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<blockquote data-quote="FloSof" data-source="post: 746231" data-attributes="member: 5836"><p><strong><em><u>Despliege español en Indochina/Vietnam</u></em></strong></p><p>Los militares españoles de Vietnam</p><p></p><p>Les llamaron los doce de la fama pero casi nadie supo de su misión. El sobrenombre de su grupo parece una broma cruel. Hace casi 40 años, una docena de militares españoles marcharon voluntarios a la guerra de Vietnam en una expedición humanitaria. Eran médicos, enfermeros y practicantes. Viajaron casi en secreto y el régimen franquista ocultó su regreso tanto como su partida. Salvaron a miles de vietnamitas del sur y guerrilleros del Vietcong. Se jugaron la vida por 65.000 pesetas de entonces al mes. Fueron ametrallados y bombardeados. Algunos resultaron heridos. Y supieron a qué huele el napalm por la mañana. </p><p></p><p>La bandera española ondeó en pleno delta del Mekong, una zona asfixiada por la guerrilla, durante cinco años. En ese tiempo, más de 30 sanitarios relevaron al primer equipo en el Hospital Provincial de Go Cong, 48 kilómetros al sur de Saigón, cerca del Mar de China. Mañana lunes se cumplen 40 años del incidente de Tonkin, aquel bombardeo de buques militares norteamericanos que nunca existió, pero que el presidente Lyndon B. Johnson utilizó para justificar la entrada de Estados Unidos en una guerra de la que salió de mala manera. Y, 40 años después, incluso muchos militares del Ejército español ignoran que España participó en ella. </p><p></p><p>«Cuando llegamos a Saigón (el 8 de septiembre de 1966) aquello era un hervidero. Las bombas caían continuamente sobre la ciudad, los coches volaban y el ruido era ensordecedor. Pero la gente andaba por la calle como si tal cosa. Intentaban hacer su vida normal. Se habían acostumbrado», recuerda aún con extrañeza el coronel Francisco Faúndez, uno de los cuatro médicos de aquella la primera expedición. «Pero el ejército permanecía recluido en sus bases, rodeados de sacos terreros y sin salir». </p><p></p><p>La misión sanitaria fue la forma que Franco tuvo de salvar la cara delante del amigo americano, que exigía la cooperación de las tropas españolas en la guerra. El dictador se negó y envió una carta a Lyndon B. Johnson que, si no provocó un grave incidente diplomático, fue porque no trascendió. La prueba se conserva en los archivos del Departamento de Estado Norteamericano para cualquiera que quiera consultar: Relaciones Internacionales de Estados Unidos, 1964-1968. Volumen doce: Europa Occidental. España.Documento 184. </p><p></p><p>Franco le dijo a Johnson que Vietnam no era un problema militar, sino político y económico: «Los países (asiáticos) se inclinan en general al comunismo porque, aparte de su poder de captación, es el único camino eficaz que se les deja». La provocación fue directa. El dictador español le soltó al presidente americano que su homólogo de Vietnam del Norte, su peor demonio, el líder del eje del mal de los sesenta, debería gobernar el país: «No conozco a Ho Chi Minh, pero por su historia y su empeño en expulsar a los japoneses primero, a los chinos después y a los franceses más tarde, hemos de conferirle un crédito de patriota, al que no puede dejar indiferente el aniquilamiento de su país. Y dejando ahora su carácter de duro adversario, podría ser sin duda el hombre de esta hora, el que Vietnam necesita». </p><p></p><p>«Y lo era», afirma rotundo Antonio Velázquez Ribera, que llegó al delta del Mekong en marzo de 1969, cuando era un teniente médico recién salido de la academia militar. «Allí lo querían mucho. Los vietnamitas del sur querían mucho al tío Ho Chi Minh». </p><p></p><p>«¿Recuerda aquella escena de Apocalypse Now? ¿El despegue de los helicópteros con la música de Wagner? Lo veíamos todo el tiempo. Era exactamente igual». El coronel Faúndez, zamorano ya retirado de 70 años, llegó a Vietnam con 32. Entonces era soltero, Jefe de las Tropas Nómadas en Smara, Marruecos, y acababa de pasar un año en el desierto cuando aterrizó en el hormiguero humano de Saigón. «Estuvimos dos días o tres en la ciudad. Nos dieron documentación para utilizar los servicios americanos, sus residencias y economatos, y un uniforme de campaña estadounidense», que a veces utilizaban, corriendo el riesgo de ser confundidos con combatientes yanquis, porque eran mucho más ligeros. Sin apenas tiempo para adaptarse, dos días después de llegar ya estaban en el Hospital Provincial de Go Cong. Los militares españoles se alojaron en un viejo edificio colonial francés, pintado de amarillo. Los mandos médicos dentro de la casa, con viejos ventiladores de aspas en el techo. Los auxiliares, en un barracón construido en el patio, con aire acondicionado. </p><p></p><p>Lo que llevaba el nombre oficial de Hospital Provincial era un pequeño y deteriorado edificio de 150 camas, con luz de un generador y agua corriente, a veces, en los quirófanos de cirugía. En la ciudad vivían 30.000 personas. Pero alrededor, en aldeas aisladas por caminos sembrados de minas y zonas pantanosas, había 180.000.