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Conflictos Contemporáneos
Uruguay evaluó una guerra por Botnia
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<blockquote data-quote="Tangomadryn" data-source="post: 1066286" data-attributes="member: 12315"><p>Batlle, Mujica, Tabaré y ahora Lacalle: fila para pegarle al país</p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p>Por: Marcelo Falak</p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p><img src="http://www.ambito.com/diario/2011/1013/imagenes/Not_20111013_606525.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p></p><p></p><p>José Mujica mantiene relaciones cordiales con el Gobierno de Cristina de Kirchner, pero eso no le impidió en más de una oportunidad embestir duramente contra el peronismo. Los radicales y hasta el campo también han sido víctimas de su lengua afilada.</p><p></p><p></p><p>Primero fue <strong>Jorge Batlle </strong>(2000-2005), con su antológico <strong>«los argentinos son una manga de ladrones, del primero al último»</strong>. Luego, frente a su expar <strong>Eduardo Duhalde</strong>, lloró para la televisión de nuestro país, pidió perdón y sorprendió a su anfitrión ante la llegada de más periodistas con un pícaro: <strong>«Si te parece, lo hacemos de vuelta»</strong>.</p><p></p><p>Más tarde fue el actual presidente, <strong>José Mujica</strong>, quien, recurrente, la emprendió a través de los años contra la <strong>«porteñada»</strong> que invade cada año Punta del Este; contra los peronistas <strong>«patoteros»</strong>, los radicales <strong>«nabos»</strong>, los dirigentes del campo <strong>«burros»</strong>, todos los demás, <strong>«unos histéricos»</strong>, y una institucionalidad que, en esta orilla del charco, <strong>«no vale un carajo»</strong>. Esto, claro, sin agotar la lista.</p><p></p><p>Tres días atrás le llegó el turno a <strong>Tabaré Vázquez </strong>(2005-2010) quien, imaginando una «guerra del papel» con Argentina, le pidió protección a <strong>George W. Bush</strong>, garante, según él, del «derecho internacional». Curiosas ambas cosas, lo de las garantías de Bush en una materia que le es tan esquiva y lo del derecho internacional, el mismo que, según la Corte de La Haya, violó su Gobierno al autorizar, sin las debidas consultas bilaterales, la instalación de Botnia en Fray Bentos. Se justificó, claro, en amenazas tales como que <strong>«los piqueteros (NdR: los ambientalistas de Gualeguaychú) dijeron que vendrían a manifestar a Uruguay, que hubo quien dijo que iba a venir con dinamita, amenazaron con ocupar la planta de Botnia, los militantes de Greenpeace se manifestaron en el río y tiraron al agua a un oficial de Prefectura, entre otros hechos»</strong>. Cabe preguntarse qué habría hecho el asustadizo socialista de haber contado con recursos militares superiores.</p><p></p><p>Salvando la honrosa excepción de <strong>Julio María Sanguinetti </strong>(1985-1990 y 1995-2000), faltaba uno solo de los presidentes uruguayos posteriores a la restauración democrática: <strong>Luis Alberto Lacalle</strong> (1990-1995). Su turno llegó ayer, cuando salió a darle afecto a un Vázquez que acababa de inmolarse políticamente (algo en lo que pocos creen) y a pegarle a la Argentina en clave de un curioso revisionismo histórico.</p><p></p><p>«Más allá de detalles sobre las Fuerzas Armadas que (el frenteamplista) podría haberse ahorrado, el tema se centra en lo que se debió hacer y el revelarlo a destiempo», dijo. «Se actuó correctamente ante posibles actos de agresión, que no pueden simplificarse».</p><p></p><p>Luego avanzó sobre la Historia. <strong>«Nuestro país nació a pesar de los vecinos, como un acto de voluntad, de deseos de ser algo distinto. No le fue fácil, ni los grandes países que se formaron a nuestro lado lo aceptaron de buen grado durante casi todo el siglo XIX. Luego no nos han hecho la vida muy fácil, especialmente la Argentina»</strong>, señaló.