Cómo se hace un comando
Una especialidad de la que pocos egresan
¿Son personas especiales? ¿Es una actividad para todos? ¿Qué se necesita para serlo? Dos expertos de la Agrupación Fuerza de Operaciones Especiales (FOE) respondieron a las inquietudes de DEF y dieron detalles sobre el curso que dictan todos los años. Una especialización que requiere de valor, agresividad y convencimiento. Las prácticas en distintos escenarios se hacen en las peores condiciones. El testimonio vivo de los comandos en la guerra de Malvinas.
Por Lauro Noro / Fotos: Gentileza FOE.
Edit foto.
El sargento Thomas Beckett está a punto disparar. En medio del follaje de la selva centroamericana, la red de enmascaramiento lo confunde con el paisaje. Luego de enfocar el blanco en la mira telescópica, el índice derecho tira del gatillo del fusil de precisión. Su misión está cumplida y desaparece sin dejar rastros. Nadie sabe de dónde provino el ataque. La escena, protagonizada por Tom Berenger, la hemos visto muchas veces en el cine. Muestra cómo actúan los comandos, esos soldados de elite que cautivan el imaginario popular con sus audaces “golpes de mano”. Hablamos de las dos Guerras Mundiales, Corea, Vietnam y, sin ir más lejos, el conflicto de Malvinas, donde hicieron gala de su valor, entrega, entrenamiento y profesionalismo.
Su tarea es simple: operar en la profundidad del territorio enemigo, en forma aislada la mayoría de las veces. Con pocos recursos intentan sobrevivir en ese ambiente para lograr efectos letales sobre el poder de combate del enemigo. O sea, atacan puestos de comando, instalaciones logísticas, puentes, vías de comunicación, depósitos de armas y combustible. ¿Cómo los entrenan en nuestro país? Esa es la pregunta del millón. En Campo de Mayo obtuvimos la respuesta.
Un curso que se las trae
Con la boina verde y el característico puñal que los identifica, recibieron a DEF el jefe de la Agrupación Fuerza de Operaciones Especiales (FOE) del Ejército y el titular de su Estado Mayor, coroneles Santiago Ferreira y Alberto Palazzo (VGM), respectivamente. La unidad, creada en diciembre de 2005, está formada por las Compañías de Comandos 601, con asiento en Campo de Mayo, y 602, en Córdoba; la Compañía de Fuerzas Especiales; la Compañía de Apoyo; y el Regimiento de Asalto Aéreo con helicópteros. “Todas son de despliegue rápido, con gran capacidad de alistamiento para embarcarse en aviones o helicópteros y operar en el lugar del país que se nos indique”, acota. Sin embargo, el motivo de la visita fue conocer las características del curso que dictan todos los años para la formación de comandos, que es voluntario.
Los postulantes deben pasar por un severo entrenamiento que pone en juego su voluntad y carácter. Luego de tres meses -este año será de 102 días de duración-, egresan como expertos en paracaidismo, andinismo, esquí, buceo, tiro, manejo de distintas armas, defensa personal, explosivos, comunicaciones, técnicas y tácticas de combate. “Durante ese lapso, estarán totalmente aislados del mundo exterior. Ninguno podrá tomar contacto con nadie. Se ven y conviven entre ellos. Está diseñado para subtenientes y tenientes, desde cabos a sargentos, y normalmente la mayoría son solteros. Con los casados es un problema, pero son decisiones personales. Pueden recibir una carta, pensar, meditar -y por eso muchos abandonan-, o decir que no les escriban por tres meses”, agrega Ferreira. “El tema es que deben estar capacitados para operar en distintos ambientes geográficos del país, como la montaña (estival o nevada), el monte, zonas de mesetas y puna, en el desierto de la Patagonia y en el centro del país. Y debe ser un hombre con la aptitud para conducir (oficiales) y ejecutar (suboficiales)”. No tienen soldados comandos.
Entrenamiento duro, combate fácil
Si bien la convocatoria es amplia, y se difunde en todas las unidades para llegar a la gente joven del Ejército de todas las armas y especialidades, no entra cualquiera. Solo los más aptos. “Por eso tenemos varias fases, que comienzan con un examen de admisión de dos días. A esa primera prueba, en 2008, se presentaron 125 hombres y quedaron 90. Deben conocer reglamentos y pasar un examen físico con distintas pruebas”.
-En esa primera mirada, ¿ya semblantean a los futuros comandos?
-Luego de ella, sumada a un examen psicológico sobre las exigencias que van a enfrentar y los valores que pretendemos tenga el comando, en un cónclave evaluamos a quienes están en condiciones de seguir. Pero ese no es el principal filtro de la selección.
-¿Cuál es?
-La siguiente fase o etapa básica, que dura un mes. Se les cambian un poco los parámetros que cada uno trae y empiezan a sufrir exigencias con una actividad permanente. De madrugada trabajan sin solución de continuidad, en instrucción, tiro, entrenamiento físico, natación, con media hora para comer. Luego sigue navegación, paracaidismo, instrucción nocturna y descanso. Y vuelta al ritmo. Una presión constante. Comienzan a cansarse y desgastarse, y se produce la mayor cantidad de deserciones.
-En la cancha se ven los pingos…
-Exactamente. Con ese cambio de ritmo se produce una decantación natural, y los que pasan esta fase comienzan a trabajar en los ambientes naturales; es decir, salimos de Buenos Aires y vamos al resto del país. Es un promedio histórico que orilla entre el 30 y 40% de egresos; unos 27 y 36 hombres de esos 90. El hombre se va dando cuenta de si está en condiciones de seguir, si va a aguantar, y eso que todavía no trabajó en otras geografías donde las exigencias son bastante más serias.
Soldado todo terreno
La fragua es dura, constante, severa. En los dos meses siguientes la presión no disminuye. “Hay quienes se ponen histéricos, otros que se desgastan mucho y no piensan ni razonan como uno quiere. Los instructores vamos haciendo cónclaves y calificando con una nota a los postulantes sobre su rendimiento general. Entonces, si dice por ejemplo que el hombre tiene puntajes bajos en varias materias y, encima, cuando se lo pone en un puesto con responsabilidad en alguna cosa, no funciona bien, no va”, completa Ferreira.
-¿Simulan situaciones de combate?
