En Brasil se discute la salida del canciller Patriota
El desempeño del Ministerio de Relaciones Exteriores brasilero (su sede es el Palacio de Itamaraty, en Brasilia) en la crisis institucional en Paraguay colocó a la cúpula de la diplomacia brasileña en jaque. El canciller Antonio Patriota y el asesor internacional de la Presidencia, Marco Aurélio García, sufrieron un considerable desgasta en el gabinete de Dilma Rousseff. El rumor indica que María Luiza Viotti será la próxima canciller.
La crisis provocada por la caída del presidente Fernando Lugo fue más allá de las fronteras de Paraguay, ganó contornos de conflicto regional y amenazó con convertirse en un gran dolor de cabeza para el gobierno de Dilma Rousseff.
No son suficientes todos los cuestionamientos al juicio polìtico con aires de 'golpe blando' para ocultar la acción torpe -de acuerdo a los críticos- del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, que puso al país en una situación delicada respecto de un vecino estratégico, y desgastó la cumbre de la diplomacia que ocurrió en la ciudad de Mendoza, Argentina.
Integrantes del gobierno de coalición presionaron a la presidenta Dilma Rousseff, reclamando hasta el despido del ministro de Relaciones Exteriores, Antonio Patriota.
"Quienes se oponen a la continuidad de Patriota han difundido que, en los días recientes, Dilma ya habría contemplado designar a una mujer al frente de la Cancillería: la embajadora Maria Luiza Viotti, jefa de la misión de Brasil ante la Organización de Naciones Unidas, en Nueva York, USA", de acuerdo al semanario IstoÈ.
Si bien el debate era muy interno dentro del gabinete de Dilma, fue inocultable cuando fue obligado a renunciar el embajador retirado Samuel Pinheiro Guimarães, hasta entonces alto representante ante el Mercosur -una especie de canciller del bloque regional-.
Pinheiro Guimarães fue uno de los responsables de aconsejar al Palacio Presidencial de apoyar medidas drásticas de castigo al nuevo gobierno de Paraguay, que iban más allá de suspender a Paraguay del bloque regional Mercosur hasta las elecciones de 2013.
Aunque la sanción política fue apoyada por Dilma, ella impidió que las sanciones se extendieran a las relaciones económicas y comerciales. La idea de Samuel Guimarães era aislar totalmente al principal socio comercial. Semejante extremismo debilitó aún más la posición de Guimarães e hizo imposible su permanencia. Oficialmente, el diplomático ofreció diferentes versiones de su renuncia.
Por un lado, él habló de "falta de apoyo" pero luego de "razones personales".
Conocido por sus posiciones favorables a los gobierno llamados "bolivarianos", Guimarães había sido designado por sugerencia del ex ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, hoy día ministro de Defensa.
Amorim es amigo y consuegro de Guimarães: la hija de uno está casada con el hijo del otro.
Guimarães también obtuvo el apoyo del asesor internacional de la Presidencia, Marco Aurelio García, quien desde hace tiempo no anda bien con Dilma. García tuvo su cuarto de hora como interlocutor de Luiz Inácio Lula da Silva ante Hugo Chávez Frías, pero Dilma no ratificó ni esa política ni la necesidad de ese intermediario.
García fue otro que propagó la tesis de la prohibición de Paraguay tanto en el Mercosur como la Unasur. Él y Guimarães también alimentaron la idea de utilizar la suspensión de Paraguay para aprobar el ingreso de Venezuela al Mercosur, una tesis polémica, que básicamente apuntaba a aprovechar la coyuntura de que Asunción, a cargo de la presidencia pro-témpore del bloque, era el objetor al ingreso de Venezuela.
Así, las curiosas articulaciones de la diplomacia brasilera que comenzaron cuando fue sorprendida por los acontecimientos en Paraguay durante la cumbre ambiental Río+20, y siguió en la cumbre del Mercosur/Unasur.
El embajador de Brasil en Paraguay, Eduardo dos Santos, envió en los últimos 6 meses, numerosos informes advirtiendo el riesgo de deterioro de la gobernabilidad en Paraguay, pero esa información no sensibilizó a los responsables de aconsejar a Rousseff acerca de su política exterior. Ellos no expusieron a la Presidente acerca de la situación en progreso.
Ni Patriota ni Marco Aurelio García evaluaron que el problema era grave, y fue una falla con mayúsculas, tal como lo expresó Urgente24: inexplicable para un país con ambiciones de potencia regional y que está reclamando un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU... pero se entera por los diarios del derrumbe de un Presidente aliado en un país con el que mantiene no solamente frontera geográfica sino múltiples intereses comunes.
Presionado por Dilma, el asesor internacional García argumentó que, desde su asunción en 2008, él había recibido 23 alertas de la intención de juicio político contra Lugo. O sea que Marco Aurelio pretendió justificarse ante Dilma que tantas veces había escuchado el rumor que ya no le prestaba atención. Esa explicación complica su situación porque, entonces, es incompetente para discernir entre una versión y un acontecimiento verdadero.
En la opinión de Marco Aurelio, no había ninguna razón para sospechar que esta vez ocurriría lo que mencionaban los viejos rumores reiterados.
García y Patriota le sugirieron a Dilma actuar a través de la Unasur, para compartir con otros países la responsabilidad en la crisis.
