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<blockquote data-quote="FloSof" data-source="post: 746259" data-attributes="member: 5836"><p>publicado en: <a href="http://guerradevietnam.foros.ws/t878...-1945-1954/45/">http://guerradevietnam.foros.ws/t878...-1945-1954/45/</a></p><p>por BRECHE</p><p>Tal como había indicado antes, para continuar me gustaría tratar el tema de los paracaidistas en Dien Bien Phu, contaré algunas historias de los paracaidistas en Dien Bien Phu, a modo de ejemplo, para mostrar lo que significa ese espíritu “Para” del que están tan orgullosos los paracaidistas franceses, hasta el día de hoy, y que nació en Indochina.</p><p></p><p></p><p><strong>Los Paracaidistas Franceses en Indochina 1945-1954 (parte 39) : </strong></p><p></p><p></p><p><strong>22.- Los Paracaidistas Franceses en Dien Bien Phu (parte 01) :</strong></p><p></p><p></p><p><strong>A.- El teniente Luciani, el paracaidista que atravesó tres veces la portezuela del avión :</strong></p><p></p><p>Luciani era de ascendencia corsa, de rostro firme, tosco, y su mirada dura no sonríe. A pesar de haber nacido en la costa de Bastia es, paradójicamente, alto, rubio y de ojos azules. Una especie de vikingo de temperamento fogoso, de pocas palabras y que la Legión ha hecho tan duro y penetrante como la daga que lleva en su cinturón.</p><p></p><p>Esa mañana del 21 de Noviembre de 1953, en el momento del salto, un incidente estúpido le ha hecho meter en la cabeza que no se prepara nada bueno en Dien Bien Phu.</p><p></p><p>Su avión era el último de la ola de Dakotas. Para el salto, la tripulación había retirado, como era costumbre, la “puerta” que se encontraba metida en uno de los dos batientes del hueco. Como la abertura de una puerta de garaje.</p><p></p><p>Sin duda habían olvidado algo : retirar la palanca del mando de la cerradura.</p><p></p><p>Al salir Luciani, a la cabeza de la patrulla de veinte legionarios de su compañía, su arnés se enganchó en la punta de la palanca. Se encontró pegado contra el casco exterior de la cabina, a merced de la velocidad y del aire de la hélice, a trescientos metros de altura. Como el largaje continuaba, Luciani se vio, además, literalmente atado, como en un capullo, por las bandas de abertura de los paracaídas de sus hombres.</p><p></p><p>Desde su posición, vio desfilar el campo, la carretera y el pueblo. Luego las primeras estribaciones de las colinas peludas, a continuación... la jungla y las montañas.</p><p></p><p>Pensaba : “Si mi arnés se suelta ahora, lo mejor que podría ocurrirme es ir a podrirme a algún lugar de la selva...”</p><p></p><p>Sombría perspectiva. Por suerte para él, en el momento de volver el personal del avión, el encargado de lanzamiento se dio cuenta que había algo que andaba mal. Sacó la cabeza por la portezuela y vio a Luciani. Con la cara deformada por el viento, chilló : ¡No se mueva! ¡Ahora lo sacaremos de ahí!</p><p></p><p>Por la radio, el piloto pidió autorización para pasar de nuevo por la DZ. </p><p></p><p>“Torricelli”, la central de la torre de control, replicó : De acuerdo. Pero espabílese, el largaje de material va a empezar en diez minutos.</p><p></p><p>El piloto contesta : Comprendido. Sólo pasaremos brevemente.</p><p></p><p>El piloto ordena al encargado de lanzamiento : Tienes cuatro minutos para recuperar al muchacho. Si no lo consigues, mala suerte, lo llevaremos a Hanoi.</p><p></p><p>El cielo sobre Dien Bien Phu estaba aglomerado. Toda la aviación de Indochina se hallaba allí. Bombarderos y cazas en busca de sus objetivos, Fairchild-Packett lanzando material, Dakotas civiles que daban vueltas y vueltas, perdidos en busca de una DZ donde largar su avituallamiento. En medio de todo esto, el avión de Luciani que se colaba intentando no perturbar el orden de los pasillos aéreos.</p><p></p><p>Mientras tanto, con infinitas precauciones, el encargado de lanzamiento se había deslizado lo más lejos posible por la parte exterior del avión, con el brazo extendido hacia Luciani. Éste consiguió agarrarse de la manga que venía en su socorro, encontró un pequeño apoyo para su bota y empezó a trepar hacia la puerta. Intentaba reírse : atravesar la portezuela a trescientos metros de altura en sentido contrario, es toda una hazaña.