El despegue del SARA
Voló por primera vez el VANT-MET 1, germen de una iniciativa argentina en el área de la aeronáutica no tripulada. Este desarrollo puede significar un logro nacional equivalente al desarrollo nuclear o satelital. Por Carlos de la Vega
Los antecedentes formales del Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA) se remontan al 15 de noviembre de 2010, cuando se reconocía –a través de la Resolución Nº 1.484 del Ministerio de Defensa– la necesidad de dotar a la defensa nacional de sistemas aéreos no tripulados o VANT (vehículos aéreos no tripulados), a la vez que se consideraba que este desarrollo era una oportunidad para generar una nueva área de desarrollo y producción de alta tecnología en el país. El SARA se transformó en la continuación natural de algunas iniciativas en las que ya se venía trabajando en el sector militar, como el sistema Lipan del Ejército Argentino.
La Resolución MD Nº 1.484 preveía dos grandes líneas de acción: la primera consistía en la adquisición de las aeronaves más pequeñas, Clase I (ver clasificación de estas aeronaves en “Anticipos del futuro: la llegada de los drones”), a la industria privada nacional; la segunda, en la elaboración de un
Plan Nacional de Sistema Aéreo No Tripulado para el desarrollo y producción de VANT Clase II y Clase III, que desembocaría en el programa SARA. Estos vehículos son de mayor tamaño y mucha más complejidad, y demandan esfuerzos de inversión que en todas partes del mundo, de una forma u otra, son solventados por el Estado.
Encarar un desafío tecnológico de esta magnitud requería encontrar un actor que pudiera afrontar el reto con razonables chances de éxito. En Argentina no existen muchas empresas con esta capacidad. La mejor posicionada es sin lugar a dudas la empresa estatal rionegrina INVAP, con una extensa y virtuosa trayectoria en los rubros nuclear, satelital, medicina nuclear, radares y televisión digital. Estas razones fundamentaron sobradamente que INVAP fuera elegida como la responsable principal del SARA.
Dado que las plataformas (las aeronaves) pueden ser comunes a misiones muy diversas, cambiando el equipamiento con el que van dotadas según los propósitos buscados, se sumó al proyecto el entonces recientemente creado Ministerio de Seguridad. De esta forma, se firmó en julio de 2011 un contrato tripartito entre el Ministerio de Defensa, el de Seguridad e INVAP para impulsar el desarrollo del SARA.
El corazón de las razones
El SARA fue pensado para dotar a la defensa nacional de un sistema de vigilancia y control de los grandes espacios aéreos, terrestres y marítimos del país a la altura de los más avanzados del mundo. Además, el SARA es una extraordinaria oportunidad para desarrollar un subsector nuevo de la economía nacional con gran proyección internacional, el de la aviación no tripulada. Tanta relevancia está tomando este rubro a nivel mundial, que la consultora norteamericana en temas tecnológicos Frost & Sullivan calcula el mercado internacional de los VANT para el período 2011-2020 en 61.000 millones de dólares.
El núcleo más importante del valor agregado de los VANT no está en el componente aeronáutico (el avión en sí), ya que en general se trata de estructuras para vuelos subsónicos, sin demasiadas complicaciones para el estado del arte actual en la materia. Lo verdaderamente relevante son los sistemas que lleva en su interior: guiado y control (GPS, inerciales, etc.), sensores (cámaras giroestabilizadas, infrarrojas, radares de apertura sintética, etc.), comunicaciones (VHS o satelitales), ejecución de misión y propulsión. A esto debe añadirse el segmento “de tierra”, en donde hallamos la estación de control y el enlace de comunicaciones.
El VANT-MET 1 en tierra, momentos antes del despegue.
Para tener una idea de donde se concentra la relevancia tecnológica y económica de estos aparatos puede pensarse que el kilogramo de los sistemas antes mencionados tiene un valor, cada uno de ellos, entre 5 y 10 veces superior al propio avión. Son además tecnologías críticas que no es fácil que los países desarrollados cedan, o aún vendan, y cuando lo hacen es bajo la modalidad de “caja negra”, que priva al adquiriente de poder llevar a cabo otras tareas o aprendizajes que las estrictamente permitidas por el proveedor. No hay que olvidar que cuando se compran sistemas tecnológicos sofisticados, especialmente en el rubro de la defensa y la seguridad, no se adquiere únicamente un artefacto específico con determinadas prestaciones, sino que se incorpora implícitamente toda una doctrina de uso (operacional) concebida por el diseñador y que, a su vez, va atada a un extenso vínculo de sostén logístico que durará tanto como la vida útil del sistema.