«La labor que teníamos era imposible de acometer. La población civil sufría un porcentaje elevadísimo de tuberculosis crónicas, casos que no merecían la pena desde el punto de vista americano».Enfermos de paludismo, disentería y hepatitis compartían las camas, a veces dos y tres personas, con civiles heridos por las minas, y comían lo que sus familias les llevaban. «Los niños con paludismo cerebral llegaban por docenas. Aunque los tratamientos existían, esos críos entraban ya en coma. Morían a montones». A veces, también ingresaban vietcongs. «Un día trajeron a uno, de 30 años. Le habían atado con alambres los pulgares de los pies. Su hermano ciego le visitaba. Se sentaban en la cama, espalda contra espalda, y hablaban. De vez en cuando, uno lloraba». </p><p></p><p>Normalmente, Faúndez se encargaba de visitar las aldeas de la zona. Cada vez que él y su ayudante salían en un jeep, los soldados americanos tenían que limpiar antes el camino de minas. «Ellos nos proporcionaban la medicación, pero a veces no llegaba a tiempo.Si conseguíamos llevarla, el Vietcong la robaba». Viajar por carretera era un riesgo muy alto. Minas, ataques sorpresa y los innumerables recovecos del delta, en un paisaje que muta cada hora. «No teníamos miedo porque no valorábamos el peligro real que corríamos. A 40 grados con un 90% de humedad los objetos no se perciben igual, las situaciones no parecen las mismas». </p><p></p><p>LA GUERRA INVISIBLE </p><p></p><p>La residencia de los españoles sufrió muchos ataques por su proximidad al cuartel general del Estado Mayor Sudvietnamita. Era una guerra invisible. «Oíamos como nos ametrallaban al amanecer casi cada día. Lo oíamos, pero no veíamos nada por las plataneras. Nos lanzaban granadas de mortero todos los meses». El peor, febrero de 1968. Los vietcongs celebraron el Tet, el año nuevo vietnamita, atacando la zona donde estaban los españoles con fuego de mortero, ametralladoras y fusiles para liberar de la cárcel próxima a 200 presos. Al día siguiente, seis granadas más mataron a ocho miembros del personal vietnamita de la casa e hirieron a dos militares españoles. </p><p></p><p>Por las noches era aconsejable no moverse. Se entretenían jugando a las cartas y bebiendo cerveza con los soldados norteamericanos, sobre todo tejanos, portorriqueños y negros, mientras veían pasar una guerra que siempre dieron por perdida. Después del horror diario, viajar a Saigón un fin de semana al mes llegó a obsesionarles.«Era una ciudad totalmente corrupta. La gente huía de las aldeas y trataba de ganarse la vida allí con el mercado negro, cambiando dólares, prostituyéndose. Pero nos alojaban en casas con aire acondicionado, las mismas a las que iban los supuestos asesores estadounidenses, gente de la CIA, espías». Conocieron a Robert Mitchum, a Henry Fonda y a una Jane Mansfield algo entrada en años. Y vieron barbaridades: «Ibamos en un helicóptero y los americanos empezaron a ametrallar los campos de arroz, llenos de civiles. Pero nadie nos atacaba. Me dijeron que tenían que gastar la munición, porque caducaba», dice Velázquez. </p><p></p><p>El equipo español atendió en los seis primeros meses a más de 23.000 personas. En Vietnam les condecoraron tres veces, y pusieron a un puente su nombre. Allí dejaron amigos. Cuando llegaron a España, en 1971, nadie les recibió. Faúndez,"por cierta vanidad", pidió a Eduardo Serra, ministro popular de Defensa en 1998, un ascenso honorífico. No lo obtuvo. Ni él ni ninguno de sus compañeros por ese motivo. Defensa no encontró «méritos suficientes» en su hoja de servicios. </p><p></p><p>Fuente: El Mundo</p><p>Fecha: 01/08/2004</p><p>En 1965 Estados Unidos presionó a Franco para que enviara urgentemente al Mekong a un grupo de médicos militares </p><p>EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 09/08/2005 - La Vanguardia </p><p></p><p>Franco escribio a Johnson para decirle que simpatizaba con su guerra pero que la tenía perdida política y militarmente </p><p></p><p>En agosto de 1965 Franco envió una carta al presidente Johnson en la que le manifestaba sus simpatías por la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Pero el dictador español también le anunciaba la derrota americana: "Política y militarmente su guerra la tienen perdida debido a que el comunismo social agrada al pueblo vietnamita ya que ofrece más posibilidades que su sistema liberal occidental" sentenció el Caudillo. La carta de Franco finalizaba con unas sorprendentes frases de admiración hacia el líder comunista Ho Chi Minh. Paradójicamente, la pesimista opinión de Franco no fue óbice para que autorizara satisfacer la petición norteamericana de que un contingente de médicos militares españoles acudieran echar una mano en aquella guerra perdida. </p><p></p><p>El 16 diciembre de 1965 el Secretario de Estado, Dean Rusk, se preparaba para apremiar a Franco. Las Fuerzas Armadas de EE. UU. necesitaban con urgencia total que médicos españoles acudieran a la provincia de Go Cong, en pleno delta del Mekong, donde - calculaban- cubrirían las necesidades sanitarias de 60.000 personas, según se desprende del informe personal y confidencial que le entregaron a Rusk en la fecha indicada. Rusk insistió y finalmente un contingente de médicos y sanitarios militares españoles fueron reclutados para una misión que no se descubriría hasta mucho tiempo después, dando paso a la intensa historia humanitaria de los españoles en Vietnam que La Vanguardia reveló el 11 de enero de 1998. </p><p></p><p>La respuesta a la urgente petición americana de ayuda se inscribió oficialmente en el marco de los acuerdos entre España y Estados Unidos a través de la Oficina de Asistencia Militar del Mundo Libre (FWMAO, en inglés) y