</p><p></p><p>No hace falta profundizar demasiado en la Historia para constatar la consecuente voluntad de <strong>José Gervasio Artigas </strong>por mantener la Banda Oriental dentro de la unidad territorial que, tras la Revolución de Mayo, intentaba articularse desde Buenos Aires. La presión brasileña por expandirse hacia las tierras fértiles del sur templado instaló con el tiempo un complejo conflicto con Buenos Aires, que terminó con la independencia oriental. <strong>«Yo, José Gervasio Artigas, argentino nacido en la Banda Oriental»</strong>, terminaba el testamento del héroe, según recordó el médico e historiador <strong>Omar López Mato </strong>en una entrevista realizada por <strong>Máximo Soto </strong>y publicada en este diario en la edición del miércoles.</p><p></p><p>Desvelo</p><p></p><p><strong>El tema de la nacionalidad es un verdadero desvelo para la mayor parte de los países latinoamericanos.</strong> El surgimiento de las identidades nacionales desvela todavía a los historiadores de los diversos países, quienes, por caso en el nuestro, luchan todavía con el enorme peso de los fundacionales escritos de <strong>Bartolomé Mitre</strong>. Este, además de intelectual, un político consciente de la conveniencia de crear un Panteón de héroes y un relato «nacional» para el Estado naciente, hundió la cuestión como causa motriz en los albores de 1810, cuando la cuestión nacional, construcción del Romanticismo, no podía, ni siquiera, estar en la agenda. ¿Qué festejamos cada 25 de mayo?: la historia mitrista. La densa trama de conflictos que, como se sabe, fundaron la legitimidad del primer Gobierno patrio en la lealtad a <strong>Fernando VII</strong>, sigue, por problemática, ausente de las aulas en las que se educan las nuevas generaciones de argentinos. Pues bien, la «nacionalidad» uruguaya es, desde lo histórico, aún más complicada, pero Lacalle la resolvió de un plumazo.</p><p></p><p>Llama la atención el empecinamiento de los principales líderes políticos uruguayos en jugar la carta chauvinista con la Argentina; <strong>será que «paga» políticamente</strong>. No es el nuestro un país de ángeles, desde ya. Pero sí es uno que ha recibido a cientos de miles de orientales, más que como a extranjeros bienvenidos, como a gente de la misma sangre.</p><p></p><p>Cuando, ante la nueva frustración futbolera argentina y el avance uruguayo en el último Mundial, el apoyo a la «celeste» era clamor en nuestro país, <strong>Eduardo Galeano </strong>resumió muy bien la cuestión: <strong>«Es un amor que no merecemos»</strong>, dijo. El fútbol, que tanto nos separa y tanto nos une, parece haber dejado una clave.</p><p><span style="color: rgb(204,204,204)"><span style="font-size: 10px">--- merged: Oct 14, 2011 11:24 AM ---</span></span></p><p><a href="http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=606525">http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=606525</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Tangomadryn, post: 1066286, member: 12315"] Batlle, Mujica, Tabaré y ahora Lacalle: fila para pegarle al país Por: Marcelo Falak [IMG]http://www.ambito.com/diario/2011/1013/imagenes/Not_20111013_606525.jpg[/IMG] José Mujica mantiene relaciones cordiales con el Gobierno de Cristina de Kirchner, pero eso no le impidió en más de una oportunidad embestir duramente contra el peronismo. Los radicales y hasta el campo también han sido víctimas de su lengua afilada. Primero fue [B]Jorge Batlle [/B](2000-2005), con su antológico [B]«los argentinos son una manga de ladrones, del primero al último»[/B]. Luego, frente a su expar [B]Eduardo Duhalde[/B], lloró para la televisión de nuestro país, pidió perdón y sorprendió a su anfitrión ante la llegada de más periodistas con un pícaro: [B]«Si te parece, lo hacemos de vuelta»[/B]. Más tarde fue el actual presidente, [B]José Mujica[/B], quien, recurrente, la emprendió a través de los años contra la [B]«porteñada»[/B] que invade cada año Punta del Este; contra los peronistas [B]«patoteros»[/B], los radicales [B]«nabos»[/B], los dirigentes del campo [B]«burros»[/B], todos los demás, [B]«unos histéricos»[/B], y una institucionalidad que, en esta orilla del charco, [B]«no vale un carajo»[/B]. Esto, claro, sin agotar la lista. Tres días atrás le llegó el turno a [B]Tabaré Vázquez [/B](2005-2010) quien, imaginando una «guerra del papel» con Argentina, le pidió protección a [B]George W. Bush[/B], garante, según él, del «derecho internacional». Curiosas ambas cosas, lo de las garantías de Bush en una materia que le es tan esquiva y lo del derecho internacional, el mismo que, según la Corte de La Haya, violó su Gobierno al autorizar, sin