</p><p></p><p>Un momento de suspenso : el arnés estaba suelto. A partir de ese instante, el más mínimo paso en falso, podía lanzar a Luciani al espacio, y caería en vertical sobre una colina de bosques que se encontraba lejos del dispositivo amigo. Se estremeció, contuvo la respiración. ¡Uf! ¡Por Fin, ya está! Con la punta del pié izquierdo se había apoyado en el borde de la abertura. El encargado de lanzamientos tiró de él hacia el interior de la cabina. Los dos hombres se miraron, mudos. Estaban pálidos y cubiertos de sudor; finalmente habló el encargado de lanzamiento : ¡Bien, habrá que volver a empezar! ¡En posición!</p><p></p><p>Por segunda vez en esa misma mañana, Luciani se inclinó en el entrante metálico, con la mirada hacia abajo. Iba a saltar, pero el piloto gritó : ¡Espere! El control de vuelo me ha avisado que abajo en la DZ se están matando...</p><p></p><p>Nuevo paso. El Dakota quedó representado en el eje. En el momento en que, en diagonal y por debajo, un Packett lanzaba su carga que constaba de dos toneladas de alambradas en rollo. Luciani pensó : “Menuda pinta hubiese tenido en medio de estos “colchones de faquir...””</p><p></p><p>De pronto se puso rígido : abajo, distinguía a un soldado que corría en la zona de salto. Se encontraba en plena trayectoria de las alambradas. Dos toneladas.</p><p></p><p>En el último momento, levantó la cabeza y se quedó inmóvil. Pareció un dibujo animado. Alrededor de él, los rollos tocaron tierra, rebotaron a un metro de él. Ninguno le tocó. Un verdadero milagro...</p><p></p><p>Se da la señal de salto : ¡Vamos, Go!</p><p></p><p>Luciani saltó. Todavía no se le habían acabado las emociones. En cuanto se abrió el paracaídas, comprobó que lo habían soltado a quinientos metros. Un descenso que iba a durar cerca de cinco minutos.</p><p></p><p>Naturalmente debajo de él había otros aviones que daban vueltas y pasaban cerca de él. Luciani tenía la sensación de ser un peatón en medio de un carrusel de coches. Si un ala o un motor se enganchaban en el velamen, significaba una caída libre. Un Dakota de Aguila Azul (civil) le pasó rozando. Luciani reconoció incluso al piloto y observó su turbación. El piloto, llamado Bourdens, no tenía bastantes ojos para orientarse en medio de estos obstáculos aéreos.</p><p></p><p>Pareció preguntar : ¿Y tú de donde sales?</p><p></p><p>Por fin, Luciani tocó tierra. Sin más problemas. Fue a parar a dos pasos de un refugio donde cuatro paracaidistas estaban comiendo.</p><p></p><p>Uno de ellos dijo : ¡Mira que bien, llegan refuerzos!</p><p></p><p>El segundo aclaró : ¡Estas loco, es un espabilado que se agarra a las nubes para llegar después del follón!</p><p></p><p>El tercero preguntó : ¿Estás bien a pesar de todo muchacho?</p><p></p><p>Luciani tenía los nervios de punta y esta última pregunta hizo desbordar la copa. Fríamente, se levantó, fue directo hacia el paracaidista y, sin mediar palabra, le dio un puñetazo en el ojo.</p><p></p><p>Luciani tardó en recobrar el control, sin embargo la mala impresión subsistió. Iban a pasar cosas muy desagradables en la hondonada de Dien Bien Phu......</p><p></p><p>Su olfato no solía engañarle. No obstante, no podía saber, en ese momento, hasta que punto tenía razón. Tampoco podía saber que algunos meses más tarde tendría un papel importante en la batalla, hasta el punto de poner al propio Giap en un difícil dilema.</p><p></p><p>Luciani, este paracaidista, que en un solo día traspasó tres veces la portezuela, el 21 de Noviembre de 1953, bloqueará él solo la máquina viet el 31 de Marzo de 1954.</p><p></p><p></p><p></p><p><a href="http://imageshack.us"><img src="http://img88.imageshack.us/img88/1693/dbpbep01fm3.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p></p><p><strong>Momento de pausa en un puesto del 1° BEP. Fecha diciembre de 1953. </strong></p><p></p><p></p><p></p><p><a href="http://imageshack.us"><img src="http://img132.imageshack.us/img132/3231/dbpbep02lm5.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p><strong>Puesto del 1° BEP. Fecha diciembre de 1953. </strong></p><p></p><p></p><p></p><p><a href="http://imageshack.us"><img src="http://img364.imageshack.us/img364/7097/dbpbep03jl9.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p></p><p><a href="http://imageshack.us"><img src="http://img228.imageshack.us/img228/9343/dbpbep04kw1.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p></p><p><a href="http://img134.imageshack.us/i/dbpbep05.jpg/"><img src="http://img134.imageshack.us/img134/5148/dbpbep05.