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Futuro de las Fuerzas Navales
Un portaaviones para la Armada Argentina
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<blockquote data-quote="sebastian_porras" data-source="post: 173570" data-attributes="member: 18"><p>Para reunir todos los argumentos en contra de los portaaviones recurro a este anexo realizado por el Capitàn de Navìo Juan A. Imperiale de la Aviación Naval que responde a todas las preguntas que aquì se han hecho respecto de los portaaviones:</p><p></p><p><strong>A.5. Argumentos en contra de los portaaviones</strong></p><p></p><p></p><p>Suelen ser esgrimidos en nuestro país los siguientes:</p><p></p><p>• “Los portaaviones sólo serían propios de naciones agresivas y de estrategias militares ofensivas.”</p><p>• “Los portaaviones sólo serían propios de las grandes potencias mundiales.”</p><p>• “El empleo de portaaviones no se ajustaría a las doctrinas que sustentan las otras fuerzas armadas de una misma nación.”</p><p>• “Una armada no se convertiría en costera por carecer de portaaviones.”</p><p>• “Para las operaciones navales los portaaviones resultarían más costosos que la aviación basada en tierra.”</p><p>• “Los abastecimientos de combustible en vuelo harían innecesarios a los portaaviones.”</p><p>• “Al costo de un portaaviones habría que agregar el de su escolta.”</p><p>• “La aviación embarcada no podría operar ante la oposición de la basada en tierra.”</p><p>• “La actuación del ARA 25 de Mayo en la guerra de las Malvinas habría demostrado la inutilidad de estos buques.”</p><p>• “Los portaaviones serían muy vulnerables a las amenazas aérea y submarina.” </p><p></p><p>La presentación en conjunto de estos argumentos podría configurar una situación poco propicia para evaluar objetivamente a estos buques; de allí que deban ser tenidos en cuenta. Aunque ninguno de esos argumentos</p><p>—individual o colectivamente— es determinante para descalificar a los portaaviones, algunos son de peso; todos los aquí citados han sido analizados y rebatidos en los trabajos citados en la nota (105), razón por</p><p>la cual aquí sólo serán analizados los cuatro que han sido invocados más recientemente, en forma pública y de manera más explícita, </p><p></p><p><strong>A.5.1. “Los portaaviones sólo serían propios de naciones agresivas y de estrategias militares ofensivas.” </strong>Al hacerse en este trabajo un breve análisis del marco legal y del pensamiento del Estado Argentino con relación a la Armada (punto 5.3), se definió a una nación “agresiva” como aquella que para el logro de sus objetivos recurre injustificadamente a la violencia o a la amenaza de su empleo, vulnerando el Derecho Internacional, la Carta de las Naciones Unidas y el concepto de Guerra Justa. Como bien lo expresa un estudio reciente del Centro de Estudios Estratégicos de la Armada (en adelante, CEE) “El Portaaeronaves para la Armada del 2010” (110): “Que los portaaviones puedan ser utilizados para desarrollar estrategias militares ofensivas por parte de esas naciones [...] no es razón suficiente para que nuestra nación se abstenga de usarlos para su defensa. Una concepción estratégica defensiva en el mar contempla casi siempre operaciones tácticas ofensivas que aseguren una adecuada defensa en profundidad. No obstante aquella circunstancia ofensiva de las operaciones tácticas, las mismas resultan perfectamente coherentes con la estrategia defensiva adoptada por la Argentina [...]. Con relación a la estrategia defensiva adoptada por la</p><p>República Argentina, y la licitud y necesidad de las operaciones ofensivas que contempla en el Libro Blanco de la Defensa, también se ha tratado en este trabajo en el punto 5.3. </p><p></p><p>Finalmente, no puede terminarse este comentario sin dejar de destacar que el análisis de los portaaviones suele estar viciado de una aproximación subjetiva —generalmente de base ideológica— que resulta en</p><p>evaluaciones incorrectas sobre su aceptabilidad. Esa forma de aproximación no es exclusiva de nuestros tiempos; por ejemplo, entre 1882 y 1895 —cuando el poder militar de las naciones se media por el número</p><p>y calidad de los grandes acorazados de línea que tenían— Francia consumió vanamente sus presupuestos navales