A Hitler no lo capturaron vivo porque se suicidó, y lo hizo, justamente, para evitar que lo capturaran.
El tema acá pasa porque siguen sin comprenderse tres cosas:
1) LA VIOLENCIA POLÍTICA
Un presidente de un país democrático, occidental y cristiano, regido por el derecho constitucional, premiado con el Nobel de la Paz, sale en CNN explicando que cuando un criminal de otro país comete actos de violencia en USA, el gobierno lo va a buscar y lo va asesinar.
No quiero ser "más papista que el Papa", como dice el dicho, y hacerme el bueno, para defender al "pobre compañero Osama". Pero no se puede negar que la política yanqui es polémica. Se combate el terrorismo con terrorismo. Se torturan personas en Guántamo y Abu Ghirab, se bombardean países musulmanes ocasionando "bajas colaterales", se ocuparon Afganistán e Irak, etc.
Estamos hablando de violencia política. Nadie está defendiendo a Bin Laden, por lo menos en el foro. Pero es necesario llamar la atención sobre este tipo de cosas. Porque con esto de la "Guerra contra el terror", los EE.UU. suspendieron muchas libertades civiles. Y ahora han demostrado su intención de emplear la violencia a su propia discreción.
Es decir, que para enfrentar al terrorismo, se suspende el ejercicio de la ley. La percepción de lo que es legítimo o ilegítimo se vuelve relativa. Y eso, muchos no lo ven, es una victoria del terrorismo. Obligar al adversario a rebajarse a su nivel.
2) LA GUERRA CONTRA EL TERROR
Se habla de "guerra contra el terrorismo". ¿Una lucha internacional contra criminales tiene el mismo estatuto con una conflicto bélico? Se dice que OBL le "declaró la guerra a Estados Unidos". Es cierto (tengo el texto traducido, si alguien lo quiere), pero OBL era un criminal. Dirigiente de una organización criminal.
La retórica bélica ("estamos en guerra") no es más que un recurso para justificar delante de la opinión pública este tipo de acciones. Si estamos en guerra, el enemigo es un "objetivo militar", y entonces "vale todo". Durante la dictadura, la Junta Militar combatió a los subversivos con ambigüedad. Por un lado, por ser "combatientes ilegales" no estaban protegidos por la Convención de Ginebra. Por el otro, no se los trató como criminales corrientes a los que juzgar y condenar, sino como a "objetivos militares", pasibles de ser secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos. Es que, obviamente, "estabámos en guerra".
Esta misma ambigüedad ha teñido otros conflictos históricos, y ahora signa la lucha contra el terrorismo. A Bin Laden no se le trata como al simple criminal que es, sino como a un objetivo militar, sobre el que vale cualquier acción bélica. Pero tampoco se le conceden los privilegios de la Convencción de Ginebra, cosa por otra parte absurda.
La "guerra contra el terror" pone en relieve estas cuestiones. Nos obliga a pensarnos como sociedad. Las bombas de los terroristas no persiguen objetivos materiales, sino espirituales. Sus explosivos, que tantas vidas arrebataron, han afectado, además, nuestras convenciones políticas y sociales.
Porque a la hora de combatirlos los terroristas no son criminales ni tampoco soldados. Se vuelven fantasmas. Y para combatir un fantasma vale todo: secuestros, suspensión de libertades constitucionales, torturas, invasión/ocupación de otros países, asesinatos...
3) EL TERRORISMO
Es necesario comprender que el terrorismo no se reduce esta simple fórmula: "son fanáticos religiosos islámistas que odian a Occidente". Es mucho más complejo que eso. Occidente y el mundo islámico se han llevado mal, pero el fenómeno del terroristmo es relativamente reciente en la historia. Las raíces hay que ir a buscarlas en el colonialismo europeo. Debemos librarnos de la visión de lo que Edward Said llama "orientalismo", la corriente acádemica occidental que mira a Oriente desde el prejuicio colonialista.
Y así, podemos aclarar al menos dos puntos:
a) El fénomeno del terrorismo se inscribe en una lucha geopolítica por el contral de los recursos petroleros de Medio Oriente, y otra lucha política y cultural dentro de los países musulmanes para darse a sí mismos una identidad. En estas luchas, los EE.UU. meten mano según les conviene, lo que provoca la adversión del mundo musulmán.
Al término de la Primera Guerra Mundial y con la liquidación del Imperio Otomano los ingleses incumplen su promesa de crear un gran estado árabe unido. (En estas guerrillas contra los turcos participó el célebre "Lawrence de Arabia"). En su lugar, multitud de reinos artificiales son fabricados. Se suceden durante los 50 revueltas protagonizadas por los nacionalismos árabes, que buscan una identidad nacional, a la vez que sacar a sus pueblos de la miseria. Hacia los 70 surgirán los movimientos islamistas, que provocarán la Revolución Iraní de 1979.
En todo este proceso, y desde entonces, se produce una gran conflicto geopolítico en el Medio Oriente por el control de sus recursos. Hay mucha ingenuidad cuando muchos parecen olvidar, por ejemplo, que el mismísimo Bin Laden fue entrenado y equipado por la CIA, para combatir a los soviéticos. Claro, eran tiempos de la "Guerra fría".
Tampoco se discuten el papel que juegan Arabia Saudí y Pakistán en todo esto. Ambos países son fuertes aliados de los Estados Unidos. Y ambos están involucrados cultural y políticamente con el islamismo extremista. Es un tema muy completo y denso, pero baste con mencionar la inspiración que supone el wahhabismo en el primero, y el apoyo a los talibanes en el segundo.
Y no nos olvidemos del conflicto en Palestina, de los bombardeos con bajas colaterales, las operaciones de la CIA, etc. Desde la óptica de los musulmanes, los occidentales somos el enemigo.
b) El terrorismo es un fénomeno político, antes que cultural.
Una cosa es clara: los musulmanes no simpatizan con nosotros los occidentales. Pero hay que separar la paja del trigo. El terrorismo no debe suponerse como un intento para destruir la civilización occidental (lo aclaro porque no me canso de leer retóricas del tipo "nosotros las naciones civilizadas de Occidente"). El terrorismo mira para adentro, no para afuera. Citando a Gilles Kepel, sus actos de violencia deben ser entendidos como señales de debilidad, no de fortaleza. Los terroristas no quieren conquistar Washington, quieren el poder en el mundo islámico.
Se insiste mucho en la yihad, aduciendo que el terrorismo es una forma de guerra santa. Se olvidan nuestras propias guerras santas occidentales, como las libradas en las Cruzadas, o cuando se exterminaban indios en América. Invocar la yihad no es más que un recurso retórico de los terroristas para dar legitimidad a sus actos criminales.