Relato del Coronel Esteban Vilgre La Madrid
Los Gurkas, los Escoceses y los infantes de marina
Los Gurkas (hasta el momento inactivos) y los Scotish Guards abandonaron las posiciones de partida e iniciaron su aproximación a los Montes Tumbledown y Williams aprovechando la oscuridad y protegidos por un intenso fuego terrestre y naval que hacía temblar el cerro. El Jefe de la 3ra Sección reunió algunos de sus hombres (estaban desperdigados por toda la cresta del cerro) y los arengó para el combate final. Era claro que la noche sería larga, no obstante eso no los privó de descansar (hasta el Jefe de Sección se quedó dormido y hubiese sufrido el congelamiento de sus piernas si no hubiese sido por la habilidad el Cabo 1ro Zapata, veterano de la montaña…) había que reservar fuerzas para el último aliento.
Desde las posiciones se oía el furioso combate que los infantes de marina estaban librando, las municiones trazantes y los tiros de apoyo largos silbaban sobre la Sección. Pesada, a la medianoche el ruido y los gritos eran intensos; el Soldado Britos, estafeta del Teniente 1ro Abella, Jefe de la Compañía, llegó transmitiendo la órden al Jefe de la Sección de presentarse en el Puesto Comando. A grandes zancadas trepó hasta las posiciones. Allí esperaban: el Jefe de Compañía, Teniente 1ro Abella; el Jefe del Sector; el Encargado de la Compañía y otros mas. El Mayor Jaimet ordenó al Subteniente La Madrid que reuniera a su fracción y la preparase para atacar; el Batallón de Infantería de Marina estaba siendo sobrepasado y era necesario aliviar la presión. Con el corazón escapando de su pecho, reunió a su gente pero su órden no llegó a todos y el tiempo urgía. Los dos últimos hombres, por la distancia en que se encontraban, nunca llegaron a enterarse (hasta el día de hoy sienten que se perdieron una parte de la guerra, y faltaron a sus camaradas… como si hubiese sido su culpa!!!). El Subteniente pronto extrañaría en el cerro a ese cañón de 90 mm.
Con su gente encolumnada detrás suyo marchó hacia el Puesto Comando de la Compañía Nácar del BIM 5 guiado por el Teniente de Corbeta Aquino; dejó sus hombres ocultos en las rocas y concurrió a recibir órdenes. Al bramido del viento y la nieve se sumaba el rugido de los cañones. El suelo temblaba y gigantescas bengalas con su silbido siniestro transformaban la noche en día. El Teniente de Navío Villaraza Comandante de la Compañía, lacónico, empapó de la situación al Jefe de la Sección no sin antes recordarle que la Infantería de Marina no se rendiría y que esperaba que esa fuese su posición. Luego de tomarse un jugo del cajón que oficiaba las veces de escritorio, el subteniente se retiró a reunirse con sus hombres, seguido por el sonido de la radio que informaba al Comandante de la Compañía la situación caótica de la primera línea en todos sus frentes.
Una bengala iluminó los rostros cansados de sus soldados, sus ojos brillaban con decisión pero sus caras flacas evidenciaban el desgaste de los últimos días. Se sintió conmovido por esos hombres que lejos de intentar una excusa, se levantaban lentamente, tomaban sus armas y lo seguían. Todo era un desborde; a retaguardia, la confusión del intercambio de disparos de los integrantes del BIM 5 -algunos ya mezclados en combate cuerpo a cuerpo-; al flanco derecho las restantes secciones de la Compañía envueltas en combate por el fuego y hacia el mar el combate en Monte Williams. Las ráfagas enemigas buscaban por todas partes un cuerpo para alojarse.