en la búsqueda de la utopía prometida por la Jeune École: lograr rechazar una agresión desde</p><p>el mar, utilizando básicamente una multitud de pequeñas embarcaciones torpederas apoyadas por algunos acorazados guardacostas de poco poder artillero y con escasa protección. Esa nación vivía entonces una</p><p>situación política muy particular, y una prestigiosa revista de la época (111), al analizar con simpatía la teoría de la Jeune École, publicó en sus columnas expresiones tales como [...] el torpedero es un arma que responde al sentimiento popular y [...] el torpedero es una expresión democrática opuesta al espíritu conservador y restaurador representado por los grandes y lentos acorazados.</p><p></p><p><strong>A.5.2. “Los portaaviones sólo serían propios de las grandes potencias mundiales.”</strong> Como también lo afirma el mencionado estudio del CEE: Esta afirmación parte de una falacia; la necesidad de determinados medios militares no depende del potencial de la Nación. El planeamiento de medios que se ejecuta en los países con una buena organización de la Defensa se efectúa guiado por una Estrategia Militar que satisface la Política de su Defensa. [...] El concepto político que guía la selección de medios no es la riqueza de las naciones, sino sus necesidades e intereses. [...] En el hemisferio Oceánico en que nos encontramos y con una frontera marítima inconmensurable, buques de este tipo, diseñados de acuerdo a las mínimas capacidades de Aptitud que nuestra estrategia defensiva establezca, serían los más capacitados para resguardar ese flanco desguarnecido [...] por sus posibilidades de contribuir con sus aeronaves a la detección y a la eficaz defensa en profundidad y al control del mar. </p><p></p><p>En otras palabras, cuando los portaaviones son necesarios para el desarrollo de una estrategia militar y satisfacen las condiciones de ser Aptos para cumplir sus funciones, Factible su adquisición, operación y mantenimiento, y Aceptables desde el punto de vista de la relación costo-beneficio, no se advierten razones suficientes para que no puedan también ser utilizados por naciones de menor poder militar y económico que las grandes potencias. Así, Tailandia, que no es una de ellas, ha incorporado en la década pasada un portaaviones diseñado y construido específicamente para la defensa de su zona económica exclusiva (112).</p><p></p><p>Es necesario destacar que los “portaaviones livianos” o “de apoyo” (hasta alrededor de 30.000 toneladas), a diferencia de los grandes “portaaviones de flota” (más de 50.000 toneladas), no requieren de enormes recursos económicos para su obtención, mantenimiento y operación. Por el contrario, puede afirmarse que el costo del ciclo de vida de un portaaviones adecuado a nuestras necesidades, no superaría el correspondiente a dos fragatas; esta afirmación podrá verificarse aplicando los criterios explicados en 7.8.1.</p><p></p><p><strong>A.5.3. “Para las operaciones navales los portaaviones resultarían más costosos que la aviación basada en tierra.”</strong> Citando otra vez el estudio del CEE: Lo cierto es que la afirmación opuesta está más cerca de la realidad. Ello puede verificarse integrando los costos de todas las bases terrestres que serían necesarias para materializar las posiciones que puede ocupar un portaaviones en el mar, se computan el correspondiente</p><p>personal, equipos y abastecimientos a disponer en cada una de ellas, y se evalúan los de su defensa. Por supuesto, sería insensato no utilizar aviones basados en tierra para las operaciones navales pero no</p><p>sería lógico pretender hacerlo, cuando ello no sea factible o la relación costo-beneficio favorezca ampliamente a la aviación embarcada. Dicho estudio del CEE expresa también que debido a la falta de aviación embarcada, el poder naval propio presenta entre otras limitaciones que identifica, las siguientes: </p><p></p><p><em>- Ante la oposición de aviación enemiga, los medios de superficie y las aeronaves de exploración y guerra antisubmarina no podrían desarrollar operaciones eficaces y seguras aun dentro de nuestra Zona</em></p><p><em>Económica Exclusiva. </em></p><p></p><p><em>- Si determinadas bases aéreas al Sur de Bahía Blanca fueran neutralizadas o capturadas, o no se las pudiera usar por alguna otra causa, no sería Factible o sería poco Aceptable dar apoyo con aviones de caza y ataque a nuestras fuerzas terrestres y navales, en gran parte de la Patagonia y del Mar Argentino.