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Area Militar General
Malvinas 1982
Vivencias día a día del conflicto por las Islas Malvinas
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<blockquote data-quote="GABINOSUAREZ" data-source="post: 732071" data-attributes="member: 7043"><p><strong>20/23 de abril de 1982</strong></p><p></p><p>A poco de conformar la organización definitiva de la Betería de Tiro “C”, comenzaron a equiparnos con uniformes nuevos. Uniformes que nunca habíamos visto, de muy buena calidad y parecían ser un buen abrigo. En sus etiquetas podía leerse “Made in Israel”, tela satinada, gruesa y abrigada, tricotas de lana, tejidas en trama cerrada y campera de abrigo con capucha. Todo de muy buena calidad.</p><p>Esto me hacía sentir mal, porque con la ropa “Made in Argentina” te morías de frío en pleno verano. ¿Pero a alguien le cave dudas al respecto?. Ninguno de los fabricantes nacionales que habitualmente hacían sus negocios con el Ejército, ninguno fue capaz de darle a sus hijos prendas adecuadas para lo que íbamos a emprender. Seguramente estarían ocupados calculando cuánto ganarían en la próxima licitación. Por eso cuando uno escucha que todos los argentinos apoyaron a los soldados en la guerra, yo les aseguro que no es así. No conozco los nombres y apellidos pero se muy bien que hicieron. No se quien, pero las cosas no se hacen solas, si los uniformes que usamos son una porquería, es porque alguien entregó una porquería, pero además alguien los recibió.</p><p></p><p>Había muchas cosas que aún nos faltan aprender y controlar para partir. Así fue que comenzamos a recibir instrucción sobre algunos aspectos de la salud como el Pié de Trinchera, que es, la sintomatología, por que se adquiere y que debíamos hacer para evitarlo.</p><p>Teníamos que controlar todo el equipo, soldado por soldado, suboficial por suboficial y por supuesto el nuestro. Todos teníamos que tener todo lo necesario, desde el cepillo de dientes y la marmita hasta el hilo y aguja, pasando por los 4 o 5 pares de medias. No sólo que los elementos de equipo estuvieran físicamente sino que estuvieran en perfecto estado. En ese sentido teníamos todo lo necesario y en buenas condiciones si no era nuevo.</p><p>Se comenzó también a cargar la munición del polvorín, la que fue trasladada al aeropuerto por otro personal de la Unidad.</p><p>La sorpresa fue cuando nos dijeron que no llevábamos vehículos y supusimos que los vehículos nos esperaban allá. Nuestro Jefe de Unidad decidió al menos llevar los Jeep Mercedes, que nos habían entregado el año anterior.</p><p>Otra decisión del Jefe de Unidad fue la compra inmediata de equipos de radio VHF de uso civil, ya que los equipos militares que poseía la Unidad eran ineficientes y/o defectuosos. Dos decisiones acertadas, ya que estas suplieron graves errores de alguien a quien no conozco.</p><p>Nosotros cometimos errores, no éramos perfectos, pero nuestros errores los sufrimos solamente nosotros. Hay otros que cometieron errores sin sufrirlos, pero los sufrimos nosotros también.</p><p></p><p>22 de abril y ya estábamos listos para partir. El día 23 vinieron unos micros para llevarnos al aeropuerto, era la primera vez que no viajábamos junto a nuestro equipo; éste iba en camiones. Esta es una diferencia notable con lo expresado por Edgardo Esteban en su libro y película. Según el fuimos en camiones pero la realidad fueron micros.</p><p>En la partida estaban todos nuestros conocidos, los camaradas que se quedaban a cuidar nuestros puestos en el cuartel y la Banda con sus magníficas marchas. Salimos del cuartel y dejamos a muchas personas con lágrimas en los ojos, quizás más conscientes que nosotros mismos. Miraba todo a mi alrededor como si fuera la última vez que lo vería, comenzaba a tener conciencia del lugar a donde íbamos. De pronto noté que en la ruta las personas de los vehículos que nos cruzaban y los que nos pasaban, seguían viviendo sus propias vidas. Unos, muy pocos, no más de tres hicieron sonar sus bocinas y agitaban sus manos a modo de despedida y buena suerte. Tres de cientos, que bajo porcentaje.</p><p></p><p>DEL AEROPUERTO AL SUR.