“Los nazis siguen creyendo que hicieron lo correcto” entrevista a Laurence Rees

“Los nazis siguen creyendo que hicieron lo correcto”

Laurence Rees
Periodista e historiador, experto en la II Guerra Mundial

Director de programas de historia de la BBC, el escritor británico Laurence Rees es autor de varios documentales y estudios sobre la II Guerra Mundial. En su nuevo libro Una guerra de exterminio describe la brutal contienda entre las tropas de Hitler y Stalin.

Laurence Rees lleva 15 años investigando y produciendo documentales sobre la II Guerra Mundial, por los que ha recibido tres premios Emmy y otros muchos galardones. Ahora acaba de publicar Una guerra de exterminio: Hitler contra Stalin, donde revela que el enfrentamiento entre las tropas de uno y otro no fue un conflicto bélico convencional sino, tal como ha explicado a MUY, una guerra de exterminio en la que murieron millones de soldados y civiles.



“El punto de inflexión de la guerra fue en octubre de 1941, cuando Stalin decidió resistir en Moscú y luchar contra Hitler”


– ¿Quién fue el responsable de aquella matanza?

– Los principales responsables fueron los nacionalsocialistas alemanes. Los archivos históricos demuestran lo que pensaba Hitler en 1937 de los rusos y de sus dirigentes, a los que calificaba de “banda de criminales judeobolcheviques”. Los nazis plantearon la invasión de Rusia como una guerra de aniquilación declarada a un pueblo de “infrahombres” y hay documentos alemanes en donde se demuestra que sabían que no podrían alimentar a millones de rusos en los territorios ocupados. Durante los primeros meses de invasión, Hitler cosechó éxito tras éxito. En aquel verano de 1941, las tropas alemanas mataron a decenas de miles de personas: judíos, prisioneros y líderes comunistas. De los cinco millones de soldados rusos capturados en la guerra, más de tres millones murieron de hambre o de diversas enfermedades.


– Pero los rusos también cometieron atrocidades.

– El Ejército Rojo respondió a las brutalidades que cometieron los nazis y en el conflicto oriental los dos bandos fueron culpables de crímenes horribles. La mente paranoica de Stalin, que ordenó a sus tropas no rendirse al enemigo en ninguna circunstancia, provocó la muerte de miles de soldados. Durante la batalla de Moscú, 8.000 ciudadanos fueron ejecutados por su actitud cobarde ante el enemigo. Los oficiales soviéticos obligaron a los soldados a permanecer en sus puestos sin apenas armamento y a 43 grados bajo cero.


– Es cierto que al comienzo de la guerra en Rusia los servicios de inteligencia americanos y británicos pensaron que los alemanes iban a derrotar a los soviéticos?

– Sí. Documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores Británico, de la Armada y del Departamento de Estado de Estados Unidos demuestran que muchos americanos y británicos creían en una derrota rusa. La rápida victoria de 1940 en Francia y las tácticas de “guerra relámpago” hicieron creer que la maquinaria militar nazi también sería devastadora en Rusia. Tan sólo una semana después de la invasión alemana, 150.000 soldados soviéticos murieron o fueron heridos. En octubre de 1941, tres millones de soldados soviéticos habían sido hechos prisioneros.


– ¿En aquellos primeros momentos de la invasión, Stalin consideró la posibilidad de pactar la paz con los alemanes?

- Sabemos por ciertos testimonios y documentos que al principio, cuando las tropas alemanas cercaban Moscú, Stalin pensó seriamente en pedir un tratado de paz a Hitler. Asimismo, el 16 de octubre de 1941, el líder ruso estuvo a punto de huir de la capital en su tren blindado para escapar de los alemanes. Aquél fue el día más decisivo de toda la guerra. Si Stalin hubiera subido al tren, la resistencia soviética se habría resentido gravemente. Finalmente decidió quedarse para enfrentarse a los alemanes. Su presencia en Moscú elevó la moral de la población y contribuyó de forma decisiva a la derrota nazi.


– Algunos autores afirman que la batalla de Stalingrado y la que tuvo lugar en el verano de 1944 (Operación Bagration) fueron decisivas para el declive nazi.

– Sin duda, la batalla de Stalingrado fue un gran revés para Hitler. La ferocidad de la lucha y los enfrentamientos mano a mano sorprendieron a los alemanes. Y poco después, en verano de 1944, el Führer sufrió su mayor revés militar cuando Stalin ordenó la Operación Bagration en Bielorrusia. En esta batalla los soviéticos eliminaron más divisiones alemanas que los aliados en Normandía. Pero sigo creyendo que el verdadero punto de inflexión, el que cambió el rumbo de la guerra, ocurrió años antes, en 1941, cuando Stalin decidió permanecer en Moscú para encabezar la resistencia contra el enemigo.


– ¿Cómo respondió Stalin a los grupos étnicos de la URSS que habían colaborado con los nazis?

– Su respuesta fue terrible. Algunas minorías étnicas de la URSS colaboraron con los nacionalsocialistas porque los veían como liberadores. Pero Stalin no distinguió entre culpables y no culpables. Todos fueron deportados a Siberia. El pueblo calmuco fue uno de los grupos étnicos que más sufrió su venganza. Todos expiaron los pecados de los pocos que habían colaborado con el enemigo.


– ¿Cómo pudo una nación europea tan cultivada como la alemana engendrar un régimen capaz de asesinar a seis millones de judíos?

– Es una pregunta muy difícil de contestar. Podríamos estar horas hablando sobre las posibles razones y no dar con la respuesta adecuada. Entre otras causas, creo que fue crucial la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial. No se pueden subestimar los daños y la humillación que provocó el Tratado de Versa lles, que los alemanes veían totalmente injusto. Además, Alemania buscó un chivo expiatorio para explicar cómo un ejército tan poderoso como el suyo había podido perder la Gran Guerra, y lo encontró en el pueblo judío.


“El Ejército Rojo respondió brutalmente a la crueldad de los nazis. Ambos bandos cometieron crímenes horribles”


– ¿En qué medida influyó la crisis económica de los años veinte en el ascenso de los nazis y el posterior exterminio de los judíos?

– De una forma muy directa. La crisis económica y los tremendos índices de desempleo hicieron que en las elecciones los votos fueran hacia los extremos. Muchos alemanes dieron su apoyo a los comunistas y a los nacionalsocialistas, lo que creó una sensación de crisis entre los votantes de centro derecha. Cuando empezó la II Guerra Mundial ese sector de la población pensó que el régimen de Hitler impediría una nueva derrota de Alemania, lo que les daba mayor seguridad. A la vez, la propaganda nazi insistió una y otra vez en la idea de que el complot judío fue la causa del desastre alemán en la I Guerra Mundial.


– Su libro anterior se centraba en Auschwitz. ¿Qué papel jugó ese campo de concentración en el contexto general del Holocausto?

– Fue el único campo nazi que combinó el aniquilamiento masivo de judíos y las funciones de campo de concentración para trabajos forzados. Además, fue el lugar donde se produjo la mayor matanza masiva de la historia: en Auschwitz fueron asesinadas 1.100.000 personas, de las cuales un millón eran judías.


– En su libro aparecen los testimonios de algunos nazis que actuaron como verdugos en la Solución Final. ¿Por qué se decidieron a hablar con usted? ¿Se sienten ahora más seguros?

