerte repentina en cualquier momento. Un alambre o una raiz podía disparar una granada o liberar una víbora. Los guerrilleros del VC yacían esperando silenciosamente estrangular a un "rata de túnel" cuando éste pasaba por una trampa o empalarlo con una lanza de bambú cuando descendía por un pozo. Los "ratas de túnel" necesitaban nervios de acero y unos sentidos muy agudos. A veces, los hombres se venían abajo durante el trabajo. Eran sacados a la superficie llorando y gritando que se les relevase de aquellas misiones bajo tierra.</p><p></p><p>Un antiguo "rata de túnel", Harold Roper comentó: "Sentí más miedo del que jamás he sentido, antes o después de aquello. Los del Vietcong llevaban a sus muertos a los túneles después de una batalla porque sabían que hacíamos recuento de cadáveres. Encontrarse con uno no era nada agradable. Era peor que si hubieran estado allí una semana…¡apestaban! Todo se descomponía rápidamente a causa de la humedad. Pasé junto a cuerpos descompuestos varias veces. No me produjo náuseas. Yo era un animal…los seres humanos no hacen las cosas que nosotros hacíamos. Estaba entrenado para matar o morir. Al recordarlo parece irreal. Ni siquiera se me ocurriría hacer algo semejante denuevo". Los "ratas de túnel" se convirtieron en un cuerpo de élite en Vietnam, con su propia insignia ad hocy demás privilegios.</p><p></p><p>Linterna, pistola y cuchillo</p><p>Cuando la Infantería descubría un túnel, un helicóptero llevaba allí a un equipo de "los ratas" para explorarlo y expulsar la Vietcong. A pesar de pertenecer al Ejército mejor equipado del mundo, sus técnicas eran simples. Todos lo que llevaban era una linterna, una pistola y un cuchillo. Operaban en pequeños equipos, transmitiendo información a la superficie por cable telefónico, aunque muchos rechazaban todo tipo de comunicaciones, prefiriendo mantener los oidos atentos al más leve sonido bajo tierra que pudiese anunciar peligro. Los "Exploradores de Kit Carson", antiguos guerrilleros del Vietcong, acompañaban a "los ratas" para confundir a los VC ocultos en los recodos de los túneles. Los "ratas" adoptaron sus propios códigos y procedimientos: nunca se disparaban más de tres balas seguidas sin remunicionar, pues el enemigo sabría cuando se le había agotado la munición.</p><p></p><p><img src="http://es.geocities.com/namspeak/Images/tunmix1.gif" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p> Héroes subterráneos</p><p>¿Que clase de hombres se ofrecían voluntarios para esta peligrosa tarea? Evidentemente, los más menudos tenían ventaja, y muchos de ellos fueron mexicanos o de otras etnias latinoamericanas. Todos eran héroes excéntricos que sabían que aumentaría la estima de sus compañeros hacía ellos al encargarse de una misión tan horrenda. La suya era la máxima expresión de combate con el enemigo, cara a cara, singular. Para "los ratas" una luz al final del túnel era normalmente un Vietcong con una vela.</p><p></p><p>El sargento de estado mayor Pete Rejo era un cubano alto y nervudo que se ofreció para dos periodos de servicio adicionales con la escuadra de "ratas de túnel" de la 1ª División de Infantería. Para él, la guerra en los túneles se convirtió en una obsesión. "Me encantaba, el enemigo nos disparaba y después se escurría por los agujeros. Yo sabía que nos mandarían allá abajo. A dónde hiciese falta, a lo más hondo. Cuando me decían que allí debía haber un Vietcong, me deshacía de placer".</p><p>Rejo perseguía al Vietcong o nordvietnamita por los escondrijos del sistema hasta que lo acorralaba. Sus armas favoritas eran el cuchillo o la bayoneta. Nunca hizo prisioneros en los túneles.