Del entonces teniente de corbeta Carlos Daniel "Manolo" Vazquez, jefe de la gloriosa Cuarta Seccion del BIM5:
Dentro de pocas horas, alrededor de 2 horas, será la hora en que hace unos años se iniciaba un combate en una altura llamada Tumbledown.
Como todos los años en estas horas, no puedo apartar mi pensamiento de lo que vivía en aquellos momentos.
Y a medida que los años pasan, cada vez mas me detengo a pensar en las razones humanas que movieron a mis hombres a demostrar la conducta que demostraron.
No está en mis capacidades poder determinar con certeza cuáles fueron los factores que los llevaron a cada uno y en conjunto, a tener la conducta que tuvieron en un enfrentamiento sin ninguna posibilidad de éxito.
Pensar en ello me lleva a reflexionar sobre las conductas humanas en la guerra y a cuestionarme muchas veces nuestras conductas en tiempos de paz, cuando la rutina y la lejanía de la muerte nos lleva a olvidar la verdadera razón por la que vestimos uniforme, y por sobre todo la verdadera razón de la obediencia y la disciplina.
No me cabe duda que la disciplina jugó un rol determinante en las conductas, si bien creo que no fue por ello el único factor en juego.
Pero sin ese sentido profundo de lo que es la disciplina, estos hombres no hubieran combatido como lo hicieron.
La disciplina, esa profunda convicción y voluntaria disposición hacia el cumplimiento de las órdenes y por encima de ellas hacia el cumplimiento del Deber, es lo que nos mueve hacia las conductas honrosas.
Pero la disciplina se fundamenta en conductas esperables tanto del superior como los subalternos, porque la razón última por la que un soldado da su vida en un combate es ese lazo de lealtad bidireccional que une a los hombres en situaciones extremas, donde el subalterno espera ser conducido y protegido por el superior y el superior espera ser obedecido y acompañado por el subalterno.
Los hombres de la 4 Sección dieron prueba de ello con hechos.
Dios los tenga a su lado, y quienes estamos vivos debemos tenerlos presentes, porque en los tiempos difíciles que vivimos, corremos el riesgo de olvidar el porqué vestimos el uniforme.
Y mas allá de nuestra situación de revista, nuestro compromiso con las armas, va mas allá del retiro.
Es un compromiso de conciencia y de conducta de vida.
Ahora mas que nunca, cuando estamos asediados y acorralados por un enemigo que va por todo, es cuando mas debemos tener presente lo que somos y lo que deberíamos ser, para no traicionar nuestras propias conciencias, esas conciencias formadas en la Escuela Naval, en un crisol de ideales que nos imprimió un sello distintivo.
Y creo que las circunstancias que vivimos desde hace años, nos ponen a prueba de una forma distinta pero no menos intensa que el franco combate para el que nos formamos.
Y es por eso que debemos recurrir a los buenos ejemplos de quienes supieron cumplir con su deber, para buscar en ellos la fortaleza necesaria para afrontar lo que ahora debemos afrontar.
Pensar en el sacrificio de esos hombres que combatieron en las alturas de Tumbledown, me ayuda a sobrellevar las mezquindades que afectan, y me muestra el norte que no debo perder.
No me es fácil tener presente esto todos los días, y supongo que a todos nos debe pasar lo mismo.
Pero cuando las fechas nos ayudan a traer al presente ciertas circunstancias, debemos aprovecharlas para volver a la sana reflexión, que nos devuelva el equilibrio que hayamos perdido.
Vayan estas reflexiones como humilde homenaje a mis hombres, y como un llamado a la reflexión para aquellos de nosotros que aún estamos vivos y tenemos la oportunidad de honrar la vida con nuestra conducta.
Este día no es un día de dolor.
Es un día de orgullo, donde recordar a los caídos es nuestro deber, para no matar con el olvido de los camaradas, lo que los proyectiles del enemigo, alejaron de este Mundo, y para que su recuerdo no nos permita equivocarnos para ponderar las cosas importantes y las que no lo son.
Mañana a las 10 de la mañana debo efectuar la defensa mía en el juicio de Trelew.
Comparo las fechas y no puedo menos que dudar entre sentir tristeza o reirme con sarcasmo.
Acá no me juego la vida ni mucho menos.
Sólo daños económicos, y en las costumbres y formas de vida por delante, además de amarguras ya pasadas.
Pero no deja de ser una paradoja, la coincidencia de las fechas.
Cuánta honra y valor en una de ellas y cuánta mezquindad en la otra.
Hace 30 años me defendí como gato panza arriba. Hoy decidí no hacerlo.
Que sea lo que los Dioses determinen. No vale la pena.
¿Se acuerdan de lo que escribí hace unos meses sobre la arenga que daban los oficiales griegos a los miembros de la falange, antes del combate?
Bueno, sólo espero mantener una conducta que me permita seguir sonriendo en mi conciencia con cada salida del sol que tenga por delante.
Eso es lo que busco.
Alea jacta Est
Manolo