-Siempre, y un poco preparadas para comprobar comportamientos. Dentro del cuartel son relativas, pero son más fuertes cuando salimos al interior, donde sí se trata de incrementar un factor que para nosotros es importante para la formación: la incertidumbre.
-¿De qué manera la logran?
-Se trabaja sin relojes, de noche y cuando el hombre pierde la noción de si es un jueves o un lunes, porque cae de lleno en el lugar donde se hacen las prácticas. Se le asigna una situación equis, una misión, se organiza una fracción o patrulla, con su jefe, encargado, apuntador y tirador. Con cada ejercicio cambian los roles y esto pasa sucesivamente en la montaña, el monte, el desierto y la meseta.
-¿Aquí también abandonan?
-Sí. Uno se va dando cuenta de si rinde o no. Además, hay muchos a los que no les hace falta llegar al cónclave porque voluntariamente piden la separación.
-¿Puede darse el caso de que no sean aptos para un lugar y sí para otro?
-A nosotros mismos nos ha pasado que un ambiente geográfico nos es más favorable y ahí nos desempeñamos mejor, y otro, como decimos en la jerga del comando, “nos quiebra”. A veces es por el frío, el calor, los mosquitos, las alimañas, etcétera.
-¿Contemplan este tipo de cosas?
-No, solo vemos el rendimiento. No nos interesa de qué lugar vino el individuo. Es más, ni siquiera lo llamamos por el apellido, sino que lo identificamos por un número. Es más práctico e impersonal.
-¿Se trata entonces de un súper soldado?
-Lo es, pero tiene que ver más con un hombre con carácter y valores dotado de una capacitación técnica. No se pretende sacar al súper buzo en quince días, pero sí a un hombre que no le tenga miedo al agua ni a operar en profundidad y reaccionar adecuadamente en ese elemento.
-¿Hacen defensa personal?
-Sí, y hacia el final de la etapa básica tienen pruebas de carácter con luchas entre hombres del mismo peso y de la misma talla, para ver y despertar su agresividad, que es lo que queremos.
-¿Y con respecto a las armas?
-Utilizan todo tipo de armas de fuego automáticas, como pistolas, FAL, M16, MAG, algunos fusiles para los tiradores especiales y armas blancas en defensa personal. El manejo de explosivos es una materia del curso para cortar vías férreas, afectar puentes, provocar emboscadas, abrir brechas.
Psicología y valores
La cuestión psicológica juega un papel fundamental. Ferreira la explica. “En ese sentido, hay un seguimiento de las reacciones y conductas. El hombre que se ‘quebró’ porque siendo jefe no impartió órdenes, no supo conducir la patrulla, tuvo flaquezas en el mando bajo presión, no sirve para lo que queremos. Demuestra su mala camaradería en un momento de crisis”.
-¿Cómo se prepara a un hombre para que, por ejemplo, tenga que eliminar a un centinela en frío o deba cumplir con órdenes de ese tipo?
-La cuestión está en apuntar a la presión y la agresividad. Si se ve a un hombre dubitativo, con miedo a golpear, a enfrentar un momento de crisis, no sirve. Además, si cuando tira con armas de fuego, con una granada, pasa por pistas de reacción, que son obstáculos de grandes dificultades, en altura, en agua, en monte, en pruebas de arrojo, donde hay que tirarse desde 30 metros, muestra signos de dudas, no va reuniendo el perfil del comando y se le empieza a hacer un seguimiento personalizado para ver cómo reacciona nuevamente. En el cónclave se decide si sigue o no.
-En síntesis, ¿qué tipo de hombre buscan?
-Que tenga valores y carácter; que conozca sus límites; que si no come durante dos días pueda aguantar el hambre; que tenga agresividad y resistencia, porque todas sus acciones son furtivas, agresivas y ofensivas; que pueda desplazarse en cualquier terreno sin problemas; que no tenga temor a tirarse en paracaídas o descender de un helicóptero en cuerdas; y que sepa está en un alto grado de exposición desde que sale a operar.
-¿Dónde está la clave de todo?
-En que se conozca y sepa hasta dónde puede llegar. Uno se pregunta: ¿es posible nadar en pleno invierno en un lago para rescatar a un compañero, marchar durante 130 kilómetros en el monte formoseño, u operar a más de 4000 metros en Tupungato? ¿Alimentarse con raíces? Sí, es posible.
-¿Cómo termina el curso?
-Hacemos un ejercicio final de consolidación de conocimientos y, una vez egresados, alimentamos a las compañías de comando de las unidades. Y ahí sí se identifican los perfiles como el francotirador o tirador especial, el apuntador de MAG o el tirador común que maneja todo tipo de armas.
El ejemplo de Malvinas
El sacrificio y ejemplo de los comandos de Malvinas es una flama que no se apaga. Palazzo explica su significado. “Es el estímulo que tenemos desde el primer día que hacemos la formación de presentación. Nombramos y honramos a los muertos y hacemos presión en los postulantes para que nunca, cuando nos toque intervenir, tengamos una actuación por debajo de ese nivel que mostraron ellos en las islas. Es la motivación permanente. Tenemos algo concreto para transmitirle a la gente que se está formando.
-¿Cómo se mide un comando?
-No por lo que hace sino por lo que es capaz de hacer. Y eso es lo que se vio un poco en Malvinas. Los comandos sorprendieron no solo a las propias fuerzas sino al enemigo, con pocos recursos, en forma aislada y demás, por los efectos que lograron. Son pocos hombres con capacidad para lograr efectos a un muy bajo costo de vidas. Por eso, necesitamos un hombre con criterio, sentido común, independencia de juicio, decisión y con una cierta autonomía al evaluar los pasos a seguir para el éxito de su misión. Un hombre rústico, que se sabe cansado y tiene frío y va a seguir igual adelante.
-¿Cuál es el ámbito más difícil para el cursante?
-Todos tienen su dificultad. Uno tiene que adaptarse rápidamente con un despliegue de 72 horas, a pasar de estar en la llanura con el clima templado de Buenos Aires o Córdoba, y llegar a un clima extremo en la Patagonia, Puerto Iguazú o el monte formoseño. Donde más novedades hay es en el monte, por la deshidratación, el picado de insectos, infecciones, lastimaduras, etcétera.
