John Fowler es el editor adjunto del semanario de Puerto Argentino/Puerto Argentino, Penguin News (se publica los viernes). Él es al autor del siguiente texto:
Sir Ernest Gordon Lewis, gobernador de Malvinas/Malvinas, recibe a oficiales de la Fuerza Aérea Argentina, el 15/11/1972: fue el 1er. vuelo de LADE a las islas, en un Fokker F27.
PUERTO ARGENTINO/STANLEY (Mercopress). Yo entregué los pasaportes de la familia a un funcionario de aspecto severo, sentado detrás de un escritorio, mientras que mi esposa y mi suegra pasaban a través en la sala de embarque con nuestra hija, quien todavía no había cumplido su 1er. año.
Junto con los pasaportes, también le entregué 3 tarjetas de identidad blancas, emitidas por el país a través del cual se encontraban en tránsito en el camino a las vacaciones en Gran Bretaña, desde nuestro hogar en Islas Malvinas/Malvinas.
Después de analizar toda la documentación, el oficial preguntó: "¿Dónde están los papeles del bebé?".
Le respondí que, como se podía ver, mi hija entraba en mi pasaporte, y que yo había sido informado de que era todo lo que se requería.
"Ud. está intentando llevar un bebé nacido en este país al extranjero sin autorización", dijo; entonces, barriendo todos nuestros documentos, desapareció en otra oficina con un seco: "Usted debe esperar aquí".
Mientras mi esposa y mi suegra-continuaban conversando distraídamente del otro lado de la ventana del salón, yo estaba desesperado preguntándome qué podía hacer si el gobierno representado por el funcionario decidía confiscar mi bebé.
Sabiendo lo que ya había demostrado capaz de hacer a sus propios ciudadanos, esto parecía una posibilidad clara y aterradora.
Afortunadamente, después de lo que pareció una eternidad, pero probablemente no fue más de media hora -la más larga de mi vida- el oficial regresó y nos permitió continuar nuestro camino, con nuestro bebé.
Ya que los lectores saben algo acerca de la historia reciente del Atlántico Sur, habrán adivinado que este incidente tuvo lugar en Ezeiza, el aeropuerto internacional de Buenos Aires.
Era el año 1980, cuando el único acceso a las islas Malvinas/Malvinas era a través de la Argentina, que insistió en que los viajeros con pasaportes distintos a los propios tenía que tener una "tarjeta blanca" que indicaba que el permiso para viajar había sido concedida por el gobierno argentino.
Espero que esta historia, en cierto modo, explique lo que para algunas personas puede parecer una inexplicable falta de entusiasmo de los habitantes de Malvinas/Malvinas, como respuesta a la voluntad expresada por la Presidente argentina de reemplazar el vuelo semanal desde Santiago de Chile, con 3 vuelos a la semana directamente desde Buenos Aires.
No importa lo barato que esos vuelos podrían resultar, o lo conveniente que sería para aquellas personas que desean viajar a Europa -nos encontramos todavía en el lado equivocado de los Andes-; no tenemos ningún deseo, una vez más, de supeditar nuestras comunicaciones externas a las exclusivas manos de lo que tenemos que considerar como un gobierno hostil.
Si este punto no fuese suficiente, la orden de la presidente Cristina Fernández de Kirchner a su ministro de Asuntos Exteriores de organizar el cambio de nuestras comunicaciones con el Gobierno británico, y no con el gobierno de las islas Malvinas/Malvinas, es una clara demostración de que, en su punto de vista, éste -y por lo tanto, nuestra comunidad- carece de legitimidad.
En un intento de imponernos cualquier tipo de acuerdo, sin consultarnos, desconociendo una vez más nuestro deseo y derecho a decidir nuestros propios asuntos, y una completa falta de comprensión de cuál es la relación que existe entre nosotros y el Reino Unido.
En vista de ello, por supuesto, en un mundo que no tiene ninguna necesidad real de ocuparse de los derechos de las 3.000 personas que viven en un remoto grupo de islas en el Atlántico Sur, nuestra negativa a aceptar una oferta de vuelos directos a la Argentina, puede parece grosero, como también puede serlo la negativa del Gobierno británico a hablar con los argentinos sobre la soberanía, a menos que nosotros lo pidamos.
