Armas hechas en casa
En el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa.
En más de 30.000 metros cuadrados, el personal de Citedef trabaja para el desarrollo de sistemas de armas y la modernización del equipamiento de las Fuerzas Armadas. Entre sus objetivos, busca reactivar la industria nacional para la defensa y convertirse en exportador de tecnología de punta. Sus innovaciones han ahorrado gran cantidad de recursos y, además, apuntan al bienestar de la comunidad.
Por Lauro Noro / Fotos: Fernando Calzada y Citedef.
Al entrar en el apacible predio de Citedef (Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa), en Villa Martelli, pocos sospecharían que en sus amplias instalaciones, técnicos argentinos desarrollan y reparan misiles, cohetes, armas de todo tipo, controlan municiones y diseñan radares y simuladores, entre otras cosas. Sin embargo, es así. Más de 600 agentes, en diez departamentos tecnológicos y seis científicos, llevan adelante una tarea que se proyecta en la comunidad. En su órbita, se creó el Régimen para el Personal de Investigación y Desarrollo de las Fuerzas Armadas (RPIDFA) para atraer y retener a las "mentes grises", técnicos y profesionales dedicados al estudio de elementos relacionados con la defensa. La lista es larga. Hay para todos los gustos: electrónica, control y simulación, mecánica, visión aplicada, informática, meteorología, ensayos ambientales y no destructivos, microelectrónica, química, corrosión, plagas e insecticidas, toxicología, láser, etcétera
En los últimos años, el organismo ha funcionado sobre la base de los requerimientos de los sistemas de la defensa, que, en principio, son las tres Fuerzas ("el primer cliente", como las llaman), y a ellas se suman desde el Complejo Industrial Naval Argentino (CINAR) hasta la Fábrica Argentina de Aviones y Fabricaciones Militares. "Son nuestros clientes. La industria de la defensa está empezando a funcionar. De esa relación pueden surgir o descubrirse ciertas cosas que podrían comprarse afuera, pero que también podemos desarrollar acá", revela a DEF el coordinador del instituto, Marcelo Vensentini.
LA INDUSTRIA PRIVADA
Los requerimientos van más allá. "Son los que recibimos de las Fuerzas Armadas de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) de Chile, Bolivia y otros países, sobre simuladores y otros desarrollos", completa nuestro entrevistado. Además, aunque en menor medida, aceptan pedidos del sector privado. "Hace unos años se acercó gente que venía con un material nuevo para reemplazar los cascos de kevlar de los soldados. Hicimos pruebas y ensayos y comprobamos que cumplían con las normas establecidas. En este momento están en manos de la Escuela Superior Técnica del Ejército para analizar si la Fuerza los cambia por otros de producción nacional, que, según los expertos, son mejores que los israelíes que se comercializan", sintetiza.
-¿Es común este hecho?
-No. La industria privada vinculada con la defensa no está muy desarrollada en la Argentina. Esta relación es muy importante para nosotros porque para hacer ciertos desarrollos necesitamos materiales e insumos que no siempre encontramos en el país. Uno de los problemas es formar una cartera de proveedores. En ese sentido, es un esfuerzo que recién empezamos a hacer.
-Aparte, son carísimos si se compran afuera.
-Así es. Por ejemplo, no hay proveedores nacionales de tubos para hacer cohetes. Entonces, tenemos que trabajar con ellos para mostrarles de qué se tratan, aunque tampoco podemos ofrecerles un mercado porque no lo hay; es casi una industria artesanal. En eso estamos .
-En general, ¿qué les piden las Fuerzas Armadas?
-Con ellas tenemos varios programas. Acá se juntan sus requerimientos vinculados con el nivel operativo, con los del Ministerio de Defensa, que puso en marcha una cantidad de proyectos estratégicos. Por eso se formó y está funcionando muy bien una comisión de investigación y desarrollo (ID) desde su seno, en la que se conjugan las demandas de esas necesidades.
MEJOR Y MÁS BARATO
Con los proyectos estratégicos planteados, hay cinco elementos que se acordaron con las Fuerzas para hacer un camino común. "Es decir, unificamos tecnología y, después, cada una de ellas seguirá con sus investigaciones y desarrollos. Quizá el proceso sea más lento, pero buscamos economizar recursos y esfuerzos y ganar tiempo", acota el funcionario. Los detalla uno a uno.
