Aguas Turbias
por Alejo Moñino | 20.04.09
Muertes que trataron de ocultar, fuego indiscriminado, abusos contra la población, comportamiento violento. Blackwater, la empresa de seguridad que protege a los diplomáticos de Estados Unidos en Irak está en el centro de la polémica otra vez. Aunque prometió sacarle la licencia, el Departamento de Estado le renovó sus millonarios contratos. ¿Guardaespaldas o mercenarios?
La noche del 16 de septiembre de 2007, Abdul-Razzaq manejaba su coche rumbo a su casa, en Bagdad. Viajaban con él su hermana, sus tres sobrinos, y Alí, su hijo de 9 años. La tranquilidad de una noche calma se convirtió de pronto en un infierno de balas y muerte. De la nada, los guardaespaldas de un convoy diplomático estadounidense que pasaba por el mismo lugar que el coche de la familia Razzaq, comenzaron a disparar a mansalva, arrasando con sus balas a todos los vehículos que transitaban a su alrededor y que se habían detenido por el tránsito intenso. Mientras él, su hermana y sus sobrinos trataban de esconderse bajo los asientos, el auto se convertía en un colador. Tras 10 o 15 minutos de una interminable lluvia de plomo sobrevino el silencio, y luego los gritos de sus sobrinos diciéndole que Alí estaba muerto. En ese tiroteo que puso en evidencia el descontrol de las empresas de seguridad privada que trabajan en Irak, murieron además de Alí otros 16 civiles. Blackwater Worldwide, la empresa que cometió los asesinatos, contradijo a todos los testigos, dijo que sólo respondió a un ataque dirigido contra el convoy que protegía y se limitó a ofrecer unos 12.000 dólares a cada familia de las víctimas. El irrisorio costo de una vida iraquí quedó explicado por el propio cuerpo diplomático de Estados Unidos, que aclaró que si ofrecía sumas mayores, se exponía a que los civiles iraquíes se hicieran asesinar para que sus familias cobrasen las indemnizaciones.
¿GUARDAESPALDAS O MERCENARIOS?
Los conflictos armados en países como Irak o Afganistán hicieron proliferar a las compañías de seguridad privada, cuyo accionar no está cubierto por las convenciones de Ginebra. El personal privado, armado hasta los dientes, suele encargarse de tareas que le corresponden a las fuerzas armadas. Personal privado para algunos, mercenarios para otros, Blackwater es la empresa más tristemente célebre de todas las que operan en Irak.
Fundada en 1997 y con su sede instalada en Carolina del Norte, Blackwater entrena a más de 40.000 personas al año y obtiene sus beneficios de sus contratos con el gobierno estadounidense, que alcanzaron a representar el 90 por ciento de sus beneficios.
En el terreno iraquí, Blackwater fue acusada de numerosos abusos. Su tarea está por afuera de las actividades que desarrollan los soldados y en situación de caos, sus agentes se atribuyen facultades con mayor libertad que un subordinado a las fuerzas armadas, ya que operan con relativa impunidad gracias a permanecer al margen de la justicia internacional.
En muchas ocasiones la empresa y hasta funcionarios del gobierno estadounidense ofrecieron compensaciones a las “víctimas colaterales”, aquellos quienes según el gobierno “era evidente que no estuvieron involucrados en un ataque a Estados Unidos".
Aunque la ONU se esfuerza por regularlos y Estados Unidos asegura que pretende controlarlos –obligándolos a llevar cámaras de video en sus vehículos y haciéndolos declarar sus movimientos a las autoridades 72 horas antes- lo cierto es que el control llegó varios muertos y unos cuantos abusos tarde.
LAS AGUAS BAJAN TURBIAS
Tras el escándalo de la muerte de las 17 personas, el Comité de Reformas Gubernamentales y Supervisión Interior del Congreso de Estados Unidos publicó un informe en el que afirma que Blackwater es una organización fuera de control que permanece indiferente ante la muerte de civiles iraquíes. De pronto la olla se destapó y comenzaron a conocerse los abusos de la empresa. Muertes que trataron de ocultar, uso incorrecto del armamento en 195 tiroteos, abuso de alcohol y de drogas, conducta inapropiada y comportamientos violentos, entre otras acusaciones. Hasta el FBI viajó a Irak a “investigar” a la empresa. 122 efectivos despedidos, que representan una séptima parte de todo el personal que la empresa tiene en Irak, no parece una medida suficiente. Blackwater facturó al Gobierno estadounidense 1.222 dólares al día por cada efectivo en suelo iraquí.
Un proceso judicial llevado a cabo en suelo estadounidense pretendió poner “punto final” al tema Blackwater. La empresa cambió de nombre y ahora se la conoce como Xe. Aunque se le retiró la licencia para operar en Irak, días atrás se supo que aún así seguirá en el terreno durante unos meses más porque el propio gobierno renovó los contratos. Los diplomáticos de Estados Unidos seguirán siendo protegidos por la empresa pese a los pedidos de las autoridades iraquíes de que se retire del país.
La continuación de las tareas de Blackwater plantea nuevos interrogantes para Barack Obama. El presidente de Estados Unidos asegura cada vez que puede que quiere que la administración iraquí asuma cada vez más el mando de la seguridad en el país pero al mismo tiempo impone el uso de mercenarios que no trabajan protegiendo la vida de estadounidenses sino amenazando la de los iraquíes.
Desde Washington los funcionarios del Departamento de Estado reconocen que la empresa sigue en Irak y que por el momento no pueden hacer nada ya que la zona todavía es peligrosa y su cuerpo diplomático necesita protección. Desde la empresa, su vocera Anne Tyrrell se limitó a decir que “estamos siguiendo directivas de nuestro cliente, el Gobierno de Estados Unidos” en un intento por dar por terminada la polémica.
Las leyes del mercado llegaron a la guerra con la privatización de los conflictos armados y la utilización de fuerzas paramilitares a las que se contrata para dar un “servicio”. En la práctica, el trabajo sucio y hasta la muerte de los mercenarios a sueldo tiene, para los gobiernos que los contratan, un costo electoral más bajo que el que representa la utilización de soldados de un ejército propio. Cuando Blackwater o Xe se retire definitivamente de Irak será reemplazada por otra empresa que se llama Triple Canopy. Estos paramilitares representan un desafío para las fuerzas iraquíes sea como sea que se hagan llamar. Tal vez en el control y los límites que el gobierno de Irak logre imponerles, se mida realmente el grado de soberanía real que detenta el país.
Observador Global