Antes de que podamos llegar a creer en la sinceridad de su deseo manifiesto de "darle una oportunidad a la paz",ella tendría que cancelar las restricciones de su gobierno contra el transporte marítimo, que son contrarias a las leyes internacionales del mar, y levantar la prohibición de los vuelos charter que hizo tanto daño a nuestra industria del turismo y tanto bien a Ushuaia. (También, por supuesto, tiene que quitar la cláusula de la Constitución argentina, que no permite ninguna otra negociación que las de soberanía ya que considera a las islas Malvinas como "las Islas Malvinas", una posesión argentina.)
De hecho, si la Presidente argentina está realmente preocupada de incrementar nuestra conectividad con el mundo exterior, ¿por qué ella no declara una política de cielos abiertos y deja que Aerolíneas Argentinas compita abiertamente y honestamente con otras compañías aéreas para ofrecer nuestro enlace aéreo comercial con el mundo exterior?
Estoy bastante seguro, sin embargo, que la lucha de la aerolínea argentina de bandera no sería la aerolínea elegida por la gente de aquí y Buenos Aires no sería el destino preferido.
La propuesta del Presidente es, al parecer, que el memorando de entendimiento de 1999 entre los gobiernos argentino y británico debe ser revisado. Puede haber algo de buena voluntad en las Malvinas para ver que eso suceda, pero sólo si los debates pueden ser francos y honestos, y abarcar otros aspectos de ese documento, más allá del vuelo de LAN.
Creo que nos gustaría ver otra vez abierto el "paraguas de soberanía", para que cuestiones de interés común, tales como los recursos ictícolas y la exploración de hidrocarburos, puedan ser discutidas para beneficio mutuo, y sin perjuicio de ello, también me gustaría mucho que el gobierno argentino, tal como alguna vez lo había prometido, dejara de usar el nombre de Puerto Argentino para identificar a nuestra capital, Stanley.
A diferencia de Malvinas, que es un nombre con autenticidad histórica, que se utiliza en un sentido más o menos neutral en todo el mundo de habla española, Puerto Argentino se mantiene como un recuerdo desagradable de un tiempo aún más desagradable y su uso permanente, 30 años después, es un insulto.
urgente 24
Sir Ernest Gordon Lewis, gobernador de Malvinas/Malvinas, recibe a oficiales de la Fuerza Aérea Argentina, el 15/11/1972: fue el 1er. vuelo de LADE a las islas, en un Fokker F27.
PUERTO ARGENTINO/STANLEY (Mercopress). Yo entregué los pasaportes de la familia a un funcionario de aspecto severo, sentado detrás de un escritorio, mientras que mi esposa y mi suegra pasaban a través en la sala de embarque con nuestra hija, quien todavía no había cumplido su 1er. año.
Junto con los pasaportes, también le entregué 3 tarjetas de identidad blancas, emitidas por el país a través del cual se encontraban en tránsito en el camino a las vacaciones en Gran Bretaña, desde nuestro hogar en Islas Malvinas/Malvinas.
Después de analizar toda la documentación, el oficial preguntó: "¿Dónde están los papeles del bebé?".
Le respondí que, como se podía ver, mi hija entraba en mi pasaporte, y que yo había sido informado de que era todo lo que se requería.
"Ud. está intentando llevar un bebé nacido en este país al extranjero sin autorización", dijo; entonces, barriendo todos nuestros documentos, desapareció en otra oficina con un seco: "Usted debe esperar aquí".
Mientras mi esposa y mi suegra-continuaban conversando distraídamente del otro lado de la ventana del salón, yo estaba desesperado preguntándome qué podía hacer si el gobierno representado por el funcionario decidía confiscar mi bebé.
Sabiendo lo que ya había demostrado capaz de hacer a sus propios ciudadanos, esto parecía una posibilidad clara y aterradora.
Afortunadamente, después de lo que pareció una eternidad, pero probablemente no fue más de media hora -la más larga de mi vida- el oficial regresó y nos permitió continuar nuestro camino, con nuestro bebé.
Ya que los lectores saben algo acerca de la historia reciente del Atlántico Sur, habrán adivinado que este incidente tuvo lugar en Ezeiza, el aeropuerto internacional de Buenos Aires.
