Dia d
Me parece que,no fue la operación que cambio el rumbo de la guerra,esa operación podría haber sido la batalla de kurk o la operación bagration, también tenemos que acordarnos de los rusos que murieron en el frente oriental,que yo recuerdo,no hay películas,o héroes del otro bando,algo que creo que lo norteamericanos hicieron del día de solo porque se creen los mejores.
Pero igual pongo aqui un relato muy bueno que encontre hace mucho tiempo
la Puerta del Infierno
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Yo era bastante joven. Había celebrado mi 18 cumpleaños en el Widerstansnest 62 (Nido de resistencia 62). Casi la mitad de mis camaradas tenían también entre dieciocho y diecinueve años. Teníamos también un sargento, 2 oficiales y diecisiete soldados rasos.
En febrero de 1944, durante la inspección de las defensas de la costa de Normandía, el mariscal de campo Rommel había visitado nuestra posición. Había criticado duramente no sólo nuestros fallos defensivos sino también los de toda la linea costera desde Colleville-sur-Mer hasta Vierville-sur-Mer. Comparaba la bahía en nuestro sector con la bahía de Salerno en Italia y ordenó que se construyeran urgentemente defensas adicionales.
Durante varias semanas antes del 6 de junio, dos casamatas para cañones de 75mm fueron encofradas en cemento y sólo las ventanillas de acero representaban su punto débil. Eran del tamaño de la puerta de un granero y ofrecían un blanco perfecto para los atacantes. Nuestro bunker, con un techo de más de 2 metros de ancho había sido acabado en mayo.
Construimos barreras antitanques en la playa con troncos coronados con minas Teller (minas antitanque de plato).
NOTA: Estos troncos eran conocidos como Rommelspargel (espárragos de Rommel) y estaban destinados a reventar el fondo de los tanques y anfibios cuando desembarcaran, supuestamente en marea alta para que el tramo a recorrer por los soldados fuese menor. Al producirse el desembarco en marea baja, quedaron al descubierto.
Otros obstáculos en la playa fueron los "erizos checos" (he hecho una traducción literal "czech hedgehogs") hechos con vigas de acero cruzadas y soldadas, para entorpecer la marcha de tanques y vehículos, y las "rejas belgas" (ídem "belgian gates") compuestas de estacas de acero en la arena para despanzurrar los vehículos anfibios. A lo largo de la playa había una pequeña barrera de piedras compuesta de cantos apilados por la marea y a su alrededor habíamos puestos minas para protegernos de un supuesto ataque nocturno. Una trinchera para tanques había sido cavada entre el nido 61 y el nido 62 y fue protegida con minas, y nuestra posición fue cercada con una maraña de rollos de alambre de espino.
Durante mayo y principios de junio la actividad aérea se incrementó sobre nosotros y tiraban su carga mortal sobre la vías y cruces de ferrocarril tras nosotros. Solamente una o dos veces por semana podíamos ver dos aviones nuestros volando a lo largo de la costa. Los bautizamos como Max y Moritz.
El estado de alerta se incrementó desde finales de mayo y los veteranos decían que "algo se cocía" y que se había informado de que en el sur de Inglaterra se estaban embarcando tropas. Al oeste del nido 62 hacia el nido 64 se añadieron dos posiciones de ametralladoras y una posición de cañón falsa con un tubo que apuntaba amenazadoramente a la playa.
La alarma irrumpió en el bunker y nos despertó de un profundo sueño. Un camarada se plantó en la entrada y continuó gritando, para despejar dudas y apresurarnos a ponernos en pie. Habíamos sido puestos en pie tantas veces por esta alarma en las semanas pasadas que ya no la tomábamos en serio, así que algunos de los hombres se dieron la vuelta en sus catres e intentaron seguir durmiendo. Un oficial apareció en la entrada tras nuestro camarada y nos dijo "¡muchachos, esta vez es en serio, están viniendo!".
Entramos en acción. Carabina en ristre corrimos hasta nuestras posiciones. Todo el cansancio desapareció. Las ametralladoras, cañones y morteros estaban preparados. Nos quedamos junto a nuestras armas listos para la acción, pero la noche seguía tranquila. Pronto llegó el primer mensaje desde la compañía. En Saint-Mére-Eglise, paracaidistas enemigos habían tomado tierra. Un gran número de barcos habían salido del sur de Inglaterra y se dirigían hacia Normandía.