“Nadie dudó”
Cuando ordenó “seguirme” nadie dudó. Un nudo atenazaba su pecho… que ejemplo, que valor, que sentido del deber irradiaban sus hombres. Tomó rápidamente su fusil y siguió al Teniente de Corbeta Aquino, un Suboficial y un soldado. En el trayecto las bengalas los iluminaban y la sección se “inmovilizaba” cómicamente para que su aproximación no fuese percibida. Una vez llegados a una altura la situación adelante se hizo confusa. Era necesario un reconocimiento previo para no caer en manos del enemigo que disparaba en su dirección y hacia la primera línea, generando un caos difícil de comprender. El Jefe de Sección, el Suboficial de Marina y el Soldado Arrúa cruzaron un pequeño valle en silencio. Pasaron por una posición donde desde una radio llamaban a un operador que tal vez ya nunca contestaría y al llegar al centro del valle el Suboficial de la Armada mostró por el visor nocturno que quienes se encontraban a corta distancia no eran propia tropa… eran británicos. Situación increíble se había generado, en medio de un valle pelado a merced del enemigo!!. Los ingleses abrieron fuego impidiendo la reunión con el resto de la sección. Arrúa y el Subteniente se ocultaron detrás de una roca, aunque sería por poco tiempo. El resto de la Sección, para no delatar su ubicación (desventajosa por cierto) no había contestado el fuego. Fue allí, (mas por instinto que por valor) que el Subteniente tomó una granada para fusil y la disparó hacia el lugar donde se veía a quien comandaba la operación. Con la explosión se oyeron algunos cuerpos cayendo. La confusión generada les permitió reunirse con su gente. Mientras llegaban, los británicos se alertaron de un enemigo no detectado y comenzaron a disparar. El Teniente Aquino, pese a los disparos, se paró sobre una roca y con gritos desafiantes comenzó a disparar en dirección a ellos. Su acción permitió la reunión con la fracción y desplegar para el combate, pero también fue un modelo de valor que retempló su espíritu.
La Sección se hizo fuerte en el cerro y combatió con fiereza durante toda la noche. Cada ráfaga británica era respondida por otra igual. Con el transcurrir del tiempo el enemigo comenzó a ganar la espalda y la situación se hizo complicada. No obstante, cada vez que creían haber silenciado las ametralladoras, Horisberger y Poltronieri disparaban nuevamente con sus cañones al rojo. El lanzacohetes restante agotó su munición contra los nidos de ametralladoras y lentamente la situación comenzó a desbalancearse. Sin apoyo de morteros, sin radios, sin visores, sin cohetes y casi sin munición los infantes venderían cara la posición; el Jefe de la Sección se vio envuelto en un diálogo en inglés intentando confundir –sin éxito- a los británicos. Repentinamente la ametralladora de Horisberger (2) se trabó, dos veces esperó una pausa de fuego para regular los gases sin éxito. Una ráfaga en su pecho lo arrojó hacia atrás. El Jefe de Sección y otro soldado llegaron a su lado para verlo morir sin un quejido con su ametralladora aún en los brazos. La situación comenzó a descontrolarse pero los británicos no conseguían tomar la cresta. Las trazantes levantaban lluvias de piedras, las bengalas daban un toque lúgubre al lugar y las explosiones de los cohetes y misiles daban la sensación de que en el lugar la temperatura era mas elevada aunque hiciese frío y nevase. Algunos hombres empezaron a caer heridos y otras armas a silenciarse. En su cubierta de rocas eran alcanzados por el fuego Gómez y Ramos; cerca de ellos y mas hacia el oeste Duarte y hacia atrás Peralta. La posición donde estaba el Soldado Delfino con su Jefe de Grupo y otros mas cayó recién cuando estos estaban casi sin munición. Los Soldados Rodríguez (3), Balvidares (4) y Bordón (5), tomaron cargadores abandonados de las posiciones y eran de los pocos que aún tenían munición. No pensaban siquiera en rendirse y cayeron disparando contra los ingleses que intentaban avanzar por el flanco derecho para rodear la posición obligándolos a replegarse. Si lo hubiesen logrado, toda la fracción hubiese caído bajo sus disparos…. Inmediatamente fueron heridos en otro pozo Adorno y Pedeuboy intentando detener una fracción británica que avanzaba por su derecha . El Soldado Delfino y otros mas permanecieron en sus trincheras hasta que sin munición, fueron capturados.
