felizalde55
Veterano Guerra de Malvinas
Era un día como el de hoy en Buenos Aires, frío con sol radiante, cielo azul, raro en las islas. Era domingo, un poco más relajado en las actividades cotidianas del buque.
El buque: B/M Río Carcarañá, fondeados en Puerto Rey, una caleta recostada sobre el sur de la Isla Soledad en el estrecho de San Carlos.
Terrenos bajos, lomados, la mole del buque se distinguía, seguramente, desde lejos.
A eso de las 1000 nos pasa un avión por encima, ¿inglés? Si eso parecía. Preocupación a bordo.
Ya habíamos descargado todo, no nos quedaba más carga
Jornada larga en la radio, dos oficiales para cubrir las 24 horas de servicio. No es descansada la tarea menos aun escuchando las frecuencias donde pasan los mensajes Flash desde Rio Grande para las islas.
No hacíamos 6 x 6 6 hs de guardia x 6 de descanso, hacíamos 4 y 4 y, 8 y 8 para poder dormir un rato más prolongado en algún momento del día.
A las 1200 dejo la guardia, me voy a almorzar con el 3ro de Cubierta y el 3ro de Máquinas, los pichis de la oficialidad del buque, luego a descansar .
Ahí voy a mi camarote, me tiro vestido sin sacarme los borceguíes, hacía ya varios días que había tomado esa costumbre, por suerte. Los camarotes de los radios debían estar los más próximos a la estación de radio. El del Jefe sobre babor al lado de la radio, el del 1ro de Radio sobre la banda de estribor en la cubierta del puente de mando.
En un momento, no sé bien porque motivo, abro los ojos y me tiro por la escalera entre medio de gente que se escapa del puente corriendo hacia la base de esa escalera, amuchándonos tirados en el piso en el lugar más protegido del buque.
Olor a miedo, expresiones de miedo, sorpresa, shock. Se escuchan los impactos delas bombas en el agua al costado del buque, los impactos de los proyectiles de 30 mm en los mamparos de acero naval.
El ataque es fulminante y breve, violentísimo. Reportar daños, camarotes de la banda de estribor destrozados por la metralla. En el piso rodando los proyectiles ingleses, humeantes, ver si hay heridos, en que estado estamos. Todo el fuego concentrado en el casillaje.
El buque ya estaba descargado, lo último se había entregado al ”Isla de los Estados” la noche del 10 de Mayo, la misma noche en que lo hunde una fragata inglesa.
La máquina con los compresores agujereados por el ataque sin posibilidad de poner en marcha la máquina propulsora, nuestra única defensa...
Shockeados, agradeciendo estar todos vivos, los botes y las balsas de estribor destrozadas, las de babor, incólumes.
A dos millas de tierra y ante el cuadro de situación se ordena el abandono del buque. Se hizo en forma ordenada , los botes al agua embarcamos con todo lo posible y nos dirigimos a tierra.
Mientras cruzábamos a mitad camino, dos Harriers nos sobrevuelan, no nos atacan.
A la hora larga nos viene a buscar el Forrest, nos vamos para Bahía Fox.
A bordo estaban Payarola y González, los dos únicos sobrevivientes del Isla de los Estados. Así nos enteramos de lo sucedido.
Shockeados, naúfragos sin saber que hacer llegamos mu y de noche a Fox.
Empezó una nueva etapa en nuestras vidas.
El buque: B/M Río Carcarañá, fondeados en Puerto Rey, una caleta recostada sobre el sur de la Isla Soledad en el estrecho de San Carlos.
Terrenos bajos, lomados, la mole del buque se distinguía, seguramente, desde lejos.
A eso de las 1000 nos pasa un avión por encima, ¿inglés? Si eso parecía. Preocupación a bordo.
Ya habíamos descargado todo, no nos quedaba más carga
Jornada larga en la radio, dos oficiales para cubrir las 24 horas de servicio. No es descansada la tarea menos aun escuchando las frecuencias donde pasan los mensajes Flash desde Rio Grande para las islas.
No hacíamos 6 x 6 6 hs de guardia x 6 de descanso, hacíamos 4 y 4 y, 8 y 8 para poder dormir un rato más prolongado en algún momento del día.
A las 1200 dejo la guardia, me voy a almorzar con el 3ro de Cubierta y el 3ro de Máquinas, los pichis de la oficialidad del buque, luego a descansar .
Ahí voy a mi camarote, me tiro vestido sin sacarme los borceguíes, hacía ya varios días que había tomado esa costumbre, por suerte. Los camarotes de los radios debían estar los más próximos a la estación de radio. El del Jefe sobre babor al lado de la radio, el del 1ro de Radio sobre la banda de estribor en la cubierta del puente de mando.
En un momento, no sé bien porque motivo, abro los ojos y me tiro por la escalera entre medio de gente que se escapa del puente corriendo hacia la base de esa escalera, amuchándonos tirados en el piso en el lugar más protegido del buque.
Olor a miedo, expresiones de miedo, sorpresa, shock. Se escuchan los impactos delas bombas en el agua al costado del buque, los impactos de los proyectiles de 30 mm en los mamparos de acero naval.
El ataque es fulminante y breve, violentísimo. Reportar daños, camarotes de la banda de estribor destrozados por la metralla. En el piso rodando los proyectiles ingleses, humeantes, ver si hay heridos, en que estado estamos. Todo el fuego concentrado en el casillaje.
El buque ya estaba descargado, lo último se había entregado al ”Isla de los Estados” la noche del 10 de Mayo, la misma noche en que lo hunde una fragata inglesa.
La máquina con los compresores agujereados por el ataque sin posibilidad de poner en marcha la máquina propulsora, nuestra única defensa...
Shockeados, agradeciendo estar todos vivos, los botes y las balsas de estribor destrozadas, las de babor, incólumes.
A dos millas de tierra y ante el cuadro de situación se ordena el abandono del buque. Se hizo en forma ordenada , los botes al agua embarcamos con todo lo posible y nos dirigimos a tierra.
Mientras cruzábamos a mitad camino, dos Harriers nos sobrevuelan, no nos atacan.
A la hora larga nos viene a buscar el Forrest, nos vamos para Bahía Fox.
A bordo estaban Payarola y González, los dos únicos sobrevivientes del Isla de los Estados. Así nos enteramos de lo sucedido.
Shockeados, naúfragos sin saber que hacer llegamos mu y de noche a Fox.
Empezó una nueva etapa en nuestras vidas.