Artículo complementario con el que publicó Argentvs y que juntos presentan un panorama documentado de la deriva nazi sorprendente en Ucrania. Es mi sensación que eso acabará chocando con una parte importante de la población ucraniana cuando salga del letargo y la presión del conflicto, pudiendo decidir su futuro. Gafas Dita, glamour, fashion, ... el reclamo es tan evidente que da realmente miedo.
Reclutamiento y extrema derecha: «Amo a la Tercera Brigada»
Publicado por
@nsanzo ⋅ 16/10/2024
Estados Unidos presiona a Zelensky para que vuelva a rebajar la edad de reclutamiento pero, por el momento, el presidente ucraniano rechaza esa posibilidad. Así lo relatan esta semana medios ucranianos como
Ukrainska Pravda en referencia a la movilización de los hombres de entre 18 y 25 años, un grupo de población tremendamente reducido y en el que el futuro del país no puede permitirse pérdidas. Desde antes incluso de que se aprobara la ley sobre la movilización, muy impopular pese a no ser tan dura como exigían los aliados extranjeros, figuras relevantes y autodenominadas amigas de Ucrania como el senador estadounidense Lindsey Graham animan públicamente a Ucrania a reclutar a los mayores de 18 años pese al riesgo demográfico que eso implica para el país que dicen defender. Esas sugerencias parecen haberse convertido en una exigencia que confirman incluso personas que pertenecen al aparato del Estado. “Si esta información ha visto la luz, puede confirmar que políticos estadounidenses de ambos partidos están presionando al presidente Zelensky con la cuestión de por qué no hay movilización para quienes se encuentran entre los 18 y 25 años de edad en Ucrania”, comentó Serhiy Leschenko, uno de los asesores de Andriy Ermak y una figura que ha pasado de representar al
tercer sector, a la sociedad civil de la Ucrania de Maidan a todo tipo de puestos bien remunerados en el Gobierno o en las escasas empresas públicas que Kiev no ha privatizado aún. Los últimos diez años muestran una doble vara de medir entre quienes han sido privilegiados y quienes se han visto empobrecidos y marginados gracias a las
reformas europeas y liberales de los años de paz. Sin embargo, el rechazo de Ucrania a reclutar a su grupo de población más vulnerable responde estrictamente a las necesidades futuras del Estado que, si aspira a reconstruirse, debe mantener unos niveles mínimos de población joven.
Aunque una voluntariosa fuerza proxy está dispuesta a continuar luchando
hasta el último ucraniano, como declaró en una ocasión Graham, en ocasiones los intereses de Ucrania y de sus proveedores no están perfectamente alineados. Y si Kiev tiene la obligación de mirar, al menos de vez en cuando, más allá de la guerra, sus socios parecen preocuparse únicamente por el aquí y ahora, es decir, por contar con suficientes efectivos que vayan a manejar los millones de dólares y euros que siguen fluyendo de oeste a este en forma de armamento y munición. Aumenta el número de artículos que alertan sobre las elevadas bajas, los que tratan de romantizar el hecho de que miles de personas han sufrido amputaciones, los que admiten los miles de desertores -45.543 casos oficiales entre enero y agosto de 2024 según afirma esta semana Cristian Segura en
El País-, los que denuncian la desarticulación de tramas para ayudar a huir del país a hombres en edad de combatir o destacan que una parte de quienes salen del país con permiso no regresan. Como admitió ayer el ministro de Cultura y Comunicación Estratégica, uno de cada cinco hombres que obtienen permiso del Ministerio para su salida temporal del país no retornan a Ucrania, que no solo pierde a sus figuras culturales, sino a hombres que reclutar. Esos artículos ayudan a comprender el desgaste que está suponiendo la guerra y las pérdidas que está sufriendo el país, pero también consolidan la idea de que es preciso aumentar la movilización.
