Parte 2
@Tatarigami_UA
Ucrania necesita un apoyo integral y constante en todo el espectro: equipo hospitalario de campaña, vehículos de evacuación médica, morteros, artillería, vehículos de combate de infantería, sistemas de contrabatería, dispositivos de comunicación y guerra electrónica, armamento antitanque y antiaéreo, minas terrestres y drones.
Las nuevas plataformas de armas como ATACMS o F-16 pueden ofrecer capacidades valiosas, como centros logísticos o centros de mando de ataque. Sin embargo, estos ataques tendrán un impacto limitado a menos que vayan seguidos de una maniobra de unidades mecanizadas o aeromóviles para aprovechar la oportunidad creada.
Otro aspecto clave de esta guerra es la producción nacional, donde Ucrania ha logrado avances significativos en comparación con 2022. En aquel entonces, la idea de realizar ataques semanales en el interior de Rusia, llegando hasta Novorossiysk, Moscú o Pskov, parecía poco realista.
Además, iniciativas como Zbroyari, lanzada por el Ministerio de Industrias Estratégicas de Ucrania para impulsar la producción militar nacional, aún no han ganado el impulso ni el respaldo internacional necesarios.
Este esfuerzo debería haber recibido más atención y recursos que la provisión de ATACMS, que, si bien es importante, es menos crítico desde una perspectiva estratégica que una producción ucraniana bien desarrollada y protegida.
Después de todo, fueron los drones producidos en Ucrania los que comenzaron a cambiar el juego con una campaña muy exitosa contra las refinerías de petróleo, ya que esto no requería ningún permiso de Occidente.
Por último, pero no menos importante, necesitamos mejoras significativas en los niveles de mando tanto operacional-táctico como operacional-estratégico.
Lamentablemente, el sistema de mando existente ha provocado graves problemas en el frente, concretamente en la provincia de Donetsk.
Este es uno de los problemas más difíciles de abordar, ya que se basa en conexiones personales, políticas y lealtades más que en sistemas basados en méritos y resultados.
Los cambios a este nivel no pueden abordarse con simples consejos o capacitación de Occidente; requieren un compromiso de los altos dirigentes políticos y militares, comenzando con el reconocimiento del problema.