el servicio quedó bautizado como Misión Sanitaria Española de Ayuda al Vietnam del Sur. En total participaron tres equipos. El primero partió en 1966 y regresó a finales del 67. Luego fueron relevados por otro, y éste por un tercero. En total, participaron 30 militares, y la presencia española en Vietnam se prolongó durante dos años, puesto que el segundo y el tercer destacamento sólo permanecieron en el país asiático seis meses. A todos ellos los reclutaron aquí y allá, en secreto. Tanto es así que varios estaban destinados en el desierto del Sáhara y unas horas después se vieron caminando en plena vegetación vietnamita acompañados del continuo tableteo de los helicópteros y del olor a napalm. </p><p></p><p>Como habían solicitado los mandos militares norteamericanos, el destino de los médicos españoles fue la localidad de Go Cong, en pleno delta del Mekong, a 45 kilómetros al sur de Saigón y a apenas a siete kilómetros de las playas del mar de la China. El local asignado fue un pequeño, deteriorado e insuficiente hospital de 150 camas aproximadamente, en estado semirruinoso y pintado de color amarillo. </p><p></p><p>Al llegar a Vietnam, los españoles se cuidaron de distinguirse de los estadounidenses. El uniforme que llevaban se lo proporcionaron los norteamericanos, pero enseguida cosieron en ellos las insignias españolas. En el patio del hospital o****ndeaba la bandera española y procuraban dirigirse a los pacientes en francés y no en inglés. Querían diferenciarse del aparato de guerra y lo con-siguieron. Los vietnamitas les bautizaron tai-ba-nha, que significa precisamente los españoles.Las relaciones con la población civil fueron tan buenas que los habitantes de Go Cong nombraron a uno de los puentes que cruzaban los brazos del delta del Mekong can tai-ba-nha, que significa puente de España. </p><p></p><p>La misión se alojaba en un edificio colonial francés, en buen estado. Tenían tres asistentas vietnamitas, a las que instruyeron en cocina hispana, hasta conseguir paellas que provocaron la afluencia de oficiales norteamericanos al comedor español. Al principio, la materia prima para la cocina era suministrada por la intendencia del Ejército de EE. UU., para luego la comprarla en los mercados de la ciudad. </p><p></p><p>Pero, no hay que llevarse a engaño. Go Cong no era un lugar cómodo. Estaba cerca de la ruta Ho-Chi-Minh, por donde cruzaban los vietcongs y el delta del Mekong era uno de los lugares donde se combatía más ferozmente. Por la noche los caminos estaban cortados. Al caer la noche, el Vietcong minaba la carretera y por la mañana los americanos la limpiaban para poder transitar por ella. Cuando los españoles viajaban a visitar enfermos, lo hacían en jeep y a toda velocidad, "por si disparaban desde entre los arrozales" en palabras del coronel Faúndez, uno de los médicos que vivió la experiencia. Así, los escasos 45 kilómetros que separaban Go Cong de Saigón no podían recorrerse por la carretera que unía directamente ambas ciudades: el Vietcong lo impedía. Hasta llegó a instalar una aduana donde los guerrilleros cobraban impuestos a los viajeros o revisaban la carga de los campesinos. </p><p></p><p>El "pequeño, deteriorado e insuficiente hospital" como se describe en un informe oficial del Ejército español el dispensario de Go Cong, eran una de las pocas esperanzas en la zona contra el paludismo, el tétanos, la metralla y el napalm. Pero los medios eran muy escasos. Había 150 camas y la media de ingresados era de 400. Lo más frecuente era que varios pacientes compartieran cama y que debajo se acomodaran los acompañantes. Los medicamentos y el plasma eran escasos, pese a la extendida idea cinematográfica de que la logística de EE. UU. era capaz de llevar helado de postre a los combatientes en primera línea. El relato de un oficial de EE. UU. revela cómo se paliaban las carencias los españoles: "Parece increíble, pero vi cómo el doctor español insertó un tubo de transfusión en su propia vena, mientras seguía operando a una mujer vietnamita que padecía un tumor". </p><p></p><p>El comportamiento humanitario de los militares españoles fue reconocido por el enemigo de EE. UU. Ocurrió durante la fiesta del Tet. La residencia española fue atacada por el Vietcong con fuego de mortero, ametralladoras y fusil. Al día siguiente se produjo otro ataque de mortero. Un trozo de metralla hirió a uno de los oficiales españoles y mató a ocho vietnamitas que hacían de guardia en el centro. En el informe sobre el incidente consta que tras estos hechos, soldados del Vietcong detuvieron los vehículos en los que se viajaban por la región los médicos de la misión española y les pidieron perdón por los daños, porque la guerra no iba contra ellos. Había razones para la disculpa: el 70 por ciento de la población atendida en la misión española eran vietcongs. </p><p></p><p>La jornada de trabajo española en Vietnam abarcaba de las ocho de la mañana a las seis de la tarde. Las horas muertas las empleaban en jugar al dominó o al ajedrez o en escribir cartas. De lo que sucedía en España no tenían más noticias que las suministradas por la familia por correo y las noticias de algún periódico que llegaba con quince días de retraso. Para rebajar la tensión bélica, consiguieron acudir por turnos fines de semana a Saigón o incluso viajar a Japón. </p><p></p><p>Pero esta aparente tranquilidad no podía hacer olvidar que se estaba en medio de un conflicto cruel. "Era muy frecuente empezar a oír ráfagas de ametralladora o bombas a las cuatro o cinco de la mañana. Después preguntabas dónde había sido y ya no veías nada. La guerra seguía".