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p><strong>Patrullas del 1° BEP. Fecha diciembre de 1953. </strong></p><p></p><p></p><p></p><p>Aquel Marzo de 1954, la cosa se ponía complicadísima para los franceses en la hondonada. Béatrice había caído el 13, Gabrielle el 14, Anne Marie el 15.</p><p></p><p>Dos batallones de paracaidistas habían sido enviados como refuerzo, el 5° BPVN (Batallón de Paracaidistas Vietnamitas) el 14, y el 6° BPC (Batallón de Paracaidistas Coloniales) el 16.</p><p></p><p>En ese atardecer del 30 de Marzo, el ataque viet se desarrollaba en una amplitud nunca antes alcanzada, Todo a empezado, o mejor dicho vuelto a empezar, a las 17 horas. Un terrible bombardeo se ha abatido sobre la hondonada, dirigido principalmente sobre los emplazamientos de los 105 y 120. Después sobre las cimas de las colinas. Finalidad del ataque : las Dominiques (1 y 2) y las Elianes (1, 2 y 4).</p><p></p><p>Las primeras han caído en menos de una hora, las segundas en setenta minutos. Al caer la noche, los viet han descendido hasta los “Campos Elíseos”, una gran llanura que separa Eliane 1 de Eliane 2.</p><p></p><p>Poco después de las veintidós horas, Hanoi un telegrama de Castries. Resume la situación en pocas palabras, pero cada una de ellas deja entrever lo irreparable, el texto exacto dice así : “Resumen de la situación : Dominique 1, 2 y 6, y Eliane 1 han caído. Eliane 2 es nuestra en parte. Combates en el interior de Huguette 7. Isabelle acosada sin contacto. Cuatro piezas de artillería fuera de combate. La situación será difícil de restablecer sin refuerzos exteriores. Haremos lo posible. Firmado de Castries.”</p><p></p><p>El general Cogny, al mando de Tonkín, se encuentra ausente : tenía una “cena en la ciudad”. Como nadie sabe donde pasa la noche, no se enterará hasta por la mañana.</p><p></p><p>Los operadores de radio se encuentran en la ciudadela donde se halla radicado el estado mayor. Sólo conocen Dien Bien Phu por las voces que les llegan impersonales de trescientos kilómetros de distancia. Pero saben perfectamente lo que significa ese mensaje : está todo perdido...</p><p></p><p>Todo está perdido y es para esta noche. En medio de su furia, los viets han llegado al corazón del campo atrincherado. Un esfuerzo más, y pasarán el río, llegando al PC. </p><p></p><p>Son las 11 de la noche. Todo está en silencio. Ello quiere decir que no será posible hacer nada para ayudar a Dien Bien Phu, hasta por la mañana. Hay que esperar nueve horas. Una eternidad para los que luchan.</p><p></p><p>Acaba de llegar Bodet. Es el general al mando de la aviación de Tonkín. Se siente impotente, no puede intervenir. Ya lo sabía pero no podía quedarse tranquilamente en su casa o en el despacho. Por lo que ha venido a sentarse cerca del puesto de escucha, como si así estuviera más cerca del puesto cercado, como aquel que se sienta a la cabecera de un moribundo sabiendo que no puede ayudarle en su combate solitario por sobrevivir.</p><p></p><p>Cuando se prolonga el silencio de la radio, su labio inferior tiembla de inquietud. Este insignificante general de aviación, con su bigote negro y sus piernas en forma de paréntesis, líder de las escuadrillas de merodeadores con escarapela de tricolor sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial, tiene fama de tener un corazón “así de grande”.</p><p></p><p>Si los paracaidistas lo saludan no es únicamente por respeto al reglamento.</p><p></p><p>De vez en cuando, el general no puede más, toma él mismo el micrófono y contacta con el comandante de avión Luciole, que monta una guardia inútil sobre la hondonada invadida de niebla. Solicita el parte meteorológico local, la respuesta, visibilidad vertical nula. En la hondonada no se ve nada. Solamente los disparos de los 105, al otro lado del Nam Yum y, al pie de Eliane 4, la larga llama roja del último mortero de 120, los viets han acabado con los otros.</p><p></p><p>En su PC, Langlais se estira de los pelos con el rostro de asceta bruscamente encendido en las mejillas, cuando un puesto, charlatán un momento antes, deja de emitir bruscamente.</p><p></p><p>Un voz estrangulada, chapurreando en franco-árabe, pronuncia algunas palabras : ¡Los viets, los viets, son muchos los viets!</p><p></p><p>Se trata de Eliane 2. Langlais contacta inmediatamente con Allioux, el jefe de la artillería : Golpeen duramente Eliane 2, los viets han puesto pie en la colina. Tiro de prohibición : no deben avanzar ni un metro.</p><p></p><p>Zoulou kilo 50 de Zoulou kilo : todos sus tubos, repito, todos sus tubos sobre Saxo 410.