Ese es también el argumento de las unidades que disponen del privilegio de realizar su propio reclutamiento y que se presentan a sí mismas como ejemplo de que una movilización centralizada y realizada por el Estado no es efectiva. Es el caso de Maksym Zhoryn, comandante adjunto de la Tercera Brigada de Asalto y una de las personas que trabajó para reconfigurar el ala militar de Azov tras la derrota de Mariupol, donde cayó prisionera una parte importante de su tropa. Para Zhoryn, conocido miembro de la extrema derecha y una de las figuras importantes del Corpus Nacional, el partido político del movimiento Azov, la movilización ha de ser completa, la educación debe militarizarse y los castigos han de endurecerse. La guerra ha sido la razón de ser del colectivo desde el verano de 2014 y esa lógica se debe extender ahora al Estado, al que tanto la Tercera Brigada como la Brigada Azov han criticado por ser excesivamente blando. El
éxito de la formación comandada por el coronel de las Fuerzas Armadas de Ucrania Andriy Biletsky no es solo un argumento de la propaganda de la Tercera Brigada, sino que ha sido publicitado en el pasado por medios como
The Economist, que como gran parte de la prensa occidental no incidía en el componente ideológico de esta unidad heredera directa del Azov al que Arsen Avakov y Anton Geraschenko incorporaron al Ministerio del Interior de Ucrania como batallón policial cuando Ucrania se preparaba para decretar su
operación antiterrorista. El hecho de haberse creado en los últimos años y bajo un nombre que no incluye la referencia a Azov pese a estar dirigida por dos de las personas más relevantes del movimiento ha hecho que ni siquiera sea necesario admitir la continuidad. De ahí que, al contrario que en el caso de la unidad de Denis Prokopenko, que a pesar de mantener una continuidad está más alejada del núcleo político que formó Azov, es preciso alegar que la Brigada se ha despolitizado, la Tercera Brigada de Asalto se ha visto libre de toda sospecha, sin que la prensa haya visto la necesidad de afirmar que Biletsky o Zhoryn no son las mismas personas que hace una década.
En ese contexto de libertad para reclutar al margen del Estado pese a ser una formación integrada en las Fuerzas Armadas de Ucrania y de blanqueamiento absoluto a las fuerzas de extrema derecha que comenzaron a luchar contra el enemigo interno -entonces la población de Donbass- hace diez años, no es de extrañar la campaña publicitaria que, con grandes medios, ha lanzado la Tercera Brigada de Asalto. Menos sorprendente aún es la reacción de los medios. “Ante la desconfianza de la opinión pública, las unidades militares ucranianas compiten entre sí para reponer efectivos. Para luchar mejor en la guerra, tienen que venderla, y pocos lo hacen mejor que la 3ª Brigada de Asalto, conocida por sus innovadoras vallas publicitarias y su canal de YouTube que genera dólares, así como por la controvertida ideología de su fundador”, escribe esta semana
The Washington Post en un reportaje sobre la campaña de reclutamiento y relaciones públicas de la unidad de Andriy Biletsky, del que el texto da una única referencia para admitir que “era un político de extrema derecha antes de la guerra”. Como recordaba el profesor ucraniano-canadiense Ivan Katchanovski, Biletsky cuenta en su hemeroteca personal con declaraciones de intenciones como que “la misión histórica de nuestra Nación es encabezar y dirigir a los Pueblos Blancos del mundo en la última cruzada por su existencia, una marcha contra los subhumanos dirigidos por los semitas”. Oculto el antisemitismo del ideario oficial actual -aunque no siempre del de los soldados-, el odio racial se dirige ahora a otros colectivos y en ellos Biletsky ha visto “un grave enfrentamiento de los pueblos nativos europeos con los colonizadores extranjeros, principalmente de origen africano y musulmán”. Según
el líder blanco “una guerra civil étnica solo puede ser ganada por los nativos europeos bajo la bandera de las Revoluciones Nacionales de la Nueva Derecha”.
Según Jristina Bondarenko, parte del equipo creativo, la campaña “corre a cargo de un equipo de 20 personas: 13 militares y siete civiles. Sus mensajes parecen imposibles de eludir, ya que cubren más de mil vallas publicitarias en toda Ucrania que, según ella, son en gran parte donadas. Los anuncios digitales se financian con los beneficios de su canal de YouTube, que cuenta con casi 1,3 millones de suscriptores y genera más de 15.000 dólares al mes. En Instagram tienen otros 115.000 suscriptores”, escribe
The Washington Post al describir la actual campaña publicitaria del grupo de Biletsky que, tras una anterior en la que el objetivo era deshumanizar completamente a Rusia presentando a su población como zombis, busca en esta ocasión “experimentar con una imagen totalmente nueva pero vinculada a temas históricos. Se decidieron por chicas pin-up”. Lo
nuevo para Azov es una estética inspirada en los años 50.
Aunque la última ley de presupuestos de Estados Unidos impide explícitamente armar o financiar a Azov, la Tercera Brigada de Asalto o cualquier grupo heredero de ellas, nada impide difundir su mensaje. Presentes en el rodaje, los periodistas de
The Washington Post, describen la escena:
“
El ametrallador empuñaba su arma, con el cuerpo tenso, los ojos concentrados y el dedo en el gatillo.