</p><p></p><p>Los españoles se esforzaban por paliar los sufrimientos de la población civil en una de las guerras mas crueles del siglo pasado: Vietnam. </p><p></p><p>...Y casi nadie se acuerda que uno de los "12 de la fama" fue el subteniente-practicante don José Bravo López-Baños, quien a su regreso a España, en 1971 y después de 5 años en Vietnam, se incorporó a su nuevo destino: la COE-41 de Barcelona (en el cuartel del Bruch) mandada, por aquel entonces, por el capitán don Herrera Altamirano y los tenientes Farizo, Pampliega y el que esto relata. </p><p></p><p>A pesar de no existir en plantilla la vacante de su empleo y actividad, el subteniente Bravo solicitó la agregación a la COE 41. Nuestro capitán se movió por Capitanía y allá que nos aparece en la COE el famoso subteniente-practicante. Simpático y hablador como nadie, se ganó el cariño y el respeto de mandos y tropa en un santiamén, y lucía su boina verde con un orgullo que nos causaba admiración (se apuntaba a cualquier "bombardeo"...ya lo había hecho en Vietnam). </p><p></p><p>EE.UU. intentó, desde el principio del conflicto, que otros países se implicaran en la guerra, bien con tropas de combate (Australia, Nueva Zelanda, Corea, Filipinas, entre otros países) o con ayuda humanitaria (Inglaterra, Suiza, Irán, o Alemania). </p><p></p><p>España, con el sigilo propio del general Franco, envió al escenario de la guerra a un grupo de militares en misión estrictamente humanitaria y casi en secreto. </p><p></p><p>El 26 de Abril de 1966 el EMC del Ejército solicita 14 voluntarios. Únicamente 12 hombres acuden a la llamada (?). Todos son del Cuerpo de Sanidad: 1 comandante, 3 capitanes, 1 capitán-intendente, 1 teniente-practicante y 6 subtenientes-practicantes. </p><p></p><p>El 8 de septiembre de ese mismo año aterrizan en Tan Son Nut. Los recibe el doctor Nguyen Tan Loc, del gabinete del Ministerio de Sanidad vietnamita. </p><p></p><p>Tras recibir unos cursos rápidos de adaptación al medio y "vestirlos" con uniformes americanos, son enviados el 12 de septiembre a Go-Cong, a 50 km. de Saigón, en pleno delta del Mekong. </p><p></p><p>En colaboración con un equipo médico norteamericano se enfrentan a un trabajo ingente que, a menudo, les desborda. Durante la ofensiva comunista del Tet, del Año Nuevo de 1968, el Vietcong asalta la ciudad, la prisión y, entre otras, casi destruye el hospital español. Resultan 3 suboficiales españoles heridos de diferente gravedad. Felizmente se recuperan. </p><p></p><p>El primer equipo permanece en Vietnam 1 año. Los relevos, posteriormente, se hacían cada seis meses excepto los voluntarios que quisieron seguir. Entre ellos nuestro subteniente Bravo. Les otorgaron la Medalla de Honor de 1ª clase y Medalla al Merito en el Servicio del Ejercito USA. </p><p></p><p>El pueblo vietnamita mostró su agradecimiento a los 5 años de entrega, bautizando a un puente sobre el río Mekong con el nombre de Cau Tay Ban Nha, el "Puente de España". </p><p></p><p>En septiembre de 1971, Madrid retiró la misión militar española, cuando ya los americanos abandonaban el país. </p><p></p><p>Para nosotros, para toda la COE 41, fue un privilegio contar con don José Bravo López-Baños como componente de nuestra unidad. </p><p></p><p>Coronel Zato Padín</p><p></p><p><a href="http://img264.imageshack.us/my.php?image=espaoleswl8.jpg"><img src="http://img264.imageshack.us/img264/1954/espaoleswl8.th.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p></p><p><a href="http://img505.imageshack.us/my.php?image=espaoles1fl3.jpg"><img src="http://img505.imageshack.us/img505/7274/espaoles1fl3.th.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p><strong> España</strong> </p><p></p><p>Más reducida aún demostró ser la participación española. Tan sólo 12 médicos españoles. Inicialmente se convocaron 14 plazas; pero no se llegaron a cubrir pese a las magníficas retribuciones económicas ofertadas, si bien es verdad que algunos decidieron prolongar su estancia en el sureste asiático.</p><p></p><p>El régimen del dictador Francisco Franco continuaba su acercamiento a Estados Unidos que ya había comenzado en los años 50 . La participación española puede calificarse de meramente testimonial, como refleja el número de integrantes, pero no por ello fue difundida, más bien la dictadura española trató de llevarla como un asunto semiclandestino.</p><p></p><p>El contingente quedó destinado a una provincia costera de Go-Cong, al sur de Saigón y su misión consistía en atender a enfermos en el hospital local. No se hicieron distinciones y se asistía a partos, enfermedades tropicales, heridos del ARNV o del Vietcong, también se realizaban visitas a pueblos cercanos y campañas de vacunación.</p><p></p><p>Estados Unidos entregó el equipamiento, las armas (fusil M-16 y pistola) y corría con los sueldos, excepto la manutención. Además corría con el gasto de la semana de recreo y relax en un destino de su elección, pero en este caso cada seis meses en lugar de una anual, como correspondía al resto de soldados y oficiales estadounidenses.</p><p></p><p>Durante la Ofensiva del Tet tuvieron los dos únicos heridos, de escasa consideración, por metralla de bomba.