hola a continuacion pego testimonio del suboficial principal juan jose matin que se encuentra en el tema voladura del puente fitz roy en este mismo foro de zona militar
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Hoy, a 22 años de aquel momento, creo que no alcancé entonces a darme cuenta que estaba por participar en una de las misiones más importantes y significativas de mi carrera: la voladura del puente Fitz Roy. Este puente se encontraba ubicado en un estuario, al Sudoeste de Puerto Argentino. La acción sería muy relevante, no solamente desde el punto de vista táctico, sino, fundamentalmente, por el esfuerzo continuado que realizaríamos, la precariedad de los medios de que disponíamos, y la incertidumbre y el agotamiento en que nos encontrábamos. Sin embargo, este hecho no constituye un mal recuerdo; por el contrario, creo que todo contribuyó a que nos uniésemos fraternal y solidariamente, y que compartiéramos momentos de especiales alegrías y emociones. Unos a otros, supimos tranquilizarnos y contenernos, acciones éstas muy importantes para superar la difícil situación que vivíamos en ese lugar, alejados de todo.
Una vez llegados a la zona de Fitz Roy, observamos un profundo estuario, cruzado por un puente que comunicaba las localidades de Fitz Roy, donde se encontraba un pequeño establecimiento rural y Puerto Argentino. La obra de arte era de unos 100 metros de largo, con calzada de madera y gruesos pilotes de hormigón (Ver mapa adjunto). En síntesis, nuestra misión consistía en reemplazar a un grupo de ingenieros de la Infantería de Marina que había dado la seguridad al puente hasta ese día, y proceder a volarlo. Circunstancias técnicas que desconocíamos se lo habían impedido al grupo mencionado, quizá porque habían sufrido el hostigamiento de un fuerte fuego naval.
En pocas horas preparamos nuestro armamento, el equipo individual, unos 40 Kg de trotyl, el cordón detonante, y los pocos materiales de ingenieros que nuestra sección disponía.
Nos trasladamos en helicóptero hasta el lugar; el vuelo de combate duró, aproximadamente, 20 minutos _la situación requería un traslado rápido_. Como desconocíamos si el enemigo había tomado el puente, desembarcamos con la aeronave en movimiento y revisamos el lugar, instalando de inmediato un dispositivo de seguridad. Asimismo, se controló si había trampas explosivas.
Existía un vivac ya abandonado con equipos y munición; por otra parte, los infantes de marina, al replegarse, habían dejado todas sus pertenencias. Aún conservo en mi poder, como recuerdo, una pequeña Biblia que hallé en el lugar. Recuerdo, también, que al acercarnos al puente para establecer las causas que motivaron la falla, encontramos un circuito pirotécnico muy bien instalado, pero que no había funcionado, a raíz de que sus mechas estaban humedecidas. Se notaba, empero, cuánto esfuerzo habían realizado los infantes de marina para intentar encender esas cargas. En general, el dispositivo constaba de cargas colocadas en cada uno de los pilotes, con uniones de cordón detonante.
El trabajo inmediato -aun cuando no se contaba con los medios adecuados- fue dejar listas las cargas, dado que el enemigo podía atacar el puente en cualquier momento. Para volar la totalidad de la obra de arte se necesitaba mucho explosivo, ya que dicho puente tenía una longitud cercana a los 100 metros.
Antes del anochecer, ubicamos la totalidad de los 40 Kg de trotyl en el estribo de primera orilla, para lograr un efecto de carga rápida, ya que así lo exigía la situación que vivíamos en ese momento. Al día siguiente, mejoramos la distribución de las cargas. Una parte del explosivo lo dejamos en primera orilla, y el resto lo distribuimos en los primeros pilotes; colocamos, también, un doble sistema de encendido -pirotécnico y eléctrico-, porque ya teníamos la experiencia del anterior grupo, cuya única instalación pirotécnica les había fallado. Asimismo, aseguramos el correcto funcionamiento de los sistemas con una central de fuego, en un lugar donde tanto de día como de noche, había un hombre alistado para dar fuego, en caso de un ataque enemigo. Por último, instalamos, a cubierto, una central de fuego, en proximidades del puente.