– Esa actitud de seguridad es muy típica en todos los nazis que he entrevistado. La mayoría de nosotros queremos pensar que esa gente estaba loca. O al menos queremos creer que, pasados los años, muchos de ellos han terminado por arrepentirse de su terrible papel en los campos de exterminio. Pero la historia nos demuestra lo contrario, porque no fueron forzados a hacer lo que hicieron. Ellos creían que actuaban correctamente. El genocidio no fue un crimen perpetrado por una sola mente criminal. Lo cometieron cientos de miles de personas, y la mayoría era gente normal. No estaban locos. Lejos de arrepentirse, los nazis que he entrevistado siguen creyendo que lo que hicieron estuvo bien. Realmente es muy peligroso tener tanta fe en algo.


– Usted es de las pocas personas que ha logrado entrevistar a un buen número de verdugos de las potencias totalitarias de entonces: Japón, Alemania y la URSS. ¿Fue la política de terror y exterminio similar en los tres casos?

– Los criminales nazis que he conocido eran diferentes del resto. Tal y como dijo Goebbels, ellos no trataban de cambiar la mente de nadie. Su objetivo era dirigir el país y reforzar su régimen. Siempre que no pertenecieran a los grupos perseguidos –judíos, comunistas, homosexuales...–, los alemanes podían llevar una vida más o menos tranquila. Por el contrario, Stalin instauró un terror completamente arbitrario. Cualquiera podía ser denunciado como enemigo del pueblo. No había una regla fija en la represión.


– ¿Y los japoneses?

– Cuando hablé con algunos militares nipones que participaron en la II Guerra Mundial me sorprendió mucho lo que me contaron sobre su brutal sistema de entrenamiento, que se centraba en la destrucción de la personalidad de los soldados para convertirlos en armas letales. Su eficacia quedó patente en las misiones suicidas que llevaron a cabo los kamikazes. En ese sentido, no tenían mucho que ver con los nazis. Los soldados japoneses con los que hablé justificaban su brutalidad alegando que obedecían órdenes impuestas desde el régimen. Por el contrario, los criminales nacionalsocialistas no sentían arrepentimiento por lo que hicieron.


– Algunos alemanes comparan los asesinatos masivos de los nazis con los brutales bombardeos que sufrieron sus ciudades.

– Muchos nazis, entre ellos el que fue comandante del campo de Auschwitz, Rudolf Höss, justificaron sus acciones con este tipo de razonamientos: “Los aliados mataron niños y mujeres con bombas. Nosotros hicimos lo mismo con gas. ¿Cuál es la diferencia?”. Pero la comparación es imposible. Los bombardeos aliados buscaban la derrota de Alemania y el consiguiente final de la guerra. Si los nazis hubieran salido victoriosos de la II Guerra Mundial, los asesinatos masivos y el exterminio habrían continuado.


– Mucha gente cree que las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki fueron un crimen contra la huma nidad. ¿Para usted son comparables al genocidio nazi?

– No, los documentos demuestran que ésa fue la forma de acabar la contienda. Los estadounidenses aplicaron la tecnología militar para adelantar la victoria sobre Japón, pero su objetivo no era eliminar a un pueblo por cuestiones raciales, tal y como hicieron los nazis con los judíos. La diferencia es muy importante.


– ¿Sus investigaciones le han vuelto más pesimista cuando piensa en el destino de la humanidad?

– Hace años pensaba que tener fe en algo era una actitud muy positiva, pero ahora desconfío totalmente de la gente que tiene una creencia absoluta. No es que me haya vuelto pesimista; sólo me he convertido en una persona más escéptica.



Desempolvando archivos secretos
El 85% de los miembros de la SS que trabajaron en el campo de exterminio de Auschwitz y sobrevivieron a la guerra han quedado impunes y no se arrepienten de sus actos. Ésta es una de las terribles conclusiones que ofrece Auschwitz. Los nazis y la solución final (Editorial Crítica). En Una guerra de exterminio: Hitler contra Stalin, Rees incluye fotos de los archivos de la policía secreta soviética (NKVD) y testimonios de supervivientes de ambos bandos. La contienda del frente oriental, que causó 25 millones de muertos sólo en el bando ruso, fue la más mortífera del siglo XX.



Fernando Cohnen.

Fuente: muyinteresante.es


Saludos
 

Leutnant

Colaborador
Colaborador
Que unos cuantos indeseables que en realidad NO representan al pueblo alemán, digan que aún hoy piensan que lo que hicieron fué correcto, solo demuestra que no han podido superar el automatismo del odio y del miedo.

Recomiendo leer: "Si esto es un hombre" de Primo Levi. Luego ver: "Nazi Concentration Camps". Solo para tener una vaga idéa de lo que estos hombres hicieron.

Hubo alemanes que lucharon por su patria, por su familia, y por sus propias vidas, a ellos mis respetos. Pero a los Comandantes de los Campos, a los Mengeles, a los Himmlers, y toda esa calaña... Mi mayor desprecio.

Me permito compartir con ustedes foristas, un ensayo que realicé para la catedra de Análisis del Discurso, en mi universidad justamente sobre la obra de Primo Levi "Si esto es un Hombre". Trata sobre todo esto.
Es mi punto de vista, es lo que vivió mi familia:

Al día de hoy, nada queda de alemán en mi familia. Mi abuela falleció, mi tío falleció, y mi madre les siguió hace ya nueve años. Todo lo que sé respecto a esos años de horror, lo sé por mi propio interés. Mi madre jamás nombro palabra, nunca me quiso decir nada al respecto, y yo preguntaba. “¿Pero por qué queres saber eso?”, me dijo una vez, “Vos no queres saber”, siguió. Nunca más volví a hablar de ese tema con mi madre. Pero de igual manera, leí, investigué, y lamentablemente: vi. Cuanta razón tenía mi madre en el momento en que me dijo que yo en realidad no quería saber. Cuando abrí los libros, vi las fotografías, vi los documentales y las películas, y leí las historias de los que allí estuvieron… Que gran pena me dio este mundo. Que gran pena me dio mi propia sangre.

Al terminar la 2da Guerra Mundial, por orden del general estadounidense Eisenhower, todos los prisioneros alemanes debían entrar a unas pequeñas salas de cine, donde se mostraron las imágenes de los campos de concentración recientemente liberados (como si quedara alguien por liberar). Todos se horrorizaron. Nadie sabia nada. Los civiles que vivían a los alrededores de los campos en Alemania, fueron invitados por el general Patton a visitar la obra del Dritte Reich. Cuando llegaron, se encontraron con cuerpos apilados unos sobre otros, montañas de cadáveres totalmente desnutridos; muertos que asomaban sus extremidades de los vagones de tren, y de las barracas…
Y nadie sabia nada. ¿Y nadie sabia nada? De los 30 millones de alemanes, al llegar los Aliados, no quedaba un solo miembro del partido nazi. ¿Y nadie sabia nada? Los aliados encontraron más de 300 campos de trabajo y de exterminio solamente en Alemania. ¿Y nadie sabia nada?