</p><p></p><p>Como en el caso de otros contingentes extranjeros tuvieron el honor de ser visitados por el propio general Westmoreland</p><p><a href="http://img18.imageshack.us/my.php?image=espaoles.png"><img src="http://img18.imageshack.us/img18/7803/espaoles.png" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p><a href="http://img18.imageshack.us/my.php?image=espaoles1.png"><img src="http://img18.imageshack.us/img18/8202/espaoles1.png" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="FloSof, post: 746231, member: 5836"] [B][I][U]Despliege español en Indochina/Vietnam[/U][/I][/B] Los militares españoles de Vietnam Les llamaron los doce de la fama pero casi nadie supo de su misión. El sobrenombre de su grupo parece una broma cruel. Hace casi 40 años, una docena de militares españoles marcharon voluntarios a la guerra de Vietnam en una expedición humanitaria. Eran médicos, enfermeros y practicantes. Viajaron casi en secreto y el régimen franquista ocultó su regreso tanto como su partida. Salvaron a miles de vietnamitas del sur y guerrilleros del Vietcong. Se jugaron la vida por 65.000 pesetas de entonces al mes. Fueron ametrallados y bombardeados. Algunos resultaron heridos. Y supieron a qué huele el napalm por la mañana. La bandera española ondeó en pleno delta del Mekong, una zona asfixiada por la guerrilla, durante cinco años. En ese tiempo, más de 30 sanitarios relevaron al primer equipo en el Hospital Provincial de Go Cong, 48 kilómetros al sur de Saigón, cerca del Mar de China. Mañana lunes se cumplen 40 años del incidente de Tonkin, aquel bombardeo de buques militares norteamericanos que nunca existió, pero que el presidente Lyndon B. Johnson utilizó para justificar la entrada de Estados Unidos en una guerra de la que salió de mala manera. Y, 40 años después, incluso muchos militares del Ejército español ignoran que España participó en ella. «Cuando llegamos a Saigón (el 8 de septiembre de 1966) aquello era un hervidero. Las bombas caían continuamente sobre la ciudad, los coches volaban y el ruido era ensordecedor. Pero la gente andaba por la calle como si tal cosa. Intentaban hacer su vida normal. Se habían acostumbrado», recuerda aún con extrañeza el coronel Francisco Faúndez, uno de los cuatro médicos de aquella la primera expedición. «Pero el ejército permanecía recluido en sus bases, rodeados de sacos terreros y sin salir». La misión sanitaria fue la forma que Franco tuvo de salvar la cara delante del amigo americano, que exigía la cooperación de las tropas españolas en la guerra. El dictador se negó y envió una carta a Lyndon B. Johnson que, si no provocó un grave incidente diplomático, fue porque no trascendió. La prueba se conserva en los archivos del Departamento de Estado Norteamericano para cualquiera que quiera consultar: Relaciones Internacionales de Estados Unidos, 1964-1968. Volumen doce: Europa Occidental. España.Documento 184. Franco le dijo a Johnson que Vietnam no era un problema militar, sino político y económico: «Los países (asiáticos) se inclinan en general al comunismo porque, aparte de su poder de captación, es el único camino eficaz que se les deja». La provocación fue directa. El dictador español le soltó al presidente americano que su homólogo de Vietnam del Norte, su peor demonio, el líder del eje del mal de los sesenta, debería gobernar el país: «No conozco a Ho Chi Minh, pero por su historia y su empeño en expulsar a los japoneses primero, a los chinos después y a los franceses más tarde, hemos de conferirle un crédito de patriota, al que no puede dejar indiferente el aniquilamiento de su país. Y dejando ahora su carácter de duro adversario, podría ser sin duda el hombre de esta hora, el que Vietnam necesita». «Y lo era», afirma rotundo Antonio Velázquez Ribera, que llegó al delta del Mekong en marzo de 1969, cuando era un teniente médico recién salido de la academia militar. «Allí lo querían mucho. Los vietnamitas del sur querían mucho al tío Ho Chi Minh». «¿Recuerda aquella escena de Apocalypse Now? ¿El despegue de los helicópteros con la música de Wagner? Lo veíamos todo el tiempo. Era exactamente igual». El coronel Faúndez, zamorano ya retirado de 70 años, llegó a Vietnam con 32. Entonces era soltero, Jefe de las Tropas Nómadas en Smara, Marruecos, y acababa de pasar un año en el desierto cuando aterrizó en el hormiguero humano de Saigón. «Estuvimos dos días o tres en la ciudad. Nos dieron documentación para utilizar los servicios americanos, sus residencias y economatos, y un uniforme de campaña estadounidense», que a veces utilizaban, corriendo el riesgo de ser confundidos con combatientes yanquis, porque eran mucho más ligeros. Sin apenas tiempo para adaptarse, dos días después de llegar ya estaban en el Hospital Provincial de Go Cong. Los militares españoles se alojaron en un viejo edificio colonial francés, pintado de amarillo. Los mandos médicos dentro de la casa, con viejos ventiladores de aspas en el techo. Los auxiliares, en un barracón construido en el patio, con aire acondicionado. Lo que llevaba el nombre oficial de Hospital Provincial era un pequeño y deteriorado edificio de 150 camas, con luz de un generador y agua corriente, a veces, en los quirófanos de cirugía. En la ciudad vivían 30.000 personas. Pero alrededor, en aldeas aisladas por caminos sembrados de minas y zonas pantanosas, había 180.000.