Cabe aclarar, que nunca pudimos establecer un sistema de seguridad correcto, ya que no había vegetación para cubrir el sector. A continuación, en una hondonada que se encontraba a unos 300 metros del puente, dispusimos de las pequeñas carpas que habían dejado los infantes de marina, donde nos guarecimos del frío y del viento, realmente muy difíciles de soportar. Durante el día, nos turnábamos para la custodia del puente, y al caer la noche -que por esa época del año comenzaba muy temprano- nos intercambiábamos dicha custodia con el jefe de sección, Teniente Blanco -media noche cada uno, junto con un soldado, para dar la seguridad-. Personalmente, instalé luego granadas de mano, a modo de trampas explosivas, en los 360° del improvisado vivac. Tuve en cuenta, al respecto, dejar calles que todos reconocíamos. Esa era la única alerta temprana que poseíamos, ya que en las noches sin luna, había poca visibilidad.
Cada tres o cuatro días cambiábamos los detonadores, porque no sabíamos si con el frío intenso funcionarían correctamente. Para ello, les dábamos fuego reemplazándolos por otros, con lo que nos asegurábamos el buen funcionamiento del circuito eléctrico. Por suerte, disponíamos de una abundante dotación de ellos.
En tanto, los días transcurrían en medio de gran incertidumbre, mientras que las comunicaciones con el puesto comando eran muy escasas y dificultosas. Recuerdo que el 25 de mayo, a la salida del sol, nos reunimos todos, y como teníamos una pequeña bandera argentina, la fijamos a una rama que el mar había arrastrado hasta la costa. Precisamente sobre esa rama, que funcionó como mástil, nuestra bandera tremoló con la fuerza del viento imperante, y en improvisada formación, todos nosotros cantamos el himno. La emoción que nos embargaba en ese momento era inmensa. Dejamos izada la bandera sólo unos minutos, ante el peligro que, aun a gran distancia, nos delatara la posición.
Llegados a los últimos días de mayo, la situación empeoró. Los ingleses habían ocupado el monte Kent, razón por la cual nuestra posición había quedado sobrepasada. El Cabo de comunicaciones Fernández, que estaba con nosotros, había sufrido una herida en su pierna, provocada por esquirlas de granada. El incidente se produjo cuando unos desconocidos con uniforme mimético se acercaron al vivac. Apresuradamente tomamos posiciones. Creíamos que se trataba de una patrulla inglesa.
Fue entonces, cuando el cabo tropezó con una trampa explosiva y sufrió esa herida en la pierna. El temor había sido vano: la fracción desconocida que se acercaba estaba integrada por personal de la Compañía de Comandos 601, que regresaba de una misión.
Las noches del 30 de mayo y del 1º de junio, los helicópteros ingleses volaron sobre las proximidades de nuestra posición, desde donde podíamos escuchar los motores. La orden de voladura fue impartida el 2 junio, aproximadamente a las 1430 horas. El Teniente Blanco dio fuego a las cargas. Con el resto de los soldados, a cubierto, vi cómo una gran columna de humo, trozos de hormigón y agua del mar volaban sobre el horizonte. Fue algo realmente espectacular.
Luego de ver los efectos, y de constatar que habían quedado inutilizados los primeros apoyos y todo un estribo, sólo nos quedaba retirarnos hasta las posiciones de propia tropa. Ignorando la situación -doce días sin saber qué pasaba- esperábamos que nos replegaran de la misma manera como habíamos llegado hasta el lugar: en helicóptero.
Al comunicarnos con el jefe de compañía, le dimos la novedad referida a que el puente ya había sido destruido. Fue entonces, cuando nos comunicó que sería imposible regresar en helicóptero a Puerto Argentino. La razón se basaba en la superioridad aérea enemiga. Por lo tanto, teníamos que llegar a destino como pudiéramos.
