Tronador II
Colaborador
Por culpa de Armisael (que me tiene buscando por Internet a un General Argentino Excéntrico de la Guerra del Paraguay), encontré el siguiente articulo que salió en Clarín el 30 de Julio del 2000...
Clarín.com » Edición Domingo 30.07.2000 » Zona » Juegos de guerra en el Trópico de Capricornio
INDAGACIONES
Juegos de guerra en el Trópico de Capricornio
En 1958, algunos militares argentinos que se resistían a entregar el gobierno a Arturo Frondizi patrocinaron a los enemigos de Alfredo Stroessner para invadir el Paraguay. Pensaron en una guerra virtual y, aunque era un bluff, ahora puede saberse que los militares brasileños creyeron que iba en serio. La Argentina estuvo así a un paso del conflicto armado, como surge de documentos de Itamaraty, que se difunden ahora por primera vez. El paso en falso fortaleció al dictador Stroessner.
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ROGELIO GARCIA LUPO. Periodista.
Argentina y Brasil quedaron al borde de la guerra en abril de 1958, cuando el régimen militar del general Pedro Eugenio Aramburu apoyó abiertamente la invasión del Paraguay por una fuerza entrenada en nuestro país y equipada con armas argentinas.
Aunque el gobierno argentino se declaró sorprendido por la incursión de medio centenar de paraguayos, cuando éstos fueron rápidamente derrotados intentó suprimir las pruebas de su intervención en la aventura. Por lo menos un miembro de las Fuerzas Armadas argentinas fue identificado como responsable de la entrega de armamentos argentinos a los paraguayos, pero su testimonio nunca llegó a recogerse. Según el descargo formulado personalmente por el general Aramburu al representante del general Alfredo Stroessner, "el hombre se suicidó antes que pudiéramos interrogarlo". La aventura fue justificada en aquel momento como una respuesta a la actividad de los exiliados peronistas desde territorio del Paraguay. Sin embargo, los diplomáticos del Brasil, y sobre todo los militares brasileños, entendieron que detrás de los invasores paraguayos estaba la mano del Estado Mayor del Ejército Argentino y que en Buenos Aires buscaban la caída de Stroessner —entonces en su cuarto año de dictadura— porque lo consideraban una pieza en la estrategia geopolítica brasileña.
Sobre la base de este análisis, tropas brasileñas fueron enviadas a la frontera argentina cuando el 1° de abril de 1958 los "comandos paraguayos" cruzaron desde nuestro territorio, iniciando una fugaz operación de guerrillas contra la comisaría del pequeño pueblo Coronel Bogado.
El día anterior, el Congreso argentino había consagrado a Arturo Frondizi como presidente constitucional, que el 1° de abril ocuparía la Casa Rosada. Los informes de inteligencia brasileños registraron versiones entonces corrientes según las cuales los militares impedirían a Frondizi ocupar el gobierno pero, aparentemente, no esperaban que se lanzara de verdad un ataque contra el Paraguay.
Cuando los paraguayos cruzaron la frontera, los brasileños interpretaron que había comenzado una operación destinada a ellos. Su conclusión preliminar fue que en Buenos Aires había militares decididos a impedir que Frondizi asumiera su cargo y que eran capaces de desatar la guerra en el corazón del continente para alcanzar ese objetivo, pero que, en realidad, eran enemigos de Brasil.
Una colección de documentos secretos de Brasil consultados para esta investigación permite ahora reconstruir aquellos días de los que, por la parte argentina, nunca se conocieron registros oficiales
De estos documentos surge el riesgo real que entonces existió de que se encendiera la guerra con el Paraguay y que Stroessner pidiera auxilio al Brasil. El vicepresidente, almirante Isaac Rojas, llegó a proponer la ruptura de relaciones con el dictador de Asunción, en una reunión del gabinete que poco más tarde abandonaría la Casa Rosada.