«La labor que teníamos era imposible de acometer. La población civil sufría un porcentaje elevadísimo de tuberculosis crónicas, casos que no merecían la pena desde el punto de vista americano».Enfermos de paludismo, disentería y hepatitis compartían las camas, a veces dos y tres personas, con civiles heridos por las minas, y comían lo que sus familias les llevaban. «Los niños con paludismo cerebral llegaban por docenas. Aunque los tratamientos existían, esos críos entraban ya en coma. Morían a montones». A veces, también ingresaban vietcongs. «Un día trajeron a uno, de 30 años. Le habían atado con alambres los pulgares de los pies. Su hermano ciego le visitaba. Se sentaban en la cama, espalda contra espalda, y hablaban. De vez en cuando, uno lloraba». Normalmente, Faúndez se encargaba de visitar las aldeas de la zona. Cada vez que él y su ayudante salían en un jeep, los soldados americanos tenían que limpiar antes el camino de minas. «Ellos nos proporcionaban la medicación, pero a veces no llegaba a tiempo.Si conseguíamos llevarla, el Vietcong la robaba». Viajar por carretera era un riesgo muy alto. Minas, ataques sorpresa y los innumerables recovecos del delta, en un paisaje que muta cada hora. «No teníamos miedo porque no valorábamos el peligro real que corríamos. A 40 grados con un 90% de humedad los objetos no se perciben igual, las situaciones no parecen las mismas». LA GUERRA INVISIBLE La residencia de los españoles sufrió muchos ataques por su proximidad al cuartel general del Estado Mayor Sudvietnamita. Era una guerra invisible. «Oíamos como nos ametrallaban al amanecer casi cada día. Lo oíamos, pero no veíamos nada por las plataneras. Nos lanzaban granadas de mortero todos los meses». El peor, febrero de 1968. Los vietcongs celebraron el Tet, el año nuevo vietnamita, atacando la zona donde estaban los españoles con fuego de mortero, ametralladoras y fusiles para liberar de la cárcel próxima a 200 presos. Al día siguiente, seis granadas más mataron a ocho miembros del personal vietnamita de la casa e hirieron a dos militares españoles. Por las noches era aconsejable no moverse. Se entretenían jugando a las cartas y bebiendo cerveza con los soldados norteamericanos, sobre todo tejanos, portorriqueños y negros, mientras veían pasar una guerra que siempre dieron por perdida. Después del horror diario, viajar a Saigón un fin de semana al mes llegó a obsesionarles.«Era una ciudad totalmente corrupta. La gente huía de las aldeas y trataba de ganarse la vida allí con el mercado negro, cambiando dólares, prostituyéndose. Pero nos alojaban en casas con aire acondicionado, las mismas a las que iban los supuestos asesores estadounidenses, gente de la CIA, espías». Conocieron a Robert Mitchum, a Henry Fonda y a una Jane Mansfield algo entrada en años. Y vieron barbaridades: «Ibamos en un helicóptero y los americanos empezaron a ametrallar los campos de arroz, llenos de civiles. Pero nadie nos atacaba. Me dijeron que tenían que gastar la munición, porque caducaba», dice Velázquez. El equipo español atendió en los seis primeros meses a más de 23.000 personas. En Vietnam les condecoraron tres veces, y pusieron a un puente su nombre. Allí dejaron amigos. Cuando llegaron a España, en 1971, nadie les recibió. Faúndez,"por cierta vanidad", pidió a Eduardo Serra, ministro popular de Defensa en 1998, un ascenso honorífico. No lo obtuvo. Ni él ni ninguno de sus compañeros por ese motivo. Defensa no encontró «méritos suficientes» en su hoja de servicios. Fuente: El Mundo Fecha: 01/08/2004 En 1965 Estados Unidos presionó a Franco para que enviara urgentemente al Mekong a un grupo de médicos militares EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 09/08/2005 - La Vanguardia Franco escribio a Johnson para decirle que simpatizaba con su guerra pero que la tenía perdida política y militarmente En agosto de 1965 Franco envió una carta al presidente Johnson en la que le manifestaba sus simpatías por la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Pero el dictador español también le anunciaba la derrota americana: "Política y militarmente su guerra la tienen perdida debido a que el comunismo social agrada al pueblo vietnamita ya que ofrece más posibilidades que su sistema liberal occidental" sentenció el Caudillo. La carta de Franco finalizaba con unas sorprendentes frases de admiración hacia el líder comunista Ho Chi Minh. Paradójicamente, la pesimista opinión de Franco no fue óbice para que autorizara satisfacer la petición norteamericana de que un contingente de médicos militares españoles acudieran echar una mano en aquella guerra perdida. El 16 diciembre de 1965 el Secretario de Estado, Dean Rusk, se preparaba para apremiar a Franco. Las Fuerzas Armadas de EE. UU. necesitaban con urgencia total que médicos españoles acudieran a la provincia de Go Cong, en pleno delta del Mekong, donde - calculaban- cubrirían las necesidades sanitarias de 60.000 personas, según se desprende del informe personal y confidencial que le entregaron a Rusk en la fecha indicada. Rusk insistió y finalmente un contingente de médicos y sanitarios militares españoles fueron reclutados para una misión que no se descubriría hasta mucho tiempo después, dando paso a la intensa historia humanitaria de los españoles en Vietnam que La Vanguardia reveló el 11 de enero de 1998. La respuesta a la urgente petición americana de ayuda se inscribió oficialmente en el marco de los acuerdos entre España y Estados