</p><p></p><p>Jamás se dejó a un "rata" muerto en un túnel. Un hombre herido era un obstáculo para sus compañeros y daba a los guerrilleros una ocasión para escapar. Tal era la camaradería de los "ratas", que solían faltar a las reglas y volvían solos para acabar con algún VC que había disparado sobre algún compañero. El sargento Pete Rejo no sólo incumplió las ordenes de su jefe de escuadra, el teniente Randy Ellis, si no que además lo mantuvo deliberadamente ajeno a la presencia continua de un enemigo en un túnel del Triangulo de Hierro cuando un compañero sufrió graves heridas bajo tierra. Con el pretexto de bajar para destruir el túnel con una carga explosiva, Rejo descendió sólo para acabar con el soldado nordvietnamita, que sabía estaba acorralado. Rejo también sabía que el soldado comunista estaría sentado con su AK-47 listo para convertir la noche subterránea en día con los fogonazos de su arma automática en aquel confinado espacio. Mientras se acercaba, Rejo tomó precauciones; instaló su carga dónde sabía que acechaba el enemigo. Cuando explosionó, el túnel se derrumbó. Rejo no pudo decir nada a Ellis, y nunca sabrá si su enemigo quedó enterrado como pretendía o - lo que es más probable - se escurrió por algún pasaje secreto, arrastrándose hacía la vida a través de la tierra húmeda de Vietnam del Sur.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Iconoclasta, post: 361295, member: 52"] [B]Algunos datos extra, acerca de los tuneles y la lucha "bajo" tierra.[/B] Los Vietcong vivieron durante años en increíbles complejos subterráneos, y los "ratas de túnel" norteamericanos hubieron de entrar y abrirse paso en ellos armados únicamente de linternas y pistolas, una actividad reservada a hombres muy especiales. Un batallón del 28º de Infantería al mando del teniente coronel Robert Haldane avanzaba entre los árboles de caucho que había alrededor de su zona de aterrizaje. De pronto, del interior de la jungla surgió el fuego automático de un francotirador. Los hombres de Haldane empezaron a sufrir bajas, pero el batallón siguió su avance de forma inexorable, decidido a silenciar el ataque guerrillero. Ello se convirtió en una tarea imposible. Cada vez que el enemigo era rodeado, se esfumaba como por encanto, dejando a Haldane asombrado y confuso. Siguió presionando, pero una y otra vez, sus invisibles torturadores se desvanecian [IMG]http://es.geocities.com/namspeak/Images/tunpeterejo.gif[/IMG] La experiencia de Haldane durante la operación "Crimp" en enero de 1965 - la primera gran batida de búsqueda y destrucción en los santuarios del Vietcong al noroeste de Saigón - llegaría a ser demasiado familiar para los comandantes de tierra en Vietnam. A los pocos días del comienzo de la operación, el sargento Stewart Green se sentó accidentalmente sobre lo que creyó que era un escorpión, pero que resultó ser un clavo de una trampilla de madera. Bajo ella había un estrecho pozo que conducía a un túnel, pero la oscuridad y loa claustrofobia le hicieron salir rápidamente. Entonces, tras lanzar una granada de humo de color en el interior de la entrada del túnel, dicho humo reapareció a través de numerosas aberturas repartidas por la campiña colindante. Los soldados de infantería habían descubierto el secreto de la capacidad de los Vietcong para combatir como fantasmas: un vasto laberinto de túneles excavado bajo las junglas de Vietnam del Sur. En el momento álgido de la guerra de Vietnam, la red de túneles abarcaba cientos de kilómetros que enlazaban distritos y provincias enteras de la frontera camboyana con las puertas de la propia Saigón. "Nadie ha demostrado antes mayor habilidad para ocultar sus instalaciones que el Vietcong". Escribió el general William Westmoreland. "Eran topos humanos". El sistema de túneles alojaba a un Ejército en guerra y contenía todo lo que éste necesitaba para hacer frente a la nación militar más poderosa del mundo: talleres y almacenes para esconder armas y suministros, cuarteles generales para planear sus estrategias de batalla, hospitales para cuidar de sus heridos, además de cocinas, salas de conferencias y dormitorios. Para unos guerrilleros pobremente armados, mantener una guerra contra enemigos que entraban en combate en helicópteros no ofrecía más opción que abrirse camino bajo tierra. Oculto de día, el Vietcong surgía de noche como un gobierno en la sombra. En los túneles se planearon