31-05-10 MENSAJE MILTIAR DEL DIA DEL EJERCITO, EN SU 200 ANIVERSARIO LEIDO EN LAS FORMACIONES DE LAS TRES FUERZAS AMRADAS
El Ejército Argentino posee un extraordinario privilegio histórico: haber sido fundado a 4 días de la instalación institucional de la Revolución de Mayo. Y así como una Revolución no se define solamente por la fecha de su inicio, tampoco el Ejército, en este caso, puede sustraerse a sus antecedentes históricos.
Sobre las fuerzas de las milicias que se formaron en la época colonial se organizaron los cuerpos que pelearon en las invasiones ejecutadas por el expansivo imperio inglés en 1806 y 1807.
Esos regimientos criollos -los Patricios, los Pardos, los Morenos- fueron elegidos por la voluntad política clara y firme de la Junta de Mayo, el poder político surgido de la voluntad popular posible en la época –la de los vecinos notables y la de los patriotas intransigentes-, que le fijó al Ejército naciente el 29 de mayo de 1810, a través de la orden escrita por la pluma ardiente de Mariano Moreno, la misión de consolidar la Revolución hasta la independencia. Digámoslo con claridad: es la Patria la que funda el Ejército y posteriormente también a las otras Fuerzas.
La Revolución de Mayo no fue un concierto armonioso, pacífico y prolijo, porque ninguna revolución lo es. La iconografía posterior y las luchas por el dominio de la historia la convirtieron en algo edulcorado, eludiendo la contradicción, los medios pasos y la violencia con que las ideas de liberación se impusieron en la realidad a las del dominio colonial.
Sin la orden de la Primera Junta no se entendería la batalla de Suipacha, el primer combate victorioso de las armas que luego llamaremos argentinas, el 7 de noviembre de 1810.
Cada aniversario como éste, que en la arbitrariedad de las cifras redondas celebramos con particular atención, brinda un sentido a un hecho y en este caso a una institución.
Es por la historia reciente de nuestra Patria, de nuestro Estado-Nación, que subrayamos el origen político y soberano de nuestro Ejército, que fue concebido para hacer la patria independiente.
Esa historia de combates libertadores en lo que hoy es nuestro territorio argentino y en una gran parte en las tierras de la América Latina, es la que dió sentido al Ejército Argentino. Y es la que debe dárselo en el siglo XXI.
Un Ejército cuidando la integridad territorial y los recursos del país, porque su pueblo organizado en gobierno así se lo ordena, y con sus integrantes cumpliendo el mandato al precio incluso de sus propias vidas.
La construcción de una institución y, por supuesto, de un Estado, constituye un hecho histórico y social. El ejército que peleó en Suipacha, en Tucumán y Salta, en Las Piedras y Montevideo; en Chacabuco y Maipú después de cruzar los Andes; que desembarcó en las playas peruanas y que luchó también en Ayacucho, era un ejército popular. En él combatían oficiales de familias de abolengo; otros que venían de familias de modestos funcionarios, y los más integrando regimientos y batallones donde el gaucho unía su sangre a la del negro liberto y a la del habitante originario.
¿Hay un Ejército que atraviesa de un solo trazo toda la historia Patria? Ciertamente, no. Como tampoco hay instituciones de cualquier tipo que se mantengan sin cambios, y en ocasiones los desempeños pueden ser claudicantes o negativos.
Por eso, hay una historia en la que nos reconocemos y otra en la que debemos criticarnos. Ello vale para los militares y los civiles, para los partidos y las fuerzas sociales, ideológicas, religiosas o laicas. La pregunta que debemos hacernos, en consecuencia, es: ¿a que historia renunciamos y en que historia debemos ejemplarmente inspirarnos?.