Nuestra sección costera seguía tranquila, nada se movía ¿sería otra vez una falsa alarma? Los minutos pasaban lentamente y nosotros seguíamos junto a nuestras armas temblando de frío dentro de nuestros poco abrigados uniformes de verano. El cocinero preparó vino tinto caliente. Un oficial apareció y comprobó que estábamos listos, diciendo "Cuando lleguen no disparéis demasiado pronto". En ese momento yo estaba sólo en mi ametralladora.
El silencio se cernía pesadamente sobre nosotros y la tensión seguía creciendo. De repente oímos el rumor de un escuadrón de bombarderos en el aire que finalmente se desvaneció en la distancia. Como siempre volaban sobre nuestro sector. Todo seguía tranquilo hasta que pocos minutos después con las luces del alba aparecieron más bombarderos. Se veían sombras en el horizonte, en principio creíamos que serían guardacostas alemanes, pero pronto las sombras crecieron y se hicieron tan numerosas que todas nuestras esperanzas se desvanecieron. Barcos de todo tipo, grandes y pequeños, crecieron en número. Más bombarderos se aproximaron a la costa y en Port-en-Bessin, a pocos kilómetros de nosotros, empezaron a caer las primeras bombas. Llegaban más bombarderos y yo seguía tras mi ametralladora con la mira apuntado hacia el mar. Una vez más inspeccioné mi cinta de munición. Intenté concentrarme en mi arma para alejar mi mente de lo que se venía encima. Tras mi puesto entraron en ignición dos lanzallamas que estaban apuntando hacia la trinchera de tanques y la playa.
Los bombarderos aparecieron de repente sobre nosotros sin darnos tiempo a ocultarnos en el bunker, así que me oculté bajo mi ametralladora cuando las bombas empezaron a explotar tras nosotros y a arrojarnos tierra y arena encima. Dos bombas pesadas cayeron sobre nuestra posición y contuvimos la respiración cuando más obuses disparados desde los destructores empezaron a caer alrededor de nuestro almacén y nuestro bunker. Nos rodeaban los escombros y las nubes de humo; la tierrra temblaba; teníamos la nariz y los ojos llenos de tierra y arena entre los dientes. No había esperanza de auxilio. No apareció ningún caza alemán y en nuestro sector no habían armas antiaéreas. Estábamos paralizados porque sabíamos que no teníamos ninguna posibilidad de vencer.
De repente el mar cobró vida. Los vehículos de desembarco se aproximaban rápidamente a la costa y el primer grupo de soldados surgió apretadamente de los anfibios, unos con el agua por la rodilla, otros hasta el pecho. Lo que más nos sorprendió fue que la invasión se produjera con marea baja. Los norteamericanos tenían que correr desde sus lanchones de desembarco 300 metros hacia la playa abierta, sin ninguna protección. Y yo pensaba, "¡pero si están viendo que corren hacia la muerte!". Había un buen trecho hasta la pequeña pared de piedras apiladas por la marea que corría paralela a la orilla y que ofrecía la única protección.
Entonces entramos en acción, hubiera sido inutil tratar de defendernos del bombardeo combinado por mar y aire, y hasta el momento sólo podíamos intentar protegernos. Ahora ya se oían las primeras ráfagas de ametralladora y en pocos segundos la primera oleada de desembarco se atascó indecisamente en la orilla después de correr unos pocos metros. Había abierto fuego en ráfagas cortas contra los vehículos de desembarco. cuando la arena encasquilló mi cinta de munición. Abrí la ametralladora, saqué la cinta, la limpié rápidamente y empecé a disparar de nuevo. En ese momento la ametralladora fue arrancada de mis manos y es difícil imaginar como pude sobrevivir a la explosión sin herida alguna, porque los lanzallamas explotaron a causa de una granada y sólo asomaban los cables en el lugar que antes ocupaban.
Un camarada disparaba cañonazo tras cañonazo desde su cañón de 75mm, pero pronto le devolvieron el fuego y su posición se cubrió de tierra y humo. Un impacto reventó la boca de su cañon y lo dejó fuera de combate.
