batalla de El Caney
El Caney - 1 de Julio 1898
El día 1 de Julio era el elegido por el US Army para iniciar su ataque sobre Santiago de Cuba. Ante la ciudad se elevaban las estratégicas Lomas de San Juan, sobre las que debería centrarse el ataque principal norteamericano, realizándose un ataque secundario y otro de diversión sobre otras posiciones españolas.
La guerra en Cuba
El lugar entre Santiago de Cuba y Daquiri fue la escena principal de las batallas
Unos km. al norte de las Lomas de San Juan existía una pequeña guarnición española en el poblado de El Caney.
Las unidades españolas allí desplegadas no representaban un serio problema, pero el general Lawton propuso realizar sobre esta posición el ataque secundario y aniquilar su guarnición en menos de dos horas para después acudir con sus tropas en apoyo del ataque principal sobre Las Lomas de San Juan.
En el poblado, protegido por el pequeño fuerte de piedra de El Viso, había 550 soldados españoles al mando del general Vara de Rey, que totalizaban un total de 3 cías. del regimiento de la Constitución, un destacamento del regimiento de Cuba, otro de movilizados cubanos, una guerrilla y dos cañones de montaña.
la Comandancia en el poblado
el fuerte „el Viso“
General Joaquín Vara del Rey
Las posiciones españolas, además del fuerte mencionado, se encontraban defendidas por 6 blocaos de madera dispuestos alrededor del poblado y denominados "Río, Norte, Asia, Matadero, Cementerio e Izquierdo", y por trincheras del tipo "carlista", es decir, trincheras en donde la tierra que se extraía de su excavación se esparcía hacia atrás en lugar de formar parapetos con ella, lo que las hacía más difíciles de localizar.
La iglesia y la cárcel, ambas de piedra, fueron aspilleradas (al igual que las paredes traseras de las viviendas) para contribuir a la defensa. Las posiciones defensivas españolas se completaban con una línea de alambradas de espino que dificultaban el acceso a las calles del poblado.
Al tiempo que se fortificaba el poblado, las tropas españolas de Vara del Rey practicaron diversos movimientos tácticos que sin duda habrían de desarrollar durante el combate.
trinchera „carlista“ (reconstrucción)
blocaos típicos de la época
línea de alambradas en el poblado
El despliegue de las tropas españolas, al iniciarse el combate fue el siguiente:
El Viso y sus trincheras los hombres pertenecientes al Regimiento de Cuba;
Compañías del Regimiento de la Constitución en las trincheras y blocaos de El Caney;
Compañía del Constitución de reserva en la plaza y sus edificios;
Voluntarios cubanos distribuidos entre las casas aspilleradas.
Con este ataque se intentaba evitar que las fuerzas españolas del General Vara del Rey pudieran hostigar los flancos de los norteamericanos durante su ataque sobre las Lomas de San Juan, poniendo en peligro todo su despliegue.
Al mismo tiempo, para crear más dificultades al mando español, se llevaría acabo un ataque de diversión sobre Aguadores para evitar que el General Linares pudiera acudir en socorro de las Lomas y de El Caney con las unidades existentes en la zona.
Para atacar El Caney se utilizaron las tropas de Lawton, compuestas por la 2ª División del US. Army que contaban con cuatro brigadas con su artillería de campaña.
El despliegue norteamericano se realizó de la siguiente manera:
la 1ª Brigada, situada sobre el camino de Santiago, al suroeste del poblado.Su misión era aislar El Caney de Santiago de Cuba;
la 2ª Brigada constituía la reserva. Finalmente, al hacerse necesario su concurso debido a la dura resistencia de las tropas españolas, se desplegaría a la derecha de la 1ª Brigada;
la 3ª Brigada, se encontraba situada al este, cerca del fuerte de El Viso;
la Brigada Independiente se encontraba en camino hacia el escenario del combate.