Pero bueno, ¿quién puede realmente culparlos? ¿Quién? Al terminar de recorrer los campos de exterminio, las mujeres se desmayaban, y los hombres ya decididos a salir corriendo de esos horrendos paseos turísticos, eran parados por la Policía Militar, y puestos a trabajar, removiendo los cuerpos y llevándolos a fosas comunes. Ahora si sabían. Ahora, llevando los muertos sobre sus hombros, si se les caía la cara de vergüenza, de espanto, de indignación. Los orgullosos hombres de Prusia, de Alsacia, de Silesia, del Tirol, de la Gross Deutscheland, ahora bajaban las cabezas, asqueados.
Recién ahora cuando después de haber mandado a más de 4.000.000 de sus hijos a la muerte en una guerra atroz, y de ser bombardeados día y noche en Bremen, en Munich, en Berlín. Después de pasar hambre, de vivir en ruinas, de convertirse cada mujer y cada hombre, y cada niño en soldado.

Después de haber señalado a los homosexuales, a los judíos, a los socialistas, a los deficientes mentales, a los intelectuales, como Üntermensch a los que las SS podían llevarse para no tener que convivir con ellos, ni respirar el mismo aire.
Recién después de todo esto, los alemanes se reducían a pequeñas personitas que ni podían sostener la mirada, y pedían perdón, y se ponían de rodillas, y recordaban que tenían sentimientos. Recién ahora veían su locura y su miedo. Murió el orgullo, murió la superioridad, murió el deber y la obediencia ciega, murió el Reich, murió Alemania, murió la mentira de la Germania de los 1000 años.
Ahora ya no eran dioses. Ahora eran hombres, seres humanos. Idénticos a los que estaban levantando, ya putrefactos, para enterrarlos en cal. Moviendo cadáveres de aquí para allá, en total silencio. Los alemanes ya no cantaban con la frente en alto Deutscheland Erwachen. Ya no se escuchaban victoriosas las estrofas de Die Fahne Hoch. El glorioso pueblo aleman había dejado de existir entre los alambrados y los barracones, llenos de cuerpos que los miraban reprochantes.
Poco después los criminales, responsables por todo el pueblo aleman, fueron enjuiciados en Nüremberg. ¿Pero, que podía seguir ahora? ¿Cómo se puede seguir viviendo ante tremenda catástrofe? Nadie respondió. Solamente el hombre pasó de página, y la muerte seguiría en otra parte. Es por esto que yo mismo me pregunto: ¿Quien puede juzgar a los alemanes? Y generalmente me respondo, derrotista: “Nadie, por que el hombre es así”. Y puedo darme este lujo de ser pesimista. ¿Por qué? Porque luego de todo esto, el hombre siguió con el exterminio del hombre. Los que sirvieron de jueces en Nüremberg, luego sería enemigos. Los que liberaron los campos de concentración en Auschwitz, en Dachau, en Treblinka, matarían, y violarían, y exterminarían en Vietnam, en Algeria, en Ucrania, en Sudamérica, en Afganistán, en Irak…

¿Qué ha cambiado realmente? Nada ha cambiado. Los maniacos cambian de nombre, y los ejércitos de uniforme, y las victimas de étnias. Pero el odio y el miedo del hombre por el hombre, son los mismos que el de aquellos alemanes de Hitler, de las banderas, de las marchas, las antorchas, los uniformes y las armas.
El hombre es el único ser que tropieza una y otra vez con la misma piedra. Y también es el único que puede llegar a ser además de un asesino, un perfecto hipócrita. El único, que puede ser miembro de las Waffen SS, y lucir su uniforme de muerte, y entrenas para matar, y asesinar, para luego decir: “¿Cómo poder escribir después de Auschwitz?”. Lo único de positivo en el ser humano es que al menos demuestra remordimiento. Que almenos puede darse cuenta de que fue un autómata, y asesinó y torturó sin ninguna otra razón más que el deber impuesto. Y así es como sucedió en la 2da Guerra Mundial y el Holocausto, y como sigue pasando en la actualidad.

Primo Levi, remarcó esto al relatarnos que ya nada tenían que ver el bien y el mal. Nada tenia que ver si lo que hago es justo o injusto. Es el deber. La automaticidad de las reglas y el orden del deber. No existe el porqué. Hay que hacerlo y punto.
La disciplina prusiana nos dice que: “La victoria absoluta, radica en la obediencia absoluta”. Con esto el individuo no existe. Con esto el individuo es un arma, es un número, es una herramienta. Con esto el soldado puede matar, y puede hacer cualquier cosa que sea “necesaria”. Y con esto se puede hacer de un hombre, un esclavo que puede olvidarse de su humanidad y trabajar en un campo de concentración, hasta que su cuerpo desfallezca.
Esto es lo que Primo Levi trató de compartir con el mundo. Esta visión de los hechos que nos hacen ver a un ser humano totalmente despojado de su ser. Tanto del torturador, como del torturado. Tanto del soldado aleman como del judío cautivo. Es un manifiesto del horror del hombre contra el hombre. No pura propaganda de posguerra para demonizar a un pueblo en especial, sino para entender la naturaleza del hombre.

Es muy triste ver, que tantas vidas perdidas no han ayudado en revertir esta naturaleza destructiva del hombre.
Es muy triste ver que luego de los campos de exterminio en Alemania, en Polonia, en Austria, y los muertos por los bombardeos y la metralla, las balas, el fuego, y la gente atomizada en Japón, el hombre solo haya buscado nuevas formas para destruirse. Si esas armas sirvieron para matar a tal número de personas, busquemos la forma para crear armas aún más destructivas. Si aquellos métodos de tortura funcionaron para doblegar a millones de personas, utilicémoslos para doblegar a los enemigos de ahora. Ese es el pensamiento del ser humano. Esos han sido los avances y los cambios que trajo la guerra. No ha cambiado nada… Esa es la respuesta a ¿Qué sigue después de Auschwitz?
Si ni es Auschwitz, es Abú Grahib, si no es Abú Grahib, es Guantánamo. Si no son nazis, son republicanos. Si no son judíos, son musulmanes palestinos, afgános o iraquíes.
Pareciera que Hitler nunca hubiese muerto. Que la guerra nunca hubiese acabado. Que los enemigos nunca dejan de aparecer por el mundo, y que siempre el más débil parece ser el chivo expiatorio. Pareciera que los autómatas nunca hubiesen bajado el fusil, y los prisioneros volver a ser humanos ante sus ojos.

La propaganda, introducida en las mentes de los ciudadanos alemanes desde el momento en que Hitler fue nombrado Canciller y luego Führer del Reich, en el cual se preparaba a la multitud expectante a una guerra ya próxima y totalmente necesaria para la expansión del espacio vital, parecieran nunca haber dejado de transmitir. La guerra constante, de un enemigo malévolo, infrahumano, y que no merece la vida, puede fácilmente traducirse a la situación geopolítica actual. Pasan los años, pero el hombre es el mismo.

Si esto es un hombre
Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro
.”

En efecto, esto es un hombre. Si que lo es, cuando vivimos en mundo en que tontamente se engaña de que el holocausto fue una horrible cosa del pasado que nuca más volverá a ocurrir, mientras que impávidos en nuestras casas miramos la televisión y vivimos nuestras vidas comúnmente, al mismo tiempo que al otro lado del mundo 650.000 iraquíes ya han muerto por la guerra, y que otros se encuentran cautivos en nuevos campos de concentración. Si, esto es un hombre. Y ni siquiera tenemos que ir tan lejos para ver lo que el hombre hace por el hombre, cuando a unos metros de la puerta de nuestras propias casas un chico está durmiendo en la calle, agarrándose el estómago por el hambre.
Si, esto es un hombre. Y no me refiero al que sufre, y al que ha que por la situación y el martirio ha perdido su humanidad, sino a todos nosotros que dejamos hacer. A todos nosotros que permitimos que hoy en día esto sigua ocurriendo. Por que el hombre no ha cambiado.