Entonces llegó la segunda oleada, y de nuevo la carrera a través de la playa, y de nuevo fuego de rechazo. Seguí disparando. Venían más y más soldados. En cada vehículo llegaban unos 15 o 20 hombres, así que llegaban a la playa en un número aproximado de 200 en 200, cuando salían desorientados y asustados chocaban unos con otros y se quedaban en gran número atascados en la orilla. Recuerdo que yo gritaba y rezaba en voz alta mientras disparaba. Más y más camaradas morían o eran heridos. La marea crecía lentamente y la orilla se iba acercando. Las pérdidas eran enormes en la playa. Cientos de efectivos norteamericanos yacían muertos o heridos. Otros no querían avanzar. Los cuerpos fueron barridos posteriormente por la marea. Algunos de los troncos con minas se habían incendiado e iluminaban toda la escena. Es un recuerdo doloroso e imborrable.
Uno de mis camaradas que estaba a unos 50 metros delante de mí, llegó arrastrándose dentro de mi casamata y gritó "Franz, cuidado, están llegando, ahora tenemos que defendernos solos". Y eso fue lo que hicimos.
Cuando recibí un disparo en la mano por la tarde, mi camarada miró mi mano de la que colgaban varios dedos y me dijo: "alégrate Gosh, ahí tienes tu billete de vuelta a casa, los demás no sabemos como llegaremos". Esperaba que pudiera arreglármelas para volver. Fui por pequeños atajos, no por la carretera principal. Luego oí que algunos camaradas habían caído cuando intentaban huir por el camino principal.
EPÍLOGO
El cabo Gockel alcanzó a llegar hasta un hospital militar situado en la retaguardia. Fue apresado meses más tarde en noviembre de 1944 cuando se reincorporó al frente. El final del conflicto bélico lo vivió como prisionero de los estadunidenses.
Desde el Día "D", Gockel estuvo más de 50 veces en Normandía y ocho veces en Estados Unidos. Ha trabado varias amistades con soldados norteamericanos que desembarcaron en "Omaha" y se visitan mutuamente. En la actualidad ha publicado un libro llamado "La Puerta de Infierno" sobre el desembarco de Normandía.
En 2004, coincidiendo con el 60 aniversario del Día D, levantó una cruz de madera en el búnker en donde sirvieron él y sus camaradas, para honrar a sus compañeros muertos. Esa misma semana la cruz fue objeto de actos vandálicos y destruida.
Fuente:
http://zonaforo.meristation.com/foros/v ... =300995&m=
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Y tengo otro
Heinrich Severloh "La Bestia de Omaha Beach"
A las 5 de la mañana, un ametrallador alemán empezó a disparar sobre jóvenes americanos en la playa. Nueve horas y 12.000 cartuchos más tarde, seguía disparando.
Cuando los líderes mundiales paseban por el cementerio de guerra estadounidense de Omaha Beach, un hombre que había llevado a docenas de ellos a esas tumbas estaba a cientos de millas de allí, en Alemania.
Pero Hein Severloh cuenta que sus pensamientos siguen absorbidos por los eventos que ocurrieron hace 60 años en Normandía.
Ha estado de nuevo en las playas muchas veces, para rezar sus propias oraciones de soldado para los muertos de ambos bandos.
Pero en este aniversario del Día-D, por primera vez soldados alemanes han sido oficialmente invitados a asitir, aunque él no cree que un hombre con su apodo y pasado sea del todo bienvenido. Hein Severloh se volvió famoso entre los soldados americanos desesperados sobre el más sangriento de los lugares de desembarco de Normandía como "La Bestia de Omaha Beach".
Fue el primero en abrir fuego y el último en terminar, aproximadamente nueve horas después.Manejando su ametralladora barrió a balazos a los americanos, tiñendo la arena y el mar de rojo. Su arma se calentó tanto que quemaba la hierba que había alrededor. Pero él seguía, oleada tras oleada que avanzaban desde los vehículos de desembarco que llegaban a la playa.
"Recuerdo el primero en morir" dice un sr. Severloh de 80 años desde su casa cerca de Hannover "el hombre salió del mar y estaba buscando un sitio donde esconderse. Le apunté al pecho pero el disparo fue alto y el dio en la frente. Vi su caso de acero rodando hacia la orilla y entonces se desplomó. Sabía que estaba muerto...aún sigo soñando con ese muchacho y me pongo enfermo cuando pienso en él ¿qué podía hacer? ellos o yo, eso era lo único que pensaba.