</p><p></p><p>“Zoulou kilo” es la clave de Allioux, “Zoulou kilo 50” la de Bergot, el comandante de la compañía de morteros, “Saxo 410”, en el código, designa la cima de Eliane 2. Por el momento el puesto está instalado en un agujero, cerca de Trapp, una especie de refugio donde se defienden en desorden las secciones de asalto del 6° BPC, los heridos del 5° “bawouan” y el estado mayor reducido del RTM de Nicolas, replegado de Eliane 1.</p><p></p><p>Bergot va a contestar, pero una voz se eleva del aparato de radio, sobre el ruido producido por la artillería : No disparen, no disparen, Eliane 2 no ha caído; acabo de llegar a la cumbre. Hemos rechazado a los viets y estamos de nuevo en las posiciones.</p><p></p><p>En medio de esta noche de pesadillas, de explosiones, de asaltos, de gritos, y de heridos, esta voz solitaria resuena incongruente. Desde las cinco de la tarde, es la primera vez que alguien habla serenamente y anuncia que los viets han retrocedido. Contactado, Bigeard avisa a Allioux y seguidamente a Langlais. Circunspectos, los comandantes dialogan con el solitario de Eliane 2. Creen alguna astucia enemiga. Pero en la radio, la voz, breve pero impaciente a la vez, repite con el tono que se adopta frente a un auditorio de retardados mentales : No me hagan perder tiempo. Estoy en la cumbre y no es el momento para discursos.</p><p></p><p>Allioux pregunta prudente : ¿Quién es usted?</p><p></p><p>La respuesta viene de inmediato : Aquí el teniente Luciani, del 1° BEP. No tengo tiempo para darles mi curriculum vitae. Se me ha dicho que tomara Eliane 2 de nuevo. Lo he hecho. No sé cuantos somos, pero los viets no han avanzado desde hace un rato.....</p><p></p><p>Entonces, temblorosa, la voz emocionada de Alliox se hace patética : Escuche. Su clave será “100”, la nuestra “los amigos”. Le será enviado todo lo que nos pida como tiro. Aguante, estamos con ustedes.</p><p></p><p>Para comprender la emoción que ha sobrecogido al comandante de artillería, como el silencio casi religioso con el que todo el mundo ha escuchado a Luciani, hay que imaginar el viento de catástrofe que soplaba y que la determinación de un solo hombre ha detenido.</p><p></p><p>Es la medianoche del 30 al 31 de marzo de 1954. La suerte del combate, de lo que los viets llaman “las cinco colinas”, ha cambiado de sentido. Nadie se ha percibido de ello en el primer momento y la batalla ha continuado todavía durante seis noches y seis días en las colinas, con sus crepúsculos sangrientos y sus amaneceres lívidos. Pero, a partir de ese momento, la segunda ofensiva del Viet-minh ya no avanzará más de un solo metro sobre las colinas del Este.</p><p></p><p>Luciani aguanta toda la noche. Cien en un principio, le quedan alrededor de cincuenta hombres cuando, por la mañana, Fournier y su compañía vienen a relevarlo. Fournier también ha estado brillante, durante toda la noche, ha contenido el paquete viet en la desembocadura de los “Campos Elíseos”. Bigeard ha retenido el flujo al pié de Eliane 1.</p><p></p><p>Posiblemente, únicamente han flaqueado los “bawouan”. Pero Botella pronto tendrá ocasión de resarcirse. El día se levanta gris y desapacible. Pocos aviones vienen a ver los resultados. De Castries, impresionado por el gesto de Luciani, piensa por un momento en aliviar el peso que representa la guardia de Eliane 2. Pero Bigeard no se muestra de acuerdo : Mi coronel, mientras tengamos un sólo hombre vivo, no debemos aflojar...</p><p></p><p>Luciani puede descansar tranquilo, ha sido comprendido el sentido de su gesto.</p><p></p><p>En su blocao de Muong Thanh, a unos diez kilómetros de la hondonada, Giap se ensaña durante una semana sobre esta ridícula posición, sobre la que lanza su mejor división, la 316, a la que, se dice está agregado Li Cheng-Hou, un general chino, consejero militar del Viet-minh.</p><p></p><p>Durante una semana, Giap pierde hombres, para nada. Simplemente porque todos los paracaidistas, desde los comandantes hasta los segundas clases, saben que es ahí donde hay que resistir. Y, compañía tras compañía, los batallones paracaidistas van acabando con los viets. Hasta el 6 de abril, día en que Giap renuncia por fin.</p><p></p><p></p><p></p><p><a href="http://imageshack.us"><img src="http://img135.imageshack.us/img135/6141/dbpbep06qg1.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p><strong>Paracaidistas del 1° BEP. Fecha enero de 1954. </strong></p><p></p><p></p><p></p><p><a href="http://img134.imageshack.us/i/dbpbep07.jpg/"><img src="http://img134.imageshack.us/img134/1079/dbpbep07.