Unidos a través de la Oficina de Asistencia Militar del Mundo Libre (FWMAO, en inglés) y el servicio quedó bautizado como Misión Sanitaria Española de Ayuda al Vietnam del Sur. En total participaron tres equipos. El primero partió en 1966 y regresó a finales del 67. Luego fueron relevados por otro, y éste por un tercero. En total, participaron 30 militares, y la presencia española en Vietnam se prolongó durante dos años, puesto que el segundo y el tercer destacamento sólo permanecieron en el país asiático seis meses. A todos ellos los reclutaron aquí y allá, en secreto. Tanto es así que varios estaban destinados en el desierto del Sáhara y unas horas después se vieron caminando en plena vegetación vietnamita acompañados del continuo tableteo de los helicópteros y del olor a napalm. Como habían solicitado los mandos militares norteamericanos, el destino de los médicos españoles fue la localidad de Go Cong, en pleno delta del Mekong, a 45 kilómetros al sur de Saigón y a apenas a siete kilómetros de las playas del mar de la China. El local asignado fue un pequeño, deteriorado e insuficiente hospital de 150 camas aproximadamente, en estado semirruinoso y pintado de color amarillo. Al llegar a Vietnam, los españoles se cuidaron de distinguirse de los estadounidenses. El uniforme que llevaban se lo proporcionaron los norteamericanos, pero enseguida cosieron en ellos las insignias españolas. En el patio del hospital o****ndeaba la bandera española y procuraban dirigirse a los pacientes en francés y no en inglés. Querían diferenciarse del aparato de guerra y lo con-siguieron. Los vietnamitas les bautizaron tai-ba-nha, que significa precisamente los españoles.Las relaciones con la población civil fueron tan buenas que los habitantes de Go Cong nombraron a uno de los puentes que cruzaban los brazos del delta del Mekong can tai-ba-nha, que significa puente de España. La misión se alojaba en un edificio colonial francés, en buen estado. Tenían tres asistentas vietnamitas, a las que instruyeron en cocina hispana, hasta conseguir paellas que provocaron la afluencia de oficiales norteamericanos al comedor español. Al principio, la materia prima para la cocina era suministrada por la intendencia del Ejército de EE. UU., para luego la comprarla en los mercados de la ciudad. Pero, no hay que llevarse a engaño. Go Cong no era un lugar cómodo. Estaba cerca de la ruta Ho-Chi-Minh, por donde cruzaban los vietcongs y el delta del Mekong era uno de los lugares donde se combatía más ferozmente. Por la noche los caminos estaban cortados. Al caer la noche, el Vietcong minaba la carretera y por la mañana los americanos la limpiaban para poder transitar por ella. Cuando los españoles viajaban a visitar enfermos, lo hacían en jeep y a toda velocidad, "por si disparaban desde entre los arrozales" en palabras del coronel Faúndez, uno de los médicos que vivió la experiencia. Así, los escasos 45 kilómetros que separaban Go Cong de Saigón no podían recorrerse por la carretera que unía directamente ambas ciudades: el Vietcong lo impedía. Hasta llegó a instalar una aduana donde los guerrilleros cobraban impuestos a los viajeros o revisaban la carga de los campesinos. El "pequeño, deteriorado e insuficiente hospital" como se describe en un informe oficial del Ejército español el dispensario de Go Cong, eran una de las pocas esperanzas en la zona contra el paludismo, el tétanos, la metralla y el napalm. Pero los medios eran muy escasos. Había 150 camas y la media de ingresados era de 400. Lo más frecuente era que varios pacientes compartieran cama y que debajo se acomodaran los acompañantes. Los medicamentos y el plasma eran escasos, pese a la extendida idea cinematográfica de que la logística de EE. UU. era capaz de llevar helado de postre a los combatientes en primera línea. El relato de un oficial de EE. UU. revela cómo se paliaban las carencias los españoles: "Parece increíble, pero vi cómo el doctor español insertó un tubo de transfusión en su propia vena, mientras seguía operando a una mujer vietnamita que padecía un tumor". El comportamiento humanitario de los militares españoles fue reconocido por el enemigo de EE. UU. Ocurrió durante la fiesta del Tet. La residencia española fue atacada por el Vietcong con fuego de mortero, ametralladoras y fusil. Al día siguiente se produjo otro ataque de mortero. Un trozo de metralla hirió a uno de los oficiales españoles y mató a ocho vietnamitas que hacían de guardia en el centro. En el informe sobre el incidente consta que tras estos hechos, soldados del Vietcong detuvieron los vehículos en los que se viajaban por la región los médicos de la misión española y les pidieron perdón por los daños, porque la guerra no iba contra ellos. Había razones para la disculpa: el 70 por ciento de la población atendida en la misión española eran vietcongs. La jornada de trabajo española en Vietnam abarcaba de las ocho de la mañana a las seis de la tarde. Las horas muertas las empleaban en jugar al dominó o al ajedrez o en escribir cartas. De lo que sucedía en España no tenían más noticias que las suministradas por la familia por correo y las noticias de algún periódico que llegaba con quince días de retraso. Para rebajar la tensión bélica, consiguieron acudir por turnos fines de semana a Saigón o incluso viajar a Japón. Pero esta aparente tranquilidad no podía hacer olvidar que se estaba en medio de un conflicto