grandes operaciones, como la ofensiva del Tet de 1968, en el más absoluto de los secretos; grandes unidades se trasladaron sin ser detectadas. Los guerrilleros locales del Vietcong sentían especial devoción por la tierra de sus ancestros, y sus fuertes subterráneos eran símbolo esencial de su resistencia ante aquellos que consideraban como invasores. Construir un mundo bajo la jungla El sistema de túneles comenzó a construirse durante la guerra colonial contra los franceses (1945-54) pero se extendió rápidamente cuando llegaron los norteamericanos. Lo construyeron con azadones y capazos, trabajadores agrícolas "voluntarios" utilizaron la arcilla roja que al secarse se endurecía igual que el hormigón. Cuando el nivel de la capa freática lo permitía, había varias plantas, separadas por trampillas estancas que sellaban el resto del sistema frente a gases o explosivos, al igual que las trampas de agua, unos recodos en forma de "U" excavados en el suelo del túnel y llenos de agua. Las trampillas que conducían arriba y abajo solían ser indetectables, haciendo creer a los exploradores que aquel túnel era corto cuando en realidad daba acceso a un inmenso sistema. Había túneles falsos y otros aparentemente sin salida. Los pasajes tenían unos pocos centímetros de diámetro, de modo que, sólo los más ágiles podían serpentear por ellos, y zigzagueaban para romper las posibles líneas de tiro. Los túneles estaban sembrados de trampas hechas con granadas y afiladas estacas Punji o con serpientes venenosas. Las entradas a los túneles estaban hábilmente camufladas. Incluso el acceso a un importante cuartel general, como el de Pu My Hung, se hacía a través de una trampilla de medio metro. El Vietcong solía colocar minas cerca de sus túneles importantes: una unidad norteamericana que sufría bajas a causa de minas, seguramente no permanecería mucho tiempo en el área. En realidad existen muchas evidencias de que el alto mando norteamericano nunca apreció por completo el tamaño del sistema de túneles, aunque sí tenía conocimiento de la resistencia y tenacidad del Vietcong en sostener el esfuerzo de la guerra. Para los guerrilleros del Vietcong, la vida en los túneles era increíblemente dura, el aire estaba viciado y la comida, que siempre andaba escasa, se descomponía con rapidez. Las arañas, las hormigas y los mosquitos proliferaban y por debajo de la piel se abría camino un parásito llamado Chico (unas larvas ácaras hematófagas) que causaban intensas irritaciones. Muchos guerrilleros sufrían de malaria o avitaminosis. A pesar de ello, se desarrollo todo un estilo de vida subterráneo. Habían bodas y nacían niños. Se daban también conferencias para elevar la moral. Creció una gran industria que fabricaba minas con bombas norteamericanas sin detonar y otras piezas. Los Hospitales del Vietcong tenían que estar cerca de los combates. Había puestos avanzados de primeros auxilios y grandes hospitales en los que no faltaban quirófanos; piezas de nylon de los paracaídas cubrían las paredes con el fin de dar cierto grado de protección a los heridos y moribundos mientras los cirujanos trabajaban a la luz de una vela. La constante escasez de suministros médicos hacía que los anestésicos faltasen y la operaciones se convertían a veces en un tormento. Los guerrilleros internados en aquellos hospitales subterráneos rezaban para ver de nuevo la luz del día, y sus gritos quedaban amortiguados bajo montones de arcilla. [IMG]http://es.geocities.com/namspeak/Images/tunel.gif[/IMG] Una de las mayores bases del Ejército norteamericano en Vietnam del Sur, Cu Chi, fue construida encima de un sistema de túneles del Vietcong. La altitud y la relativa sequedad del terreno, que la hacía adecuada para los vehículos, también la convertía en terreno ideal para túneles. Cuando la 25ª División de Infantería llegó allí en 1966, un emprendedor guerrillero llamado Huynh Van Co estuvo escondido con dos camaradas del campamento durante una semana, saliendo de noche para provocar el caos y robar