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<blockquote data-quote="Shandor" data-source="post: 798039" data-attributes="member: 50">Robert Sommer es el autor del texto que cuenta un tema tabú hasta ahora: cómo las mismas víctimas del holocausto se convertían en explotadores de las prisionerasUn nuevo libro sobre los campos de concentración nazi, que será presentado el próximo miércoles en el Parlamento alemán, revela cómo, a partir de 1942, las autoridades instalaron burdeles en los campos de concentración, en donde algunas prisioneras eran obligadas a mantener relaciones con otros prisioneros. Los carceleros nazis pensaban que los cautivos a los que se obligaba a hacer trabajos forzosos rendirían más si se les prometía tener sexo.&quot;En la memoria colectiva y en la historia escrita de la Segunda Guerra Mundial, los burdeles de los campos fueron un tabú durante mucho tiempo&quot;, comenta Robert Sommer, autor del libro, titulado Das KZ Bordell (El burdel del campo de concentración). &quot;Los ex prisioneros no querían hablar de esto. Es una cuestión difícil de gestionar&quot;, comenta el escritor.Las SS (policía militar nazi) empezaron a establecer los burdeles en 1942 en el campo de Mathausen, y llegaron a abrir diez. El más grande estaba en Auschwitz, donde trabajaron una veintena de mujeres y estuvo abierto hasta principios de 1945, año del fin de la guerra. En los burdeles no trabajaban mujeres judías, ni los prisioneros judíos tenían acceso.Además los nazis impusieron una rígida división por &quot;raza&quot;, así que los alemanes sólo podían ir con mujeres alemanas y los eslavos sólo con eslavas. &quot;Los nazis pensaban aumentar la productividad de los prisioneros ofreciéndole un incentivo&quot;, cuenta el autor del libro, &quot;pero no funcionó mucho, ya que eran muy pocos los que estaban en condiciones físicas para ir&quot;.Se calcula que en los burdeles trabajaron unas 200 mujeres. &quot;Les prometían que, si cumplían, las iban a liberar después de seis meses. Pero la promesa nunca se hizo realidad&quot;, cuenta Sommer quien subraya que &quot;los burdeles revelan otra dimensión del horror nazi, donde las mismas víctimas de los nazis se convertían explotadores de estas mujeres&quot;.Después de la guerra, muchas de estas mujeres tuvieron que vivir con el peso del estigma social que permaneció sobre ellas a pesar de haber sido víctimas de la violencia brutal del sistema nazi. &quot;No conocemos a nadie que haya recibido alguna compensación por lo que sufrieron&quot;, dice Sommer, &quot;es importante que a estas mujeres se les devuelva la dignidad&quot;.Infobae</blockquote>

[QUOTE="Shandor, post: 798039, member: 50"] Robert Sommer es el autor del texto que cuenta un tema tabú hasta ahora: cómo las mismas víctimas del holocausto se convertían en explotadores de las prisioneras Un nuevo libro sobre los campos de concentración nazi, que será presentado el próximo miércoles en el Parlamento alemán, revela cómo, a partir de 1942, las autoridades instalaron burdeles en los campos de concentración, en donde algunas prisioneras eran obligadas a mantener relaciones con otros prisioneros. Los carceleros nazis pensaban que los cautivos a los que se obligaba a hacer trabajos forzosos rendirían más si se les prometía tener sexo. "En la memoria colectiva y en la historia escrita de la Segunda Guerra Mundial, los burdeles de los campos fueron un tabú durante mucho tiempo", comenta Robert Sommer, autor del libro, titulado Das KZ Bordell (El burdel del campo de concentración). "Los ex prisioneros no querían hablar de esto. Es una cuestión difícil de gestionar", comenta el escritor. Las SS (policía militar nazi) empezaron a establecer los burdeles en 1942 en el campo de Mathausen, y llegaron a abrir diez. El más grande estaba en Auschwitz, donde trabajaron una veintena de mujeres y estuvo abierto hasta principios de 1945, año del fin de la guerra. En los burdeles no trabajaban mujeres judías, ni los prisioneros judíos tenían acceso. Además los nazis impusieron una rígida división por "raza", así que los alemanes sólo podían ir con mujeres alemanas y los eslavos sólo con eslavas. "Los nazis pensaban aumentar la productividad de los prisioneros ofreciéndole un incentivo", cuenta el autor del libro, "pero no funcionó mucho, ya que eran muy pocos los que estaban en condiciones físicas para ir". Se calcula que en los burdeles trabajaron unas 200 mujeres. "Les prometían que, si cumplían, las iban a liberar después de seis meses. Pero la promesa nunca se hizo realidad", cuenta Sommer quien subraya que "los burdeles revelan otra dimensión del horror nazi, donde las mismas víctimas de los nazis se convertían explotadores de estas mujeres". Después de la guerra, muchas de estas mujeres tuvieron que vivir con el peso del estigma social que permaneció sobre ellas a pesar de haber sido víctimas de la violencia brutal del sistema nazi. "No conocemos a nadie que haya recibido alguna compensación por lo que sufrieron", dice Sommer, "es importante que a estas mujeres se les devuelva la dignidad". Infobae [/QUOTE]

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