Atte. José (Leutnant)


Saludos!!!
 
Shadow dijo:
“Los nazis siguen creyendo que hicieron lo correcto”

Laurence Rees
Periodista e historiador, experto en la II Guerra Mundial

Director de programas de historia de la BBC, el escritor británico Laurence Rees es autor de varios documentales y estudios sobre la II Guerra Mundial. En su nuevo libro Una guerra de exterminio describe la brutal contienda entre las tropas de Hitler y Stalin.

Laurence Rees lleva 15 años investigando y produciendo documentales sobre la II Guerra Mundial, por los que ha recibido tres premios Emmy y otros muchos galardones. Ahora acaba de publicar Una guerra de exterminio: Hitler contra Stalin, donde revela que el enfrentamiento entre las tropas de uno y otro no fue un conflicto bélico convencional sino, tal como ha explicado a MUY, una guerra de exterminio en la que murieron millones de soldados y civiles.



“El punto de inflexión de la guerra fue en octubre de 1941, cuando Stalin decidió resistir en Moscú y luchar contra Hitler”


– ¿Quién fue el responsable de aquella matanza?

– Los principales responsables fueron los nacionalsocialistas alemanes. Los archivos históricos demuestran lo que pensaba Hitler en 1937 de los rusos y de sus dirigentes, a los que calificaba de “banda de criminales judeobolcheviques”. Los nazis plantearon la invasión de Rusia como una guerra de aniquilación declarada a un pueblo de “infrahombres” y hay documentos alemanes en donde se demuestra que sabían que no podrían alimentar a millones de rusos en los territorios ocupados. Durante los primeros meses de invasión, Hitler cosechó éxito tras éxito. En aquel verano de 1941, las tropas alemanas mataron a decenas de miles de personas: judíos, prisioneros y líderes comunistas. De los cinco millones de soldados rusos capturados en la guerra, más de tres millones murieron de hambre o de diversas enfermedades.

Es totalmente cierto

– Pero los rusos también cometieron atrocidades.

– El Ejército Rojo respondió a las brutalidades que cometieron los nazis y en el conflicto oriental los dos bandos fueron culpables de crímenes horribles. La mente paranoica de Stalin, que ordenó a sus tropas no rendirse al enemigo en ninguna circunstancia, provocó la muerte de miles de soldados. Durante la batalla de Moscú, 8.000 ciudadanos fueron ejecutados por su actitud cobarde ante el enemigo. Los oficiales soviéticos obligaron a los soldados a permanecer en sus puestos sin apenas armamento y a 43 grados bajo cero.

No creo que la mente paranoica de estalin sea aplicable a este caso, creo que es una orden logica ante una guerra de aniquilacion probacada por el enemigo, excesos y seguro que los hay eso es lo reprochable.

– Es cierto que al comienzo de la guerra en Rusia los servicios de inteligencia americanos y británicos pensaron que los alemanes iban a derrotar a los soviéticos?

– Sí. Documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores Británico, de la Armada y del Departamento de Estado de Estados Unidos demuestran que muchos americanos y británicos creían en una derrota rusa. La rápida victoria de 1940 en Francia y las tácticas de “guerra relámpago” hicieron creer que la maquinaria militar nazi también sería devastadora en Rusia. Tan sólo una semana después de la invasión alemana, 150.000 soldados soviéticos murieron o fueron heridos. En octubre de 1941, tres millones de soldados soviéticos habían sido hechos prisioneros.

En los priemeras semanas de la guerra es verdad, pero igual los alemanes tardaban mucho tiempo en reducir los bolsones de tropas que quedaban cercadas, era el primer enemigo que no se rendia.

– ¿En aquellos primeros momentos de la invasión, Stalin consideró la posibilidad de pactar la paz con los alemanes?

- Sabemos por ciertos testimonios y documentos que al principio, cuando las tropas alemanas cercaban Moscú, Stalin pensó seriamente en pedir un tratado de paz a Hitler. Asimismo, el 16 de octubre de 1941, el líder ruso estuvo a punto de huir de la capital en su tren blindado para escapar de los alemanes. Aquél fue el día más decisivo de toda la guerra. Si Stalin hubiera subido al tren, la resistencia soviética se habría resentido gravemente. Finalmente decidió quedarse para enfrentarse a los alemanes. Su presencia en Moscú elevó la moral de la población y contribuyó de forma decisiva a la derrota nazi.

Que Stalin se quedara fue algo muy importante pero no lo desicivo, los alemanes pierden antes de la invasion, por la inviabilidad del plan ya que pensaban llegar a los Urales y pactar la paz, ya que no podian conquistar todo el territorio sovietico. La realidad que los alemanes llegaron a divisar las cupulas del Kremlin , pero las bajas temperaturas, 45 grados bajo cero y la entrada en combate de diviciones siberianas entrenas para la guerra polar frenaron la ofensiba. Igual si caia Moscu todo el gobierno se trasladaria al este de los Urales como hicieron con toda su industria, ese si que fue un factor determinante.

– Algunos autores afirman que la batalla de Stalingrado y la que tuvo lugar en el verano de 1944 (Operación Bagration) fueron decisivas para el declive nazi.

– Sin duda, la batalla de Stalingrado fue un gran revés para Hitler. La ferocidad de la lucha y los enfrentamientos mano a mano sorprendieron a los alemanes. Y poco después, en verano de 1944, el Führer sufrió su mayor revés militar cuando Stalin ordenó la Operación Bagration en Bielorrusia. En esta batalla los soviéticos eliminaron más divisiones alemanas que los aliados en Normandía. Pero sigo creyendo que el verdadero punto de inflexión, el que cambió el rumbo de la guerra, ocurrió años antes, en 1941, cuando Stalin decidió permanecer en Moscú para encabezar la resistencia contra el enemigo.

Capas sea un error de traduccion pero la batalla de Stalingrado se produjo entre septiembre de 1942 y febrero de 1943, la aniquilacion del VI ejercito fue estre enero y febrero de 1943, ni siquiera era verano. La perdida de Muscu provocaria un problema de comunicaciones en las tropas sovieticas, ya que es un centro neuralgico de las lineas de ferrocarril y telefonicas, y por una cuestion moral, pero Napoleon la conquisto y no le sirvio de mucho. Aunque si no me equivoco los alemanes a medida que conquistaban tenian que cambiar la trocha de las vias ya que eran de distinto tamaño, una era mas ancha que la otra no, no me acuerdo cual, creo que la rusa era trocha angosta.


– ¿Cómo respondió Stalin a los grupos étnicos de la URSS que habían colaborado con los nazis?

– Su respuesta fue terrible. Algunas minorías étnicas de la URSS colaboraron con los nacionalsocialistas porque los veían como liberadores. Pero Stalin no distinguió entre culpables y no culpables. Todos fueron deportados a Siberia. El pueblo calmuco fue uno de los grupos étnicos que más sufrió su venganza. Todos expiaron los pecados de los pocos que habían colaborado con el enemigo.

