Salvedad y embarque
En realidad les estoy contando una historia, mis vivencias, no como soldado o militar, sino desde la condición de civil en la que fui a la guerra. Creo que es un enfoque distinto al que el resto de mis hermanos VGM, pueden contar.
Los marinos mercantes, mercantes a secas, somos una mezcla de gente proveniente de distintos orígenes. La maestranza y la marinería se forma en escuelas de la PNA, donde en un curso de unos meses, se les imparte la instrucción básica necesaria para poder embarcar. Deberán aprobar el examen para poder obtener la Libreta de Embarco, documento que les permite trabajar embarcados. Cabos y suboficiales de ARA y PNA, pueden también obtener la libreta y venían a navegar a la Mercante.
Los Oficiales provenimos, básicamente de la Escuela de Náutica Manuel Belgrano, fundada por este gran hombre en 1799, durante su paso por el Real Consulado de Buenos Aires.
Actualmente hay solo dos especialidades, Cubierta y Máquinas, hasta hace unos 30 años eran 4. Radiocomunicaciones y Administración, también se estudiaban en la ENN (también llamada Escuela Nacional de Náufragos).
La Escuela depende de la Armada, y hay una formación profesional con algunos rasgos de la militar pero muy leve. Son 3 años en la Escuela y un año embarcado como Pilotín, un pasante, en algún buque mercante.
También muchos oficiales y suboficiales maquinistas y electricistas de la Armada, que pidieron la baja o el retiro, venían a navegar con los mercantes, y pese a las diferentes formaciones, se han armado amistades y tripulaciones muy buenas, donde esas diferencias se achatan y realimentan la convivencia. Los mercantes pueden estar navegando meses y meses sin ver a la familia y compartiendo la vida con un montón de gente que podrán ser conocidos algunos, si sos tripulante habitual de un buque o empresa, o circunstanciales si estás haciendo un relevo (suplencia).
La disciplina a bordo, es la de cualquier trabajo, con respeto, pero no se parece a la disciplina militar, es mucho más relajada.
Hecha la salvedad, para ubicarlos en nuestro entorno continúo con el relato.
Hasta el 1º de abril, los Radios recién egresados y recién incorporados a ELMA como Oficiales, antes habíamos sido Pilotines, es decir pasantes, hacíamos guardia de operadores en las frecuencias tranquilas de LSA.
A partir del 2 de abril, en nuestra condición de Oficiales Mercantes (civiles) también hacíamos de estafetas entre LSA, frente a lo que era el Policlínico Ferroviario y el Servicio de Comunicaciones Navales en el Edificio Libertad. Esto implicaba una larga caminata de un lado a otro cuando llegaban mensajes de nuestros buques (los de ELMA) para la ARA.
Pasado el 2 de abril hay que empezar a aprovisionar las islas, así que hay estamos nosotros, los mercantes.
Se inician los viajes con destino al Sur, algunos hacia el continente, muy pocos hacia las islas.
El primero en ir a las Islas es el Río Cincel, el Jefe de Radio era el Negro Mansilla y tenía como Pilotín a Marcia Marchesotti. La noche que salieron de las Islas estuve toda la guardia atento a una de sus frecuencias de trabajo exclusivamente a la a orden por cualquier necesidad hasta que nos informaron que habían dejado la zona de exclusión.
En la semana tengo un intento fallido de embarque en el Río Neuquén, al final se fue el Polaco Veluscek, compñero de promoción, como Jefe.
A los dos o tres días me avisan, “Panchito, embarcás en el Río Carcarañá como 1er radio. Tomá la boleta, andá presentate en el buque, está en Dique 4.
En esa época, donde ahora está el Yacht Club Puerto Madero, estaban los barcos medio desactivados o por desactivar antes del desguace.
El Río Carcarañá ya estaba par el desguace, veremos adonde vamos.
Así fue como me encontré con el Gordo Raúl Bechi, como Jefe de Radio, lamentablemente ya fallecido. Raúl no había hecho la Escuela, había obtenido su título dando los exámenes como libre. Todo un mérito. Entrerriano, campechano, ponía cara de malo. Un poco más grande que yo, no mucho.