Cómo se hace un comando
Una especialidad de la que pocos egresan
¿Son personas especiales? ¿Es una actividad para todos? ¿Qué se necesita para serlo? Dos expertos de la Agrupación Fuerza de Operaciones Especiales (FOE) respondieron a las inquietudes de DEF y dieron detalles sobre el curso que dictan todos los años. Una especialización que requiere de valor, agresividad y convencimiento. Las prácticas en distintos escenarios se hacen en las peores condiciones. El testimonio vivo de los comandos en la guerra de Malvinas.
Por Lauro Noro / Fotos: Gentileza FOE.
Edit foto.
El sargento Thomas Beckett está a punto disparar. En medio del follaje de la selva centroamericana, la red de enmascaramiento lo confunde con el paisaje. Luego de enfocar el blanco en la mira telescópica, el índice derecho tira del gatillo del fusil de precisión. Su misión está cumplida y desaparece sin dejar rastros. Nadie sabe de dónde provino el ataque. La escena, protagonizada por Tom Berenger, la hemos visto muchas veces en el cine. Muestra cómo actúan los comandos, esos soldados de elite que cautivan el imaginario popular con sus audaces “golpes de mano”. Hablamos de las dos Guerras Mundiales, Corea, Vietnam y, sin ir más lejos, el conflicto de Malvinas, donde hicieron gala de su valor, entrega, entrenamiento y profesionalismo.
Su tarea es simple: operar en la profundidad del territorio enemigo, en forma aislada la mayoría de las veces. Con pocos recursos intentan sobrevivir en ese ambiente para lograr efectos letales sobre el poder de combate del enemigo. O sea, atacan puestos de comando, instalaciones logísticas, puentes, vías de comunicación, depósitos de armas y combustible. ¿Cómo los entrenan en nuestro país? Esa es la pregunta del millón. En Campo de Mayo obtuvimos la respuesta.
Un curso que se las trae
Con la boina verde y el característico puñal que los identifica, recibieron a DEF el jefe de la Agrupación Fuerza de Operaciones Especiales (FOE) del Ejército y el titular de su Estado Mayor, coroneles Santiago Ferreira y Alberto Palazzo (VGM), respectivamente. La unidad, creada en diciembre de 2005, está formada por las Compañías de Comandos 601, con asiento en Campo de Mayo, y 602, en Córdoba; la Compañía de Fuerzas Especiales; la Compañía de Apoyo; y el Regimiento de Asalto Aéreo con helicópteros. “Todas son de despliegue rápido, con gran capacidad de alistamiento para embarcarse en aviones o helicópteros y operar en el lugar del país que se nos indique”, acota. Sin embargo, el motivo de la visita fue conocer las características del curso que dictan todos los años para la formación de comandos, que es voluntario.
Los postulantes deben pasar por un severo entrenamiento que pone en juego su voluntad y carácter. Luego de tres meses -este año será de 102 días de duración-, egresan como expertos en paracaidismo, andinismo, esquí, buceo, tiro, manejo de distintas armas, defensa personal, explosivos, comunicaciones, técnicas y tácticas de combate. “Durante ese lapso, estarán totalmente aislados del mundo exterior. Ninguno podrá tomar contacto con nadie. Se ven y conviven entre ellos. Está diseñado para subtenientes y tenientes, desde cabos a sargentos, y normalmente la mayoría son solteros. Con los casados es un problema, pero son decisiones personales. Pueden recibir una carta, pensar, meditar -y por eso muchos abandonan-, o decir que no les escriban por tres meses”, agrega Ferreira. “El tema es que deben estar capacitados para operar en distintos ambientes geográficos del país, como la montaña (estival o nevada), el monte, zonas de mesetas y puna, en el desierto de la Patagonia y en el centro del país. Y debe ser un hombre con la aptitud para conducir (oficiales) y ejecutar (suboficiales)”. No tienen soldados comandos.
Entrenamiento duro, combate fácil
Si bien la convocatoria es amplia, y se difunde en todas las unidades para llegar a la gente joven del Ejército de todas las armas y especialidades, no entra cualquiera. Solo los más aptos. “Por eso tenemos varias fases, que comienzan con un examen de admisión de dos días. A esa primera prueba, en 2008, se presentaron 125 hombres y quedaron 90. Deben conocer reglamentos y pasar un examen físico con distintas pruebas”.
-En esa primera mirada, ¿ya semblantean a los futuros comandos?
-Luego de ella, sumada a un examen psicológico sobre las exigencias que van a enfrentar y los valores que pretendemos tenga el comando, en un cónclave evaluamos a quienes están en condiciones de seguir. Pero ese no es el principal filtro de la selección.
-¿Cuál es?
-La siguiente fase o etapa básica, que dura un mes. Se les cambian un poco los parámetros que cada uno trae y empiezan a sufrir exigencias con una actividad permanente. De madrugada trabajan sin solución de continuidad, en instrucción, tiro, entrenamiento físico, natación, con media hora para comer. Luego sigue navegación, paracaidismo, instrucción nocturna y descanso. Y vuelta al ritmo. Una presión constante. Comienzan a cansarse y desgastarse, y se produce la mayor cantidad de deserciones.
-En la cancha se ven los pingos…
-Exactamente. Con ese cambio de ritmo se produce una decantación natural, y los que pasan esta fase comienzan a trabajar en los ambientes naturales; es decir, salimos de Buenos Aires y vamos al resto del país. Es un promedio histórico que orilla entre el 30 y 40% de egresos; unos 27 y 36 hombres de esos 90. El hombre se va dando cuenta de si está en condiciones de seguir, si va a aguantar, y eso que todavía no trabajó en otras geografías donde las exigencias son bastante más serias.
Soldado todo terreno
La fragua es dura, constante, severa. En los dos meses siguientes la presión no disminuye. “Hay quienes se ponen histéricos, otros que se desgastan mucho y no piensan ni razonan como uno quiere. Los instructores vamos haciendo cónclaves y calificando con una nota a los postulantes sobre su rendimiento general. Entonces, si dice por ejemplo que el hombre tiene puntajes bajos en varias materias y, encima, cuando se lo pone en un puesto con responsabilidad en alguna cosa, no funciona bien, no va”, completa Ferreira.
-¿Simulan situaciones de combate?
-Siempre, y un poco preparadas para comprobar comportamientos. Dentro del cuartel son relativas, pero son más fuertes cuando salimos al interior, donde sí se trata de incrementar un factor que para nosotros es importante para la formación: la incertidumbre.
-¿De qué manera la logran?