El Jefe de Sección reunió a las bocas de fuego que aún le quedaban perdiendo contacto con el Grupo del Cabo Palomo; sin radios ni munición, decidió tratar de salvar a sus hombres. Era hora de replegarse. Ordenadamente, disparando y apoyándose mutuamente, comenzaron a descender del cerro pero otro obstáculo esperaba, el enemigo les había cortado la retirada. Fue en ese instante que una voz milagrosa gritó: “por acá”. Era el Subteniente Robredo y Venencia, Jefe de la Sección Apoyo de la Ca B, quien junto con el Sargento 1ro Corbalán y una ametralladora comenzaron a disparar a los británicos, los que al encontrarse con una nueva resistencia detuvieron su avance. Así, saltando entre las rocas, cayendo una y otra vez, la sección salió de la zona batida con las municiones trazantes picando entre sus piernas…
“El combate llegaba a su fin”
Al ir replegándose se ubicaron en posición nuevamente entre las rocas para disparar, era suicida jugar a la ruleta rusa. Los pocos hombres reunidos decidieron nuevamente vender cara su vida y comenzaron el fuego. Allí cayó heroicamente empuñando su fusil FAP en automático Walter Becerra (6), aquel que siempre hablaba de su novia en las noches de mate en las posiciones… Cayó también Echave (7) combatiendo con furia (quien, agotada su munición le pidió a su Jefe de Sección la pistola para morir matando). Nadie corrió ni huyo, el caos se adueñó del lugar pero no de sus almas. Así, agotados pero sin entregarse, las primeras luces del 14 de junio vieron a una Sección diezmada pero no vencida llegando a la base del cerro protegidos por la ametralladora de Poltronieri (8), quien, en un acto mas que heroico se quedó nuevamente para proteger el repliegue..
El Combate llegaba a su fin, luego de casi 6 horas de combate la “Right Flank” de los Guardias Escoceses, superior tres veces en número había conquistado el objetivo; a derecha e izquierda espesas estelas de humo se elevaban del cerro y en medio de ellas, largas columnas del BIM 5 iniciaban su repliegue organizadamente. Al encontrarse con su Jefe de Compañía y el Jefe de Sector, el joven oficial descargó su impotencia con un grueso epíteto y se preparó para reunir lo que quedaba de su gente. Pocos habían salido, algunos cayeron prisioneros en la posición, otros heridos y muertos… solo 23 hombres de 47 se encontraban en la base del cerro cuando los ingleses desataron una cerrada barrera de fuego en la entrada a Puerto Argentino para frenar el avance. Una fracción del Regimiento de Infantería 3, mezclada con algunos integrantes del Regimiento de Infantería 25, había quedado del otro lado de la bahía. El Teniente 1ro Abella ordenó reunir la gente que se pudiese y abrir el fuego contra las posiciones que se habían ocupado minutos antes para posibilitar su repliegue. Hecho esto con éxito, se continuó el avance en dirección al pueblo. El Jefe de Sección, el Sargento Echeverría, el Cabo 1ro Zapata, los cabos Palomo y Fernández, los Soldados Minutti, Montoya y otros soldados (mezclados con el Subteniente Franco e integrantes de su Sección) se dedicaron a tratar de destruir todo lo utilizable a su paso y consiguieron cruzar la barrera de fuego en la entrada de Puerto Argentino (no sin antes esperar una pausa de fuego dentro de la caldera de una casa abandonada).
El resto es conocido, la rendición y la preparación para el regreso. La 3ra Sección marchó con la Compañía al mismo bunker que ocupasen al llegar. A las doce de la noche hora del inicio de su cumpleaños, su Jefe lloró amargamente.
Al día siguiente debieron desplazarse hacia el Aeropuerto, previo entregar el armamento a un Capitán del Comando 45 británico, quien dijo: “pelearon bien, ahora: buena comida, buena cerveza, buen descanso y a prepararse para la próxima”. El Soldado Caminos, el Subteniente Franco y el Subteniente La Madrid discutieron algunos temas tácticos con él y marcharon con el resto de su gente. Un día después se ordenó marchar hacia un galpón de las Malvinas Islands Company, próximo al Puerto. El paso de la fracción por las calles de la ciudad se hizo mostrando orgullo, con el pecho levantado y mirando desafiantes a los captores. Ya dentro de la barraca, aprovechaban cada vez que salían a tomar aire desde su encierro, para mirar con nostalgia el contorno de los cerros que habían sido su hogar y su mortaja… La nieve cubrió todo de un suave manto la noche que subieron en silencio al trasbordador para embarcar rumbo al continente. Una tristeza y dolor indescriptible embargó a todos sus integrantes. Al subir a la cubierta del buque ARA Bahía Paraíso, se encontraron con algunos de los que creían muertos… el resto no es historia, el resto será presente mientras uno solo de los integrantes del Regimiento de Infantería 6 “Grl Viamonte” se encuentre con vida…
Nuestros combatientes fueron a la guerra convencidos de la causa que defendían y lucharon con bravura, mas allá del límite humano. Fueron derrotados por los enemigos mas formidables del planeta. Baste comparar el número de bajas que tuvieron los británicos en sus recientes campañas a Iraq y Afganistán con las que tuvieron en las Malvinas para comprender la medida de lo que aquí hemos relatado. Los argentinos poseemos un triste defecto: encontrar errores entre nuestras obras y no rescatar lo verdaderamente trascendente en las gestas heroicas, que deberían mostrar modelos de ciudadanos a nuestros jóvenes tan necesitados hoy de ideales (buscados entonces en luchadores o héroes de oscuros juegos en red o dibujos animados). Nuestros héroes no son cibernéticos ni poseen los músculos de Rambo. Son ciudadanos normales, altos, bajos, morochos o rubios, algunos con muy escasa preparación intelectual y otros instruidos, pero unidos por una conciencia clara de lo que es el honor y la dignidad nacional. Nadie muere en su posición por temor al superior que está en la retaguardia, si no, que le pregunten al Soldado Poltronieri o (si hubiese sobrevivido) a Juan Domingo Rodríguez que ante cada bombardeo trepaba a la cumbre del cerro y en señal de orgullo exhibía a los británicos sus genitales como señal de desafío…
Fue también un honor para los integrantes de la Sección combatir a la par de sus hermanos de la Infantería de Marina, fueron un ejemplo, modelo de camaradería y valor para todos sus integrantes.