El mismo día de la invasión, Stroessner había denunciado que los hombres del exiliado paraguayo Esperidión Chamorro, unos 30 en total, habían atacado el caserío de Coronel Bogado, que llevaban carabinas Mauser identificadas como del Ejército Argentino y que por lo menos dos de los guerrilleros —muertos en el asalto— tenían en sus bolsillos boletos de ómnibus que habían sido comprados en Resistencia y en Posadas, los focos de la oposición paraguaya. Para Asunción no quedaban dudas: "Esos bandidos vinieron de la Argentina", declaró el gobierno paraguayo.
La burbuja revolucionaria se agotó con rapidez, si bien subsistió una laboriosa aunque inútil operación de inteligencia desde Buenos Aires que pretendió prolongarla para disimular el fracaso. Dos semanas después, la Casa Rosada todavía lograba intoxicar por lo menos a una agencia internacional de noticias con un parte de inteligencia militar argentina según el cual se había establecido un "comando revolucionario" en el interior del Paraguay, en la región de Amambay, que contaba con más de 1.000 hombres en armas y que se denominaba "Guerrillas de la Libertad Nacional". El jefe de este "comando" había emitido un "parte de guerra" donde aseguraba haber atacado "depósitos de armas de grupos peronistas que actúan desde el Paraguay, incautándose de 60 pistolas ametralladoras de origen argentino y 40.000 proyectiles".
Los brasileños hicieron otra lectura. Para ellos, que poseían excelente información del interior del Paraguay, la invención del "comando revolucionario" respondía a la necesidad de justificar la aparición de armas argentinas en manos de los rebeldes paraguayos.
El número de armas y de proyectiles era el mismo que había salido de los arsenales de Puerto Madero. Otro precario esfuerzo en el mismo sentido fue imaginar que Stroessner no contaba con todo el respaldo de sus generales y el último consistió en el supuesto ataque de un avión paraguayo a Ituzaingó, un pueblo de la provincia de Corrientes.
Nada era cierto. Stroessner denunció a la Argentina ante la OEA, el presidente electo Frondizi suspendió su visita al Paraguay por razones de salud, el dirigente peronista John William Cooke viajó a Asunción, y Aramburu, atrapado por un escándalo internacional, envió al jefe de seguridad de la Casa Rosada a ofrecerle comedidas explicaciones a Stroessner.
Tronadores Saludos...
Clarín.com » Edición Domingo 30.07.2000 » Zona » Juegos de guerra en el Trópico de Capricornio
INDAGACIONES
Juegos de guerra en el Trópico de Capricornio
En 1958, algunos militares argentinos que se resistían a entregar el gobierno a Arturo Frondizi patrocinaron a los enemigos de Alfredo Stroessner para invadir el Paraguay. Pensaron en una guerra virtual y, aunque era un bluff, ahora puede saberse que los militares brasileños creyeron que iba en serio. La Argentina estuvo así a un paso del conflicto armado, como surge de documentos de Itamaraty, que se difunden ahora por primera vez. El paso en falso fortaleció al dictador Stroessner.
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ROGELIO GARCIA LUPO. Periodista.
Argentina y Brasil quedaron al borde de la guerra en abril de 1958, cuando el régimen militar del general Pedro Eugenio Aramburu apoyó abiertamente la invasión del Paraguay por una fuerza entrenada en nuestro país y equipada con armas argentinas.
Aunque el gobierno argentino se declaró sorprendido por la incursión de medio centenar de paraguayos, cuando éstos fueron rápidamente derrotados intentó suprimir las pruebas de su intervención en la aventura. Por lo menos un miembro de las Fuerzas Armadas argentinas fue identificado como responsable de la entrega de armamentos argentinos a los paraguayos, pero su testimonio nunca llegó a recogerse. Según el descargo formulado personalmente por el general Aramburu al representante del general Alfredo Stroessner, "el hombre se suicidó antes que pudiéramos interrogarlo". La aventura fue justificada en aquel momento como una respuesta a la actividad de los exiliados peronistas desde territorio del Paraguay. Sin embargo, los diplomáticos del Brasil, y sobre todo los militares brasileños, entendieron que detrás de los invasores paraguayos estaba la mano del Estado Mayor del Ejército Argentino y que en Buenos Aires buscaban la caída de Stroessner —entonces en su cuarto año de dictadura— porque lo consideraban una pieza en la estrategia geopolítica brasileña.