las debidas consultas bilaterales, la instalación de Botnia en Fray Bentos. Se justificó, claro, en amenazas tales como que [B]«los piqueteros (NdR: los ambientalistas de Gualeguaychú) dijeron que vendrían a manifestar a Uruguay, que hubo quien dijo que iba a venir con dinamita, amenazaron con ocupar la planta de Botnia, los militantes de Greenpeace se manifestaron en el río y tiraron al agua a un oficial de Prefectura, entre otros hechos»[/B]. Cabe preguntarse qué habría hecho el asustadizo socialista de haber contado con recursos militares superiores. Salvando la honrosa excepción de [B]Julio María Sanguinetti [/B](1985-1990 y 1995-2000), faltaba uno solo de los presidentes uruguayos posteriores a la restauración democrática: [B]Luis Alberto Lacalle[/B] (1990-1995). Su turno llegó ayer, cuando salió a darle afecto a un Vázquez que acababa de inmolarse políticamente (algo en lo que pocos creen) y a pegarle a la Argentina en clave de un curioso revisionismo histórico. «Más allá de detalles sobre las Fuerzas Armadas que (el frenteamplista) podría haberse ahorrado, el tema se centra en lo que se debió hacer y el revelarlo a destiempo», dijo. «Se actuó correctamente ante posibles actos de agresión, que no pueden simplificarse». Luego avanzó sobre la Historia. [B]«Nuestro país nació a pesar de los vecinos, como un acto de voluntad, de deseos de ser algo distinto. No le fue fácil, ni los grandes países que se formaron a nuestro lado lo aceptaron de buen grado durante casi todo el siglo XIX. Luego no nos han hecho la vida muy fácil, especialmente la Argentina»[/B], señaló. No hace falta profundizar demasiado en la Historia para constatar la consecuente voluntad de [B]José Gervasio Artigas [/B]por mantener la Banda Oriental dentro de la unidad territorial que, tras la Revolución de Mayo, intentaba articularse desde Buenos Aires. La presión brasileña por expandirse hacia las tierras fértiles del sur templado instaló con el tiempo un complejo conflicto con Buenos Aires, que terminó con la independencia oriental. [B]«Yo, José Gervasio Artigas, argentino nacido en la Banda Oriental»[/B], terminaba el testamento del héroe, según recordó el médico e historiador [B]Omar López Mato [/B]en una entrevista realizada por [B]Máximo Soto [/B]y publicada en este diario en la edición del miércoles. Desvelo [B]El tema de la nacionalidad es un verdadero desvelo para la mayor parte de los países latinoamericanos.[/B] El surgimiento de las identidades nacionales desvela todavía a los historiadores de los diversos países, quienes, por caso en el nuestro, luchan todavía con el enorme peso de los fundacionales escritos de [B]Bartolomé Mitre[/B]. Este, además de intelectual, un político consciente de la conveniencia de crear un Panteón de héroes y un relato «nacional» para el Estado naciente, hundió la cuestión como causa motriz en los albores de 1810, cuando la cuestión nacional, construcción del Romanticismo, no podía, ni siquiera, estar en la agenda. ¿Qué festejamos cada 25 de mayo?: la historia mitrista. La densa trama de conflictos que, como se sabe, fundaron la legitimidad del primer Gobierno patrio en la lealtad a [B]Fernando VII[/B], sigue, por problemática, ausente de las aulas en las que se educan las nuevas generaciones de argentinos. Pues bien, la «nacionalidad» uruguaya es, desde lo histórico, aún más complicada, pero Lacalle la resolvió de un plumazo. Llama la atención el empecinamiento de los principales líderes políticos uruguayos en jugar la carta chauvinista con la Argentina; [B]será que «paga» políticamente[/B]. No es el nuestro un país de ángeles, desde ya. Pero sí es uno que ha recibido a cientos de miles de orientales, más que como a extranjeros bienvenidos, como a gente de la misma sangre. Cuando, ante la nueva frustración futbolera argentina y el avance uruguayo en el último Mundial, el apoyo a la «celeste» era clamor en nuestro país, [B]Eduardo Galeano [/B]resumió muy bien la cuestión: [B]«Es un amor que no merecemos»[/B], dijo. El fútbol, que tanto nos separa y tanto nos une, parece haber dejado una clave. [COLOR=rgb(204,204,204)][SIZE=2]--- merged: Oct 14, 2011 11:24 AM ---[/SIZE][/COLOR] [URL]http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=606525[/URL] [/QUOTE]
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