Para apoyar el ataque se contaba con una Batería de 4 cañones de 81 mm. situada a algo más de 1 km al sur de El Caney, sobre una altura que dominaba El Viso, protegida por 1 Regimiento de Infantería y 1 Escuadrón de Caballería.
soldado del regimiento de la Constitución en uniforme „rayadillo“
La artillería comenzó a atacar las posiciones españolas hacia las 06:30 horas de la mañana, cuando aún las tropas norteamericanas no se habían desplegado. Los dos cañones españoles de montaña no responderían al fuego sencillamente porque no contaban con munición. Hacia las 07:00 horas iniciaron el ataque dos brigadas americanas que contaban con casi 4.000 hombres, mientras las dos brigadas restantes, confiando en no ser necesaria su intervención, se mantenían algo más alejadas.
Sin embargo, las descargas efectuadas por los soldados españoles resultaron ser tan eficaces que frenaron el avance de los norteamericanos. Uno de los regimientos americanos llegó a coronar la cima, aunque fue expulsado de la misma poco después, siendo rechazado este primer ataque.
Sin embargo, Lawton lanzó a la lucha una nueva brigada con otros 1.500 hombres, que no lograría culminar con éxito su ataque.
Mientras tanto, el general Shafter, que había encontrado fuerte resistencia en su ataque a las Lomas de San Juan, pedía a Lawton que cesase el ataque sobre El Caney y se le reuniese.
Sin embargo, éste no quería que se le escapase la victoria, por lo que desoyó las órdenes de su superior e hizo entrar en lucha a la última brigada que le quedaba, aunque tampoco conseguiría nada de provecho.
Sobre las 14:00 horas tendría lugar un hecho de capital importancia en el desenlace final de la lucha: la artillería norteamericana, que hasta ese momento no había desempeñado un papel relevante en toda la acción, adelantó su posición hasta unos 500 metros del poblado, comenzando a batir con efectividad El Viso.
A eso de las 15:00 las tropas de Chaffe se lanzaron al asalto de El Viso, apoderándose de la posición tras superar a los escasos defensores que aún se mantenían en el pequeño fuerte.
A pesar de ello, las tropas españolas siguieron combatiendo en las calles del pueblo hasta las 17:00 horas, momento en el que los norteamericanos conseguían, por fin, apoderarse del poblado cuando el batallón que lo defendía prácticamente había agotado toda su dotación de munición, consistente en 150 cartuchos de mauser por hombre, y había visto mermado su número por las bajas. El General Vara del Rey, que había visto fallecer en la acción a dos de sus hijos, moría al ser alcanzado por una descarga de fusilería cuando era evacuado en una camilla.
artillería americana en acción
asalto de El Viso
el héroe de la batalla: General Vara del Rey entre sus soldados
calle de El Caney
las posiciones españolas alrededor del fuerte
El resultado, para los americanos, era desolador.
Habían conseguido la victoria pero a un precio elevado: 550 soldados españoles habían resistido durante casi 10 horas el ataque de casi 7.000 soldados norteamericanos, toda la división de Lawton, distrayéndoles de su objetivo principal (que no era otro que el ataque a las Lomas de San Juan), sufriendo 235 bajas entre muertos y heridos, incluido el general Vara de Rey y sus dos hijos, y alrededor de 120 prisioneros, y causando al US. Army 81 muertos y 360 heridos.
El resto de la guarnición, unos 100 supervivientes al mando del Teniente Coronel Puñet, pudo llegar a Santiago de Cuba por un sendero inadvertido por los americanos.
prisioneros de la guerra
Las palabras del Capitán sueco Wester, agregado militar de las embajadas de Suecia y Noruega en Washington, testigo ocular del combate muestran la admiración que los soldados españoles despertaron aquel día tanto en los propios norteamericanos como en los observadores neutrales allí presentes:
(...); la confianza reina en el campo americano, donde el único temor consiste en que el enemigo se escape sin combatir; pero en El Caney, como se verá, están muy lejos de pensar así.
