Crece la protesta y el premier turco dice que su paciencia “tiene límites”
En Estambul hubo miles de manifestantes en las calles. Erdogan volvió a acusarlos de “terroristas” y “vándalos”.
Mientras en las calles de Ankara la policía reprimía manifestantes con gases y camiones lanza agua y en Estambul se producía la convocatoria más masiva de los últimos días, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo ayer que la paciencia de su gobierno ante las manifestaciones opositoras “tiene límites”. El premier siguió con su duro tono contra los participantes llamándolos una vez más “terroristas” y “vándalos” y denunció un complot “organizado en el interior y en el exterior” del país.
Centenares de policías antimotines desalojaron a los manifestantes de la plaza de Kizilay, en Ankara y dejaron por lo menos dos heridos. La policía también detuvo a varios manifestantes, mientras otros huían por las calles cercanas bajo una espesa nube de gas.
La intervención de las fuerzas de seguridad en esta plaza, por segundo día consecutivo, ocurrió mientras los partidarios del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se reunían en otra ubicada a varios kilómetros, en la que aclamaban al mandatario.
Erdogan recorrió el camino del aeropuerto al centro de la ciudad flanqueado por sus simpatizantes y ofreciendo discursos en varias paradas, de tono similar a los dos baños de multitudes que se había dado por la mañana en las ciudades de Adana y Mersin.
El gobernante siguió insistiendo en criminalizar a los manifestantes de Taksim y Gezi, a los que califica de “saqueadores”, “vándalos”, “anarquistas” y “terroristas organizados en el interior y en el exterior”. Erdogan arremetió también contra “los especuladores” que habrían causado las recientes caídas de la Bolsa de Estambul y prometió “no darles ninguna oportunidad”. Tras haber acusado en los últimos días a la oposición política e incluso a servicios secretos extranjeros de impulsar las protestas, Erdogan señaló ayer a los bancos privados, a los que advirtió que lo “pagarán muy caro”.
“Tenemos que darle una lección al lobby de los intereses, que ha sido el que más ha ganado. Ustedes les darán una lección. Es tiempo de darle una lección como nación. No me hagan dar nombres. Les digo: hay bancos estatales. ¡Usenlos!”, dijo el mandatario a sus partidarios en un aparente consejo de retirar el dinero de los bancos privados.
Erdogan volvió a defender la actuación policial ante las críticas de excesos y abusos durante los choques con manifestantes, que han dejado dos civiles y un agente muertos y más de 4.000 heridos.
En Estambul, la plaza de Taksim, epicentro de las protestas que sacuden a Turquía desde hace diez días, recibió ayer la mayo convocatoria desde que empezaron las acampadas, que en principio protestaban contra el proyecto oficial de construir un centro comercial en el paseo del parque Gezi, uno de los pocos espacios verdes que le quedan a esa ciudad.
A diferencia de lo que sucedió en Ankara, allí se vivió un ambiente festivo y bajo una marea de banderas de los signos más diversos, desde marxistas hasta kemalistas, kurdos y alevíes. Al menos 30.000 personas, según los cálculos de la agencia -Efe, se reunieron en la plaza, con muchos miles más llenando el parque cercano, convertido en campamento con puestos de información, comida gratuita, talleres infantiles y bibliotecas.
Después de la primera represión a una marcha por la construcción del centro comercial, afloraron las críticas contra el premier Erdogan repudiando el carácter “autoritario” de su gestión y la adopción de medidas que las clases medias laicas rechazan como la prohibición del alcohol y el besarse en público. En general, los detractores del premier lo acusan de estar favoreciendo al sector islámico del electorado, encarnado en su propio partido, olvidando la naturaleza también laica del Estado turco.
CLARIN
En Estambul hubo miles de manifestantes en las calles. Erdogan volvió a acusarlos de “terroristas” y “vándalos”.
Mientras en las calles de Ankara la policía reprimía manifestantes con gases y camiones lanza agua y en Estambul se producía la convocatoria más masiva de los últimos días, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo ayer que la paciencia de su gobierno ante las manifestaciones opositoras “tiene límites”. El premier siguió con su duro tono contra los participantes llamándolos una vez más “terroristas” y “vándalos” y denunció un complot “organizado en el interior y en el exterior” del país.
Centenares de policías antimotines desalojaron a los manifestantes de la plaza de Kizilay, en Ankara y dejaron por lo menos dos heridos. La policía también detuvo a varios manifestantes, mientras otros huían por las calles cercanas bajo una espesa nube de gas.
La intervención de las fuerzas de seguridad en esta plaza, por segundo día consecutivo, ocurrió mientras los partidarios del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se reunían en otra ubicada a varios kilómetros, en la que aclamaban al mandatario.
Erdogan recorrió el camino del aeropuerto al centro de la ciudad flanqueado por sus simpatizantes y ofreciendo discursos en varias paradas, de tono similar a los dos baños de multitudes que se había dado por la mañana en las ciudades de Adana y Mersin.
El gobernante siguió insistiendo en criminalizar a los manifestantes de Taksim y Gezi, a los que califica de “saqueadores”, “vándalos”, “anarquistas” y “terroristas organizados en el interior y en el exterior”. Erdogan arremetió también contra “los especuladores” que habrían causado las recientes caídas de la Bolsa de Estambul y prometió “no darles ninguna oportunidad”. Tras haber acusado en los últimos días a la oposición política e incluso a servicios secretos extranjeros de impulsar las protestas, Erdogan señaló ayer a los bancos privados, a los que advirtió que lo “pagarán muy caro”.
“Tenemos que darle una lección al lobby de los intereses, que ha sido el que más ha ganado. Ustedes les darán una lección. Es tiempo de darle una lección como nación. No me hagan dar nombres. Les digo: hay bancos estatales. ¡Usenlos!”, dijo el mandatario a sus partidarios en un aparente consejo de retirar el dinero de los bancos privados.
Erdogan volvió a defender la actuación policial ante las críticas de excesos y abusos durante los choques con manifestantes, que han dejado dos civiles y un agente muertos y más de 4.000 heridos.
En Estambul, la plaza de Taksim, epicentro de las protestas que sacuden a Turquía desde hace diez días, recibió ayer la mayo convocatoria desde que empezaron las acampadas, que en principio protestaban contra el proyecto oficial de construir un centro comercial en el paseo del parque Gezi, uno de los pocos espacios verdes que le quedan a esa ciudad.
A diferencia de lo que sucedió en Ankara, allí se vivió un ambiente festivo y bajo una marea de banderas de los signos más diversos, desde marxistas hasta kemalistas, kurdos y alevíes. Al menos 30.000 personas, según los cálculos de la agencia -Efe, se reunieron en la plaza, con muchos miles más llenando el parque cercano, convertido en campamento con puestos de información, comida gratuita, talleres infantiles y bibliotecas.
Después de la primera represión a una marcha por la construcción del centro comercial, afloraron las críticas contra el premier Erdogan repudiando el carácter “autoritario” de su gestión y la adopción de medidas que las clases medias laicas rechazan como la prohibición del alcohol y el besarse en público. En general, los detractores del premier lo acusan de estar favoreciendo al sector islámico del electorado, encarnado en su propio partido, olvidando la naturaleza también laica del Estado turco.
CLARIN