Es muy cierto, los mismos aliados occidentales entregaron a Stalin los cosacos

– ¿Cómo pudo una nación europea tan cultivada como la alemana engendrar un régimen capaz de asesinar a seis millones de judíos?

– Es una pregunta muy difícil de contestar. Podríamos estar horas hablando sobre las posibles razones y no dar con la respuesta adecuada. Entre otras causas, creo que fue crucial la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial. No se pueden subestimar los daños y la humillación que provocó el Tratado de Versa lles, que los alemanes veían totalmente injusto. Además, Alemania buscó un chivo expiatorio para explicar cómo un ejército tan poderoso como el suyo había podido perder la Gran Guerra, y lo encontró en el pueblo judío.

Despues de años de leer sobre el tema, creo que el pueblo aleman por naturaleza posee un grado de racismo en mayor o menor medida, Hitler desde el 32 que no cambio el discurso, sabian lo que pregonaba, Versalles y la gran depresion tuvo mucho que ver, pero Hitler tuvo eco en el pueblo.

“El Ejército Rojo respondió brutalmente a la crueldad de los nazis. Ambos bandos cometieron crímenes horribles”


– ¿En qué medida influyó la crisis económica de los años veinte en el ascenso de los nazis y el posterior exterminio de los judíos?

– De una forma muy directa. La crisis económica y los tremendos índices de desempleo hicieron que en las elecciones los votos fueran hacia los extremos. Muchos alemanes dieron su apoyo a los comunistas y a los nacionalsocialistas, lo que creó una sensación de crisis entre los votantes de centro derecha. Cuando empezó la II Guerra Mundial ese sector de la población pensó que el régimen de Hitler impediría una nueva derrota de Alemania, lo que les daba mayor seguridad. A la vez, la propaganda nazi insistió una y otra vez en la idea de que el complot judío fue la causa del desastre alemán en la I Guerra Mundial.


– Su libro anterior se centraba en Auschwitz. ¿Qué papel jugó ese campo de concentración en el contexto general del Holocausto?

– Fue el único campo nazi que combinó el aniquilamiento masivo de judíos y las funciones de campo de concentración para trabajos forzados. Además, fue el lugar donde se produjo la mayor matanza masiva de la historia: en Auschwitz fueron asesinadas 1.100.000 personas, de las cuales un millón eran judías.


– En su libro aparecen los testimonios de algunos nazis que actuaron como verdugos en la Solución Final. ¿Por qué se decidieron a hablar con usted? ¿Se sienten ahora más seguros?

– Esa actitud de seguridad es muy típica en todos los nazis que he entrevistado. La mayoría de nosotros queremos pensar que esa gente estaba loca. O al menos queremos creer que, pasados los años, muchos de ellos han terminado por arrepentirse de su terrible papel en los campos de exterminio. Pero la historia nos demuestra lo contrario, porque no fueron forzados a hacer lo que hicieron. Ellos creían que actuaban correctamente. El genocidio no fue un crimen perpetrado por una sola mente criminal. Lo cometieron cientos de miles de personas, y la mayoría era gente normal. No estaban locos. Lejos de arrepentirse, los nazis que he entrevistado siguen creyendo que lo que hicieron estuvo bien. Realmente es muy peligroso tener tanta fe en algo.


– Usted es de las pocas personas que ha logrado entrevistar a un buen número de verdugos de las potencias totalitarias de entonces: Japón, Alemania y la URSS. ¿Fue la política de terror y exterminio similar en los tres casos?

– Los criminales nazis que he conocido eran diferentes del resto. Tal y como dijo Goebbels, ellos no trataban de cambiar la mente de nadie. Su objetivo era dirigir el país y reforzar su régimen. Siempre que no pertenecieran a los grupos perseguidos –judíos, comunistas, homosexuales...–, los alemanes podían llevar una vida más o menos tranquila. Por el contrario, Stalin instauró un terror completamente arbitrario. Cualquiera podía ser denunciado como enemigo del pueblo. No había una regla fija en la represión.


– ¿Y los japoneses?

– Cuando hablé con algunos militares nipones que participaron en la II Guerra Mundial me sorprendió mucho lo que me contaron sobre su brutal sistema de entrenamiento, que se centraba en la destrucción de la personalidad de los soldados para convertirlos en armas letales. Su eficacia quedó patente en las misiones suicidas que llevaron a cabo los kamikazes. En ese sentido, no tenían mucho que ver con los nazis. Los soldados japoneses con los que hablé justificaban su brutalidad alegando que obedecían órdenes impuestas desde el régimen. Por el contrario, los criminales nacionalsocialistas no sentían arrepentimiento por lo que hicieron.

Los Japoneses creian que el emperador era un dios, si dios te dice que hagas algo vos que haces, no justifico los crimenes solo digo que no era una cuestion del entrenamiento, es mas la mayoria de los Kamikases eran jovenes pilotos que casi no sabian volar los aviones, ese era su unico y ultimo vuelo. Con respecto a los nazis, se sentian superiores, en su cabesa no era moralmente despresiable el exterminio, creo que la moral de un hombre no se cambia, de ahi que no se arrepientan

– Algunos alemanes comparan los asesinatos masivos de los nazis con los brutales bombardeos que sufrieron sus ciudades.

– Muchos nazis, entre ellos el que fue comandante del campo de Auschwitz, Rudolf Höss, justificaron sus acciones con este tipo de razonamientos: “Los aliados mataron niños y mujeres con bombas. Nosotros hicimos lo mismo con gas. ¿Cuál es la diferencia?”. Pero la comparación es imposible. Los bombardeos aliados buscaban la derrota de Alemania y el consiguiente final de la guerra. Si los nazis hubieran salido victoriosos de la II Guerra Mundial, los asesinatos masivos y el exterminio habrían continuado.

Bombardear una ciudad con el solo hecho de doblegar una poblacion civil es igual de atros. No se buscaban blancos militares, si no en la WWII con los bombardeos nocturnos britanicos a que blanco militar se le acierta, toda la industria alemana en su mayoria fue trasladada a cuevas y fabricas subterraneas, eran los americanos de dia los ingleses de noche. Por ejemplo los bombardeos de las ciudades japonesas eran con bombas incendiarias, ya que sus construciones eran de madera, no me acuerdo la ciudad, me parece que era Tokio, pero por su geografia, o sea las montañas alrededor y la entrada de la bahia, esto hacia funcionar todo como una gran fragua, probocando que todo se quemara mas rapido y los yanquis lo sabian.


– Mucha gente cree que las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki fueron un crimen contra la huma nidad. ¿Para usted son comparables al genocidio nazi?

– No, los documentos demuestran que ésa fue la forma de acabar la contienda. Los estadounidenses aplicaron la tecnología militar para adelantar la victoria sobre Japón, pero su objetivo no era eliminar a un pueblo por cuestiones raciales, tal y como hicieron los nazis con los judíos. La diferencia es muy importante.

Lo hicieron porque esperaban un millon de bajas, despues de lo visto en Iwo Jima, mil millones de dolares de gastos, para epoca lo que costo el plan nuclear, y mostrale a Stalin que larga que la tenian.

– ¿Sus investigaciones le han vuelto más pesimista cuando piensa en el destino de la humanidad?