No debe haber duda que son la historia y la sociedad las que orientan, dirigen y transforman las instituciones. Eso quedó subrayado en ocasión de la modernización y la organización del Ejército profesional que aquel militar devenido político, el General Roca, el mismo de la lamentable “conquista del desierto”, promovió a principios del siglo XX, a través del coronel Riccheri, con las resistencias de aquellos que dentro de la propia fuerza no podían entender las necesidades del nuevo Estado y en consecuencia la necesidad de un nuevo Ejército
A comienzos del siglo XX, la Argentina también peleaba por el voto popular, y tanto civiles como militares participaron de esa lucha. Unos a favor y otros tratando de torcer ese proceso inexorable.
Los primeros vencieron en 1916 cuando Hipólito Irigoyen entró en la Casa Rosada y los segundos vencieron en 1930, en la equivocada “hora de la espada” que Leopoldo Lugones profetizara en su texto menos feliz, en paralelo a la emergencia del fascismo y otros totalitarismos europeos.
En el peronismo del ’45 y al calor de las movilizaciones populares por la inclusión de la clase obrera en la vida política, hubo bajo la dirección del coronel Perón, un fuerte ascenso del perfil industrialista que algunos militares habían protagonizado. Tanto con el avance de la industria militar aeronáutica en Córdoba con el Pulqui, como con el desarrollo intenso de Fabricaciones Militares con la fundición del acero hasta la creación de astilleros. Esa fue la línea histórica que llevó a la fundación de la Fuerza Aérea como fuerza independiente, que siguió el General Mosconi, fundador de YPF y que impulsó el General Savio con el desarrollo siderúrgico.
Junto a Savio, Mosconi, el general Pujato, gran movilizador militar por la Antártida o el General Leal que llegó al Polo Sur, están también los que murieron en Malvinas o combatieron con valor en el archipiélago ocupado, a los que el pueblo argentino honra y lleva en su corazón.
También hay episodios sombríos que protagonizaron las instituciones armadas en el siglo pasado. Reiteradas interrupciones de la normalidad institucional, proscripción de amplias mayorías políticas y finalmente la influencia de la Doctrina de Seguridad Nacional a partir de los ’60, las llevaron a la trágica experiencia del terrorismo de Estado.
Hoy, definitivamente, el presente y el futuro son por completo diferentes para el Ejército argentino porque el pueblo, la ciudadanía, se reconcilia con las instituciones armadas, cuyos integrantes acatan la Constitución y respetan los derechos humanos. En paralelo la justicia, con todas las garantías constitucionales, juzga a quienes cometieron acciones criminales. La reconciliación, ansiada y necesaria, se logra, entonces, no al precio de la impunidad sino sobre la base de la justicia, la verdad y la memoria.
En el Bicentenario de la Patria avanzamos alumbrados por la misma impronta modernizadora que deparó al Ejército el Centenario. Aquella que supo sentar la reorganización general de la Fuerza, sobre la base de la formación estrictamente profesional de sus cuadros, de la incorporación de los jóvenes soldados bajo la nueva ley del Servicio Militar Obligatorio, la creación de la Escuela Superior de Guerra, la obtención de los terrenos de Campo de Mayo para asiento e instrucción de las principales unidades de las armas y servicios, y la adquisición de modernos armamentos.
Fue precisamente con la idea de recuperar ese patrimonio histórico que asumimos la actual gestión del Ministerio, hace ya cuatro años. La consigna fue proyectar políticas de Estado que tallaran hondo en los fundamentos de nuestro sistema de defensa para asentar columnas sólidas de un Instrumento Militar con capacidades y herramientas integrales que aseguraran su mejor desempeño en el nuevo e incierto mundo en que nos toca vivir.
Asumimos el compromiso y la decisión de formular una política integral de defensa. Aceptando la responsabilidad indelegable de conducir al sistema de defensa con una visión que articulara su proyección estructural con una estrategia nacional de desarrollo y una postura internacional coherente. Los civiles finalmente entendimos que, aún a riesgo de omisiones y errores, era mandatorio asumir la defensa nacional como una política pública y preferentemente de Estado.