-Se trabaja sin relojes, de noche y cuando el hombre pierde la noción de si es un jueves o un lunes, porque cae de lleno en el lugar donde se hacen las prácticas. Se le asigna una situación equis, una misión, se organiza una fracción o patrulla, con su jefe, encargado, apuntador y tirador. Con cada ejercicio cambian los roles y esto pasa sucesivamente en la montaña, el monte, el desierto y la meseta.
-¿Aquí también abandonan?
-Sí. Uno se va dando cuenta de si rinde o no. Además, hay muchos a los que no les hace falta llegar al cónclave porque voluntariamente piden la separación.
-¿Puede darse el caso de que no sean aptos para un lugar y sí para otro?
-A nosotros mismos nos ha pasado que un ambiente geográfico nos es más favorable y ahí nos desempeñamos mejor, y otro, como decimos en la jerga del comando, “nos quiebra”. A veces es por el frío, el calor, los mosquitos, las alimañas, etcétera.
-¿Contemplan este tipo de cosas?
-No, solo vemos el rendimiento. No nos interesa de qué lugar vino el individuo. Es más, ni siquiera lo llamamos por el apellido, sino que lo identificamos por un número. Es más práctico e impersonal.
-¿Se trata entonces de un súper soldado?
-Lo es, pero tiene que ver más con un hombre con carácter y valores dotado de una capacitación técnica. No se pretende sacar al súper buzo en quince días, pero sí a un hombre que no le tenga miedo al agua ni a operar en profundidad y reaccionar adecuadamente en ese elemento.
-¿Hacen defensa personal?
-Sí, y hacia el final de la etapa básica tienen pruebas de carácter con luchas entre hombres del mismo peso y de la misma talla, para ver y despertar su agresividad, que es lo que queremos.
-¿Y con respecto a las armas?
-Utilizan todo tipo de armas de fuego automáticas, como pistolas, FAL, M16, MAG, algunos fusiles para los tiradores especiales y armas blancas en defensa personal. El manejo de explosivos es una materia del curso para cortar vías férreas, afectar puentes, provocar emboscadas, abrir brechas.
Psicología y valores
La cuestión psicológica juega un papel fundamental. Ferreira la explica. “En ese sentido, hay un seguimiento de las reacciones y conductas. El hombre que se ‘quebró’ porque siendo jefe no impartió órdenes, no supo conducir la patrulla, tuvo flaquezas en el mando bajo presión, no sirve para lo que queremos. Demuestra su mala camaradería en un momento de crisis”.
-¿Cómo se prepara a un hombre para que, por ejemplo, tenga que eliminar a un centinela en frío o deba cumplir con órdenes de ese tipo?
-La cuestión está en apuntar a la presión y la agresividad. Si se ve a un hombre dubitativo, con miedo a golpear, a enfrentar un momento de crisis, no sirve. Además, si cuando tira con armas de fuego, con una granada, pasa por pistas de reacción, que son obstáculos de grandes dificultades, en altura, en agua, en monte, en pruebas de arrojo, donde hay que tirarse desde 30 metros, muestra signos de dudas, no va reuniendo el perfil del comando y se le empieza a hacer un seguimiento personalizado para ver cómo reacciona nuevamente. En el cónclave se decide si sigue o no.
-En síntesis, ¿qué tipo de hombre buscan?
-Que tenga valores y carácter; que conozca sus límites; que si no come durante dos días pueda aguantar el hambre; que tenga agresividad y resistencia, porque todas sus acciones son furtivas, agresivas y ofensivas; que pueda desplazarse en cualquier terreno sin problemas; que no tenga temor a tirarse en paracaídas o descender de un helicóptero en cuerdas; y que sepa está en un alto grado de exposición desde que sale a operar.
-¿Dónde está la clave de todo?
-En que se conozca y sepa hasta dónde puede llegar. Uno se pregunta: ¿es posible nadar en pleno invierno en un lago para rescatar a un compañero, marchar durante 130 kilómetros en el monte formoseño, u operar a más de 4000 metros en Tupungato? ¿Alimentarse con raíces? Sí, es posible.
-¿Cómo termina el curso?
-Hacemos un ejercicio final de consolidación de conocimientos y, una vez egresados, alimentamos a las compañías de comando de las unidades. Y ahí sí se identifican los perfiles como el francotirador o tirador especial, el apuntador de MAG o el tirador común que maneja todo tipo de armas.
El ejemplo de Malvinas
El sacrificio y ejemplo de los comandos de Malvinas es una flama que no se apaga. Palazzo explica su significado. “Es el estímulo que tenemos desde el primer día que hacemos la formación de presentación. Nombramos y honramos a los muertos y hacemos presión en los postulantes para que nunca, cuando nos toque intervenir, tengamos una actuación por debajo de ese nivel que mostraron ellos en las islas. Es la motivación permanente. Tenemos algo concreto para transmitirle a la gente que se está formando.
-¿Cómo se mide un comando?
-No por lo que hace sino por lo que es capaz de hacer. Y eso es lo que se vio un poco en Malvinas. Los comandos sorprendieron no solo a las propias fuerzas sino al enemigo, con pocos recursos, en forma aislada y demás, por los efectos que lograron. Son pocos hombres con capacidad para lograr efectos a un muy bajo costo de vidas. Por eso, necesitamos un hombre con criterio, sentido común, independencia de juicio, decisión y con una cierta autonomía al evaluar los pasos a seguir para el éxito de su misión. Un hombre rústico, que se sabe cansado y tiene frío y va a seguir igual adelante.
-¿Cuál es el ámbito más difícil para el cursante?
-Todos tienen su dificultad. Uno tiene que adaptarse rápidamente con un despliegue de 72 horas, a pasar de estar en la llanura con el clima templado de Buenos Aires o Córdoba, y llegar a un clima extremo en la Patagonia, Puerto Iguazú o el monte formoseño. Donde más novedades hay es en el monte, por la deshidratación, el picado de insectos, infecciones, lastimaduras, etcétera.
-¿Es en balde preguntar si son exigentes?
-Sí, exigimos lo peor. O sea, nada que uno no haya hecho. Hay que transmitir ese convencimiento de que si uno quiere, puede.
-¿Es en balde preguntar si son exigentes?
-Sí, exigimos lo peor. O sea, nada que uno no haya hecho. Hay que transmitir ese convencimiento de que si uno quiere, puede.