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p><strong>Atención de un paracaidista herido en Dien Bien Phu. Fecha enero de 1954. </strong></p><p></p><p></p><p></p><p><a href="http://imageshack.us"><img src="http://img375.imageshack.us/img375/3374/dbpbep08rw2.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p><strong>Descanso y comida de los paracaidistas del 1° BEP antes de la lucha. Fecha febrero de 1954. </strong></p><p></p><p></p><p></p><p><a href="http://imageshack.us"><img src="http://img141.imageshack.us/img141/9231/dbpbep09ra3.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p></p><p><strong>Heridos del 1° BEP prestos a ser evacuados por aire. Fecha marzo de 1954.</strong></p><p></p><p></p><p></p><p><strong>Fuente :</strong></p><p></p><p>Les Paras (E. Bergot ).</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="FloSof, post: 746259, member: 5836"] publicado en: [url]http://guerradevietnam.foros.ws/t878...-1945-1954/45/[/url] por BRECHE Tal como había indicado antes, para continuar me gustaría tratar el tema de los paracaidistas en Dien Bien Phu, contaré algunas historias de los paracaidistas en Dien Bien Phu, a modo de ejemplo, para mostrar lo que significa ese espíritu “Para” del que están tan orgullosos los paracaidistas franceses, hasta el día de hoy, y que nació en Indochina. [b]Los Paracaidistas Franceses en Indochina 1945-1954 (parte 39) : [/b] [b]22.- Los Paracaidistas Franceses en Dien Bien Phu (parte 01) :[/b] [b]A.- El teniente Luciani, el paracaidista que atravesó tres veces la portezuela del avión :[/b] Luciani era de ascendencia corsa, de rostro firme, tosco, y su mirada dura no sonríe. A pesar de haber nacido en la costa de Bastia es, paradójicamente, alto, rubio y de ojos azules. Una especie de vikingo de temperamento fogoso, de pocas palabras y que la Legión ha hecho tan duro y penetrante como la daga que lleva en su cinturón. Esa mañana del 21 de Noviembre de 1953, en el momento del salto, un incidente estúpido le ha hecho meter en la cabeza que no se prepara nada bueno en Dien Bien Phu. Su avión era el último de la ola de Dakotas. Para el salto, la tripulación había retirado, como era costumbre, la “puerta” que se encontraba metida en uno de los dos batientes del hueco. Como la abertura de una puerta de garaje. Sin duda habían olvidado algo : retirar la palanca del mando de la cerradura. Al salir Luciani, a la cabeza de la patrulla de veinte legionarios de su compañía, su arnés se enganchó en la punta de la palanca. Se encontró pegado contra el casco exterior de la cabina, a merced de la velocidad y del aire de la hélice, a trescientos metros de altura. Como el largaje continuaba, Luciani se vio, además, literalmente atado, como en un capullo, por las bandas de abertura de los paracaídas de sus hombres. Desde su posición, vio desfilar el campo, la carretera y el pueblo. Luego las primeras estribaciones de las colinas peludas, a continuación... la jungla y las montañas. Pensaba : “Si mi arnés se suelta ahora, lo mejor que podría ocurrirme es ir a podrirme a algún lugar de la selva...” Sombría perspectiva. Por suerte para él, en el momento de volver el personal del avión, el encargado de lanzamiento se dio cuenta que había algo que andaba mal. Sacó la cabeza por la portezuela y vio a Luciani. Con la cara deformada por el viento, chilló : ¡No se mueva! ¡Ahora lo sacaremos de ahí! Por la radio, el piloto pidió autorización para pasar de nuevo por la DZ. “Torricelli”, la central de la torre de control, replicó : De acuerdo. Pero espabílese, el largaje de material va a empezar en diez minutos. El piloto contesta : Comprendido. Sólo pasaremos brevemente. El piloto ordena al encargado de lanzamiento : Tienes cuatro minutos para recuperar al muchacho. Si no lo consigues, mala suerte, lo llevaremos a Hanoi. El cielo sobre Dien Bien Phu estaba aglomerado. Toda la aviación de Indochina se hallaba allí. Bombarderos y cazas en busca de sus objetivos, Fairchild-Packett lanzando material, Dakotas civiles que daban vueltas y vueltas, perdidos en busca de una DZ donde largar su avituallamiento. En medio de todo esto, el avión de Luciani que se colaba intentando no perturbar el orden de los pasillos aéreos. Mientras tanto, con infinitas precauciones, el encargado de lanzamiento se había deslizado lo más lejos posible por la parte exterior del avión, con el brazo extendido