La primer tarea que nos fijamos fue la de completar el marco legal y normativo del Sistema de Defensa, que inéditamente había quedado inconcluso desde su creación, 18 años atrás. Para ello, se reglamentó la Ley de Defensa a través de un Decreto del Poder Ejecutivo Nacional en el año 2006.
Se convocó seguidamente al Consejo de Defensa Nacional, participando a distintas áreas del Poder Ejecutivo y del Congreso Nacional en la definición de la estrategia global que debe orientar la evolución del dispositivo defensivo. Se dictó la primera Directiva de Organización y Funcionamiento de las Fuerzas Armadas, introduciendo el planeamiento por capacidades y se instruyó el Ciclo de Planeamiento de la Defensa Nacional, para que las decisiones estructurales sobre personal, equipamiento y despliegue respondieran, en adelante, a una concepción sistémica de mediano y largo plazo.
Buscamos con todo ello, capitalizar las enseñanzas de la guerra de Malvinas, consolidando la acción militar conjunta, aplicando la racionalidad en el sostenimiento de las capacidades actuales y en el desarrollo de las futuras y recuperando el potencial industrial para satisfacer las necesidades del equipamiento de la defensa.
Nos propusimos entonces como objetivos principales de gestión:
1)El fortalecimiento del Estado Mayor Conjunto, comenzando por la figura de su Jefe, otrora desmerecida con la aceptación de grados inadecuados para el nivel jerárquico de su autoridad. Se lo emplazó entonces en el vértice de la estructura militar de la defensa, reconociéndole autoridad funcional sobre las Fuerzas Armadas y ejerciendo la superioridad por cargo sobre el resto del personal militar.
2)La creación, en el seno del Estado Mayor Conjunto, del Comando Operacional como instancia unificada de empleo de fuerzas en el ámbito operacional, hoy a cargo de las campañas antárticas y las misiones de paz.
3)El perfeccionamiento de la formación militar conjunta, a través de la creación de la Escuela Superior de Guerra Conjunta y el establecimiento de nuevos cursos conjuntos como los de pilotos de aeronaves y helicópteros, paracaidistas y buceo.
4)La articulación del sistema de investigación y desarrollo de la defensa, alineando esfuerzos dispersos tras una estrategia clara definida desde la conducción ministerial.
5)La modernización del sistema de administración de los recursos materiales, con la creación de la Agencia Logística de la Defensa, atendiendo en forma conjunta y eficiente el abastecimiento, mantenimiento y almacenamiento de las tres fuerzas, mientras se apresta a intervenir en los desafíos futuros de la logística genética.
Se trató con todo esto de llevar adelante la voluntad institucional de superar una etapa histórica en la que se creyó que podían librarse (sin consecuencias determinantes) tres guerras independientes.
En relación a la industria de defensa rescatamos aquella advertencia del General Savio que señaló que “no hay seguridad ni defensa nacional desvinculadas de las industrias básicas, que sirviendo a la paz y al progreso pacífico, constituyen la garantía del país en caso de conflicto”.
Sin embargo, debimos remontar una situación de destrucción y completo abandono. Corresponde recordar que gran parte de los logros del General Savio y sus seguidores, que llevaron el número de fábricas militares productivas del país de sólo 4 (cuatro) a 22 (veintidós) y que aseguraron en ese tiempo el material y armamento sustantivo de la defensa, fueron víctimas del último proceso privatizador. En efecto, desmanteladas, mal vendidas u operadas con negligencia, sucumbieron tras una falsa argumentación eficientista que las vació de contenido, las condenó a un estado de latencia o simplemente las destruyó.
Antes esa situación, siguiendo las directivas del gobierno nacional, tomamos la posta con proyectos como el de la recuperación de la capacidad productora naviera nacional (hoy Complejo Industrial Naval Argentino –CINAR- que agrupa a los astilleros Tandanor y Almirante Storni) en la ciudad de Buenos Aires o como la recuperación de la Ex Fábrica Militar de Aviones en la Provincia de Córdoba, rebautizada Fábrica Militar de Aviones Brigadier San Martín (FADEA) en homenaje a otro gran visionario. Hoy impulsamos para el Ejercito un esfuerzo similar al realizado en las otras fuerzas.