Una especialidad de la que pocos egresan
¿Son personas especiales? ¿Es una actividad para todos? ¿Qué se necesita para serlo? Dos expertos de la Agrupación Fuerza de Operaciones Especiales (FOE) respondieron a las inquietudes de DEF y dieron detalles sobre el curso que dictan todos los años. Una especialización que requiere de valor, agresividad y convencimiento. Las prácticas en distintos escenarios se hacen en las peores condiciones. El testimonio vivo de los comandos en la guerra de Malvinas.
Por Lauro Noro / Fotos: Gentileza FOE.
Edit foto.
El sargento Thomas Beckett está a punto disparar. En medio del follaje de la selva centroamericana, la red de enmascaramiento lo confunde con el paisaje. Luego de enfocar el blanco en la mira telescópica, el índice derecho tira del gatillo del fusil de precisión. Su misión está cumplida y desaparece sin dejar rastros. Nadie sabe de dónde provino el ataque. La escena, protagonizada por Tom Berenger, la hemos visto muchas veces en el cine. Muestra cómo actúan los comandos, esos soldados de elite que cautivan el imaginario popular con sus audaces “golpes de mano”. Hablamos de las dos Guerras Mundiales, Corea, Vietnam y, sin ir más lejos, el conflicto de Malvinas, donde hicieron gala de su valor, entrega, entrenamiento y profesionalismo.
Su tarea es simple: operar en la profundidad del territorio enemigo, en forma aislada la mayoría de las veces. Con pocos recursos intentan sobrevivir en ese ambiente para lograr efectos letales sobre el poder de combate del enemigo. O sea, atacan puestos de comando, instalaciones logísticas, puentes, vías de comunicación, depósitos de armas y combustible. ¿Cómo los entrenan en nuestro país? Esa es la pregunta del millón. En Campo de Mayo obtuvimos la respuesta.
Un curso que se las trae
Con la boina verde y el característico puñal que los identifica, recibieron a DEF el jefe de la Agrupación Fuerza de Operaciones Especiales (FOE) del Ejército y el titular de su Estado Mayor, coroneles Santiago Ferreira y Alberto Palazzo (VGM), respectivamente. La unidad, creada en diciembre de 2005, está formada por las Compañías de Comandos 601, con asiento en Campo de Mayo, y 602, en Córdoba; la Compañía de Fuerzas Especiales; la Compañía de Apoyo; y el Regimiento de Asalto Aéreo con helicópteros. “Todas son de despliegue rápido, con gran capacidad de alistamiento para embarcarse en aviones o helicópteros y operar en el lugar del país que se nos indique”, acota. Sin embargo, el motivo de la visita fue conocer las características del curso que dictan todos los años para la formación de comandos, que es voluntario.
Los postulantes deben pasar por un severo entrenamiento que pone en juego su voluntad y carácter. Luego de tres meses -este año será de 102 días de duración-, egresan como expertos en paracaidismo, andinismo, esquí, buceo, tiro, manejo de distintas armas, defensa personal, explosivos, comunicaciones, técnicas y tácticas de combate. “Durante ese lapso, estarán totalmente aislados del mundo exterior. Ninguno podrá tomar contacto con nadie. Se ven y conviven entre ellos. Está diseñado para subtenientes y tenientes, desde cabos a sargentos, y normalmente la mayoría son solteros. Con los casados es un problema, pero son decisiones personales. Pueden recibir una carta, pensar, meditar -y por eso muchos abandonan-, o decir que no les escriban por tres meses”, agrega Ferreira. “El tema es que deben estar capacitados para operar en distintos ambientes geográficos del país, como la montaña (estival o nevada), el monte, zonas de mesetas y puna, en el desierto de la Patagonia y en el centro del país. Y debe ser un hombre con la aptitud para conducir (oficiales) y ejecutar (suboficiales)”. No tienen soldados comandos.
Entrenamiento duro, combate fácil
Si bien la convocatoria es amplia, y se difunde en todas las unidades para llegar a la gente joven del Ejército de todas las armas y especialidades, no entra cualquiera. Solo los más aptos. “Por eso tenemos varias fases, que comienzan con un examen de admisión de dos días. A esa primera prueba, en 2008, se presentaron 125 hombres y quedaron 90. Deben conocer reglamentos y pasar un examen físico con distintas pruebas”.
-En esa primera mirada, ¿ya semblantean a los futuros comandos?
-Luego de ella, sumada a un examen psicológico sobre las exigencias que van a enfrentar y los valores que pretendemos tenga el comando, en un cónclave evaluamos a quienes están en condiciones de seguir. Pero ese no es el principal filtro de la selección.
-¿Cuál es?
-La siguiente fase o etapa básica, que dura un mes. Se les cambian un poco los parámetros que cada uno trae y empiezan a sufrir exigencias con una actividad permanente. De madrugada trabajan sin solución de continuidad, en instrucción, tiro, entrenamiento físico, natación, con media hora para comer. Luego sigue navegación, paracaidismo, instrucción nocturna y descanso. Y vuelta al ritmo. Una presión constante. Comienzan a cansarse y desgastarse, y se produce la mayor cantidad de deserciones.
-En la cancha se ven los pingos…
-Exactamente. Con ese cambio de ritmo se produce una decantación natural, y los que pasan esta fase comienzan a trabajar en los ambientes naturales; es decir, salimos de Buenos Aires y vamos al resto del país. Es un promedio histórico que orilla entre el 30 y 40% de egresos; unos 27 y 36 hombres de esos 90. El hombre se va dando cuenta de si está en condiciones de seguir, si va a aguantar, y eso que todavía no trabajó en otras geografías donde las exigencias son bastante más serias.
Soldado todo terreno
La fragua es dura, constante, severa. En los dos meses siguientes la presión no disminuye. “Hay quienes se ponen histéricos, otros que se desgastan mucho y no piensan ni razonan como uno quiere. Los instructores vamos haciendo cónclaves y calificando con una nota a los postulantes sobre su rendimiento general. Entonces, si dice por ejemplo que el hombre tiene puntajes bajos en varias materias y, encima, cuando se lo pone en un puesto con responsabilidad en alguna cosa, no funciona bien, no va”, completa Ferreira.
-¿Simulan situaciones de combate?