</p><p></p><p>Al llegar al aeropuerto nos embarcamos en aviones civiles, creo que en el que viaje era de la Línea Austral, pero no recuerdo bien. Siempre estos movimientos llevan tiempo y esta vez más que cualquier otro. Esperábamos y esperábamos, como siempre sin asientos de espera y de la forma más incómoda posible. De alguna manera lógico. Además siempre fue igual y ya estábamos acostumbrados.</p><p>Embarcamos en un avión y de Córdoba nos fuimos al Sur, a Comodoro Rivadavia. Allí pasamos mucho tiempo antes de poder embarcar para las islas.</p><p>Del aeropuerto fuimos a un Cuartel y luego volvimos al aeropuerto allí esperamos, almorzamos y cenamos con la clásica ración fría (sándwich de milanesa, sándwich de membrillo, huevo duro, fruta y agua) , dormimos como pudimos en el suelo del aeropuerto hasta que poco a poco nos embarcaban rumbo a Malvinas. Completaban los aviones con lo que había, carga y personal, sea de donde sea, parecía bastante desorganizado. Parte de mi sección se fue y me quedé con la otra parte.</p><p>Finalmente nos tocó embarcar, el avión era de Aerolíneas Argentinas, no tenía asientos, salvo en una pequeña parte del avión.</p><p>Los soldados me preguntaban si tenían que llevar el cargador con munición colocado en el fusil o si lo llevaban en el bolsillo, como era de costumbre en tiempos de paz, para evitar accidentes. Considerando que viajaríamos en un avión, lo adecuado por seguridad, era llevar el armamento descargado.</p><p>Desde la llegada a Comodoro Rivadavia hasta la partida hacia Malvinas, fue tiempo de esperar, yendo de un lado a otro del aeropuerto sin tener nada que hacer, solo esperar y esperar sin ningún tipo de comodidad. Los oficiales tratábamos de repasar todo lo aprendido y ante la duda de que algo no lo tuviéramos muy en claro, no dudábamos en consultarnos unos a otros. Para los soldados era distinto; ellos charlaban de otras cosas, algunos jugaban a las cartas, otros descansaban, algunos dormían. Creo que no estaban muy concientes de lo que estaba sucediendo o por el contrario estaban muy concientes y muy seguros. Esto último me dejaba más tranquilo. Luego, también lo demostraron frente al enemigo de forma heroica. Si, así fue. Jóvenes como eran se mostraban como infatigables titanes que despreciando la vida lucharon por lo que consideraron y consideran propio. No fue suficiente toda la campaña de desmalvinización, para convencerlos de que su trabajo y esfuerzo fue inútil.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="GABINOSUAREZ, post: 732071, member: 7043"] [b]20/23 de abril de 1982[/b] A poco de conformar la organización definitiva de la Betería de Tiro “C”, comenzaron a equiparnos con uniformes nuevos. Uniformes que nunca habíamos visto, de muy buena calidad y parecían ser un buen abrigo. En sus etiquetas podía leerse “Made in Israel”, tela satinada, gruesa y abrigada, tricotas de lana, tejidas en trama cerrada y campera de abrigo con capucha. Todo de muy buena calidad. Esto me hacía sentir mal, porque con la ropa “Made in Argentina” te morías de frío en pleno verano. ¿Pero a alguien le cave dudas al respecto?. Ninguno de los fabricantes nacionales que habitualmente hacían sus negocios con el Ejército, ninguno fue capaz de darle a sus hijos prendas adecuadas para lo que íbamos a emprender. Seguramente estarían ocupados calculando cuánto ganarían en la próxima licitación. Por eso cuando uno escucha que todos los argentinos apoyaron a los soldados en la guerra, yo les aseguro que no es así. No conozco los nombres y apellidos pero se muy bien que hicieron. No se quien, pero las cosas no se hacen solas, si los uniformes que usamos son una porquería, es porque alguien entregó una porquería, pero además alguien los recibió. Había muchas cosas que aún nos faltan aprender y controlar para partir. Así fue que comenzamos a recibir instrucción sobre algunos aspectos de la salud como el Pié de Trinchera, que es, la sintomatología, por que se adquiere y que debíamos hacer para evitarlo. Teníamos que controlar todo el equipo, soldado por soldado, suboficial por suboficial y por supuesto el nuestro. Todos teníamos que tener todo lo necesario, desde el cepillo de dientes y la marmita hasta el hilo y aguja, pasando por los 4 o 5 pares de medias. No sólo que los elementos de equipo estuvieran físicamente sino que estuvieran en perfecto estado. En ese sentido teníamos todo lo necesario y en buenas condiciones si no era nuevo. Se comenzó también a cargar