– Hace años pensaba que tener fe en algo era una actitud muy positiva, pero ahora desconfío totalmente de la gente que tiene una creencia absoluta. No es que me haya vuelto pesimista; sólo me he convertido en una persona más escéptica.

Como que me suena a que esta justificando la guerra contra el terrorismo, "gente de creencia absoluta".

Desempolvando archivos secretos
El 85% de los miembros de la SS que trabajaron en el campo de exterminio de Auschwitz y sobrevivieron a la guerra han quedado impunes y no se arrepienten de sus actos. Ésta es una de las terribles conclusiones que ofrece Auschwitz. Los nazis y la solución final (Editorial Crítica). En Una guerra de exterminio: Hitler contra Stalin, Rees incluye fotos de los archivos de la policía secreta soviética (NKVD) y testimonios de supervivientes de ambos bandos. La contienda del frente oriental, que causó 25 millones de muertos sólo en el bando ruso, fue la más mortífera del siglo XX.



Fernando Cohnen.

Fuente: muyinteresante.es


Saludos
 
Leutnant dijo:
Que unos cuantos indeseables que en realidad NO representan al pueblo alemán, digan que aún hoy piensan que lo que hicieron fué correcto, solo demuestra que no han podido superar el automatismo del odio y del miedo.

Recomiendo leer: "Si esto es un hombre" de Primo Levi. Luego ver: "Nazi Concentration Camps". Solo para tener una vaga idéa de lo que estos hombres hicieron.

Hubo alemanes que lucharon por su patria, por su familia, y por sus propias vidas, a ellos mis respetos. Pero a los Comandantes de los Campos, a los Mengeles, a los Himmlers, y toda esa calaña... Mi mayor desprecio.

Me permito compartir con ustedes foristas, un ensayo que realicé para la catedra de Análisis del Discurso, en mi universidad justamente sobre la obra de Primo Levi "Si esto es un Hombre". Trata sobre todo esto.
Es mi punto de vista, es lo que vivió mi familia:

Al día de hoy, nada queda de alemán en mi familia. Mi abuela falleció, mi tío falleció, y mi madre les siguió hace ya nueve años. Todo lo que sé respecto a esos años de horror, lo sé por mi propio interés. Mi madre jamás nombro palabra, nunca me quiso decir nada al respecto, y yo preguntaba. “¿Pero por qué queres saber eso?”, me dijo una vez, “Vos no queres saber”, siguió. Nunca más volví a hablar de ese tema con mi madre. Pero de igual manera, leí, investigué, y lamentablemente: vi. Cuanta razón tenía mi madre en el momento en que me dijo que yo en realidad no quería saber. Cuando abrí los libros, vi las fotografías, vi los documentales y las películas, y leí las historias de los que allí estuvieron… Que gran pena me dio este mundo. Que gran pena me dio mi propia sangre.

Al terminar la 2da Guerra Mundial, por orden del general estadounidense Eisenhower, todos los prisioneros alemanes debían entrar a unas pequeñas salas de cine, donde se mostraron las imágenes de los campos de concentración recientemente liberados (como si quedara alguien por liberar). Todos se horrorizaron. Nadie sabia nada. Los civiles que vivían a los alrededores de los campos en Alemania, fueron invitados por el general Patton a visitar la obra del Dritte Reich. Cuando llegaron, se encontraron con cuerpos apilados unos sobre otros, montañas de cadáveres totalmente desnutridos; muertos que asomaban sus extremidades de los vagones de tren, y de las barracas…
Y nadie sabia nada. ¿Y nadie sabia nada? De los 30 millones de alemanes, al llegar los Aliados, no quedaba un solo miembro del partido nazi. ¿Y nadie sabia nada? Los aliados encontraron más de 300 campos de trabajo y de exterminio solamente en Alemania. ¿Y nadie sabia nada?

Pero bueno, ¿quién puede realmente culparlos? ¿Quién? Al terminar de recorrer los campos de exterminio, las mujeres se desmayaban, y los hombres ya decididos a salir corriendo de esos horrendos paseos turísticos, eran parados por la Policía Militar, y puestos a trabajar, removiendo los cuerpos y llevándolos a fosas comunes. Ahora si sabían. Ahora, llevando los muertos sobre sus hombros, si se les caía la cara de vergüenza, de espanto, de indignación. Los orgullosos hombres de Prusia, de Alsacia, de Silesia, del Tirol, de la Gross Deutscheland, ahora bajaban las cabezas, asqueados.
Recién ahora cuando después de haber mandado a más de 4.000.000 de sus hijos a la muerte en una guerra atroz, y de ser bombardeados día y noche en Bremen, en Munich, en Berlín. Después de pasar hambre, de vivir en ruinas, de convertirse cada mujer y cada hombre, y cada niño en soldado.

Después de haber señalado a los homosexuales, a los judíos, a los socialistas, a los deficientes mentales, a los intelectuales, como Üntermensch a los que las SS podían llevarse para no tener que convivir con ellos, ni respirar el mismo aire.
Recién después de todo esto, los alemanes se reducían a pequeñas personitas que ni podían sostener la mirada, y pedían perdón, y se ponían de rodillas, y recordaban que tenían sentimientos. Recién ahora veían su locura y su miedo. Murió el orgullo, murió la superioridad, murió el deber y la obediencia ciega, murió el Reich, murió Alemania, murió la mentira de la Germania de los 1000 años.
Ahora ya no eran dioses. Ahora eran hombres, seres humanos. Idénticos a los que estaban levantando, ya putrefactos, para enterrarlos en cal. Moviendo cadáveres de aquí para allá, en total silencio. Los alemanes ya no cantaban con la frente en alto Deutscheland Erwachen. Ya no se escuchaban victoriosas las estrofas de Die Fahne Hoch. El glorioso pueblo aleman había dejado de existir entre los alambrados y los barracones, llenos de cuerpos que los miraban reprochantes.
Poco después los criminales, responsables por todo el pueblo aleman, fueron enjuiciados en Nüremberg. ¿Pero, que podía seguir ahora? ¿Cómo se puede seguir viviendo ante tremenda catástrofe? Nadie respondió. Solamente el hombre pasó de página, y la muerte seguiría en otra parte. Es por esto que yo mismo me pregunto: ¿Quien puede juzgar a los alemanes? Y generalmente me respondo, derrotista: “Nadie, por que el hombre es así”. Y puedo darme este lujo de ser pesimista. ¿Por qué? Porque luego de todo esto, el hombre siguió con el exterminio del hombre. Los que sirvieron de jueces en Nüremberg, luego sería enemigos. Los que liberaron los campos de concentración en Auschwitz, en Dachau, en Treblinka, matarían, y violarían, y exterminarían en Vietnam, en Algeria, en Ucrania, en Sudamérica, en Afganistán, en Irak…

¿Qué ha cambiado realmente? Nada ha cambiado. Los maniacos cambian de nombre, y los ejércitos de uniforme, y las victimas de étnias. Pero el odio y el miedo del hombre por el hombre, son los mismos que el de aquellos alemanes de Hitler, de las banderas, de las marchas, las antorchas, los uniformes y las armas.
El hombre es el único ser que tropieza una y otra vez con la misma piedra. Y también es el único que puede llegar a ser además de un asesino, un perfecto hipócrita. El único, que puede ser miembro de las Waffen SS, y lucir su uniforme de muerte, y entrenas para matar, y asesinar, para luego decir: “¿Cómo poder escribir después de Auschwitz?”. Lo único de positivo en el ser humano es que al menos demuestra remordimiento. Que almenos puede darse cuenta de que fue un autómata, y asesinó y torturó sin ninguna otra razón más que el deber impuesto. Y así es como sucedió en la 2da Guerra Mundial y el Holocausto, y como sigue pasando en la actualidad.