hacia Luciani. Éste consiguió agarrarse de la manga que venía en su socorro, encontró un pequeño apoyo para su bota y empezó a trepar hacia la puerta. Intentaba reírse : atravesar la portezuela a trescientos metros de altura en sentido contrario, es toda una hazaña. Un momento de suspenso : el arnés estaba suelto. A partir de ese instante, el más mínimo paso en falso, podía lanzar a Luciani al espacio, y caería en vertical sobre una colina de bosques que se encontraba lejos del dispositivo amigo. Se estremeció, contuvo la respiración. ¡Uf! ¡Por Fin, ya está! Con la punta del pié izquierdo se había apoyado en el borde de la abertura. El encargado de lanzamientos tiró de él hacia el interior de la cabina. Los dos hombres se miraron, mudos. Estaban pálidos y cubiertos de sudor; finalmente habló el encargado de lanzamiento : ¡Bien, habrá que volver a empezar! ¡En posición! Por segunda vez en esa misma mañana, Luciani se inclinó en el entrante metálico, con la mirada hacia abajo. Iba a saltar, pero el piloto gritó : ¡Espere! El control de vuelo me ha avisado que abajo en la DZ se están matando... Nuevo paso. El Dakota quedó representado en el eje. En el momento en que, en diagonal y por debajo, un Packett lanzaba su carga que constaba de dos toneladas de alambradas en rollo. Luciani pensó : “Menuda pinta hubiese tenido en medio de estos “colchones de faquir...”” De pronto se puso rígido : abajo, distinguía a un soldado que corría en la zona de salto. Se encontraba en plena trayectoria de las alambradas. Dos toneladas. En el último momento, levantó la cabeza y se quedó inmóvil. Pareció un dibujo animado. Alrededor de él, los rollos tocaron tierra, rebotaron a un metro de él. Ninguno le tocó. Un verdadero milagro... Se da la señal de salto : ¡Vamos, Go! Luciani saltó. Todavía no se le habían acabado las emociones. En cuanto se abrió el paracaídas, comprobó que lo habían soltado a quinientos metros. Un descenso que iba a durar cerca de cinco minutos. Naturalmente debajo de él había otros aviones que daban vueltas y pasaban cerca de él. Luciani tenía la sensación de ser un peatón en medio de un carrusel de coches. Si un ala o un motor se enganchaban en el velamen, significaba una caída libre. Un Dakota de Aguila Azul (civil) le pasó rozando. Luciani reconoció incluso al piloto y observó su turbación. El piloto, llamado Bourdens, no tenía bastantes ojos para orientarse en medio de estos obstáculos aéreos. Pareció preguntar : ¿Y tú de donde sales? Por fin, Luciani tocó tierra. Sin más problemas. Fue a parar a dos pasos de un refugio donde cuatro paracaidistas estaban comiendo. Uno de ellos dijo : ¡Mira que bien, llegan refuerzos! El segundo aclaró : ¡Estas loco, es un espabilado que se agarra a las nubes para llegar después del follón! El tercero preguntó : ¿Estás bien a pesar de todo muchacho? Luciani tenía los nervios de punta y esta última pregunta hizo desbordar la copa. Fríamente, se levantó, fue directo hacia el paracaidista y, sin mediar palabra, le dio un puñetazo en el ojo. Luciani tardó en recobrar el control, sin embargo la mala impresión subsistió. Iban a pasar cosas muy desagradables en la hondonada de Dien Bien Phu...... Su olfato no solía engañarle. No obstante, no podía saber, en ese momento, hasta que punto tenía razón. Tampoco podía saber que algunos meses más tarde tendría un papel importante en la batalla, hasta el punto de poner al propio Giap en un difícil dilema. Luciani, este paracaidista, que en un solo día traspasó tres veces la portezuela, el 21 de Noviembre de 1953, bloqueará él solo la máquina viet el 31 de Marzo de 1954. [URL=http://imageshack.us][img]http://img88.imageshack.us/img88/1693/dbpbep01fm3.jpg[/img][/URL] [b]Momento de pausa en un puesto del 1° BEP. Fecha diciembre de 1953. [/b] [URL=http://imageshack.us][img]http://img132.imageshack.us/img132/3231/dbpbep02lm5.jpg[/img][/URL] [b]Puesto del 1° BEP. Fecha diciembre de 1953. [/b] [URL=http://imageshack.us][img]http://img364.imageshack.us/img364/7097/dbpbep03jl9.jpg[/img][/URL] [URL=http://imageshack.us][img]http://img228.imageshack.us/img228/9343/dbpbep04kw1.jpg[/img][/URL] [URL=http://img134.imageshack.us/i/dbpbep05.jpg/][img]http://img134.imageshack.us/img134/5148/dbpbep05.jpg[/img][/URL] [b]Patrullas del 1° BEP. Fecha diciembre de 1953. [/b] Aquel Marzo de 1954, la cosa se ponía complicadísima para los franceses en la hondonada. Béatrice había caído el 13, Gabrielle el 14, Anne Marie