El primero, el de la familia de Vectores. En 2009, ensayaron del Gradicom PCX, un cohete de tecnología íntegramente nacional (propulsante, motor, estructura) de 50 a 60 kilómetros de alcance. "Estamos considerando hacer otro de mayor proyección, además de los de uso civil, como el Zonda o los atmosféricos".
En segundo término, están los programas de seguridad informática y el sistema de manejos de crisis, como la guerra electrónica. "Tienen uso dual y se ensayaron el año pasado con la gripe H1N1, y este año lo hicimos con Chile en un escenario de catástrofes naturales, aunque ya estaba planificado con anterioridad a los terremotos que azotaron al país trasandino", revela.
El de los simuladores ocupa el tercer escalón. "Los modelos de simulación los hicimos con mucho éxito, con buenos productos y buen requerimiento del mercado. En ese sentido, queremos avanzar en los temas de simulación en conjunto porque todas las Fuerzas los necesitan", dice mientras detalla el del manejo de tanques, los de tiro, armas portátiles, del avión Pampa y el desorientador espacial que aún está en pañales.
El siguiente elemento es el controvertido tema de los radares. "Llevamos adelante el desarrollo del mantenimiento, reacondicionamiento y repotenciación de uno de ellos para la Fuerza Aérea, lo cual le ahorró mucho dinero. Afuera le cobraban 200.000 dólares y nosotros hicimos el trabajo por 12.000. Ahora, tenemos en arreglo el radar del rompehielos Irízar para terminarlo el año que viene". Por último, atienden las necesidades de los planes operativos de las Fuerzas Armadas, como la prolongación de la vida útil de las municiones y su puesta a punto.
EXOCET A NUEVO
En cuanto al empeño emprendido con los misiles, Vensentini muestra con orgullo la repotenciación alcanzada con los Magic de la Fuerza Aérea y los Aspide y Excoet de la Armada. Tira números. "Ponerlos en funcionamiento otra vez, por vencimiento del motor o falla de algunos de su componentes, demandaba un alto costo -en el orden de los 220.000 dólares- y así quedaba inutilizada una capacidad gigantesca de recursos. Y nosotros, con mucho menos dinero, pudimos reflotarlos". Como dato ilustrativo dice que a uno de aquellos lo desarmaron, lo estudiaron y lo hicieron de nuevo. "Entonces, la capacidad misilística de ambas fuerzas prácticamente en desuso pudo ser puesta a punto otra vez, sin necesidad de comprar nuevos elementos que cuestan 20 veces más". El año pasado entregaron los 12 primeros misiles y ahora están por hacer lo propio con los Exocet que estaban fuera de servicio.
Por su parte, para el Ejército están concluyendo con la transferencia de tecnología del lanzacohetes VC de 30 mm, cuyos seis primeros prototipos fueron entregados a Fabricaciones Militares para producirlos en serie; el Kaliv, un cañón de 105 mm en pleno desarrollo; la fabricación de un misil de mediano alcance tierra-tierra de 70 kilómetros; el CX70, sobre la base de su propia cohetería; y el nuevo mortero de 81 mm, de fibra de carbono y soporte metálico.
¿Es todo? No. En los laboratorios y talleres de Citedef salieron elementos de visión nocturna para buques y blindados, equipos de simulación para tiro de armas portátiles y tiro de artillería, manejo de tanques y duelo entre blindados como el Neo Nahuel, desarrollado en el Comando de Arsenales del Ejército, elementos de protección en ambientes contaminados y controladores de explosiones para el arma de ingenieros. Nos señala el misil Martín Pescador; los visores Lirod para búsqueda y rescate; el desarrollo de un radar warning para los hombres del aire; y, sin confirmar, una investigación sobre el perfil Stealth (invisible) de buques.