Primo Levi, remarcó esto al relatarnos que ya nada tenían que ver el bien y el mal. Nada tenia que ver si lo que hago es justo o injusto. Es el deber. La automaticidad de las reglas y el orden del deber. No existe el porqué. Hay que hacerlo y punto.
La disciplina prusiana nos dice que: “La victoria absoluta, radica en la obediencia absoluta”. Con esto el individuo no existe. Con esto el individuo es un arma, es un número, es una herramienta. Con esto el soldado puede matar, y puede hacer cualquier cosa que sea “necesaria”. Y con esto se puede hacer de un hombre, un esclavo que puede olvidarse de su humanidad y trabajar en un campo de concentración, hasta que su cuerpo desfallezca.
Esto es lo que Primo Levi trató de compartir con el mundo. Esta visión de los hechos que nos hacen ver a un ser humano totalmente despojado de su ser. Tanto del torturador, como del torturado. Tanto del soldado aleman como del judío cautivo. Es un manifiesto del horror del hombre contra el hombre. No pura propaganda de posguerra para demonizar a un pueblo en especial, sino para entender la naturaleza del hombre.

Es muy triste ver, que tantas vidas perdidas no han ayudado en revertir esta naturaleza destructiva del hombre.
Es muy triste ver que luego de los campos de exterminio en Alemania, en Polonia, en Austria, y los muertos por los bombardeos y la metralla, las balas, el fuego, y la gente atomizada en Japón, el hombre solo haya buscado nuevas formas para destruirse. Si esas armas sirvieron para matar a tal número de personas, busquemos la forma para crear armas aún más destructivas. Si aquellos métodos de tortura funcionaron para doblegar a millones de personas, utilicémoslos para doblegar a los enemigos de ahora. Ese es el pensamiento del ser humano. Esos han sido los avances y los cambios que trajo la guerra. No ha cambiado nada… Esa es la respuesta a ¿Qué sigue después de Auschwitz?
Si ni es Auschwitz, es Abú Grahib, si no es Abú Grahib, es Guantánamo. Si no son nazis, son republicanos. Si no son judíos, son musulmanes palestinos, afgános o iraquíes.
Pareciera que Hitler nunca hubiese muerto. Que la guerra nunca hubiese acabado. Que los enemigos nunca dejan de aparecer por el mundo, y que siempre el más débil parece ser el chivo expiatorio. Pareciera que los autómatas nunca hubiesen bajado el fusil, y los prisioneros volver a ser humanos ante sus ojos.

La propaganda, introducida en las mentes de los ciudadanos alemanes desde el momento en que Hitler fue nombrado Canciller y luego Führer del Reich, en el cual se preparaba a la multitud expectante a una guerra ya próxima y totalmente necesaria para la expansión del espacio vital, parecieran nunca haber dejado de transmitir. La guerra constante, de un enemigo malévolo, infrahumano, y que no merece la vida, puede fácilmente traducirse a la situación geopolítica actual. Pasan los años, pero el hombre es el mismo.

Si esto es un hombre
Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro
.”

En efecto, esto es un hombre. Si que lo es, cuando vivimos en mundo en que tontamente se engaña de que el holocausto fue una horrible cosa del pasado que nuca más volverá a ocurrir, mientras que impávidos en nuestras casas miramos la televisión y vivimos nuestras vidas comúnmente, al mismo tiempo que al otro lado del mundo 650.000 iraquíes ya han muerto por la guerra, y que otros se encuentran cautivos en nuevos campos de concentración. Si, esto es un hombre. Y ni siquiera tenemos que ir tan lejos para ver lo que el hombre hace por el hombre, cuando a unos metros de la puerta de nuestras propias casas un chico está durmiendo en la calle, agarrándose el estómago por el hambre.
Si, esto es un hombre. Y no me refiero al que sufre, y al que ha que por la situación y el martirio ha perdido su humanidad, sino a todos nosotros que dejamos hacer. A todos nosotros que permitimos que hoy en día esto sigua ocurriendo. Por que el hombre no ha cambiado.

Atte. José (Leutnant)


Saludos!!!

Muy bien Jose.

Saludos.
 

Rumplestilskin

Colaborador
Colaborador
Hola Leutnant, siempre interesante leer tus post.

Ahora, hay algo con lo que no concuerdo de tu escrito y básicamente se sintetiza en estos párrafos:

Leutnant dijo:
,Porque luego de todo esto, el hombre siguió con el exterminio del hombre. Los que sirvieron de jueces en Nüremberg, luego sería enemigos. Los que liberaron los campos de concentración en Auschwitz, en Dachau, en Treblinka, matarían, y violarían, y exterminarían en Vietnam, en Algeria, en Ucrania, en Sudamérica, en Afganistán, en Irak… ..

.....¿Qué ha cambiado realmente? Nada ha cambiado. Los maniacos cambian de nombre, y los ejércitos de uniforme, y las victimas de étnias.
Es muy triste ver, que tantas vidas perdidas no han ayudado en revertir esta naturaleza destructiva del hombre.

¿Qué sigue después de Auschwitz?
Si ni es Auschwitz, es Abú Grahib, si no es Abú Grahib, es Guantánamo. Si no son nazis, son republicanos. Si no son judíos, son musulmanes palestinos, afgános o iraquíes.

Y es que Auschwitz fue algo muy diferente a otras matanzas. Fue el asesinato frío, sin guerra de por medio (la guerra era algo separado, el exterminio bien pudo haber sido solo local) y sin posibilidad alguna de escape para sus víctimas.

No era la ira de un dictador que exige sumisión o muerte, pues incluso dictaduras terribles dejan una opción “se obediente y vivirás”. Pero Auschwitz les negó eso a la mayoría de quienes fueron prisioneros allí, eran simplemente un error de la naturaleza, un error que no tenía posibilidad de enmendarse y debía ser corregido, sin odio, sin perder la razón en un ataque de ira, sin miedo (como el que siente un poderoso hacia el débil que mata) si no fría y hasta lamentablemente. Muchos dirigentes de campos de exterminio dijeron sinceramente no tener nada contra judíos, gitanos, homosexuales o enfermos mentales, pero el error debía ser corregido.

Una muerte es una muerte, sin duda y el niño de Hiroshima o Kabul no puede elegir hacer la paz y evitar su muerte, pero sus victimarios tampoco demuestran especial ensañamiento contra él. No están dispuestos a franquear cualquier obstáculo con el fin de darle muerte en base a prejuicios sin razón.