Hoy cada uno de los infantes que hemos mencionado ha envejecido un poco pero libra con el mismo valor su propio combate. En vano ha sido que algunas absurdas leyes tratasen de discriminar a los soldados de los oficiales y suboficiales que combatieron con ellos codo a codo. Todos son veteranos de guerra y así se sienten. A su regreso al continente siguen hoy viviendo con la misma humildad con que lucharon; esa misma humildad que los hace callar cuando otros se inflan o minimizar sus propios méritos no hablando jamás en primera persona…
Sepa el lector que todo lo aquí expresado es absolutamente cierto, sepa que muy dentro suyo nuestros veteranos tienen un león, sereno pero listo para luchar con bravura hasta el fin, si fuera necesario, en defensa de su tierra y sus valores… Dos Hermanas, Tumbledown, Wall, Longdon, Darwin, Kent, el cielo argentino, el mar austral y muchos otros lugares son testigos de su bravura, patriotismo y desinteresada entrega.
Honor y Gloria a nuestros héroes que descansan en esa, su casa, nuestra casa…
(1) a (7) De los ocho muertos en combate pertenecientes a la Ca I B “Peribebuy” del RI 6, siete pertenecieron a la 3ra Sección: S/C 62 Horacio Balvidares, S/C 62 Walter Ignacio Becerra, S/C 62 Luis Jorge Bordón, S/C 62 Horacio Jose Echave, S/C 62 Héctor Antonio Guanes, S/C 62 Juan Domingo Horisberger, , S/C 62 Juan Domingo Rodríguez, el octavo S/C 62 Ricardo Jose Luna, pertenecía a la 1ra Sección.
(8) El Soldado Oscar Ismael Poltronieri debido a su actuación es el único conscripto de las FFAA.
Sobreviviente, condecorado con la Cruz La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate.
(9) Obtuvieron “Mención”: S/C Pedro Francisco Adorno (*), S/C Juan Antonio Duarte (*), S/C Néstor Osvaldo Gómez (*) , S/C Arturo Ricardo Pedeuboy (*), S/C Hugo Peralta (*), S/C Daniel Ricardo Ramos (*).
(*) Herido
(10)Distinguidos por el Ejército con la Medalla “Herido en Combate”: Cabo Marcos Fernández, Cabo Marcos Palomo, Cabo Cesar Manuel Rodríguez, S/C Pedro Francisco Adorno, S/C JuanAntonio Duarte, S/C Néstor Osvaldo Gómez, S/C Arturo Ricardo Pedeuboy, Ca B, S/C HugoPeralta, S/C Ricardo Daniel Ramos, (11) Los Soldados heridos en combate fueron: S/C 62 Gómez, S/C 62 Adorno, S/C 62 Ramos, S/C 62 Duarte, S/C 62 Peralta, S/C 62 Pedeuboy y S/C 62 DanielTode.
El autor durante la guerra con la jerarquía de Subteniente “En Comisión” – pocos días antes Cadete de IVto año del Colegio Militar de la Nación- se desempeñó como Jefe de la 3/B/RIMec 6 “Grl Viamonte”. Por su actuación fue distinguido por el Ejército con la Medalla “Al Esfuerzo y la Abnegación
Fuente: El Tábano