</em></p><p></p><p><em>- Para enfrentar con éxito a un portaaviones [...] que amenazare el litoral marítimo argentino, nuestra actual Flota de Mar, aun con los medios aéreos de la Armada y la Fuerza Aérea reunidos, podría resultar insuficiente para rechazar a ese buque antes de que pudiera lanzar sus ataques sobre la Zona Económica Exclusiva y partes del territorio nacional. (Los autores del presente agregan a la amenaza de un portaaviones, la de unidades de superficie y submarinas armadas con misiles mar-tierra de largo alcance.)</em></p><p></p><p><strong>A.5.4. “Al costo de un portaaviones habría que agregar el de su escolta.” </strong>Es innegable que un portaaviones necesita de una escolta de superficie para poder desarrollar con mayor seguridad y eficacia las tareas que tiene asignadas dentro de una fuerza naval, pero si el mismo no la integrara, para reemplazarlo en muchas de esas tareas serían necesarias aún más unidades de superficie (ver 6.5.2 y 6.5.3) y más importante aún, hay tareas de la aviación embarcada que los buques no pueden realizar; por ejemplo, reconocer territorio hostil y atacar blancos móviles en su profundidad, o dar escolta aérea a los helicópteros durante una operación anfibia, o disputar la superioridad aérea para asegurar el control de un área marítima de interés. En resumen, quien elija no tener portaaviones porque necesita una escolta e intenta sustituirlo con otros medios, se encontrará ante la paradoja de tener que incrementar el número de unidades de superficie y sus helicópteros, al mismo tiempo que pierde capacidades.</p><p></p><p>Invirtiendo ahora la “carga de la prueba”, si bien es cierto que las fuerzas de superficie tienen capacidades que la aviación no posee, es también innegable que necesitan de escolta y apoyo aéreo para poder desarrollar con mayor seguridad y eficacia las tareas que se les suele asignar. Así puede afirmarse que esgrimir el argumento en trato para oponerse a la incorporación de un portaaviones es tan poco razonable como oponerse a la posesión de fuerzas de superficie, porque a éstas habría que agregarle el costo de la aviación que les brindará escolta y apoyo.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="sebastian_porras, post: 173570, member: 18"] Para reunir todos los argumentos en contra de los portaaviones recurro a este anexo realizado por el Capitàn de Navìo Juan A. Imperiale de la Aviación Naval que responde a todas las preguntas que aquì se han hecho respecto de los portaaviones: [B]A.5. Argumentos en contra de los portaaviones[/B] Suelen ser esgrimidos en nuestro país los siguientes: • “Los portaaviones sólo serían propios de naciones agresivas y de estrategias militares ofensivas.” • “Los portaaviones sólo serían propios de las grandes potencias mundiales.” • “El empleo de portaaviones no se ajustaría a las doctrinas que sustentan las otras fuerzas armadas de una misma nación.” • “Una armada no se convertiría en costera por carecer de portaaviones.” • “Para las operaciones navales los portaaviones resultarían más costosos que la aviación basada en tierra.” • “Los abastecimientos de combustible en vuelo harían innecesarios a los portaaviones.” • “Al costo de un portaaviones habría que agregar el de su escolta.” • “La aviación embarcada no podría operar ante la oposición de la basada en tierra.” • “La actuación del ARA 25 de Mayo en la guerra de las Malvinas habría demostrado la inutilidad de estos buques.” • “Los portaaviones serían muy vulnerables a las amenazas aérea y submarina.” La presentación en conjunto de estos argumentos podría configurar una situación poco propicia para evaluar objetivamente a estos buques; de allí que deban ser tenidos en cuenta. Aunque ninguno de esos argumentos —individual o colectivamente— es determinante para descalificar a los portaaviones, algunos son de peso; todos los aquí citados han sido analizados y rebatidos en los trabajos citados en la nota (105), razón por la cual aquí sólo serán analizados los cuatro que han sido invocados más recientemente, en