La iglesia cristiana de San Porfirio en Gaza sirve como refugio de los musulmanes de la franja
Por primera vez desde hace mucho, la iglesia ortodoxa griega San Porfirio de Gaza está llena hasta reventar. De a cientos, los desplazados palestinos encontraron refugio luego de haber escapado al diluvio de fuego israelí sobre la periferia de Chajaya.
Alrededor de 600 personas son albergadas en Saint-Porphyre, la iglesia más vieja aún activa en el enclave palestino, a la sombra de un minarete, en el barrio histórico de la Vieja Gaza, donde se guardan reliquias de esta ermita y de este obispo de Gaza del siglo V. La iglesia y la mezquita contigua abrieron sus puertas en un gesto de solidaridad interreligiosa, ofreciendo alimentos, bebidas y abrigo a los habitantes desplazados de Gaza, cualquiera sea su religión. Entre ellos hay “un gran número de mujeres y niños, incluso bebés. Muchos han visto destruidas sus casas y tratamos de ayudarlos” testimonia el arzobispo ortodoxo griego Alexios.
La comunidad cristiana de la franja de Gaza cienta con alrededor de 1.500 almas, en su mayoría ortodoxos griegos, sobre una población mayoritariamente musulmana, de 1,8 millones de habitantes. No habría más que 130 católicos romanos.
Sin embargo, incluso la iglesia no está a salvo de los bombardeos israelíes que han provocado más de 900 muertos desde el comienzo de la ofensiva militar contra Hamas. Según el arzobispo Alexios, cinco o seis obuses tocaron el lunes a la noche el sector de la iglesia y de la mezquita, en el barrio tomado como blanco de Zeitoun, mientras la población se aprestaba a realizar su iftar [comida nocturna después del ayuno diurno de ramadan] “La gente gritaba”, continúa. Un jardín de infantes manejado por la mezquita y el cementerio histórico de la iglesia quedaron dañados.
La iglesia de San Porfirio cobija a más de 500 desplazados
Para Mahmoud Khalaf, un habitante de Gaza, es una experiencia por lo menos inhabitual de postrarse cinco veces al día para la oración musulmana bajo la mirada de una imagen de Jesús en una iglesia del enclave palestino. Pero desde que el ejército israelí comenzó a bombardear sistemáticamente su ciudad de Chaaf, en el norte de este pequeño territorio de casi 360 km cuadrados, no tuvo otra opción que refugiarse en la iglesia ortodoxa griega Saint-Porphyre, en el barrio de la Vieja Gaza.
"Nos dejan rezar. He cambiado la visión que tenía de los cristianos. Verdaderamente no los conocía antes, pero se han vuelto nuestros hermanos", explica este musulmán palestino de 27 años. "El afecto entre los musulmanes y los cristianos se engrandece aquí” testimonia.
Cada día, él se dirige hacia La Meca, el primer lugar santo del Islam en Arabia Saudita, recita los versos del Corán y se prosterna, como lo haría en una mezquita.
Y tanto los sacerdotes como los feligreses de Saint-Porphyre están atentos a sus huéspedes.
La semana que viene, la gran fiesta del Fitr marcará el fin del ramadan. Pero para las familias enlutadas, por las decenas de miles de desplazados y por todos aquellos que aún padecen los bombardeos, el corazón no estará de fiesta.
"Los cristianos y los musulmanes tal vez puedan celebrar el Aïd juntos aquí”, adelanta Sabrine al-Ziyara, una musulmana que trabaja hace 10 años como asistente en San Porfirio. "Pero este año, no será la fiesta del fin del ayuno, será la fiesta de los mártires” dijo con tristeza.
Resumen de una serie de notas de L'Orient-Le Jour sobre cristianos y musulmanes en la franja de Gaza.
Por primera vez desde hace mucho, la iglesia ortodoxa griega San Porfirio de Gaza está llena hasta reventar. De a cientos, los desplazados palestinos encontraron refugio luego de haber escapado al diluvio de fuego israelí sobre la periferia de Chajaya.
Alrededor de 600 personas son albergadas en Saint-Porphyre, la iglesia más vieja aún activa en el enclave palestino, a la sombra de un minarete, en el barrio histórico de la Vieja Gaza, donde se guardan reliquias de esta ermita y de este obispo de Gaza del siglo V. La iglesia y la mezquita contigua abrieron sus puertas en un gesto de solidaridad interreligiosa, ofreciendo alimentos, bebidas y abrigo a los habitantes desplazados de Gaza, cualquiera sea su religión. Entre ellos hay “un gran número de mujeres y niños, incluso bebés. Muchos han visto destruidas sus casas y tratamos de ayudarlos” testimonia el arzobispo ortodoxo griego Alexios.
La comunidad cristiana de la franja de Gaza cienta con alrededor de 1.500 almas, en su mayoría ortodoxos griegos, sobre una población mayoritariamente musulmana, de 1,8 millones de habitantes. No habría más que 130 católicos romanos.
Sin embargo, incluso la iglesia no está a salvo de los bombardeos israelíes que han provocado más de 900 muertos desde el comienzo de la ofensiva militar contra Hamas. Según el arzobispo Alexios, cinco o seis obuses tocaron el lunes a la noche el sector de la iglesia y de la mezquita, en el barrio tomado como blanco de Zeitoun, mientras la población se aprestaba a realizar su iftar [comida nocturna después del ayuno diurno de ramadan] “La gente gritaba”, continúa. Un jardín de infantes manejado por la mezquita y el cementerio histórico de la iglesia quedaron dañados.
La iglesia de San Porfirio cobija a más de 500 desplazados
Para Mahmoud Khalaf, un habitante de Gaza, es una experiencia por lo menos inhabitual de postrarse cinco veces al día para la oración musulmana bajo la mirada de una imagen de Jesús en una iglesia del enclave palestino. Pero desde que el ejército israelí comenzó a bombardear sistemáticamente su ciudad de Chaaf, en el norte de este pequeño territorio de casi 360 km cuadrados, no tuvo otra opción que refugiarse en la iglesia ortodoxa griega Saint-Porphyre, en el barrio de la Vieja Gaza.
"Nos dejan rezar. He cambiado la visión que tenía de los cristianos. Verdaderamente no los conocía antes, pero se han vuelto nuestros hermanos", explica este musulmán palestino de 27 años. "El afecto entre los musulmanes y los cristianos se engrandece aquí” testimonia.
Cada día, él se dirige hacia La Meca, el primer lugar santo del Islam en Arabia Saudita, recita los versos del Corán y se prosterna, como lo haría en una mezquita.
Y tanto los sacerdotes como los feligreses de Saint-Porphyre están atentos a sus huéspedes.
La semana que viene, la gran fiesta del Fitr marcará el fin del ramadan. Pero para las familias enlutadas, por las decenas de miles de desplazados y por todos aquellos que aún padecen los bombardeos, el corazón no estará de fiesta.
"Los cristianos y los musulmanes tal vez puedan celebrar el Aïd juntos aquí”, adelanta Sabrine al-Ziyara, una musulmana que trabaja hace 10 años como asistente en San Porfirio. "Pero este año, no será la fiesta del fin del ayuno, será la fiesta de los mártires” dijo con tristeza.
Resumen de una serie de notas de L'Orient-Le Jour sobre cristianos y musulmanes en la franja de Gaza.