Sobre el capó de su Humvee, una modelo con pantalones cortos y tacones de aguja rojo cereza se apoyaba en los codos, con las piernas desnudas chorreando burbujas. El soldado apuntó con su arma: un limpiador eléctrico.
Las cámaras parpadean.
No se trata de un campo de batalla, sino de la primera línea de la próxima campaña publicitaria de la Tercera Brigada de Asalto ucraniana: una versión moderna del estilo de las pin-up girls de la Segunda Guerra Mundial, con modelos escasamente vestidas empuñando pistolas y a horcajadas sobre soldados. La brigada espera que esta campaña atraiga reclutas, cada vez más escasos a medida que la guerra con Rusia se acerca a su tercer año”.
Como indica el artículo, Biletsky y los suyos han contado con suficientes fondos para colocar su mensaje no solo en las redes sociales, sino por todo el país, llenando de imágenes con el lema “Amo a la Tercera Brigada” el metro de la capital ucraniana. El medio estadounidense no valora esta campaña de banalización y romantización de la guerra ni tampoco los valores que inculca, una forma de perpetuar jerarquías y roles de género que presenta a la mujer como objeto sexual al servicio del guerrero. El mensaje de la campaña no es casual sino perfectamente intencionado. Queda claro con lo publicado por una de las figuras más conocidas de la Tercera Brigada y el Corpus Nacional, Dmitro Kujarchuk, que escribió: “Sobre la nueva campaña de reclutamiento de la Tercera Bridada. Solo quiero añadir que la situación crítica de Ucrania no es menos culpa de los izquierdistas y liberales occidentales que de los misiles rusos y los degenerados de Buriatia. Estamos luchando por la familia ucraniana tradicional, no por las
formas femeninas inventadas y los
géneros inexistentes”. Al machista mensaje de género se une el racismo -no es casual que Kujarchuk señale a Buriatia, una República rusa situada al norte de Mongolia- y el odio a la izquierda.
“La masculinidad militarizada hegemónica y el sexismo suelen ir de la mano. El mejor ejemplo de ello en la Ucrania actual es la Tercera Brigada de Asalto. Su comunicación pública incluye numerosos incidentes misóginos, presentados como «humor del ejército». Por ejemplo, algunos combatientes equipararon a sus homólogas femeninas con perros militares durante el espectáculo «Dvizh», destinado a promocionar la Brigada. Otros hicieron «chistes verdes» sobre la «verdadera vocación» de las mujeres en tiempos de guerra, que era satisfacer las necesidades sexuales de los soldados varones. Algunos hicieron «chistes» sobre el «lugar adecuado» de las mujeres durante la guerra, asociándolo con la cocina borsch”, ha escrito la profesora de historia ucraniana Marta Havrysko, odiada por la extrema derecha y que puede permitirse las críticas sin arriesgarse a la ira de grupos como Azov por encontrarse fuera del país.
Los valores no han cambiado y las declaraciones de esta semana deberían suponer un toque de atención a quienes argumentan que Azov se ha despolitizado o ya no es el que era en 2014. El lunes se conmemoraba en Ucrania el día de la formación del Ejército Insurgente Ucraniano, un grupo que colaboró activamente con el nazismo y que tuvo un papel estelar en los asesinatos masivos de población polaca en Volinia. Tanto Biletsky como Zhoryn publicaron mensajes en los que presentaban a su brigada como heredera de UPA. El
spot de la Tercera Brigada de Asalto para celebrar la fecha afirmaba que “el 14 de octubre es el Día de la Defensa de Ucrania, honrando el 82º aniversario de la formación de UPA” y añadían que “la fecha también reconoce la resiliencia de los hombres de negro voluntarios de Maidan y la fundación de la Tercera Brigada de Asalto hace dos años”. Más sincero que los medios de comunicación occidentales que lo blanquean y despolitizan, el grupo admite la continuidad entre el grupo que colaboró con la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial y Azov, pero también de los hombres de negro, el origen paramilitar del grupo calificado de neonazi por el Congreso de Estados Unidos, a la Tercera Brigada de Asalto. Ni Biletsky ni Azov han cambiado, solo lo han hecho las circunstancias. El movimiento cuenta ahora con más armas, más reclutas y toda una maquinaria de propaganda que ha conseguido normalizar un grupo cuyo núcleo duro luchaba bajo el estandarte de un totenkopf modificado y entre cuyos soldados puede encontrarse todo el espectro de tipos de fascismo.