La particular herencia histórica de los talleres de Arsenales de Boulogne, en la Provincia de Buenos Aires, asiento en su momento de la ex planta de TAMSE (Tanque Argentino Mediano Sociedad del Estado), permite proyectar hoy un paso más en el sentido de la recuperación industrial. Se trata ahora de la necesaria puesta a punto del Centro de Mantenimiento, Recuperación y Reconversión de Vehículos de Combate del Ejército.
Allí, donde ya se trabaja en la recuperación de vehículos blindados para el combate cercano y el apoyo de fuego, (de la familia M113 y Vehículos de Artillería) y se prepara la producción en serie del proyecto combinado del Vehículo “Gaucho” con el Ejército de la República del Brasil, se proyectan otros emprendimientos de envergadura como la modernización de los Vehículos de Combate TAM, con participación de la industria de defensa de Alemania y la intervención de la Dirección General de Fabricaciones Militares, dependiente del Ministerio de Planificación Federal..
Este proyecto, actualmente en la etapa de prototipo, cuenta con un presupuesto inicial asignado recientemente por el Ministerio de Defensa de 15 millones de pesos para el corriente año y otra suma similar para el 2011, con una proyección de trabajo anual - a partir de la superación de las evaluaciones técnicas previstas - de 50 (cincuenta) tanques por año, hasta completar la dotación.
La modernización, consistente en la adopción de los últimos estándares en materia de óptica y sistema de control tiro, estabilización eléctrica de la torre del cañón para tiro en movimiento y la capacidad de desplazamiento en todo tiempo, representará un salto cualitativo fundamental para este medio vertebral del Ejército argentino.
Como se sabe, esa fuerza de gran profundidad de maniobra debe ser acompañada por un elemento de apoyo de fuego con similar movilidad, aspecto al que se ha comenzado a dar respuesta con la transformación de OCHO (8) vehículos M113 en porta morteros pesados de 120 mm. Se trata del vehículo M 106 A2, homologado en pruebas realizadas a fines del año pasado.
Para completar la necesidad de apoyo de fuego, pero ahora a mayores distancias, se avanza con otros dos Proyectos. El primero corresponde a la modernización del cañón CITER de 155 mm que será desarrollado por CITEDEF y el segundo a la fabricación del Cañón de Artillería de Campaña Helitransportable (CALIV) de 105 mm, diseñado para reemplazar a la pieza Oto Melara en Grupos de Artillería.
Somos conscientes de los efectos de décadas de desinversión que lleva la defensa nacional en general y el Ejército en particular. Procuramos revertirlas en el marco de una política fiscal que, en atención a la visible deuda interna pendiente, debe razonablemente privilegiar la inversión en salud, educación, asistencia social, desarrollo de infraestructura y ciencia y tecnología.
No obstante dichas prioridades, mantenemos la firma decisión de asistir con equilibrio las necesidades de la actualización tecnológica de nuestros sistemas de armas y de mejorar los niveles de adiestramiento operacional desde una visión realista, acorde con lineamientos de mediano y largo plazo, según surjan del planeamiento de la defensa.
Igualmente, puedo afirmar – como lo he hecho en recientes oportunidades - que el presupuesto operativo de la Defensa al cierre de este año se habrá triplicado desde el 2005 y, en ese sentido, es visible el avance realizado. En el caso del Ejército, el mismo bien puede expresarse con los siguientes ejemplos:
La modernización de todos los radares terrestres tipo RASIT de la Fuerza, consistente en la potenciación de sus prestaciones y digitalización del radar, con intervención de la empresa pública nacional Investigaciones Aplicadas (INVAP).