comida. Los ataques desconcertaban a la recién llegada 25ª , que asumió que el fuego de morteros provenía del exterior de su perímetro. Pero (en palabras de un general) en realidad habían vivaqueado sobre un volcán. Tras causar un daño psicológico desproporcionado con respecto a su importancia militar, Huynh Van Co y los otros se retiraron al "cinturón" de túneles que rodeaban la base. Ni esos guerrilleros, ni su red de túneles fueron nunca detectados. Llegan los "Ratas de túnel" Tras la Operación "Crimp", los comandantes norteamericanos empezaron a caer en la cuenta de la extensión e importancia del sistema de túneles. Conforme se iban encontrando más entradas se hacían más intentos por destruirlos con explosivos o quemando gas de acetileno. Estos intentos tuvieron un éxito limitado, debido a la dureza de la tierra y a la capacidad del VC de efectuar reparaciones durante la noche. Se enviaban perros para encontrar a los guerrilleros, pero eran muertos o mutilados por las trampas. Los soldados que tenían que entrar en un túnel solían salir rápidamente informando que aquél no conducía a ninguna parte, Quedó claro que el Ejército tenía que preparar voluntarios especialistas para este problema sui generis. El resultado fue la aparición de unos infantes a los que se dio el indigno pero amenazador titulo de "Ratas de túnel". El padre de estos fue el capitán Herbert Thorton, un hombre calvo y de rostro redondo, natural del profundo sur de EE.UU. Era oficial especialista en guerra química de la 1ª División de Infantería en Di An, encargado de contaminar los túneles con gas CS. Tiene suerte de seguir vivo. Una vez comenzaba a penetrar en un túnel detrás de un novato que hizo detonar una mina explosiva. La deflagración expulsó a Thorton del túnel , pero quedó sordo de un oido. Nunca se encontró a su compañero. Los superiores de Thorton entendieron que la destrucción de túneles era una politica ineficaz, sobre todo cuando supieron que aquella red subterránea podía contener la clave de los campos de batalla del Vietcong: un tesoro de documentos y mapas escondidos muy por debajo del suelo de la jungla. Thorton fue elegido para formar un equipo de exploradores de túneles. No sólo necesitarían hombres con ciertas habilidades fuera de lo común, si no también un temperamento y un coraje inusual. -"Un modo de ser muy especial", resumia Thorton. "Debían tener una mente inquisitiva, muchas agallas e intuición a la hora de saber que tocar y que no para seguir con vida… ya que uno podía salir de allí hecho pedazos en un abrir y cerrar de ojos. Al principio intentamos organizar equipos de túneles por toda la División, pero muchos fracasaban al carecer de conocimientos suficientes para entrar correctamente en aquellos laberintos". Hubo hombres que murieron sin haber llegado a entrar en combate, se asfixiaron cuando los explosivos consumian el poco oxigeno que había bajo la tierra. [IMG]http://es.geocities.com/namspeak/Images/tunmap.gif[/IMG] Expulsar al Vietcong Era la misión más antinatural de todas: arrastrarse durante horas a través de túneles de tierra, oscuros como boca de lobo, enfrentandose a una muerte repentina en cualquier momento. Un alambre o una raiz podía disparar una granada o liberar una víbora. Los guerrilleros del VC yacían esperando silenciosamente estrangular a un "rata de túnel" cuando éste pasaba por una trampa o empalarlo con una lanza de bambú cuando descendía por un pozo. Los "ratas de túnel" necesitaban nervios de acero y unos sentidos muy agudos. A veces, los hombres se venían abajo durante el trabajo. Eran sacados a la superficie llorando y gritando que se les relevase de aquellas misiones bajo tierra. Un antiguo "rata de túnel", Harold Roper comentó: "Sentí más miedo del que jamás he sentido, antes o después de aquello. Los del Vietcong llevaban a sus muertos a los túneles después de una batalla porque sabían que hacíamos recuento de cadáveres. Encontrarse con uno no era nada agradable. Era peor que si hubieran estado allí una