el 15. Dos batallones de paracaidistas habían sido enviados como refuerzo, el 5° BPVN (Batallón de Paracaidistas Vietnamitas) el 14, y el 6° BPC (Batallón de Paracaidistas Coloniales) el 16. En ese atardecer del 30 de Marzo, el ataque viet se desarrollaba en una amplitud nunca antes alcanzada, Todo a empezado, o mejor dicho vuelto a empezar, a las 17 horas. Un terrible bombardeo se ha abatido sobre la hondonada, dirigido principalmente sobre los emplazamientos de los 105 y 120. Después sobre las cimas de las colinas. Finalidad del ataque : las Dominiques (1 y 2) y las Elianes (1, 2 y 4). Las primeras han caído en menos de una hora, las segundas en setenta minutos. Al caer la noche, los viet han descendido hasta los “Campos Elíseos”, una gran llanura que separa Eliane 1 de Eliane 2. Poco después de las veintidós horas, Hanoi un telegrama de Castries. Resume la situación en pocas palabras, pero cada una de ellas deja entrever lo irreparable, el texto exacto dice así : “Resumen de la situación : Dominique 1, 2 y 6, y Eliane 1 han caído. Eliane 2 es nuestra en parte. Combates en el interior de Huguette 7. Isabelle acosada sin contacto. Cuatro piezas de artillería fuera de combate. La situación será difícil de restablecer sin refuerzos exteriores. Haremos lo posible. Firmado de Castries.” El general Cogny, al mando de Tonkín, se encuentra ausente : tenía una “cena en la ciudad”. Como nadie sabe donde pasa la noche, no se enterará hasta por la mañana. Los operadores de radio se encuentran en la ciudadela donde se halla radicado el estado mayor. Sólo conocen Dien Bien Phu por las voces que les llegan impersonales de trescientos kilómetros de distancia. Pero saben perfectamente lo que significa ese mensaje : está todo perdido... Todo está perdido y es para esta noche. En medio de su furia, los viets han llegado al corazón del campo atrincherado. Un esfuerzo más, y pasarán el río, llegando al PC. Son las 11 de la noche. Todo está en silencio. Ello quiere decir que no será posible hacer nada para ayudar a Dien Bien Phu, hasta por la mañana. Hay que esperar nueve horas. Una eternidad para los que luchan. Acaba de llegar Bodet. Es el general al mando de la aviación de Tonkín. Se siente impotente, no puede intervenir. Ya lo sabía pero no podía quedarse tranquilamente en su casa o en el despacho. Por lo que ha venido a sentarse cerca del puesto de escucha, como si así estuviera más cerca del puesto cercado, como aquel que se sienta a la cabecera de un moribundo sabiendo que no puede ayudarle en su combate solitario por sobrevivir. Cuando se prolonga el silencio de la radio, su labio inferior tiembla de inquietud. Este insignificante general de aviación, con su bigote negro y sus piernas en forma de paréntesis, líder de las escuadrillas de merodeadores con escarapela de tricolor sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial, tiene fama de tener un corazón “así de grande”. Si los paracaidistas lo saludan no es únicamente por respeto al reglamento. De vez en cuando, el general no puede más, toma él mismo el micrófono y contacta con el comandante de avión Luciole, que monta una guardia inútil sobre la hondonada invadida de niebla. Solicita el parte meteorológico local, la respuesta, visibilidad vertical nula. En la hondonada no se ve nada. Solamente los disparos de los 105, al otro lado del Nam Yum y, al pie de Eliane 4, la larga llama roja del último mortero de 120, los viets han acabado con los otros. En su PC, Langlais se estira de los pelos con el rostro de asceta bruscamente encendido en las mejillas, cuando un puesto, charlatán un momento antes, deja de emitir bruscamente. Un voz estrangulada, chapurreando en franco-árabe, pronuncia algunas palabras : ¡Los viets, los viets, son muchos los viets! Se trata de Eliane 2. Langlais contacta inmediatamente con Allioux, el jefe de la artillería : Golpeen duramente Eliane 2, los viets han puesto pie en la colina. Tiro de prohibición : no deben avanzar ni un metro. Zoulou kilo 50 de Zoulou kilo : todos sus tubos, repito, todos sus tubos sobre Saxo 410. “Zoulou kilo” es la clave de Allioux, “Zoulou kilo 50” la de Bergot, el comandante de la compañía de morteros, “Saxo 410”, en el código, designa la cima de Eliane 2. Por el momento el puesto está instalado en un agujero, cerca de Trapp, una especie de refugio donde se defienden en desorden las secciones de asalto del 6° BPC, los heridos del 5° “bawouan” y el estado mayor reducido