La terminación del montaje, práctica final de tiro, instrucción de operarios y provisión inicial de seis (6) lanzacohetes de 27 tubos cada uno, calibre 127 mm, de 30 Km. de alcance correspondientes al Sistema de Lanzadores Múltiples de Artillería sobre Vehículos (LANZA VC-CP 30), emprendimiento llevado adelante con apoyo del Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF) e intervención de la Dirección General de Fabricaciones Militares, dependiente del Ministerio de Planificación Federal.
La modernización de los medios aéreos, con proyectos consolidados como el de la transformación y nocturnización del helicóptero Bell UH-1H en HUEY II, que actualmente alcanzó a diez (10) unidades sobre la totalidad de la Fuerza, incrementando su altura de vuelo, capacidad de transporte, autonomía y condiciones de mantenimiento.
La modernización orgánica funcional de las unidades de la Dirección de Inteligencia del Ejército con la adquisición de radios, equipos visión de nocturna, sensores de medición y localización, botes, carpas multipropósitos, equipos electrógenos, cuatriciclos, motos, camionetas, y automóviles para Guarnición. Todo un esfuerzo material sin precedentes en la fuerza para potenciar la producción de inteligencia táctica de combate, dejando definitivamente atrás las nefastas etapas en que se uso al sector en la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional.
Además, y para este año, se dispone de un refuerzo presupuestario para encarar acciones increíblemente postergadas por décadas, como:
Reforzar la seguridad perimetral de las Guarniciones Campo de Mayo y Córdoba
Adquirir 24 medios pontones nuevos y reparar 105 de ellos para el arma de Ingenieros;
Suministrar capacidad de operación nocturna a la totalidad de la flota de HUEY II, incluyendo provisión de grúas de rescate y tanques suplementarios;
Reforzar la dotación de uniformes de abrigo para quince mil (15.000) integrantes de la Fuerza, priorizando el bienestar del recurso humano;
Adquirir 4 centros de evacuación para emergencias;
Remodelar infraestructura elemental del Colegio Militar de la Nación
Adquirir una perforadora sobre camión y el herramental asociado para la Compañía de Ingenieros Combinada con Perú para desarrollar trabajos en la devastada nación hermana de Haití.
Finalmente, en el segundo semestre de este año se recibirá el primero de los tres helicópteros Super Puma destinados a las Campañas Antárticas, luego de su overhaul en Francia y llegarán 5 (cinco) helicópteros BELL 206 para su empleo en el Curso Conjunto de Pilotos de Helicópteros que, desde el año pasado, desarrolla la Aviación de Ejercito para formar también pilotos de Armada y Fuerza Aérea.
Como no debemos olvidar, el basamento material es un componente necesario, pero no suficiente, para que la profesión de las armas sea ejercida con la altura que demanda el Ejército del Bicentenario. Me refiero a la necesidad de una formación militar, sustentada en los valores éticos y morales sanmartinianos, que brinde competencias técnicas y profesionales actualizadas y sólidamente apegadas a la dignidad del hombre y al respeto de los preceptos constitucionales.
Son las armas que recibieron los héroes hoy largamente reconocidos y esos otros sufridos soldados anónimos que cumplieron con las severas campañas y el duro adiestramiento y cubrieron los frentes de batalla en las guerras que debió librar la Nación para consolidar su independencia.
Ellos construyeron la historia patria desde aquel comienzo en 1810. Honremos entonces a las generaciones de soldados, que desde las luchas por la Independencia hasta la Guerra de Malvinas han cumplido fielmente su mandato o caído en el cumplimiento de su deber.
Rescatemos sus ejemplos de sacrificio y entrega generosa que hoy permiten que sea posible este sueño común de existencia como país libre y soberano.
Llegando así al final de mi mensaje, invito a todos en los cuarteles, comandos, institutos, bases, refugios antárticos y puestos de misiones de paz, a homenajear y rendir tributo a quienes desde las filas del Ejército sirvieron a la nación con patriotismo, en bien de una sociedad libre y soberana, inserta en la Patria Grande latinoamericana que soñaron nuestros héroes.
¡Feliz Bicentenario del Ejército Argentino!