semana…¡apestaban! Todo se descomponía rápidamente a causa de la humedad. Pasé junto a cuerpos descompuestos varias veces. No me produjo náuseas. Yo era un animal…los seres humanos no hacen las cosas que nosotros hacíamos. Estaba entrenado para matar o morir. Al recordarlo parece irreal. Ni siquiera se me ocurriría hacer algo semejante denuevo". Los "ratas de túnel" se convirtieron en un cuerpo de élite en Vietnam, con su propia insignia ad hocy demás privilegios. Linterna, pistola y cuchillo Cuando la Infantería descubría un túnel, un helicóptero llevaba allí a un equipo de "los ratas" para explorarlo y expulsar la Vietcong. A pesar de pertenecer al Ejército mejor equipado del mundo, sus técnicas eran simples. Todos lo que llevaban era una linterna, una pistola y un cuchillo. Operaban en pequeños equipos, transmitiendo información a la superficie por cable telefónico, aunque muchos rechazaban todo tipo de comunicaciones, prefiriendo mantener los oidos atentos al más leve sonido bajo tierra que pudiese anunciar peligro. Los "Exploradores de Kit Carson", antiguos guerrilleros del Vietcong, acompañaban a "los ratas" para confundir a los VC ocultos en los recodos de los túneles. Los "ratas" adoptaron sus propios códigos y procedimientos: nunca se disparaban más de tres balas seguidas sin remunicionar, pues el enemigo sabría cuando se le había agotado la munición. [IMG]http://es.geocities.com/namspeak/Images/tunmix1.gif[/IMG] Héroes subterráneos ¿Que clase de hombres se ofrecían voluntarios para esta peligrosa tarea? Evidentemente, los más menudos tenían ventaja, y muchos de ellos fueron mexicanos o de otras etnias latinoamericanas. Todos eran héroes excéntricos que sabían que aumentaría la estima de sus compañeros hacía ellos al encargarse de una misión tan horrenda. La suya era la máxima expresión de combate con el enemigo, cara a cara, singular. Para "los ratas" una luz al final del túnel era normalmente un Vietcong con una vela. El sargento de estado mayor Pete Rejo era un cubano alto y nervudo que se ofreció para dos periodos de servicio adicionales con la escuadra de "ratas de túnel" de la 1ª División de Infantería. Para él, la guerra en los túneles se convirtió en una obsesión. "Me encantaba, el enemigo nos disparaba y después se escurría por los agujeros. Yo sabía que nos mandarían allá abajo. A dónde hiciese falta, a lo más hondo. Cuando me decían que allí debía haber un Vietcong, me deshacía de placer". Rejo perseguía al Vietcong o nordvietnamita por los escondrijos del sistema hasta que lo acorralaba. Sus armas favoritas eran el cuchillo o la bayoneta. Nunca hizo prisioneros en los túneles. Jamás se dejó a un "rata" muerto en un túnel. Un hombre herido era un obstáculo para sus compañeros y daba a los guerrilleros una ocasión para escapar. Tal era la camaradería de los "ratas", que solían faltar a las reglas y volvían solos para acabar con algún VC que había disparado sobre algún compañero. El sargento Pete Rejo no sólo incumplió las ordenes de su jefe de escuadra, el teniente Randy Ellis, si no que además lo mantuvo deliberadamente ajeno a la presencia continua de un enemigo en un túnel del Triangulo de Hierro cuando un compañero sufrió graves heridas bajo tierra. Con el pretexto de bajar para destruir el túnel con una carga explosiva, Rejo descendió sólo para acabar con el soldado nordvietnamita, que sabía estaba acorralado. Rejo también sabía que el soldado comunista estaría sentado con su AK-47 listo para convertir la noche subterránea en día con los fogonazos de su arma automática en aquel confinado espacio. Mientras se acercaba, Rejo tomó precauciones; instaló su carga dónde sabía que acechaba el enemigo. Cuando explosionó, el túnel se derrumbó. Rejo no pudo decir nada a Ellis, y nunca sabrá si su enemigo quedó enterrado como pretendía o - lo que es más probable - se escurrió por algún pasaje secreto, arrastrándose hacía la vida a través de la tierra húmeda de Vietnam del Sur. [/QUOTE]
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