del RTM de Nicolas, replegado de Eliane 1. Bergot va a contestar, pero una voz se eleva del aparato de radio, sobre el ruido producido por la artillería : No disparen, no disparen, Eliane 2 no ha caído; acabo de llegar a la cumbre. Hemos rechazado a los viets y estamos de nuevo en las posiciones. En medio de esta noche de pesadillas, de explosiones, de asaltos, de gritos, y de heridos, esta voz solitaria resuena incongruente. Desde las cinco de la tarde, es la primera vez que alguien habla serenamente y anuncia que los viets han retrocedido. Contactado, Bigeard avisa a Allioux y seguidamente a Langlais. Circunspectos, los comandantes dialogan con el solitario de Eliane 2. Creen alguna astucia enemiga. Pero en la radio, la voz, breve pero impaciente a la vez, repite con el tono que se adopta frente a un auditorio de retardados mentales : No me hagan perder tiempo. Estoy en la cumbre y no es el momento para discursos. Allioux pregunta prudente : ¿Quién es usted? La respuesta viene de inmediato : Aquí el teniente Luciani, del 1° BEP. No tengo tiempo para darles mi curriculum vitae. Se me ha dicho que tomara Eliane 2 de nuevo. Lo he hecho. No sé cuantos somos, pero los viets no han avanzado desde hace un rato..... Entonces, temblorosa, la voz emocionada de Alliox se hace patética : Escuche. Su clave será “100”, la nuestra “los amigos”. Le será enviado todo lo que nos pida como tiro. Aguante, estamos con ustedes. Para comprender la emoción que ha sobrecogido al comandante de artillería, como el silencio casi religioso con el que todo el mundo ha escuchado a Luciani, hay que imaginar el viento de catástrofe que soplaba y que la determinación de un solo hombre ha detenido. Es la medianoche del 30 al 31 de marzo de 1954. La suerte del combate, de lo que los viets llaman “las cinco colinas”, ha cambiado de sentido. Nadie se ha percibido de ello en el primer momento y la batalla ha continuado todavía durante seis noches y seis días en las colinas, con sus crepúsculos sangrientos y sus amaneceres lívidos. Pero, a partir de ese momento, la segunda ofensiva del Viet-minh ya no avanzará más de un solo metro sobre las colinas del Este. Luciani aguanta toda la noche. Cien en un principio, le quedan alrededor de cincuenta hombres cuando, por la mañana, Fournier y su compañía vienen a relevarlo. Fournier también ha estado brillante, durante toda la noche, ha contenido el paquete viet en la desembocadura de los “Campos Elíseos”. Bigeard ha retenido el flujo al pié de Eliane 1. Posiblemente, únicamente han flaqueado los “bawouan”. Pero Botella pronto tendrá ocasión de resarcirse. El día se levanta gris y desapacible. Pocos aviones vienen a ver los resultados. De Castries, impresionado por el gesto de Luciani, piensa por un momento en aliviar el peso que representa la guardia de Eliane 2. Pero Bigeard no se muestra de acuerdo : Mi coronel, mientras tengamos un sólo hombre vivo, no debemos aflojar... Luciani puede descansar tranquilo, ha sido comprendido el sentido de su gesto. En su blocao de Muong Thanh, a unos diez kilómetros de la hondonada, Giap se ensaña durante una semana sobre esta ridícula posición, sobre la que lanza su mejor división, la 316, a la que, se dice está agregado Li Cheng-Hou, un general chino, consejero militar del Viet-minh. Durante una semana, Giap pierde hombres, para nada. Simplemente porque todos los paracaidistas, desde los comandantes hasta los segundas clases, saben que es ahí donde hay que resistir. Y, compañía tras compañía, los batallones paracaidistas van acabando con los viets. Hasta el 6 de abril, día en que Giap renuncia por fin. [URL=http://imageshack.us][img]http://img135.imageshack.us/img135/6141/dbpbep06qg1.jpg[/img][/URL] [b]Paracaidistas del 1° BEP. Fecha enero de 1954. [/b] [URL=http://img134.imageshack.us/i/dbpbep07.jpg/][img]http://img134.imageshack.us/img134/1079/dbpbep07.jpg[/img][/URL] [b]Atención de un paracaidista herido en Dien Bien Phu. Fecha enero de 1954. [/b] [URL=http://imageshack.us][img]http://img375.imageshack.us/img375/3374/dbpbep08rw2.jpg[/img][/URL] [b]Descanso y comida de los paracaidistas del 1° BEP antes de la lucha. Fecha febrero de 1954. [/b] [URL=http://imageshack.us][img]http://img141.imageshack.us/img141/9231/dbpbep09ra3.jpg[/img][/URL] [b]Heridos del 1° BEP prestos a ser evacuados por aire. Fecha marzo de 1954.[/b] [b]Fuente :[/b] Les Paras (E. Bergot ). [/QUOTE]
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