forma pública y de manera más explícita, [B]A.5.1. “Los portaaviones sólo serían propios de naciones agresivas y de estrategias militares ofensivas.” [/B]Al hacerse en este trabajo un breve análisis del marco legal y del pensamiento del Estado Argentino con relación a la Armada (punto 5.3), se definió a una nación “agresiva” como aquella que para el logro de sus objetivos recurre injustificadamente a la violencia o a la amenaza de su empleo, vulnerando el Derecho Internacional, la Carta de las Naciones Unidas y el concepto de Guerra Justa. Como bien lo expresa un estudio reciente del Centro de Estudios Estratégicos de la Armada (en adelante, CEE) “El Portaaeronaves para la Armada del 2010” (110): “Que los portaaviones puedan ser utilizados para desarrollar estrategias militares ofensivas por parte de esas naciones [...] no es razón suficiente para que nuestra nación se abstenga de usarlos para su defensa. Una concepción estratégica defensiva en el mar contempla casi siempre operaciones tácticas ofensivas que aseguren una adecuada defensa en profundidad. No obstante aquella circunstancia ofensiva de las operaciones tácticas, las mismas resultan perfectamente coherentes con la estrategia defensiva adoptada por la Argentina [...]. Con relación a la estrategia defensiva adoptada por la República Argentina, y la licitud y necesidad de las operaciones ofensivas que contempla en el Libro Blanco de la Defensa, también se ha tratado en este trabajo en el punto 5.3. Finalmente, no puede terminarse este comentario sin dejar de destacar que el análisis de los portaaviones suele estar viciado de una aproximación subjetiva —generalmente de base ideológica— que resulta en evaluaciones incorrectas sobre su aceptabilidad. Esa forma de aproximación no es exclusiva de nuestros tiempos; por ejemplo, entre 1882 y 1895 —cuando el poder militar de las naciones se media por el número y calidad de los grandes acorazados de línea que tenían— Francia consumió vanamente sus presupuestos navales en la búsqueda de la utopía prometida por la Jeune École: lograr rechazar una agresión desde el mar, utilizando básicamente una multitud de pequeñas embarcaciones torpederas apoyadas por algunos acorazados guardacostas de poco poder artillero y con escasa protección. Esa nación vivía entonces una situación política muy particular, y una prestigiosa revista de la época (111), al analizar con simpatía la teoría de la Jeune École, publicó en sus columnas expresiones tales como [...] el torpedero es un arma que responde al sentimiento popular y [...] el torpedero es una expresión democrática opuesta al espíritu conservador y restaurador representado por los grandes y lentos acorazados. [B]A.5.2. “Los portaaviones sólo serían propios de las grandes potencias mundiales.”[/B] Como también lo afirma el mencionado estudio del CEE: Esta afirmación parte de una falacia; la necesidad de determinados medios militares no depende del potencial de la Nación. El planeamiento de medios que se ejecuta en los países con una buena organización de la Defensa se efectúa guiado por una Estrategia Militar que satisface la Política de su Defensa. [...] El concepto político que guía la selección de medios no es la riqueza de las naciones, sino sus necesidades e intereses. [...] En el hemisferio Oceánico en que nos encontramos y con una frontera marítima inconmensurable, buques de este tipo, diseñados de acuerdo a las mínimas capacidades de Aptitud que nuestra estrategia defensiva establezca, serían los más capacitados para resguardar ese flanco desguarnecido [...] por sus posibilidades de contribuir con sus aeronaves a la detección y a la eficaz defensa en profundidad y al control del mar. En otras palabras, cuando los portaaviones son necesarios para el desarrollo de una estrategia militar y satisfacen las condiciones de ser Aptos para cumplir sus funciones, Factible su adquisición, operación y mantenimiento, y Aceptables desde el punto de vista de la relación costo-beneficio, no se advierten razones suficientes para que no puedan también ser utilizados por naciones de menor poder militar y económico que las grandes potencias. Así, Tailandia, que no es una de ellas, ha incorporado en la década pasada un portaaviones diseñado y