LA INDUSTRIA NACIONAL
El rol de los científicos de Citedef está ponderado por el que cumplen a nivel internacional. Además de participar en congresos fuera del país, sus grupos técnicos integran la Convención de Armas Químicas, Nucleares y Biológicas; el Grupo Australia; los regímenes sobre armas comunes y prohibidas; y la Comisión de Desminado de Malvinas. También asesoran técnicamente a la Dirección de Seguridad Internacional de la Cancillería, y a los ministerios de Defensa y Economía. Citedef es miembro del Régimen de Control de Exportaciones Sensitivas y Material Bélico y del Comité Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (CICYT) y forma parte del Polo Tecnológico Constituyente S.A., junto con la Comisión Nacional de Energía Atómica, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, el Servicio Geológico Minero Argentino y la Universidad de San Martín. "El objetivo que nos fijó el Ministerio de Defensa es que nos ocupemos de la ciencia y tecnología para la defensa. Por eso, hay grupos científicos muy buenos y eficientes. Los cursos y seminarios que dictamos no solo han dado como fruto formar esos recursos humanos sino que, como parte de la reactivación producida en los últimos dos años, han ingresado alrededor de 100 jóvenes, profesionales en su mayoría, a los que les transferimos conocimientos. Como el avance tecnológico en estos temas es muy acelerado, debemos tener mucha actualización", sostiene el ingeniero mecánico Eduardo Fabre, presidente de Citedef. Entre sus anhelos, apunta a que el organismo a su cargo impulse y transfiera tecnología a la industria nacional para que produzca equipos, insumos y materiales para el sector. "Si no lo hace, habrá que importarlos y van a costar mucho más. El precio del equipamiento militar en el mundo es muy alto y los países invierten mucho dinero en él. Si nuestra industria abastece a las Fuerzas Armadas, podría hacerlo con las de otros países. Por eso, estamos viendo y relevando sus capacidades para producirlos".
-¿Qué nos puede decir sobre los radares?
-La política de radares para control del espacio aéreo en las fronteras argentinas, principalmente la del norte, se ha incrementado significativamente con radares que tenía fuera de servicio la Fuerza Aérea y que, con la fabricación de algunos insumos y repuestos, fueron recuperados y modernizados por nosotros. Son los denominados PS-43, y a ellos se suman los que está fabricando el INVAP. Con ellos, más algunos otros que fueron adquiridos en España, se está cubriendo toda esa zona, que se sospechaba era por donde ingresaba el transporte de droga.
-¿Cómo fue la experiencia con los generadores eólicos en la Antártida?
-En la base Esperanza se probó un aerogenerador de eje horizontal con hélice y gran altura comprado en el exterior. No soportó los fuertes vientos del lugar, que llegan a 180 kilómetros por hora, y se destruyó. Se probó un segundo aparato que corrió la misma suerte. Tuvo muchos problemas y no funcionó. Entonces, desarrollamos uno de eje vertical con un diseño helicoide y baja altura (tres metros y medio de alto) y es el que estamos probando la base Marambio. Hasta ahora soportó vientos de hasta 120 kilómetros y no ha tenido ningún problema. La idea es que si todo sigue así, instalemos un parque eólico en las demás bases argentinas del continente blanco. Además, estamos probando una pila de hidrógeno en Esperanza para producir energía.
-¿Con qué resultados?
-Es un desarrollo que se hizo en la Escuela Superior Técnica del Ejército con el doctor Juan Franco, que ahora trabaja con nosotros. Estamos llegando al kilovatio. Nuestro objetivo es aumentar el abastecimiento y generar fuentes de energía para que esas bases requieran menos gasoil para su funcionamiento. Esto solucionaría el transporte de combustible y los costos de cada campaña antártica. Hay agua y viento suficientes para poner en funcionamiento el catalizador eólico. Falta mucho, pero estamos en camino.
Finalmente, cuando le preguntamos sobre el presupuesto que manejan, Fabre no habla de números. "Es el que nos asigna el Ministerio de Defensa en función de las necesidades y proyectos que se van presentando, que surgen de los requerimientos de nuestros usuarios, tanto de las Fuerzas Armadas como de la industria para la defensa, que cada vez requiere más cosas y desarrollos. Eso sí, le están dando mucha importancia a nuestro trabajo", concluye el ex subsecretario de Energía y Minería de la provincia de Mendoza.