Cuando recién ingresé a la ARA (en la Isla Martín García, 14 de enero de 1967), una de las peores cosas que nos podía pasar era que el suboficial, al "bailarnos", ordenara: saltar y caer flexionados, con la bolsa de equipo al hombro...él decía que ibamos a hacer 50 saltos bien hechos...pero nunca le gustaban, así que nos hacía empezar de nuevo...terminábamos haciendo 100 o 150...llorábamos (y no de risa, precisamente)...las piernas no respondían ya...
Y lo otro malo que nos podía pasar era que nos ordenaran carrera march hacia un campito de tréboles que había rumbo a la pista de la isla, y de pronto ordenaran: cuerpo a tierra...arrastrarse....el maldito campito de tréboles estaba saturado de abrojos que no sólo te lastimaban, sino que se te metían entre las medias y los zapatos, por ejemplo...y entonces ordenaban: ¡congelarse!...no te podías mover para nada, y el abrojo se te clavaba a gusto y piacere....Lo recuerdo como si fuera hoy...tuve muchos momentos embromados en la ARA, pero juro por Neptuno que si volviera a tener 16 años y me preguntaran si quisiera entrar a una FF.AA, iría corriendo de nuevo a anotarme en la ARA...quizás elegiría alguna otra especialidad en lugar de comunicante (me hubiera gustado mucho ser IM francotirador) pero eso sí, en la ARA, siempre...
Abrazo nostalgioso de la Isla Martín García (en otro momento les cuento otras anécdotas...ahora tengo que salir, son las 7 de la mañana, para ir a cobrar "la vocación"....jajajajaja)
Abrazos