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Area Militar General
Malvinas 1982
UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LA GUERRA DE MALVINAS
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<blockquote data-quote="El_francotirador" data-source="post: 994960" data-attributes="member: 10787"><p>Hola a todos, cómo andan…tanto tiempo!!! Aquí les dejo transcripta un relato del CC Roberto A. Ulloa que extraje de la Revista Deyseg. Espero que les guste, y si he cometido algún error al citar la fuente sepan disculparme.</p><p></p><p></p><p>UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LA GUERRA</p><p></p><p>3 de Mayo cerca del mediodía. El crucero ARA “General Belgrano” fue hundido hace poco menos de 24 horas. Después de una noche larga, de mar duro e incertidumbre, un grupo numeroso de balsas fue avistado por un avión naval de exploración. Las mismas habían derivado decenas de millas desde el punto donde fue torpedeado el crucero.</p><p>Los dos grupos restantes del GT 79.3, los destructores ARA “Bouchard” y ARA “Piedrabuena” se aproximaron al grupo de balsas para rescatar a los sobrevivintes. Esa tarde y su noche fueron escenario de muchas historias humanas. La que sigue ocurrió a bordo del destructor ARA “Bouchard”.</p><p>Habíamos abandonado la primera balsa a la cual nos aproximamos. La misma estaba semidestruida y los tres hombres que la ocupaban se encontraban sin vida. Con una corta plegaria y turbado nuestro espíritu nos dirigimos a ocuparnos de los vivos. Pocos minutos después avistamos la segunda balsa; para dar una idea de la situación, el mal estado del mar, a consecuencia de la fuerte tormenta de la noche anterior, dificultaba divisar las balsas a una distancia superior a los dos cables. Nos acercamos con premura y comprobamos que había sobrevivientes.</p><p>Las maniobras de rescate eran marineramente complicadas, si bien el viento había amainado, el mar de fondo hacía difícil la aproximación a las balsas como para poder engancharlas con grampines. Además, la mayoría de los náufragos no estaba en condiciones físicas que le permitieran colaborar demasiado con su rescate.</p><p>Para no perder de vista todos los elementos que conformaban la situación general, debemos tener en cuenta estábamos en una zona de fuerte amenaza submarina. Poco antes de ingresar a la zona de rescate una nave antisubmarina había sembrado sonoboyas en la misma. Su información no era la más alentadora, un rumor hidrofónico hacía suponer la presencia de un submarino.</p><p>Así las cosas, nos encontrábamos al garete y “serruchando” con el destructor, intentando aproximar el buque a la balsa, quizá nos separaban unos 30 metros que no parecían acortarse. En una de las bandas, a cargo de dos guardiamarinas, un grupo de hombres trataba infructuosamente de enganchar las balsas con u grampín. A nuestro lado vestido con su traje de neoprene, se encontraba uno de nuestros nadadores de rescate, el cabo segundo Dezzi.</p><p>Pasaba el tiempo y las cosas no mejoraban, todo empezaba a acelerarse, la balsa se mantenía fuera de distancia y éramos, a no dudarlo, un buen blanco. Desde el puente llegó la orden: ¡nadador de rescate al agua! Dezzi se arrojó al mar con un cabo de unión, debía llegar hasta la balsa y hacerla firme, de modo de poder recuperarla. Lo alentamos “son unos pocos metros Negro” (tal su sobrenombre). El aliento era para darnos ánimo todos, cada uno sabía del riesgo de la zambullida en esas aguas. Él más que nadie…pero fue rápido al agua como buen nadador de rescate. Le faltarían unos pocos metros para llegar a la balsa (no estaba fácil el mar para estar nadando) cuando sucedió lo que todos temíamos. Lo relatos por cuentos, pues yo estaba entre los que sosteníamos el cabo que nos unía al Negro Dezzi. El sonarista tuvo un contacto sonar firme y lo informó de inmediato. El oficial de guardia CIC dio la alarma al puente donde se encontraba el Comandante. Aquí la historia se acelera definitivamente; el Comandante se encontró con su nadador de rescate en el agua (un hombre) y una amenaza submarina a su buque y sus más de 200 hombres de dotación. ¿Alarma cierta o falsa? ¿Dispararía un submarino sobre un buque rescatando náufragos? ¿De qué tiempo disponíamos? Debió decidir y rápido.</p><p>La orden nos llegó a la voz “largar al nadador de rescate, estamos dando máquinas adelante toda”. Nos sorprendió a todos los que no estábamos al tanto de la situación. El buque ya se movía. Cuesta dar esa orden, no hay tiempo ni de avisarle casi, menos de recuperarlo, y le estábamos soltando su única unión con el buque, quizás con la vida.</p><p>No lo recuperamos al cabo Dezzi, estuvimos días en la tarea de buscar náufragos y a él no lo encontramos. Por fortuna, llegó a la balsa, se acomodó entre los náufragos y lo rescató finalmente el aviso ARA “Gurruchaga”</p><p>Al año siguiente hicimos juntos el curso de buceo en Mar del Plata. El final feliz hacía que recordáramos el asunto como una anécdota divertida. La historia la recordaré siempre como ven es una historia simple, una de las muchas de 1982.</p><p>Más allá del valor como anécdota es útil si nos hace preguntarnos como hubiéramos actuado nosotros en el puesto de Comando y que eso nos prepare para decidir de la mejor manera cuando estemos algún día a cargo de una situación difícil.