El problema fue que la misión de los cancilleres sudamericanos llegó a Asunción el viernes 22/06, el día que en el Congreso comenzó el juicio político, y la incursión tuvo el efecto contrario a lo esperado.
Con el miedo de que la interferencia de otros países terminara haciendo irrealizable el juicio político que habían planificado, diputados y senadores paraguayos aceleraron el proceso. Y Brasil no supo qué hacer para frenarlo.
El jueves 21/06, día en que se enteraron del arribo de los representantes de Unasur a Asunción, el Parlamento paraguayo decidió no atender la solicitud de Lugo de abrir un período de 3 días para presentar su defensa. Dijeron que le concederían 24 horas. Es decir, la acción de la Unasur precipitó el juicio político a Lugo, quien recibió un resultado aplastante: 39 votos por su destitución y sólo 4 a favor de su permanencia.
Entre la apertura del juicio político y la homologación de la decisión del Congreso por la Corte Suprema, pasaron 30 horas. El vicepresidente Federico Franco, del Partido Liberal, asumió rápidamente sobre la base de "evitar una guerra civil". En las calles, a excepción de pequeños grupos, no hubo reacción popular favorable a Lugo. Los militares, menos aún. Sin embargo, Lugo dijo ser víctima de un "golpe de Estado parlamentario".
Bueno, Urgente24 ya apuntó que hay que redefinir a qué se llama "golpe de Estado" en Latinoamérica porque ya no ocurren las asonadas convencionales, con blindados en las calles y declaración del estado de sitio.
Hoy día pueden hacerse siguiendo todos los pasos constitucionales, tal como ocurrió en la Argentina en diciembre de 2001, o ahora en Paraguay, e inclusive en Honduras, cuando cayó 'Mel' Zelaya.
Es obvio que ni la Unasur ni el Mercosur se encuentran preparados para eventos tan diferentes a lo convencional.
De todos modos, todo indica que tal como se dio el proceso paraguayo, hubo una ruptura democrática, aún cuando el juicio político haya respetado las reglas constitucionales ya que no hay ninguna ley que regule el tiempo que el entonces Presidente tenía para su defensa.
La acusación fue una prueba veraz de que Lugo fue condenado de antemano, al decir que "todas las causas para el juicio político son de notoriedad pública, por lo cual no necesitan ser probadas, conforme el ordenamiento legal vigente". Ese texto descubre la ilegalidad de todo lo que ocurrió después.
La forma en que ocurrió el juicio político también reveló que Lugo se encontraba en la mayor soledad, sin el menor apoyo político. Hombre de izquierda moderada, ex obispo católico partidario de la Teología de la Liberación, Lugo llegó al poder como el emergente de una ausencia de liderazgos políticos en un escenario de fuerte erosión el tradicional Partido Colorado, que gobernó el país durante casi 5 décadas.
Pero Lugo siempre fue considerado un "outsider" sin experiencia política y él pareció contentarse con esa realidad que era válida para ganar pero imposible para gobernar. Lugo nunca construyó apoyos dentro del Congreso y él se limitó a realizar concesiones periódicas al Partido Liberal y a los colorados.
En poco más de 3 años en el cargo, Lugo decepcionó a su propia base electoral. La reforma agraria, su gran bandera proselitista, avanzó tímidamente. Y nada consiguió en el combate contra el crimen organizado, el tráfico de drogas y de personas, temas que afectan directamente a Brasil pero Brasil no hacía un seguimiento detallado de los sucesos en Paraguay.
De acuerdo con los sectores del gobierno de Rousseff que reclaman la salida de Patriota, la impaciencia de Dilma con su ministro de Relaciones Exteriores no es nueva.
Según esas fuentes, desde abril, cuando se encontraba en USA, la Presidente criticó duramente el desempeño de Patriota en el gobierno. Dilma se negó a considerar con Patriota la lista de ganadores de las condecoraciones oficiales para recibir las medallas Río Branco, y hasta desprestigió la ceremonia.
Pero peor es el problema de Marco Aurelio García, cuya relación con Dilma no tiene retorno.
En marzo, ella lo desautorizó públicamente después que él filtró que el Banco Central reduciría las tasas de interés.
En la crisis de Paraguay, la Presidente le ordenó a García rectificar sus declaraciones a la prensa y dejar en claro que el juicio político a Lugo era un problema interno del Paraguay. Pero el daño, una vez más, ya estaba hecho.
Patriota tendría que haber hecho antes su viaje a Paraguay. Puede haber ido demasiado tarde", afirmó a IstoÉ el embajador retirado José Botafogo Goncalves, vicepresidente del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI).
Además de la reacción lenta, Botafogo piensa que la crisis debería haber sido discutida en el ámbito del Mercosur, no de Unasur, organismo nuevo y todavía disperso.
Esa acción permitió la injerencia de los bolivarianos Hugo Chávez (Venezuela) y Evo Morales (Bolivia), a coro con el discurso de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner.
Ahora, la estrategia de Dilma es tratar de limitar la crisis en el Mercosur.
También envió el ministro Gilberto Carvalho, secretarío General de la Presidencia, a hablar con la prensa y fue enviado como representante del gobierno a la 13ra. Cumbre Social del Mercosur, evento paralelo a la cumbre presidencial del bloque, en Mendoza, Argentina.
urgente 24
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