-Siempre, y un poco preparadas para comprobar comportamientos. Dentro del cuartel son relativas, pero son más fuertes cuando salimos al interior, donde sí se trata de incrementar un factor que para nosotros es importante para la formación: la incertidumbre.
-¿De qué manera la logran?
-Se trabaja sin relojes, de noche y cuando el hombre pierde la noción de si es un jueves o un lunes, porque cae de lleno en el lugar donde se hacen las prácticas. Se le asigna una situación equis, una misión, se organiza una fracción o patrulla, con su jefe, encargado, apuntador y tirador. Con cada ejercicio cambian los roles y esto pasa sucesivamente en la montaña, el monte, el desierto y la meseta.
-¿Aquí también abandonan?
-Sí. Uno se va dando cuenta de si rinde o no. Además, hay muchos a los que no les hace falta llegar al cónclave porque voluntariamente piden la separación.
-¿Puede darse el caso de que no sean aptos para un lugar y sí para otro?
-A nosotros mismos nos ha pasado que un ambiente geográfico nos es más favorable y ahí nos desempeñamos mejor, y otro, como decimos en la jerga del comando, “nos quiebra”. A veces es por el frío, el calor, los mosquitos, las alimañas, etcétera.
-¿Contemplan este tipo de cosas?
-No, solo vemos el rendimiento. No nos interesa de qué lugar vino el individuo. Es más, ni siquiera lo llamamos por el apellido, sino que lo identificamos por un número. Es más práctico e impersonal.
-¿Se trata entonces de un súper soldado?
-Lo es, pero tiene que ver más con un hombre con carácter y valores dotado de una capacitación técnica. No se pretende sacar al súper buzo en quince días, pero sí a un hombre que no le tenga miedo al agua ni a operar en profundidad y reaccionar adecuadamente en ese elemento.
-¿Hacen defensa personal?
-Sí, y hacia el final de la etapa básica tienen pruebas de carácter con luchas entre hombres del mismo peso y de la misma talla, para ver y despertar su agresividad, que es lo que queremos.
-¿Y con respecto a las armas?
-Utilizan todo tipo de armas de fuego automáticas, como pistolas, FAL, M16, MAG, algunos fusiles para los tiradores especiales y armas blancas en defensa personal. El manejo de explosivos es una materia del curso para cortar vías férreas, afectar puentes, provocar emboscadas, abrir brechas.
Psicología y valores
La cuestión psicológica juega un papel fundamental. Ferreira la explica. “En ese sentido, hay un seguimiento de las reacciones y conductas. El hombre que se ‘quebró’ porque siendo jefe no impartió órdenes, no supo conducir la patrulla, tuvo flaquezas en el mando bajo presión, no sirve para lo que queremos. Demuestra su mala camaradería en un momento de crisis”.
-¿Cómo se prepara a un hombre para que, por ejemplo, tenga que eliminar a un centinela en frío o deba cumplir con órdenes de ese tipo?
-La cuestión está en apuntar a la presión y la agresividad. Si se ve a un hombre dubitativo, con miedo a golpear, a enfrentar un momento de crisis, no sirve. Además, si cuando tira con armas de fuego, con una granada, pasa por pistas de reacción, que son obstáculos de grandes dificultades, en altura, en agua, en monte, en pruebas de arrojo, donde hay que tirarse desde 30 metros, muestra signos de dudas, no va reuniendo el perfil del comando y se le empieza a hacer un seguimiento personalizado para ver cómo reacciona nuevamente. En el cónclave se decide si sigue o no.
-En síntesis, ¿qué tipo de hombre buscan?
-Que tenga valores y carácter; que conozca sus límites; que si no come durante dos días pueda aguantar el hambre; que tenga agresividad y resistencia, porque todas sus acciones son furtivas, agresivas y ofensivas; que pueda desplazarse en cualquier terreno sin problemas; que no tenga temor a tirarse en paracaídas o descender de un helicóptero en cuerdas; y que sepa está en un alto grado de exposición desde que sale a operar.
-¿Dónde está la clave de todo?
-En que se conozca y sepa hasta dónde puede llegar. Uno se pregunta: ¿es posible nadar en pleno invierno en un lago para rescatar a un compañero, marchar durante 130 kilómetros en el monte formoseño, u operar a más de 4000 metros en Tupungato? ¿Alimentarse con raíces? Sí, es posible.
-¿Cómo termina el curso?
-Hacemos un ejercicio final de consolidación de conocimientos y, una vez egresados, alimentamos a las compañías de comando de las unidades. Y ahí sí se identifican los perfiles como el francotirador o tirador especial, el apuntador de MAG o el tirador común que maneja todo tipo de armas.
El ejemplo de Malvinas
El sacrificio y ejemplo de los comandos de Malvinas es una flama que no se apaga. Palazzo explica su significado. “Es el estímulo que tenemos desde el primer día que hacemos la formación de presentación. Nombramos y honramos a los muertos y hacemos presión en los postulantes para que nunca, cuando nos toque intervenir, tengamos una actuación por debajo de ese nivel que mostraron ellos en las islas. Es la motivación permanente. Tenemos algo concreto para transmitirle a la gente que se está formando.
-¿Cómo se mide un comando?
-No por lo que hace sino por lo que es capaz de hacer. Y eso es lo que se vio un poco en Malvinas. Los comandos sorprendieron no solo a las propias fuerzas sino al enemigo, con pocos recursos, en forma aislada y demás, por los efectos que lograron. Son pocos hombres con capacidad para lograr efectos a un muy bajo costo de vidas. Por eso, necesitamos un hombre con criterio, sentido común, independencia de juicio, decisión y con una cierta autonomía al evaluar los pasos a seguir para el éxito de su misión. Un hombre rústico, que se sabe cansado y tiene frío y va a seguir igual adelante.
-¿Cuál es el ámbito más difícil para el cursante?
-Todos tienen su dificultad. Uno tiene que adaptarse rápidamente con un despliegue de 72 horas, a pasar de estar en la llanura con el clima templado de Buenos Aires o Córdoba, y llegar a un clima extremo en la Patagonia, Puerto Iguazú o el monte formoseño. Donde más novedades hay es en el monte, por la deshidratación, el picado de insectos, infecciones, lastimaduras, etcétera.