Sobre la base de este análisis, tropas brasileñas fueron enviadas a la frontera argentina cuando el 1° de abril de 1958 los "comandos paraguayos" cruzaron desde nuestro territorio, iniciando una fugaz operación de guerrillas contra la comisaría del pequeño pueblo Coronel Bogado.
El día anterior, el Congreso argentino había consagrado a Arturo Frondizi como presidente constitucional, que el 1° de abril ocuparía la Casa Rosada. Los informes de inteligencia brasileños registraron versiones entonces corrientes según las cuales los militares impedirían a Frondizi ocupar el gobierno pero, aparentemente, no esperaban que se lanzara de verdad un ataque contra el Paraguay.
Cuando los paraguayos cruzaron la frontera, los brasileños interpretaron que había comenzado una operación destinada a ellos. Su conclusión preliminar fue que en Buenos Aires había militares decididos a impedir que Frondizi asumiera su cargo y que eran capaces de desatar la guerra en el corazón del continente para alcanzar ese objetivo, pero que, en realidad, eran enemigos de Brasil.
Una colección de documentos secretos de Brasil consultados para esta investigación permite ahora reconstruir aquellos días de los que, por la parte argentina, nunca se conocieron registros oficiales
De estos documentos surge el riesgo real que entonces existió de que se encendiera la guerra con el Paraguay y que Stroessner pidiera auxilio al Brasil. El vicepresidente, almirante Isaac Rojas, llegó a proponer la ruptura de relaciones con el dictador de Asunción, en una reunión del gabinete que poco más tarde abandonaría la Casa Rosada.
El mismo día de la invasión, Stroessner había denunciado que los hombres del exiliado paraguayo Esperidión Chamorro, unos 30 en total, habían atacado el caserío de Coronel Bogado, que llevaban carabinas Mauser identificadas como del Ejército Argentino y que por lo menos dos de los guerrilleros —muertos en el asalto— tenían en sus bolsillos boletos de ómnibus que habían sido comprados en Resistencia y en Posadas, los focos de la oposición paraguaya. Para Asunción no quedaban dudas: "Esos bandidos vinieron de la Argentina", declaró el gobierno paraguayo.
La burbuja revolucionaria se agotó con rapidez, si bien subsistió una laboriosa aunque inútil operación de inteligencia desde Buenos Aires que pretendió prolongarla para disimular el fracaso. Dos semanas después, la Casa Rosada todavía lograba intoxicar por lo menos a una agencia internacional de noticias con un parte de inteligencia militar argentina según el cual se había establecido un "comando revolucionario" en el interior del Paraguay, en la región de Amambay, que contaba con más de 1.000 hombres en armas y que se denominaba "Guerrillas de la Libertad Nacional". El jefe de este "comando" había emitido un "parte de guerra" donde aseguraba haber atacado "depósitos de armas de grupos peronistas que actúan desde el Paraguay, incautándose de 60 pistolas ametralladoras de origen argentino y 40.000 proyectiles".
Los brasileños hicieron otra lectura. Para ellos, que poseían excelente información del interior del Paraguay, la invención del "comando revolucionario" respondía a la necesidad de justificar la aparición de armas argentinas en manos de los rebeldes paraguayos.
El número de armas y de proyectiles era el mismo que había salido de los arsenales de Puerto Madero. Otro precario esfuerzo en el mismo sentido fue imaginar que Stroessner no contaba con todo el respaldo de sus generales y el último consistió en el supuesto ataque de un avión paraguayo a Ituzaingó, un pueblo de la provincia de Corrientes.
Nada era cierto. Stroessner denunció a la Argentina ante la OEA, el presidente electo Frondizi suspendió su visita al Paraguay por razones de salud, el dirigente peronista John William Cooke viajó a Asunción, y Aramburu, atrapado por un escándalo internacional, envió al jefe de seguridad de la Casa Rosada a ofrecerle comedidas explicaciones a Stroessner.
Tronadores Saludos...