construido específicamente para la defensa de su zona económica exclusiva (112). Es necesario destacar que los “portaaviones livianos” o “de apoyo” (hasta alrededor de 30.000 toneladas), a diferencia de los grandes “portaaviones de flota” (más de 50.000 toneladas), no requieren de enormes recursos económicos para su obtención, mantenimiento y operación. Por el contrario, puede afirmarse que el costo del ciclo de vida de un portaaviones adecuado a nuestras necesidades, no superaría el correspondiente a dos fragatas; esta afirmación podrá verificarse aplicando los criterios explicados en 7.8.1. [B]A.5.3. “Para las operaciones navales los portaaviones resultarían más costosos que la aviación basada en tierra.”[/B] Citando otra vez el estudio del CEE: Lo cierto es que la afirmación opuesta está más cerca de la realidad. Ello puede verificarse integrando los costos de todas las bases terrestres que serían necesarias para materializar las posiciones que puede ocupar un portaaviones en el mar, se computan el correspondiente personal, equipos y abastecimientos a disponer en cada una de ellas, y se evalúan los de su defensa. Por supuesto, sería insensato no utilizar aviones basados en tierra para las operaciones navales pero no sería lógico pretender hacerlo, cuando ello no sea factible o la relación costo-beneficio favorezca ampliamente a la aviación embarcada. Dicho estudio del CEE expresa también que debido a la falta de aviación embarcada, el poder naval propio presenta entre otras limitaciones que identifica, las siguientes: [I]- Ante la oposición de aviación enemiga, los medios de superficie y las aeronaves de exploración y guerra antisubmarina no podrían desarrollar operaciones eficaces y seguras aun dentro de nuestra Zona Económica Exclusiva. [/I] [I]- Si determinadas bases aéreas al Sur de Bahía Blanca fueran neutralizadas o capturadas, o no se las pudiera usar por alguna otra causa, no sería Factible o sería poco Aceptable dar apoyo con aviones de caza y ataque a nuestras fuerzas terrestres y navales, en gran parte de la Patagonia y del Mar Argentino.[/I] [I]- Para enfrentar con éxito a un portaaviones [...] que amenazare el litoral marítimo argentino, nuestra actual Flota de Mar, aun con los medios aéreos de la Armada y la Fuerza Aérea reunidos, podría resultar insuficiente para rechazar a ese buque antes de que pudiera lanzar sus ataques sobre la Zona Económica Exclusiva y partes del territorio nacional. (Los autores del presente agregan a la amenaza de un portaaviones, la de unidades de superficie y submarinas armadas con misiles mar-tierra de largo alcance.)[/I] [B]A.5.4. “Al costo de un portaaviones habría que agregar el de su escolta.” [/B]Es innegable que un portaaviones necesita de una escolta de superficie para poder desarrollar con mayor seguridad y eficacia las tareas que tiene asignadas dentro de una fuerza naval, pero si el mismo no la integrara, para reemplazarlo en muchas de esas tareas serían necesarias aún más unidades de superficie (ver 6.5.2 y 6.5.3) y más importante aún, hay tareas de la aviación embarcada que los buques no pueden realizar; por ejemplo, reconocer territorio hostil y atacar blancos móviles en su profundidad, o dar escolta aérea a los helicópteros durante una operación anfibia, o disputar la superioridad aérea para asegurar el control de un área marítima de interés. En resumen, quien elija no tener portaaviones porque necesita una escolta e intenta sustituirlo con otros medios, se encontrará ante la paradoja de tener que incrementar el número de unidades de superficie y sus helicópteros, al mismo tiempo que pierde capacidades. Invirtiendo ahora la “carga de la prueba”, si bien es cierto que las fuerzas de superficie tienen capacidades que la aviación no posee, es también innegable que necesitan de escolta y apoyo aéreo para poder desarrollar con mayor seguridad y eficacia las tareas que se les suele asignar. Así puede afirmarse que esgrimir el argumento en trato para oponerse a la incorporación de un portaaviones es tan poco razonable como oponerse a la posesión de fuerzas de superficie, porque a éstas habría que agregarle el costo de la aviación que les brindará escolta y apoyo. [/QUOTE]
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