Era el año 1980, cuando el único acceso a las islas Malvinas/Malvinas era a través de la Argentina, que insistió en que los viajeros con pasaportes distintos a los propios tenía que tener una "tarjeta blanca" que indicaba que el permiso para viajar había sido concedida por el gobierno argentino.
Espero que esta historia, en cierto modo, explique lo que para algunas personas puede parecer una inexplicable falta de entusiasmo de los habitantes de Malvinas/Malvinas, como respuesta a la voluntad expresada por la Presidente argentina de reemplazar el vuelo semanal desde Santiago de Chile, con 3 vuelos a la semana directamente desde Buenos Aires.
No importa lo barato que esos vuelos podrían resultar, o lo conveniente que sería para aquellas personas que desean viajar a Europa -nos encontramos todavía en el lado equivocado de los Andes-; no tenemos ningún deseo, una vez más, de supeditar nuestras comunicaciones externas a las exclusivas manos de lo que tenemos que considerar como un gobierno hostil.
Si este punto no fuese suficiente, la orden de la presidente Cristina Fernández de Kirchner a su ministro de Asuntos Exteriores de organizar el cambio de nuestras comunicaciones con el Gobierno británico, y no con el gobierno de las islas Malvinas/Malvinas, es una clara demostración de que, en su punto de vista, éste -y por lo tanto, nuestra comunidad- carece de legitimidad.
En un intento de imponernos cualquier tipo de acuerdo, sin consultarnos, desconociendo una vez más nuestro deseo y derecho a decidir nuestros propios asuntos, y una completa falta de comprensión de cuál es la relación que existe entre nosotros y el Reino Unido.
En vista de ello, por supuesto, en un mundo que no tiene ninguna necesidad real de ocuparse de los derechos de las 3.000 personas que viven en un remoto grupo de islas en el Atlántico Sur, nuestra negativa a aceptar una oferta de vuelos directos a la Argentina, puede parece grosero, como también puede serlo la negativa del Gobierno británico a hablar con los argentinos sobre la soberanía, a menos que nosotros lo pidamos.
Antes de que podamos llegar a creer en la sinceridad de su deseo manifiesto de "darle una oportunidad a la paz",ella tendría que cancelar las restricciones de su gobierno contra el transporte marítimo, que son contrarias a las leyes internacionales del mar, y levantar la prohibición de los vuelos charter que hizo tanto daño a nuestra industria del turismo y tanto bien a Ushuaia. (También, por supuesto, tiene que quitar la cláusula de la Constitución argentina, que no permite ninguna otra negociación que las de soberanía ya que considera a las islas Malvinas como "las Islas Malvinas", una posesión argentina.)
De hecho, si la Presidente argentina está realmente preocupada de incrementar nuestra conectividad con el mundo exterior, ¿por qué ella no declara una política de cielos abiertos y deja que Aerolíneas Argentinas compita abiertamente y honestamente con otras compañías aéreas para ofrecer nuestro enlace aéreo comercial con el mundo exterior?
Estoy bastante seguro, sin embargo, que la lucha de la aerolínea argentina de bandera no sería la aerolínea elegida por la gente de aquí y Buenos Aires no sería el destino preferido.
La propuesta del Presidente es, al parecer, que el memorando de entendimiento de 1999 entre los gobiernos argentino y británico debe ser revisado. Puede haber algo de buena voluntad en las Malvinas para ver que eso suceda, pero sólo si los debates pueden ser francos y honestos, y abarcar otros aspectos de ese documento, más allá del vuelo de LAN.
Creo que nos gustaría ver otra vez abierto el "paraguas de soberanía", para que cuestiones de interés común, tales como los recursos ictícolas y la exploración de hidrocarburos, puedan ser discutidas para beneficio mutuo, y sin perjuicio de ello, también me gustaría mucho que el gobierno argentino, tal como alguna vez lo había prometido, dejara de usar el nombre de Puerto Argentino para identificar a nuestra capital, Stanley.
A diferencia de Malvinas, que es un nombre con autenticidad histórica, que se utiliza en un sentido más o menos neutral en todo el mundo de habla española, Puerto Argentino se mantiene como un recuerdo desagradable de un tiempo aún más desagradable y su uso permanente, 30 años después, es un insulto.
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