Entrando en detalles
El programa SARA consta principalmente de dos partes: por un lado, el desarrollo y producción hasta el nivel de prototipo de aeronaves Clase II (tácticas) y, por el otro, el de Clase III (estratégicas), cada una de ellas con sus correspondientes sistemas de guiado y control, ejecución de misión, sensores, comunicaciones y propulsión.
Cada sistema SARA completo comprende tres segmentos:
- Aéreo: Integrado por 3 o 2 aeronaves, según se trate del Clase II o del Clase III respectivamente, con sus sensores y comunicaciones.
- Terreno: Compuesto por una estación de control móvil para 2 operadores y un sistema de comunicaciones.
- Logístico: Conformado por los elementos de soporte operativo, repuestos, herramental de mantenimiento, capacitación para el personal y documentación técnica.
Sistemas semejantes comprados en el exterior pueden tener un costo de entre 5 a 10 millones de dólares para los Clase II; y de 25 a 65 millones de dólares para los Clase III. El desarrollo de estos artefactos suele insumir más de 10 veces el costo de los productos de serie.
Adicionalmente, el SARA incluye un tercer tipo de aeronave, un blanco aéreo de alta velocidad para las prácticas de tiro antiaéreo. Un requerimiento originalmente realizado por la Armada Argentina, pero útil para cualquiera de las otras dos Fuerzas.
INVAP tiene la responsabilidad del diseño y la gestión del SARA, así como la integración del sistema completo y la definición de los ensayos de validación y verificación. El programa SARA contempla la formación de una red de más de 40 subcontratistas nacionales, muchas de ellas Pymes ubicadas en el interior del país, encargadas de la fabricación de componentes y la provisión de subsistemas. Este esquema, ya empleado con enorme éxito tecnológico y económico e importantes beneficios sociales, permite dejar establecida, más allá de una iniciativa específica, una sólida base industrial de alto valor agregado que mejora el sostenimiento y la evolución de todo el sistema de innovación y producción nacional a largo plazo.
La responsabilidad de INVAP en todo el proceso está prevista que llegue hasta la plena operatividad de los prototipos. Todo lo que se refiere a la propiedad intelectual de los desarrollos que se realicen para ello tendrá como titular al Estado Nacional, e INVAP efectuará la transferencia tecnológica a la entidad que designe el Ministerio de Defensa para la producción de los SARA una vez consolidado el diseño.
El primer vuelo
Como inmediata derivación de los desarrollos que debían realizarse para el SARA, en 2011, INVAP y el Ministerio de Seguridad firmaron un contrato, al que luego se sumó la Armada Argentina, para el diseño y producción de cámaras electro-ópticas giroestabilizadas destinadas a dotar a las aeronaves de las Fuerzas Armadas y a las de Seguridad. El proyecto pasó a denominarse SADI (Sistema de Adquisición y Diseminación de Imágenes) y en pocos meses más dos prototipos de la cámara desarrollada serán montados para evaluación en un helicóptero de la Policía Federal y en un avión P-3
Orión de la Armada Argentina.
El VANT-MET 1 SARA en pleno vuelo en los cielos cordobeses.
El SARA tardará aproximadamente 6 años para llegar a los prototipos consolidados.El primer vuelo del VANT-MET 1, conocido técnicamente como Modelo de Evaluación Tecnológica (MET) 1, o sea, el primer ensayo con una plataforma operativa dotada de varios de sus sistemas críticos, fue realizado en agosto pasado en Córdoba. Esto ha sido un hito en el desarrollo de este tipo de aeronaves en Argentina, que ha permitido calificar y validar procedimientos de diseño y construcción de componentes y partes en varias PYMES locales. Antes de llegar al modelo de serie se sucederán varios MET más de complejidad creciente.
Mientras el VANT-MET 1 comenzó sus primeros vuelos en agosto, INVAP ultima los detalles del desarrollo de otro de los subsistemas clave del programa, el autopiloto, el equipo que permitirá el vuelo automático del SARA. Este producto posee un valor
per se, tanto en lo tecnológico como en lo económico, ya que pocos países en el mundo tienen la capacidad de hacer elementos tan complejos y refinados.
Estar a la altura
El SARA comenzó su trayectoria en noviembre de 2010, y sus derivaciones, como el SADI, ya tienen un camino propio. A partir del presupuesto nacional de este año cuenta, además, con una previsión de financiamiento con proyección plurianual.
Si Argentina pretende ser un país de desarrollo creciente, con una matriz productiva diversificada, puestos de trabajo de calidad y una inserción internacional en nichos tecnológicos de punta, son las iniciativas como el SARA las que le abrirán ese camino y en las que debe concentrar su visión y sus energías. Los años recientes del país se han caracterizado por una revitalización del sentido y la fuerza para recuperar el control sobre el propio destino como sociedad. El SARA es un eslabón de ese proceso.
Carlos de la Vega