Una mañana tenemos que presentarnos en el Edificio Libertad para recibir instrucciones. Mientras íbamos caminando por la plazoleta que existía anteriormente por la Av. Pte Castillo, el Gordo (yo no soy flaco, pero soy Pancho) me dice muy serio: “Mirá pibe, te aviso que para trabajar yo soy un hijo de ****”. Qué bien, le contesto, porque entonces vamos a ser dos.
Muchos años después Raúl me confesó que ese fue un punto de inflexión en la relación entre los dos porque no me dejé correr. Por supuesto que fuimos grandes compañeros y amigos, no de los que se ven habitualmente, pero si de aquellos que se conocen profundamente por tantas cosas compartidas.
Cuando llegamos al Libertad, nos empiezan a dar planes eventuales de comunicación frecuencias, etc. Los miramos y le decimos: Todo bien ,pero nosotros podemos transmitir en 4 frecuencias fijas por cada banda. Recibir donde quieran. ¿Tienen idea adonde vamos?
No, contestan. ¿El buque que línea hace? Ninguna estaba para desguazar.
La expresión de la cara de esos hombres no nos presentó un panorama muy alentador. Su silencio, menos.
Al final quedamos que cualquier mensaje lo pasaran por LSA, con quienes teníamos absoluta capacidad de enlace.
Mientras volvíamos caminando a ELMA, nos miramos y al mismo tiempo pusimos cara de que sea lo que Dios quiera. Los buques tiene como única defensa la velocidad y la suerte, si las tienen. Sabés que sos punto, nunca banca. Lo que podés hacer en un conflicto armado es entregar la carga y rajar, no hay otra alternativa.
Allá volvimos al buque, tuvimos que armar toda la instalación de baterías para usar con los equipos de emergencia, una sala con tres pisos de baterías para poder mantener la estación funcionando durante muchas horas. Cargarlas, verificarlas. Revisar las antenas de transmisión, los equipos transmisores, instalar un receptor de banda corrida. Ver el estado de los radares, sonda ecoica, handys, etc. La ventaja era que eramos dos. Tuve la suerte de haber tenido muy buenos Jefes durante mi Pilotinaje y no estaba tan verde, así que pude ayudarlo a Raúl y laburamos como locos.
No se sabía cuando zarpábamos, ni nos comunicaban adonde. Las pilchas y los efectos personales, ya los teníamos a bordo porque no sabíamos si teníamos tiempo para ir a buscarlos.
En la Mercante cada uno se lleva lo suyo, no hay provisión ni bolsa de equipo, ni nada parecido. Me llevé borceguíes, camperas de frío, dos, sweaters gruesos, gorro de lana, cuchillos de hoja fija y Victorinox. Un bolso con herramientas, libros, radiograbador y música en cassettes.
A medida que pasaban los días, nos cruzabamos con los otros tripulantes y nos ibamos presentando paulatinamente.
Al buque lo empezaron a cargar en una de las dársenas, carga general. Dos bodegas llenas de tambores de 200 lts con gasoil, nafta super y JP1. Containers de combustible en cubierta de 10' pegados al casillaje. Una batería antiaerea completa, con sus camiones cargados de munición y su armamento, cocinas de campaña, jeeps, alimentos frescos y congelados. Un camión de 20 ton, proyecto de CITEFA, el Yarará con lanzador de cohetes, 72 por lanzamiento,si no me equivoco, y 144 cohetes, equivalente a dos lanzamientos. Con el camión vinieron el Capitán Marcelo Novoa y el Sarg Ayte Benzo ambos de Ejército
Una vez en navegación, nos anuncian que nuestro destino era Puerto Argentino. Hay que oscurecer el buque, se le pega papel madera a todos los ojos de buey y se pinta el papel de negro, las luces por la mitad o menos.
Como había que cubrir guardia permanente y eramos 2, el Gordo organiza y me dice hacemos 4 y 4 y 8 y 8. Esto significaba que yo hacía la guardia de 0400 a 1200, Raúl de 1200 a 1600, nuevamente yo de 1600 a 2000 y Raúl de 2000 a 0400. De ese modo, dormíamos casi 8 hs seguidas sin problema. O trataríamos.
Escuchabamos 4 frecuencias al mismo tiempo. Los transmisores bien apagados.
Empezaba otra aventura marítima, no teníamos idea cuanto de cierto tenía esa expresión.
Pancho