En la novela “Crítica de las armas” de José Pablo Feinmann, el protagonista, Pablo Epstein reflexiona que él no es judío, pues su madre es católica, él fue bautizado católico, nunca le interesó ser judío o vivir como tal, de hecho, ya no le interesa ninguna religión, ni el Catolicismo de su infancia, pero en la Alemania de Hitler hubiese estado condenado por una mancha de nacimiento. Una mancha imposible de quitar, independientemente de lo que hiciera, de donde fuera o de que pensara. Y mancha similar tenían otros millones de personas pertenecientes a grupos “indeseables”. Las matanzas étnicas tienen esa característica que las distinguen de todas las demás. No es que las demás muertes sean menos terribles, si no que los demás asesinatos lo son, pues siempre dejan un margen, aunque sea mínimo, de piedad. Margen que en el asesinato étnico –o aún más, biológico- no existe.

Saludos.
 
F

federicobarbarroja

Siempre que sale este tema me pregunto, alguien se acordara de el millon y medio de Cristianos Armenios asesinados por los turcos?No se, pareciera que se los hubiera tragado la tierra, nunca se habla nada de ellos, nunca vi un post, un articulo en algun foro sebre esa terrible masacre, realmente me da mucha curiosidad...:confused:
 

Rumplestilskin

Colaborador
Colaborador
Porque a nadie, o casi nadie le importan.

Es tal vez lo más terrible de estos casos. Incluso dentro de la smismas matanzas nazis, da la impresión que solo hubiesen matado judíos. ¿Por qué? Porque de entre las víctimas, solo los judíos son un grupo a respetar o temer.

Porque cualquiera puede salir a la calle girtando "los gitanos asesinados por Hitler bien muertos están", sabiendo que no hay enfrente un grupo fuerte y unido dispuesto a enjuiciarlo o hacerlo aparecer en vivo en la TV con el título de "Pequeño Hitler" debajo. O en casos mucho más serios, no va terminar con una "Operación ira de Dios" tras él.

La horrible moraleja de la historia es: "si quieres que respeten tus derechos, debes estar en posición de amenazar los ajenos"

Y ese no era el caso de los cristianos armenios o de los miles de negros cristianos asesinados en Sudán por dar otro ejemplo.
 

Leutnant

Colaborador
Colaborador
Rumplestilskin dijo:
En la novela “Crítica de las armas” de José Pablo Feinmann, el protagonista, Pablo Epstein reflexiona que él no es judío, pues su madre es católica, él fue bautizado católico, nunca le interesó ser judío o vivir como tal, de hecho, ya no le interesa ninguna religión, ni el Catolicismo de su infancia, pero en la Alemania de Hitler hubiese estado condenado por una mancha de nacimiento. Una mancha imposible de quitar, independientemente de lo que hiciera, de donde fuera o de que pensara. Y mancha similar tenían otros millones de personas pertenecientes a grupos “indeseables”. Las matanzas étnicas tienen esa característica que las distinguen de todas las demás. No es que las demás muertes sean menos terribles, si no que los demás asesinatos lo son, pues siempre dejan un margen, aunque sea mínimo, de piedad. Margen que en el asesinato étnico –o aún más, biológico- no existe.

Saludos.

Muy bueno. Gracias, Rumples!
Una muerte es una muerte ciertamente. No sabés lo mal que me sentia hace unos años atrás al enterarme de muchas cosas de la guerra, y de mi propia familia, y de tantas otras cosas. Pero bueno, de apoco fuí leyendo más y más, y con el tiempo la idealización que yo tenia respecto a la Alemánia de esa época murió, y murió cuando mi madre se fué al cielo.
En ese ensayo, más que nada quise reflejar muchas ideas encontradas que tenia respecto a la guerra y el holocausto. Y al darse el tema en el foro, lo quise compartir porqué, este es un foro militar, y por ende, los temas que se tratan competen a la guerra y a las armas, pero muchas veces se habla de la guerra y las armas como si fuese una abstracción, y las armas modelitos para armar en escala 1:1. Creí necesario recordar un poco, para qué son las armas, y lo que el hombre há hecho con el hombre. Pero bueno, son ideas.
A seguir debatiendo nomás.

Saludos!!!
 

Leutnant

Colaborador
Colaborador
federicobarbarroja dijo:
Siempre que sale este tema me pregunto, alguien se acordara de el millon y medio de Cristianos Armenios asesinados por los turcos?No se, pareciera que se los hubiera tragado la tierra, nunca se habla nada de ellos, nunca vi un post, un articulo en algun foro sebre esa terrible masacre, realmente me da mucha curiosidad...:confused:

Al menos yo me acuerdo, y vos también, y de seguro muchos más.
Pero hay tantas matanzas, y tantos muertos en todo el mundo, que... impresiona. Impresiona de lo que somos.
En mi caso, criado como Cristiano, criado también bajo el precepto de "Diós lo quiere", me acuerdo.
Pero bueno, perra vida, ¿no?

Saludos!!!
 
La verdad que en el ultimo tiempo hay una reveeindicacion de los hechos, argentina hace poco lo reconocio igual que el congreso de USA, aunque creo que arbusto la veto por problemas con turquia.
Saludos
 
federicobarbarroja dijo:
Siempre que sale este tema me pregunto, alguien se acordara de el millon y medio de Cristianos Armenios asesinados por los turcos?No se, pareciera que se los hubiera tragado la tierra, nunca se habla nada de ellos, nunca vi un post, un articulo en algun foro sebre esa terrible masacre, realmente me da mucha curiosidad...:confused:

Coincidentemente, parece que los turcos fueron los "precursores" en esto de las camaras de gas, al utilizar el "metodo rapido" que consistia en encerrar a seres humanos en cuevas, obstruir la salida, hacer un incendio en la misma, y asfixiarlos con el humo.

Y, casualmente, los kurdos, hoy grandes oprimidos, fueron aliados y colaboradores de los turcos en esta matanza.

Como vos decis, otra terrible masacre...
 
Creo que lo peor es el hecho de que ciudadania turca niegue que el genocidio armenio es culpa de Turquia ya que se hizo en epocas del Imperio Otomano y ellos argumentan que el Imperio Otomano y Turquia no son lo mismo.
 
Rumplestilskin dijo:
Porque a nadie, o casi nadie le importan.

Es tal vez lo más terrible de estos casos. Incluso dentro de la smismas matanzas nazis, da la impresión que solo hubiesen matado judíos. ¿Por qué? Porque de entre las víctimas, solo los judíos son un grupo a respetar o temer.

Porque cualquiera puede salir a la calle girtando "los gitanos asesinados por Hitler bien muertos están", sabiendo que no hay enfrente un grupo fuerte y unido dispuesto a enjuiciarlo o hacerlo aparecer en vivo en la TV con el título de "Pequeño Hitler" debajo. O en casos mucho más serios, no va terminar con una "Operación ira de Dios" tras él.

La horrible moraleja de la historia es: "si quieres que respeten tus derechos, debes estar en posición de amenazar los ajenos"

Y ese no era el caso de los cristianos armenios o de los miles de negros cristianos asesinados en Sudán por dar otro ejemplo.

Exacto
 
Leutnant dijo:
Al menos yo me acuerdo, y vos también, y de seguro muchos más.
Pero hay tantas matanzas, y tantos muertos en todo el mundo, que... impresiona. Impresiona de lo que somos.
En mi caso, criado como Cristiano, criado también bajo el precepto de "Diós lo quiere", me acuerdo.
Pero bueno, perra vida, ¿no?

Saludos!!!
La hipocresía propasa Todo ejemplo en la tierra, al asesinato en masa,
los hombres lo llaman guerra.
 
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