Cómo se hace un comando
Una especialidad de la que pocos egresan
¿Son personas especiales? ¿Es una actividad para todos? ¿Qué se necesita para serlo? Dos expertos de la Agrupación Fuerza de Operaciones Especiales (FOE) respondieron a las inquietudes de DEF y dieron detalles sobre el curso que dictan todos los años. Una especialización que requiere de valor, agresividad y convencimiento. Las prácticas en distintos escenarios se hacen en las peores condiciones. El testimonio vivo de los comandos en la guerra de Malvinas.
Por Lauro Noro / Fotos: Gentileza FOE.
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El sargento Thomas Beckett está a punto disparar. En medio del follaje de la selva centroamericana, la red de enmascaramiento lo confunde con el paisaje. Luego de enfocar el blanco en la mira telescópica, el índice derecho tira del gatillo del fusil de precisión. Su misión está cumplida y desaparece sin dejar rastros. Nadie sabe de dónde provino el ataque. La escena, protagonizada por Tom Berenger, la hemos visto muchas veces en el cine. Muestra cómo actúan los comandos, esos soldados de elite que cautivan el imaginario popular con sus audaces “golpes de mano”. Hablamos de las dos Guerras Mundiales, Corea, Vietnam y, sin ir más lejos, el conflicto de Malvinas, donde hicieron gala de su valor, entrega, entrenamiento y profesionalismo.
Su tarea es simple: operar en la profundidad del territorio enemigo, en forma aislada la mayoría de las veces. Con pocos recursos intentan sobrevivir en ese ambiente para lograr efectos letales sobre el poder de combate del enemigo. O sea, atacan puestos de comando, instalaciones logísticas, puentes, vías de comunicación, depósitos de armas y combustible. ¿Cómo los entrenan en nuestro país? Esa es la pregunta del millón. En Campo de Mayo obtuvimos la respuesta.
Un curso que se las trae
Con la boina verde y el característico puñal que los identifica, recibieron a DEF el jefe de la Agrupación Fuerza de Operaciones Especiales (FOE) del Ejército y el titular de su Estado Mayor, coroneles Santiago Ferreira y Alberto Palazzo (VGM), respectivamente. La unidad, creada en diciembre de 2005, está formada por las Compañías de Comandos 601, con asiento en Campo de Mayo, y 602, en Córdoba; la Compañía de Fuerzas Especiales; la Compañía de Apoyo; y el Regimiento de Asalto Aéreo con helicópteros. “Todas son de despliegue rápido, con gran capacidad de alistamiento para embarcarse en aviones o helicópteros y operar en el lugar del país que se nos indique”, acota. Sin embargo, el motivo de la visita fue conocer las características del curso que dictan todos los años para la formación de comandos, que es voluntario.
Los postulantes deben pasar por un severo entrenamiento que pone en juego su voluntad y carácter. Luego de tres meses -este año será de 102 días de duración-, egresan como expertos en paracaidismo, andinismo, esquí, buceo, tiro, manejo de distintas armas, defensa personal, explosivos, comunicaciones, técnicas y tácticas de combate. “Durante ese lapso, estarán totalmente aislados del mundo exterior. Ninguno podrá tomar contacto con nadie. Se ven y conviven entre ellos. Está diseñado para subtenientes y tenientes, desde cabos a sargentos, y normalmente la mayoría son solteros. Con los casados es un problema, pero son decisiones personales. Pueden recibir una carta, pensar, meditar -y por eso muchos abandonan-, o decir que no les escriban por tres meses”, agrega Ferreira. “El tema es que deben estar capacitados para operar en distintos ambientes geográficos del país, como la montaña (estival o nevada), el monte, zonas de mesetas y puna, en el desierto de la Patagonia y en el centro del país. Y debe ser un hombre con la aptitud para conducir (oficiales) y ejecutar (suboficiales)”. No tienen soldados comandos.
Entrenamiento duro, combate fácil
Si bien la convocatoria es amplia, y se difunde en todas las unidades para llegar a la gente joven del Ejército de todas las armas y especialidades, no entra cualquiera. Solo los más aptos. “Por eso tenemos varias fases, que comienzan con un examen de admisión de dos días. A esa primera prueba, en 2008, se presentaron 125 hombres y quedaron 90. Deben conocer reglamentos y pasar un examen físico con distintas pruebas”.
-En esa primera mirada, ¿ya semblantean a los futuros comandos?
-Luego de ella, sumada a un examen psicológico sobre las exigencias que van a enfrentar y los valores que pretendemos tenga el comando, en un cónclave evaluamos a quienes están en condiciones de seguir. Pero ese no es el principal filtro de la selección.
-¿Cuál es?
-La siguiente fase o etapa básica, que dura un mes. Se les cambian un poco los parámetros que cada uno trae y empiezan a sufrir exigencias con una actividad permanente. De madrugada trabajan sin solución de continuidad, en instrucción, tiro, entrenamiento físico, natación, con media hora para comer. Luego sigue navegación, paracaidismo, instrucción nocturna y descanso. Y vuelta al ritmo. Una presión constante. Comienzan a cansarse y desgastarse, y se produce la mayor cantidad de deserciones.
-En la cancha se ven los pingos…
-Exactamente. Con ese cambio de ritmo se produce una decantación natural, y los que pasan esta fase comienzan a trabajar en los ambientes naturales; es decir, salimos de Buenos Aires y vamos al resto del país. Es un promedio histórico que orilla entre el 30 y 40% de egresos; unos 27 y 36 hombres de esos 90. El hombre se va dando cuenta de si está en condiciones de seguir, si va a aguantar, y eso que todavía no trabajó en otras geografías donde las exigencias son bastante más serias.
Soldado todo terreno
La fragua es dura, constante, severa. En los dos meses siguientes la presión no disminuye. “Hay quienes se ponen histéricos, otros que se desgastan mucho y no piensan ni razonan como uno quiere. Los instructores vamos haciendo cónclaves y calificando con una nota a los postulantes sobre su rendimiento general. Entonces, si dice por ejemplo que el hombre tiene puntajes bajos en varias materias y, encima, cuando se lo pone en un puesto con responsabilidad en alguna cosa, no funciona bien, no va”, completa Ferreira.
-¿Simulan situaciones de combate?
-Siempre, y un poco preparadas para comprobar comportamientos. Dentro del cuartel son relativas, pero son más fuertes cuando salimos al interior, donde sí se trata de incrementar un factor que para nosotros es importante para la formación: la incertidumbre.
-¿De qué manera la logran?