Luego de seleccionar y aligerar cuidadosamente el equipo, comenzó la marcha a pie hacia Puerto Argentino, que se hallaba a 34 Km. Lo más pesado que portábamos era la munición; pero dada esa situación, la munición era el elemento más importante, ante el peligro de que tuviésemos contacto con el enemigo. A pocas horas de haber partido, se hizo de noche. Fue una experiencia importante, ya que los soldados clase `63 no habían tenido ninguna instrucción de marcha. Sin embargo, todos realizaron un gran esfuerzo para mantener el ritmo. Y cumplieron la marcha como los más experimentados.
Mientras hacíamos camino, encontramos un campo minado, por lo cual tratamos de encontrar un pasaje, hasta que, por casualidad, vimos el alambre y los piquetes que lo delimitaban hacia propia tropa. Seguimos el sentido del alambre hasta llegar al vértice, y logramos, milagrosamente, salir del obstáculo en medio de la oscuridad. La marcha se tornaba cada vez más pesada. Cansancio, frío, incertidumbre, y por qué no decirlo, también temor... Además, el cabo de comunicaciones sufría un fuerte dolor en su pierna herida. A raíz de ello, paramos para descansar, dejamos nuestro equipo, y extenuados, nos tiramos sobre la turba, dentro de las bolsas de dormir. La noche que pasamos fue muy fría. Después de unas horas, agotados y sudorosos por la larga caminata, nos dormimos a cielo abierto, a pesar de la baja temperatura reinante ¡Nos podríamos haber congelado!. A los pocos minutos de haber parado hubo, empero, un fuerte bombardeo naval, muy cerca del lugar, sobre las posiciones del RI 4.
Al amanecer pudimos ver, desde nuestra ubicación, el camino a Puerto Argentino. Continuamos entonces la marcha, y a unos pocos kilómetros nos estaban esperando, para trasladarnos a nuestras posiciones. La misión había sido cumplida.
tambien el testimonio de
roberto froilan nespeca
Quines reemplazaron los infantes de marinas fuimos un grupo compuesto por el teniente primero Alejandro Brouson, sargento primero Alejandro Camilo Gay, sargento Roberto Froilan Nespeca, sargento De la Canal (comunicante) soldados clase 62 almiron, lattour, zelarrayan y soldado clase 63 Valdez, todos pertenecientes a la misma unidad que ese entonces era el cabo Juan José Martin; la compañía de ingenieros de combate 601.
Nosotros fuimos los que llegamos primeros al lugar también en helicóptero el día 27 de abril de 1982, con todo el material para la instalación de las cargas, las cuales fueron colocadas en los pilotes con sistema pirotécnico y sistema eléctrico y con dos centrales de fuego una mas cerca del puente (la pirotécnica) y otra mas alejada la eléctrica. Todos los detonadores conectados pero, a diferencia del grupo a cargo del Tte. Blanco, nosotros hicimos solo una vez la comprobación y que fue correcta.
Allí estábamos solo y aislados y donde tuvimos cientos de anécdotas, como para mencionar algunas:
La vez que fuimos observados por unas motos desde arriba del monte que dada al caserío.
La noche que creímos ser atacados y con trabajo de aproximación observados a través del visor nocturno que poseíamos y solo eran ovejas y un caballo (anécdota super comica).
El día que nos visitaron el grupo de comandos de la 601, en helicóptero y creíamos que eran un grupo de ingleses, y cientos de historias acaecidas en el lugar.
Estuvimos en el lugar hasta el 10 de mayo de 1982, que fue cuando nos llego la orden de repliegue y nos vino a buscar otra vez el helicóptero y fue en el que llegaron nuestros relevo.
