El secretario de Defensa británico, Phillip Hammond, se equivocó en los datos . La Argentina compró, durante el gobierno de Carlos Menem, 36 aviones de combate A-4AR dentro de un plan para reequipamiento de la Fuerza Aérea.
Durante la guerra de Malvinas, la aviación militar perdió 47 aviones de combate y transporte, más 15 destruidos en tierra o que sufrieron accidentes. Pero hundió o destruyó 8 buques británicos y averió de consideración a otros 11. Además, obligó a la Organización del Atlántico Norte (OTAN) a replantear los sistemas de defensa antiaérea de sus barcos.
Pero después del gobierno de Menem se suspendieron la compra de aviones de combate y está demorada la construcción de aviones Pampa de entrenamiento avanzados. Los dos núcleos que quedan son los Mirage III de Tandil y los A4 de San Luis. Sin embargo, según un informe extraoficial “solo 4 Mirage III” están en condiciones de volar por falta de repuestos y algo parecido sucede con los A4.
También sufre problemas con los aviones de entrenamiento Mentor y Tucano. Los primeros tienen 53 años de servicio, denunció el diputado radical Julio Martínez. A la falta de aviones se suma el éxodo de pilotos de guerra a las empresas privadas donde ganan más que el triple de su sueldo.
Según el brigadier general (RE) Rubén Montenegro, entre 1993 y el 2007 se fueron unos 400 oficiales al sector privado. Formar un piloto de combate al Estado le cuesta 10 millones de pesos y son la médula de toda fuerza aérea.
Ningún político serio piensa en volver a usar la fuerza para recuperar las Malvinas, pero durante todo conflicto y más aún si algún día se reanudan las negociaciones por la soberanía, las fuerzas armadas en general y las aéreas, en particular, son un poder disuasorio.
Desde 1983 hasta el 2008, los gastos militares cayeron del 3,10 al 0,81 % del PBI y el actual gobierno no cumplió con la ley de reestructuración de las FF.AA. del ex ministro de Defensa Horacio Jaunarena que obligaba a un mínimo de compras de armas para que, por lo menos, puedan entrenar.
clarin
Durante la guerra de Malvinas, la aviación militar perdió 47 aviones de combate y transporte, más 15 destruidos en tierra o que sufrieron accidentes. Pero hundió o destruyó 8 buques británicos y averió de consideración a otros 11. Además, obligó a la Organización del Atlántico Norte (OTAN) a replantear los sistemas de defensa antiaérea de sus barcos.
Pero después del gobierno de Menem se suspendieron la compra de aviones de combate y está demorada la construcción de aviones Pampa de entrenamiento avanzados. Los dos núcleos que quedan son los Mirage III de Tandil y los A4 de San Luis. Sin embargo, según un informe extraoficial “solo 4 Mirage III” están en condiciones de volar por falta de repuestos y algo parecido sucede con los A4.
También sufre problemas con los aviones de entrenamiento Mentor y Tucano. Los primeros tienen 53 años de servicio, denunció el diputado radical Julio Martínez. A la falta de aviones se suma el éxodo de pilotos de guerra a las empresas privadas donde ganan más que el triple de su sueldo.
Según el brigadier general (RE) Rubén Montenegro, entre 1993 y el 2007 se fueron unos 400 oficiales al sector privado. Formar un piloto de combate al Estado le cuesta 10 millones de pesos y son la médula de toda fuerza aérea.
Ningún político serio piensa en volver a usar la fuerza para recuperar las Malvinas, pero durante todo conflicto y más aún si algún día se reanudan las negociaciones por la soberanía, las fuerzas armadas en general y las aéreas, en particular, son un poder disuasorio.
Desde 1983 hasta el 2008, los gastos militares cayeron del 3,10 al 0,81 % del PBI y el actual gobierno no cumplió con la ley de reestructuración de las FF.AA. del ex ministro de Defensa Horacio Jaunarena que obligaba a un mínimo de compras de armas para que, por lo menos, puedan entrenar.
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