Durante las siguientes nueve horas en el nido de ametraladoras número 62 el cabo severloh sembró la playa con su MG42. Su posición, la número 75 sobre las amplias arenas le daban una visión y una línea de fuego perfectas.
"Éramos 30 hombres", dice, "cada uno con un único pensamiento e la cabeza: ¿saldríamos vivos de allí?"
"Yo no quería estar en esta guerra, no quería estar en Francia y no quería estar disparando con una ametralladora a chavales de mi edad (20 años). Pero ahí estábamos, sirviendo en una guerra que ya estaba perdida y obedeciendo las órdenes de nuestro teniente de abrir fuego tan pronto como el agua les llegara por las rodillas".
Tras haber sobrevivido a una temporada en el frente oriental, Francia eran unas vacaciones para hombres como Hein Severloh. Todo eso terminó con la pálida luz del amanecer en la mañana del 6 de Junio de 1944, cuando los ejércitos americanos invadieron la costa.
El cabo Severloh tenía 12.000 cartuchos "empecé a disparar a las cinco de la mañana" dice "y estaba aún disparando nueve horas más tarde". "No sentía pánico, ni odio, uno hacía lo que tenía que hacer y sabía que ellos, tan cierto como que el infierno existe, te harían lo mismo a ti si tuvieran la oportunidad".
"Al principio los cuerpos estaban a 500 metros, luego a 400, más tarde a 150. Había sangre por todos lados, gritos, muertos y moribundos. El oleaje mecía más cuerpos en la orilla".
"Habían pequeñas pausas, cuando ningún vehículo anfibio llegaba, durante las que podía enfriar mi ametralladora". "Era consciente de que algunos de mis camaradas se habían largado, pero tenía miedo de la terrible perspectiva de entrentarme a la mirada de mi oficial, así que me mantuve en el puesto".
Tras agotar la munición de su ametralladora, Hein Severloh continuó disparando a los soldados que desembarcaban con su rifle reglamentario Kar98k.
"Al final de la tarde me di cuenta de que era la única persona que aún disparaba. Podía ver a los tanques maniobrando en la playa y sabía que no podría contenerlos yo solo"
"Oí la orden del teniente Bernhard Ferking- un buen hombre (una vez castigó a un soldado durante 10 día a regar la hierba que camuflaba los nidos de ametralladoras por no haber ayudado a una anciana francesa con sus bolsas de la compra) y con 32 años ya un veterano, de que debíamos retirarnos"
"Corrí de cráter en cráter tras nuestros complejos de búnkeres. Lo esperé pero nunca llegó. Visité su tumba en Normandía 10 años después. Recibió un disparo en la cabeza de uno de los americanos cuando intentaba alcanzarme. Fui hecho prisionero esa noche. No creo que hubiera sobrevivido si me hubieran capturado en mi puesto."
"Sabían lo que le había hecho a sus compañeros. No creo que esas tropas de vanguardia me hubieran mostrado ninguna piedad".
Alrededor de 2.500 americanos murieron en "Bloody Omaha" antes de aplastar a los defensores alemanes. Se estima que aproximadamente la mitad fueron abatidos por Severloh. De los 30 hombres que componían la guarnición alemana sólo dos sobrevivieron, los cabos Heinrich Severloh de 20 años y Franz Gockel de 18.
EPÍLOGO
Severloh fue enviado como prisionero a EEUU y se le puso a recoger algodón y patatas. En 1946 fue enviado a Inglaterra a construir carreteras y fue liberado y enviado de vuelta a Alemania en 1947 tras una petición de su anciano padre que ya no se podía hacer cargo de la granja familiar Durante su cautiverio no le contó a nadie quién era y sólo lo hizo a su esposa años después de casados.
Trece años después de su vuelta leyó el libro "The Longest Day" y oyó por primera vez el nombre de David Silva, un soldado americano que estuvo en Omaha Beach y sobrevivió, aunque recibió tres balazos (probablemente disparados por Severloh) y quedó gravemente herido.
Desde finales de los 50, David Silva vive en Karlsruhe, Alemania. De vez en cuando, él y Severloh se han visto ahí, y se han hecho buenos amigos. Silva comentó en una entrevista a el "SPIEGEL" que Severloh nunca le ha pedido ser perdonado, aunque Silva lo perdonó de todas formas "Era importante para él", dijo Silva.
LEANLO QUE VALE LA PENA