Se le explicó, como estaban las cargas, que sistemas de detonación tenia el objetivo, donde estaban las centrales de fuego y sistemas de seguridad que teníamos. Estimo que el día que quisieron detonar las cargas habrán fallados por el clima (frío y la humedad a la que estaban expuesta) y también a la falta de mantenimiento que no habrán realizado los infantes de marina ya que no había en el grupo elementos de ingenieros. Por lo tanto el grupo del Tte. blanco se encontró con fallas razonables y a las cuales tuvieron que solucionarlas.
No es mi objetivo reclamar ningún reconocimiento como que hicimos algún acto heroico, pero si el de aclarar parte de historia para que quede completa y no a medias, desde principio a fin.
Gracias Josépor tus dichos, como te dije es grato saber que hay personas como vos que se ocupan de buscar la historia de Malvinas y mas aun de las misiones especificas del arma de ingeniero, a la cual pertenezco.
Quiero rectificar algunas cosas de las que puse ya que ayer medio que actué y relate hechos y debido al tiempo transcurrido se me escaparon algunos detalles, a saber: donde dije integrantes me falto mencionar al soldado clase 62 Mina, quien también participo de la misión. también y algo muy importante rectifico las fechas llegada 28 abril de 1982 y partida 14 de mayo. Otra cosa que me parece que no me exprese correctamente fue que no estuvieron los im realizando la seguridad mientras nosotros colocábamos las cargas la seguridad y alerta inmediata fue realizada por el sarg de la canal y dos soldados, el resto nos dedicamos al trabajo de colocación de cargas. mientras colocábamos las cargas, se puso una grande por sistema pirotécnico de circunstancia por si no podíamos terminar el trabajo y que nos llevo para que quede completo 2 dias.
Otro de los errores de expresión es haber mencionado que los im lo llevaron personal de ingenieros, no lo asevero, pero es lo que nos dijeron en ese momento
con respecto al material usado
el forista ulugali dice
Para su conocimiento doy fe personalmente que los cubos de trotyl de 10 Kgr que la Armada mantenía depositados en los Polvorines de la Base Naval Pto Belgrano para el año 1982 tenían 47 años de su fabricación. Estos cubos tenían pegados una etiqueta tipo escolar (usada en los cuadernos escolares) con la siguiente inscripción hecha a tinta con una lapicera cucharita y letra tipo gótica: "Año 1935- A.A.M.Z". (Arsenal Artillería de Marina Zarate). Todo es ese material se llevó a MLV. Una aclaración sobre la vejez del material sería la siguiente: Para instrucción y práctica se usaba cargas de pequeño peso: 200 gr, 500 gr o 1 Kgr. Las cargas grandes (10 Kgr) se supone que eran para ser empleadas en voladuras reales de construcciones de importancia y esa sería la razón por la que nunca se emplearon.
Parte de esas cargas ubicadas muy cerca del agua, con la permanente humedad reinante a lo largo de los días en que estuvieron colocadas se comenzaron a desgranar, lo cual seguramente contribuyó a la falla del intento de voladura por estar el cordon detonante humedecido. La voladura efectiva realizada por el Tte Blanco y su gente (40 Kgr) probablemente si hubiera estado colocada con muchos días de anticipación podría haber fallado por la humedad reinante.
testimonio del
forista ulugali Si alguien hoy critica porque se empleó este material viejo, la respuesta es el único que había; tener presente que la Argentina era un país de paz y no tenía ni tiene mentalidad de guerra, como el Reino Unido que tiene guerras frecuentes. La última guerra había transcurrido un siglo atrás (guerra con Paraguay). Hay una anécdota real del Principe de Edimburgo (esposo de la actual reina- Isabel II) cuando efectuó una visita a la Argentina durante el Gobierno del Dr Frondizi: " En una reunión social y con un wiskey en la mano (esto último lo agrego yo para adornar la anécdota) repentinamente le pregunta al Ministro de Guerra que tenía su lado: Cuando fue la última guerra que tuvo el país y la respuesta fue la Guerra con el Paraguay casi un siglo atrás, a lo cual la respuesta del Principe fue: "Eso es muy bueno para el país, pero malo para el Ejército" y 20 años mas tarde tuvimos esa guerra.