cruel. "Era muy frecuente empezar a oír ráfagas de ametralladora o bombas a las cuatro o cinco de la mañana. Después preguntabas dónde había sido y ya no veías nada. La guerra seguía". Los españoles se esforzaban por paliar los sufrimientos de la población civil en una de las guerras mas crueles del siglo pasado: Vietnam. ...Y casi nadie se acuerda que uno de los "12 de la fama" fue el subteniente-practicante don José Bravo López-Baños, quien a su regreso a España, en 1971 y después de 5 años en Vietnam, se incorporó a su nuevo destino: la COE-41 de Barcelona (en el cuartel del Bruch) mandada, por aquel entonces, por el capitán don Herrera Altamirano y los tenientes Farizo, Pampliega y el que esto relata. A pesar de no existir en plantilla la vacante de su empleo y actividad, el subteniente Bravo solicitó la agregación a la COE 41. Nuestro capitán se movió por Capitanía y allá que nos aparece en la COE el famoso subteniente-practicante. Simpático y hablador como nadie, se ganó el cariño y el respeto de mandos y tropa en un santiamén, y lucía su boina verde con un orgullo que nos causaba admiración (se apuntaba a cualquier "bombardeo"...ya lo había hecho en Vietnam). EE.UU. intentó, desde el principio del conflicto, que otros países se implicaran en la guerra, bien con tropas de combate (Australia, Nueva Zelanda, Corea, Filipinas, entre otros países) o con ayuda humanitaria (Inglaterra, Suiza, Irán, o Alemania). España, con el sigilo propio del general Franco, envió al escenario de la guerra a un grupo de militares en misión estrictamente humanitaria y casi en secreto. El 26 de Abril de 1966 el EMC del Ejército solicita 14 voluntarios. Únicamente 12 hombres acuden a la llamada (?). Todos son del Cuerpo de Sanidad: 1 comandante, 3 capitanes, 1 capitán-intendente, 1 teniente-practicante y 6 subtenientes-practicantes. El 8 de septiembre de ese mismo año aterrizan en Tan Son Nut. Los recibe el doctor Nguyen Tan Loc, del gabinete del Ministerio de Sanidad vietnamita. Tras recibir unos cursos rápidos de adaptación al medio y "vestirlos" con uniformes americanos, son enviados el 12 de septiembre a Go-Cong, a 50 km. de Saigón, en pleno delta del Mekong. En colaboración con un equipo médico norteamericano se enfrentan a un trabajo ingente que, a menudo, les desborda. Durante la ofensiva comunista del Tet, del Año Nuevo de 1968, el Vietcong asalta la ciudad, la prisión y, entre otras, casi destruye el hospital español. Resultan 3 suboficiales españoles heridos de diferente gravedad. Felizmente se recuperan. El primer equipo permanece en Vietnam 1 año. Los relevos, posteriormente, se hacían cada seis meses excepto los voluntarios que quisieron seguir. Entre ellos nuestro subteniente Bravo. Les otorgaron la Medalla de Honor de 1ª clase y Medalla al Merito en el Servicio del Ejercito USA. El pueblo vietnamita mostró su agradecimiento a los 5 años de entrega, bautizando a un puente sobre el río Mekong con el nombre de Cau Tay Ban Nha, el "Puente de España". En septiembre de 1971, Madrid retiró la misión militar española, cuando ya los americanos abandonaban el país. Para nosotros, para toda la COE 41, fue un privilegio contar con don José Bravo López-Baños como componente de nuestra unidad. Coronel Zato Padín [URL=http://img264.imageshack.us/my.php?image=espaoleswl8.jpg][img]http://img264.imageshack.us/img264/1954/espaoleswl8.th.jpg[/img][/URL] [URL=http://img505.imageshack.us/my.php?image=espaoles1fl3.jpg][img]http://img505.imageshack.us/img505/7274/espaoles1fl3.th.jpg[/img][/URL] [b] España[/b] Más reducida aún demostró ser la participación española. Tan sólo 12 médicos españoles. Inicialmente se convocaron 14 plazas; pero no se llegaron a cubrir pese a las magníficas retribuciones económicas ofertadas, si bien es verdad que algunos decidieron prolongar su estancia en el sureste asiático. El régimen del dictador Francisco Franco continuaba su acercamiento a Estados Unidos que ya había comenzado en los años 50 . La participación española puede calificarse de meramente testimonial, como refleja el número de integrantes, pero no por ello fue difundida, más bien la dictadura española trató de llevarla como un asunto semiclandestino. El contingente quedó destinado a una provincia costera de Go-Cong, al sur de Saigón y su misión consistía en atender a enfermos en el hospital local. No se hicieron distinciones y se asistía a partos, enfermedades tropicales, heridos del ARNV o del Vietcong, también se realizaban visitas a pueblos cercanos y campañas de vacunación. Estados Unidos entregó el equipamiento, las armas (fusil M-16 y pistola) y corría con los sueldos, excepto la manutención. Además corría con el gasto de la semana de recreo y relax en un destino de su elección, pero en este caso cada seis meses en lugar de una anual, como correspondía al resto de soldados y oficiales estadounidenses. Durante la Ofensiva del Tet tuvieron los dos únicos heridos, de escasa consideración, por metralla de bomba. Como en el caso de otros contingentes extranjeros tuvieron el honor de ser visitados por el propio general Westmoreland [URL=http://img18.imageshack.us/my.php?image=espaoles.png][img]http://img18.imageshack.us/img18/7803/espaoles.png[/img][/URL] [URL=http://img18.imageshack.us/my.php?image=espaoles1.png][img]http://img18.imageshack.us/img18/8202/espaoles1.png[/img][/URL] [/QUOTE]
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