Las casas del pueblo han sido aspilleradas, se han abierto trincheras en un terreno pedregoso, y el fuego de unas y otras es rasante sobre un espacio de 600 a 1.200 metros; en la punta nordeste de la posición, el fuerte de El Viso, guarnecido con una compañía, ocupa una colina desde la cual se dominan todos los aproches(...).
Hacia las seis de la mañana comenzó el fuego de las trincheras españolas; de improviso se descubre sobre ellas una línea de sombreros de paja; inmediatamente el ruido de una descarga, seguido de la desaparición de los sombreros; esta operación se repite cada minuto, observándose una gran regularidad y la acción de una voluntad firme, lo que no deja de producir una profunda impresión en la línea de exploradores norteamericanos; las balas cruzan el aire, rasando el suelo, hiriendo y matando.
Poco tiempo después, toda la brigada Chafee se encontró desplegada, pero sin poder avanzar un paso, y la de Ludlow se vió también detenida.
(...); la batería norteamericana comienza a disparar.
(...) A los pocos momentos las granadas estallaban por encima de las trincheras, alcanzaban las casas del pueblo y perforaban los muros de El Viso, proyectando los shrapnels su lluvia de plomo sobre la posición; mas, a pesar de todo, en el fuego español se observa igual continuidad e igual violencia.
Delante de El Viso se descubría un oficial paseándose tranquilamente a lo largo de las trincheras: fácil es comprender que el objeto de este peligroso viaje en medio de los proyectiles de que el aire está cruzado no es otro sino animar con el ejemplo a los bravos defensores; se le vio, de cuando en cuando, agitar la mano con su sombrero y se escuchaban aclamaciones.
¡Ah, sí! ¡Viva España! ¡ Viva el pueblo que cuenta con tales hombres!
Las masas de infantería americana se echaban y apretaban contra el suelo hasta el punto de parecer clavadas a él, no pudiendo pensar en moverse a causa de las descargas que la pequeña fuerza española les enviaba a cada instante. Se hizo preciso pedir socorros, (...).
Por fin, a las tres y treinta y seis minutos la brigada Chafee se lanza al ataque contra El Viso; pero queda al principio detenida al pie de la colina, y no invade el fuerte sino después de un segundo y violento empuje.
Los españoles ceden lentamente el terreno, demostrando con su tenacidad en defenderse lo que muchos militares de autoridad no han querido admitir: que una buena infantería puede sostenerse largo tiempo bajo el fuego rápido de las armas de repetición. ¡El último soldado americano que cayó fue herido a 22 pasos de las trincheras!
Aunque la clave de la posición estaba conquistada, la faena continuaba(...).
Desde El Viso, una vez ocupado, las tropas americanas comienzan a tirar sobre el pueblo (...), pero la ocupación no se efectuó hasta las cuatro y media, hora en que los últimos españoles abandonaron las casas para recomenzar el fuego desde una colina situada 600 metros al oeste.
¡Admirable obstinación de resistencia, a la que todos contribuyen hasta el último instante.
(...)El ruido del combate no cesó sino cuando el sol estaba a punto de ponerse. Durante cerca de diez horas 500 bravos soldados resistieron unidos y como encadenados sin ceder un palmo de terreno a otros 6.500 provistos de una batería, y les impidieron tomar parte en el principal combate contra las alturas del monte San Juan.
¡Después de esto, ni una sola palabra más se escucha en el campo americano sobre la cuestión de la inferioridad de la raza española!
Y esta lucha de El Caney ¿no aparecerá siempre ante todo el mundo como uno de los ejemplos más hermosos de valor humano y de abnegación militar?
(...) ¡Contemplad ese pueblo! Las casas están arruinadas por las granadas, las calles cubiertas de muertos y heridos (...) Todos han cumplido su deber, desde el primero hasta el último.
¡Dichoso el país que es tan querido de sus hijos!
¡Dichosos los héroes que han sucumbido en un combate tan glorioso!