la munición del polvorín, la que fue trasladada al aeropuerto por otro personal de la Unidad. La sorpresa fue cuando nos dijeron que no llevábamos vehículos y supusimos que los vehículos nos esperaban allá. Nuestro Jefe de Unidad decidió al menos llevar los Jeep Mercedes, que nos habían entregado el año anterior. Otra decisión del Jefe de Unidad fue la compra inmediata de equipos de radio VHF de uso civil, ya que los equipos militares que poseía la Unidad eran ineficientes y/o defectuosos. Dos decisiones acertadas, ya que estas suplieron graves errores de alguien a quien no conozco. Nosotros cometimos errores, no éramos perfectos, pero nuestros errores los sufrimos solamente nosotros. Hay otros que cometieron errores sin sufrirlos, pero los sufrimos nosotros también. 22 de abril y ya estábamos listos para partir. El día 23 vinieron unos micros para llevarnos al aeropuerto, era la primera vez que no viajábamos junto a nuestro equipo; éste iba en camiones. Esta es una diferencia notable con lo expresado por Edgardo Esteban en su libro y película. Según el fuimos en camiones pero la realidad fueron micros. En la partida estaban todos nuestros conocidos, los camaradas que se quedaban a cuidar nuestros puestos en el cuartel y la Banda con sus magníficas marchas. Salimos del cuartel y dejamos a muchas personas con lágrimas en los ojos, quizás más conscientes que nosotros mismos. Miraba todo a mi alrededor como si fuera la última vez que lo vería, comenzaba a tener conciencia del lugar a donde íbamos. De pronto noté que en la ruta las personas de los vehículos que nos cruzaban y los que nos pasaban, seguían viviendo sus propias vidas. Unos, muy pocos, no más de tres hicieron sonar sus bocinas y agitaban sus manos a modo de despedida y buena suerte. Tres de cientos, que bajo porcentaje. DEL AEROPUERTO AL SUR. Al llegar al aeropuerto nos embarcamos en aviones civiles, creo que en el que viaje era de la Línea Austral, pero no recuerdo bien. Siempre estos movimientos llevan tiempo y esta vez más que cualquier otro. Esperábamos y esperábamos, como siempre sin asientos de espera y de la forma más incómoda posible. De alguna manera lógico. Además siempre fue igual y ya estábamos acostumbrados. Embarcamos en un avión y de Córdoba nos fuimos al Sur, a Comodoro Rivadavia. Allí pasamos mucho tiempo antes de poder embarcar para las islas. Del aeropuerto fuimos a un Cuartel y luego volvimos al aeropuerto allí esperamos, almorzamos y cenamos con la clásica ración fría (sándwich de milanesa, sándwich de membrillo, huevo duro, fruta y agua) , dormimos como pudimos en el suelo del aeropuerto hasta que poco a poco nos embarcaban rumbo a Malvinas. Completaban los aviones con lo que había, carga y personal, sea de donde sea, parecía bastante desorganizado. Parte de mi sección se fue y me quedé con la otra parte. Finalmente nos tocó embarcar, el avión era de Aerolíneas Argentinas, no tenía asientos, salvo en una pequeña parte del avión. Los soldados me preguntaban si tenían que llevar el cargador con munición colocado en el fusil o si lo llevaban en el bolsillo, como era de costumbre en tiempos de paz, para evitar accidentes. Considerando que viajaríamos en un avión, lo adecuado por seguridad, era llevar el armamento descargado. Desde la llegada a Comodoro Rivadavia hasta la partida hacia Malvinas, fue tiempo de esperar, yendo de un lado a otro del aeropuerto sin tener nada que hacer, solo esperar y esperar sin ningún tipo de comodidad. Los oficiales tratábamos de repasar todo lo aprendido y ante la duda de que algo no lo tuviéramos muy en claro, no dudábamos en consultarnos unos a otros. Para los soldados era distinto; ellos charlaban de otras cosas, algunos jugaban a las cartas, otros descansaban, algunos dormían. Creo que no estaban muy concientes de lo que estaba sucediendo o por el contrario estaban muy concientes y muy seguros. Esto último me dejaba más tranquilo. Luego, también lo demostraron frente al enemigo de forma heroica. Si, así fue. Jóvenes como eran se mostraban como infatigables titanes que despreciando la vida lucharon por lo que consideraron y consideran propio. No fue suficiente toda la campaña de desmalvinización, para convencerlos de que su trabajo y esfuerzo fue inútil. [/QUOTE]
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