-Se trabaja sin relojes, de noche y cuando el hombre pierde la noción de si es un jueves o un lunes, porque cae de lleno en el lugar donde se hacen las prácticas. Se le asigna una situación equis, una misión, se organiza una fracción o patrulla, con su jefe, encargado, apuntador y tirador. Con cada ejercicio cambian los roles y esto pasa sucesivamente en la montaña, el monte, el desierto y la meseta.
-¿Aquí también abandonan?
-Sí. Uno se va dando cuenta de si rinde o no. Además, hay muchos a los que no les hace falta llegar al cónclave porque voluntariamente piden la separación.
-¿Puede darse el caso de que no sean aptos para un lugar y sí para otro?
-A nosotros mismos nos ha pasado que un ambiente geográfico nos es más favorable y ahí nos desempeñamos mejor, y otro, como decimos en la jerga del comando, “nos quiebra”. A veces es por el frío, el calor, los mosquitos, las alimañas, etcétera.
-¿Contemplan este tipo de cosas?
-No, solo vemos el rendimiento. No nos interesa de qué lugar vino el individuo. Es más, ni siquiera lo llamamos por el apellido, sino que lo identificamos por un número. Es más práctico e impersonal.
-¿Se trata entonces de un súper soldado?
-Lo es, pero tiene que ver más con un hombre con carácter y valores dotado de una capacitación técnica. No se pretende sacar al súper buzo en quince días, pero sí a un hombre que no le tenga miedo al agua ni a operar en profundidad y reaccionar adecuadamente en ese elemento.
-¿Hacen defensa personal?
-Sí, y hacia el final de la etapa básica tienen pruebas de carácter con luchas entre hombres del mismo peso y de la misma talla, para ver y despertar su agresividad, que es lo que queremos.
-¿Y con respecto a las armas?
-Utilizan todo tipo de armas de fuego automáticas, como pistolas, FAL, M16, MAG, algunos fusiles para los tiradores especiales y armas blancas en defensa personal. El manejo de explosivos es una materia del curso para cortar vías férreas, afectar puentes, provocar emboscadas, abrir brechas.
Psicología y valores
La cuestión psicológica juega un papel fundamental. Ferreira la explica. “En ese sentido, hay un seguimiento de las reacciones y conductas. El hombre que se ‘quebró’ porque siendo jefe no impartió órdenes, no supo conducir la patrulla, tuvo flaquezas en el mando bajo presión, no sirve para lo que queremos. Demuestra su mala camaradería en un momento de crisis”.
-¿Cómo se prepara a un hombre para que, por ejemplo, tenga que eliminar a un centinela en frío o deba cumplir con órdenes de ese tipo?
-La cuestión está en apuntar a la presión y la agresividad. Si se ve a un hombre dubitativo, con miedo a golpear, a enfrentar un momento de crisis, no sirve. Además, si cuando tira con armas de fuego, con una granada, pasa por pistas de reacción, que son obstáculos de grandes dificultades, en altura, en agua, en monte, en pruebas de arrojo, donde hay que tirarse desde 30 metros, muestra signos de dudas, no va reuniendo el perfil del comando y se le empieza a hacer un seguimiento personalizado para ver cómo reacciona nuevamente. En el cónclave se decide si sigue o no.
-En síntesis, ¿qué tipo de hombre buscan?
-Que tenga valores y carácter; que conozca sus límites; que si no come durante dos días pueda aguantar el hambre; que tenga agresividad y resistencia, porque todas sus acciones son furtivas, agresivas y ofensivas; que pueda desplazarse en cualquier terreno sin problemas; que no tenga temor a tirarse en paracaídas o descender de un helicóptero en cuerdas; y que sepa está en un alto grado de exposición desde que sale a operar.
-¿Dónde está la clave de todo?
-En que se conozca y sepa hasta dónde puede llegar. Uno se pregunta: ¿es posible nadar en pleno invierno en un lago para rescatar a un compañero, marchar durante 130 kilómetros en el monte formoseño, u operar a más de 4000 metros en Tupungato? ¿Alimentarse con raíces? Sí, es posible.
-¿Cómo termina el curso?
-Hacemos un ejercicio final de consolidación de conocimientos y, una vez egresados, alimentamos a las compañías de comando de las unidades. Y ahí sí se identifican los perfiles como el francotirador o tirador especial, el apuntador de MAG o el tirador común que maneja todo tipo de armas.
El ejemplo de Malvinas
El sacrificio y ejemplo de los comandos de Malvinas es una flama que no se apaga. Palazzo explica su significado. “Es el estímulo que tenemos desde el primer día que hacemos la formación de presentación. Nombramos y honramos a los muertos y hacemos presión en los postulantes para que nunca, cuando nos toque intervenir, tengamos una actuación por debajo de ese nivel que mostraron ellos en las islas. Es la motivación permanente. Tenemos algo concreto para transmitirle a la gente que se está formando.
-¿Cómo se mide un comando?
-No por lo que hace sino por lo que es capaz de hacer. Y eso es lo que se vio un poco en Malvinas. Los comandos sorprendieron no solo a las propias fuerzas sino al enemigo, con pocos recursos, en forma aislada y demás, por los efectos que lograron. Son pocos hombres con capacidad para lograr efectos a un muy bajo costo de vidas. Por eso, necesitamos un hombre con criterio, sentido común, independencia de juicio, decisión y con una cierta autonomía al evaluar los pasos a seguir para el éxito de su misión. Un hombre rústico, que se sabe cansado y tiene frío y va a seguir igual adelante.
-¿Cuál es el ámbito más difícil para el cursante?
-Todos tienen su dificultad. Uno tiene que adaptarse rápidamente con un despliegue de 72 horas, a pasar de estar en la llanura con el clima templado de Buenos Aires o Córdoba, y llegar a un clima extremo en la Patagonia, Puerto Iguazú o el monte formoseño. Donde más novedades hay es en el monte, por la deshidratación, el picado de insectos, infecciones, lastimaduras, etcétera.
-¿Es en balde preguntar si son exigentes?
-Sí, exigimos lo peor. O sea, nada que uno no haya hecho. Hay que transmitir ese convencimiento de que si uno quiere, puede.
-¿Es en balde preguntar si son exigentes?
-Sí, exigimos lo peor. O sea, nada que uno no haya hecho. Hay que transmitir ese convencimiento de que si uno quiere, puede.
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