</p><p></p><p>CC Roberto A. Ulloa</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="El_francotirador, post: 994960, member: 10787"] Hola a todos, cómo andan…tanto tiempo!!! Aquí les dejo transcripta un relato del CC Roberto A. Ulloa que extraje de la Revista Deyseg. Espero que les guste, y si he cometido algún error al citar la fuente sepan disculparme. UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LA GUERRA 3 de Mayo cerca del mediodía. El crucero ARA “General Belgrano” fue hundido hace poco menos de 24 horas. Después de una noche larga, de mar duro e incertidumbre, un grupo numeroso de balsas fue avistado por un avión naval de exploración. Las mismas habían derivado decenas de millas desde el punto donde fue torpedeado el crucero. Los dos grupos restantes del GT 79.3, los destructores ARA “Bouchard” y ARA “Piedrabuena” se aproximaron al grupo de balsas para rescatar a los sobrevivintes. Esa tarde y su noche fueron escenario de muchas historias humanas. La que sigue ocurrió a bordo del destructor ARA “Bouchard”. Habíamos abandonado la primera balsa a la cual nos aproximamos. La misma estaba semidestruida y los tres hombres que la ocupaban se encontraban sin vida. Con una corta plegaria y turbado nuestro espíritu nos dirigimos a ocuparnos de los vivos. Pocos minutos después avistamos la segunda balsa; para dar una idea de la situación, el mal estado del mar, a consecuencia de la fuerte tormenta de la noche anterior, dificultaba divisar las balsas a una distancia superior a los dos cables. Nos acercamos con premura y comprobamos que había sobrevivientes. Las maniobras de rescate eran marineramente complicadas, si bien el viento había amainado, el mar de fondo hacía difícil la aproximación a las balsas como para poder engancharlas con grampines. Además, la mayoría de los náufragos no estaba en condiciones físicas que le permitieran colaborar demasiado con su rescate. Para no perder de vista todos los elementos que conformaban la situación general, debemos tener en cuenta estábamos en una zona de fuerte amenaza submarina. Poco antes de ingresar a la zona de rescate una nave antisubmarina había sembrado sonoboyas en la misma. Su información no era la más alentadora, un rumor hidrofónico hacía suponer la presencia de un submarino. Así las cosas, nos encontrábamos al garete y “serruchando” con el destructor, intentando aproximar el buque a la balsa, quizá nos separaban unos 30 metros que no parecían acortarse. En una de las bandas, a cargo de dos guardiamarinas, un grupo de hombres trataba infructuosamente de enganchar las balsas con u grampín. A nuestro lado vestido con su traje de neoprene, se encontraba uno de nuestros nadadores de rescate, el cabo segundo Dezzi. Pasaba el tiempo y las cosas no mejoraban, todo empezaba a acelerarse, la balsa se mantenía fuera de distancia y éramos, a no dudarlo, un buen blanco. Desde el puente llegó la orden: ¡nadador de rescate al agua! Dezzi se arrojó al mar con un cabo de unión, debía llegar hasta la balsa y hacerla firme, de modo de poder recuperarla. Lo alentamos “son unos pocos metros Negro” (tal su sobrenombre). El aliento era para darnos ánimo todos, cada uno sabía del riesgo de la zambullida en esas aguas. Él más que nadie…pero fue rápido al agua como buen nadador de rescate. Le faltarían unos pocos metros para llegar a la balsa (no estaba fácil el mar para estar nadando) cuando sucedió lo que todos temíamos. Lo relatos por cuentos, pues yo estaba entre los que sosteníamos el cabo que nos unía al Negro Dezzi. El sonarista tuvo un contacto sonar firme y lo informó de inmediato. El oficial de guardia CIC dio la alarma al puente donde se encontraba el Comandante. Aquí la historia se acelera definitivamente; el Comandante se encontró con su nadador de rescate en el agua (un hombre) y una amenaza submarina a su buque y sus más de 200 hombres de dotación. ¿Alarma cierta o falsa? ¿Dispararía un submarino sobre un buque rescatando náufragos? ¿De qué tiempo disponíamos? Debió decidir y rápido. La orden nos llegó a la voz “largar al nadador de rescate, estamos dando máquinas adelante toda”. Nos sorprendió a todos los que no estábamos al tanto de la situación. El buque ya se movía. Cuesta dar esa orden, no hay tiempo ni de avisarle casi, menos de recuperarlo, y le estábamos soltando su única unión con el buque, quizás con la vida. No lo recuperamos al cabo Dezzi, estuvimos días en la tarea de buscar náufragos y a él no lo encontramos. Por fortuna, llegó a la balsa, se acomodó entre los náufragos y lo rescató finalmente el aviso ARA “Gurruchaga” Al año siguiente hicimos juntos el curso de buceo en Mar del Plata. El final feliz hacía que recordáramos el asunto como una anécdota divertida. La historia la recordaré siempre como ven es una historia simple, una de las muchas de 1982. Más allá del valor como anécdota es útil si nos hace preguntarnos como hubiéramos actuado nosotros en el puesto de Comando y que eso nos prepare para decidir de la mejor manera cuando estemos algún día a cargo de una situación difícil. CC Roberto A. Ulloa [/QUOTE]
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