La Nación 14/06/2016
Éxodo militar: más de 500 uniformados se fueron de las FF.AA. en lo que va del año
El reciente aumento salarial del 35,7% destinado a las Fuerzas Armadas no sólo estuvo motivado por la necesidad de mejorar los sueldos, que se encontraban desfasados en un 40% respecto de las remuneraciones de la Prefectura y la Gendarmería. También aspira a poner un freno al éxodo de efectivos, que en los últimos meses emigraron de las fuerzas desalentados por las bajas remuneraciones.
En lo que va del año, unos 500 militares -principalmente suboficiales- abandonaron las Fuerzas Armadas en busca de mejores perspectivas profesionales y salariales, revelaron a LA NACION fuentes del Ministerio de Defensa. La sangría se dio con más contundencia en el Ejército y el destino más apreciado de los que emigran es la Policía Metropolitana, que ofrece mejores salarios.
Según el recuento de distintas fuentes, en los últimos meses pidieron el retiro entre 270 y 300 efectivos del Ejército, a los que se suman unos 100 en la Armada y poco menos de un centenar en la Fuerza Aérea. "La Policía Metropolitana recibe principalmente a los infantes del Ejército y de la Marina y muchos dejan la Armada para probar suerte en la Marina Mercante, que ofrece mejores sueldos", explicó a LA NACION una fuente castrense. El éxodo en la Fuerza Aérea es menor y no es nuevo: hace tiempo que las principales compañías aéreas seducen a los pilotos con mejores perspectivas laborales en el sector privado. La estrechez de recursos para capacitación, adiestramiento y renovación de equipos provoca desaliento en el personal y por eso muchos prestan oídos a posibles nuevas fuentes de trabajo.
"No se va a solucionar todo con el aumento salarial. Pero es una señal para mostrar nuestra intención de mejorar las condiciones y dejar atrás el maltrato que recibían los militares en gestiones anteriores", afirmó el ministro de Defensa, Julio Martínez, ante una consulta de LA NACION a raíz del éxodo militar.
Las dimensiones de la salida de uniformados fueron confirmadas por los principales jefes de las fuerzas. "Las deserciones no se dan en los niveles más altos, pero un general cobraba hasta la semana pasada, antes del último aumento, unos $ 45.000 en el bolsillo, cuando uno de su misma jerarquía cobra $ 65.000 en la Gendarmería y $ 100.000 en la Metropolitana", graficó un oficial, al confirmar que los pedidos de retiro se dan especialmente entre los suboficiales.
Fuentes de la Policía Metropolitana confirmaron la tendencia, aunque aclararon que la fuerza porteña no incorpora a todos los que se presentan. "Tratamos de sumar gente con experiencia y los ingresos, además, son por etapas", precisó un vocero de la fuerza. Explicó que se examinan los antecedentes de los postulantes y que se producen incorporaciones tres o cuatro veces por año. La Policía Metropolitana tiene un plantel de 6000 agentes, de los cuales el 70% suele provenir de la Policía Federal. Poco más del 10% llega desde la policía bonaerense y cerca de un 8% procede de las Fuerzas Armadas.
Según pudo saber LA NACION, un cadete sin experiencia cobra en la Metropolitana unos $ 17.000 cuando ingresa, y el equivalente a un sargento u oficial mayor puede ingresar con un sueldo de $ 28.000. Antes del aumento salarial otorgado la semana pasada en las Fuerzas Armadas, el sueldo básico de un suboficial era de $ 11.400 y con los suplementos por cargo o material podía llegar a $ 20.000. "En cargos más altos, el cambio de una fuerza a otra podría implicar una mejora de $ 15.000", comentó a LA NACION un oficial del Ejército.
Mientras las compañías de aviación privadas seducen a pilotos experimentados y formados en la Fuerza Aérea con sueldos internacionales, las empresas de la Marina Mercante ofrecen sueldos que triplican la grilla salarial de la Armada. También influyen las perspectivas que se abren con miras a la etapa de la jubilación. "Es natural que los militares busquen horizontes que les permitan jubilarse con mejores sueldos", reflexionó un oficial en actividad.
"La prolongada postergación salarial facilitó el éxodo. Pero la falta de recursos y de equipamiento genera pocos estímulos, especialmente en los jóvenes, que no pueden desarrollar su vocación, porque no pueden subirse a un barco ni practicar horas de vuelo por falta de aviones", graficó una fuente castrense.