Malvinas, ese paisaje de la incomodidad
Por Maximiliano Tomas | Para LA NACION
¿Puede pensarse la relación de un argentino con las islas Malvinas desde una perspectiva generacional? Veamos. En el texto que cierra su último libro, Beatriz Sarlo escribe, en referencia al viaje que realizó a las islas en 2013: "Nunca me sentí más lejos del país donde vivía que en esos meses donde todo había sido eclipsado por la ilusión de que, guiada por la dictadura, la Argentina vencía a Gran Bretaña. Esa fantasía colectiva fue mi pesadilla. Por eso, nunca pensé en viajar a las islas, que eran para mí un lugar crepuscular: el crepúsculo de la dictadura, el de la muerte de los cientos de soldados argentinos, el de un nacionalismo territorial que no me interesaba". Pesadilla: la misma palabra que evoca Sarlo, pero con ecos más funestos, debe ser la que utilizan para referirse a Malvinas muchos de los nacidos a principios de la década del 60, los llamados "chicos de la guerra". Pero para buena parte de los argentinos de la década siguiente, Malvinas existe como una experiencia mediada: acaso una música de fondo (una marcha militar cuya letra había que aprender, reproducida en un tocadiscos de un patio de escuela), la percepción no muy clara de un ambiente de hostilidad castrense (el formar fila en ese mismo patio tomando distancia), cierta solidaridad con lo desconocido (escribir cartas a soldados imaginados, realizar donaciones), la preocupación y la angustia indescifrable en el rostro de los mayores. No mucho más. Malvinas fue una reconstrucción hecha a posteriori, a través de películas, novelas, ensayos. Tal vez lo siga siendo.
Nota Completa: http://www.lanacion.com.ar/1718339-malvinas-ese-paisaje-de-la-incomodidad
Por Maximiliano Tomas | Para LA NACION
¿Puede pensarse la relación de un argentino con las islas Malvinas desde una perspectiva generacional? Veamos. En el texto que cierra su último libro, Beatriz Sarlo escribe, en referencia al viaje que realizó a las islas en 2013: "Nunca me sentí más lejos del país donde vivía que en esos meses donde todo había sido eclipsado por la ilusión de que, guiada por la dictadura, la Argentina vencía a Gran Bretaña. Esa fantasía colectiva fue mi pesadilla. Por eso, nunca pensé en viajar a las islas, que eran para mí un lugar crepuscular: el crepúsculo de la dictadura, el de la muerte de los cientos de soldados argentinos, el de un nacionalismo territorial que no me interesaba". Pesadilla: la misma palabra que evoca Sarlo, pero con ecos más funestos, debe ser la que utilizan para referirse a Malvinas muchos de los nacidos a principios de la década del 60, los llamados "chicos de la guerra". Pero para buena parte de los argentinos de la década siguiente, Malvinas existe como una experiencia mediada: acaso una música de fondo (una marcha militar cuya letra había que aprender, reproducida en un tocadiscos de un patio de escuela), la percepción no muy clara de un ambiente de hostilidad castrense (el formar fila en ese mismo patio tomando distancia), cierta solidaridad con lo desconocido (escribir cartas a soldados imaginados, realizar donaciones), la preocupación y la angustia indescifrable en el rostro de los mayores. No mucho más. Malvinas fue una reconstrucción hecha a posteriori, a través de películas, novelas, ensayos. Tal vez lo siga siendo.
Nota Completa: http://www.lanacion.com.ar/1718339-malvinas-ese-paisaje-de-la-incomodidad