En el siempre difícil Atlántico Sur, el silencio de los fríos camarotes del destructor tipo 42 de la Armada Argentina "Santísima Trinidad" se quebraba cuando por los altoparlantes saltaba una arenga brindada por el Contraalmirante Busser, comandante de la fuerza de desembarco de la Fuerza de Tareas 40 hacia soldados argentinos que entrarían en acción por primera vez desde hacía cien años, allá cuando se acallaron los cañones en el Paraguay...
La Fuerza de Tareas 40, liderada por el Santísima Trinidad, era una fuerza anfibia de desembarco (integrada por dos destructores, dos corbetas, un portaaviones, un submarino, un rompehielos y un buque de transporte) con un objetivo que sería histórico para la Argentina, y el mundo. Eran parte de la Operación Rosario... la que consisía en el desembarco en las islas Malvinas, el asalto al contingente militar británico allí destacado, la reducción de la autoridad usurpadora británica allí, y la recuperación plena de la soberanía y autoridad sobre dichos territorios.
Destructor tipo 42 "Santísima Trinidad"
Esa misma noche partieron los 21 botes semirigidos desde el destructor Santísima Trinidad transportando los Comandos Anfibios, así como también lo hacían los Buzos Tácticos desde el submarino Santa Fe. Más tarde lo haría el grueso del Batallón de Infantería de Marina 2 y una sección de tiradores del RI-25 del Ejército Argentino, que desembarcaron del rompehielos Almirante Irizar y el buque de desembarco Cabo San Antonio, desde donde se desprendían los vehículos blindados anfibios.
Las fuerzas especiales, las primeras en avanzar (Comandos Anfibios y Buzos Tácticos) arribaron a altas horas del 1º de Abril a la costa noreste de la isla Soledad, comenzando su marcha para reducir puntos estratégicos de la localidad capital, la todavía llamada Pt Stanley.
Se trataba del cuartel militar de Moody Brook, base de los Royal Marines en las islas; de la casa del gobernador, centro donde vivía y ejercía la más alta autoridad británica; de otros puntos secundarios, tales como la usina eléctrica, la jefatura de policía, el correo, el aeropuerto y la central de teléfono.
No se sabía a ciencia cierta si sería una operación sorpresa, o los británicos ya sabían la operación militar que Argentina estaba lanzando. Lo correcto era que Gran Bretaña ya estaba al tanto de la situación unos días antes del desembarco argentino, luego que Gran Bretaña hubiera dispuesto el envío de submarinos nucleares a la zona, por el conflicto de chatarreros en las islas Georgias.
Los buzos tácticos permanecieron designando playas para el desembarco de la Infantería de Marina que venía en camino desde el Cabo San Antonio y el Almirante Irizar, mientras que los Comandos Anfibios se separaron en grupos y continuaron con su avance para asalto asaltar los puntos estratégicos previamente nombrados.
El primer grupo de Comandos en alcanzar su punto de asalto fue el que tenía como objetivo al cuartel militar de Moody Brook, pero para sorpresa de los mismos, se encontraron con un cuartel, que debía estar albergando a más de 70 infantes de marina, totalmente vacío. En ese instante lo supieron: Los británicos no serían tomados por sorpresa. Sabían del desembarco, y estaban diseminados en posiciones estratégicas para enfrentarse a los efectivos argentinos. A su vez, además de ellos, varios isleños con sus armas de caza se sumaron para intentar detener a las fuerzas nacionales.
En el mismo instante que los Comandos alcanzaron Moody Brook y lo encontraron vacío, oyeron a la distancia, disparos... Era otro grupo de Comandos Anfibios, el liderado por el Capitán Giacchino que había alcanzado su objetivo. La casa del gobernador. Allí se encontraba el goberndor, su familia, y la mayoría de los Royal Marines que el grupo previamente nombrado no había podido encontrar en Moody Brook, decididos a defender pase lo que pase, a la autoridad británica.
Ya eran las primeras horas de la madrugada del 2 de Abril. Los primeros blindados anfibios alcanzaban las playas de Malvinas. Algunos encontraron una débil defensa en la zona del aeropuerto encabezada por isleños voluntarios, los que se replegaron rápidamente sin complicar el avance argentino.
El grueso de las fuerzas especiales argentinas desembarcadas se concentraba en donde se extenderían los combates, la casa del gobernador, con la difícil misión de hacer rendir a un enemigo decidido, pero con órdenes de no abrir fuego contra los defensores, evitando así mayores desventajas en una posterior negociación.
Luego de rodear la Victoriana edificación, los soldados británicos recibieron a los efectivos nacionales con una lluvia de fuego. Sin responder, los mismos se presentaron como infantes de marina argentinos, e intimaron la rendición del gobernador y sus fuerzas, recibiendo más disparos, aunque esta vez los asaltantes no se quedaron sin responder.
Casa del Gobernador, Puerto Argentino
Más disparos, esta vez de ambos lados, incluso una granada lanzada por los argentinos en medio del jardín hicieron estremecer la tranquilidad de la madrugada malvinense (todos los disparos y acciones argentinas eran únicamente para intimar a los británicos, sin buscar derribar a los defensores), pero los británicos seguían decididos a no moverse... En ese momento acarrearía al primer caído y al primer héroe de toda la gesta, el mismísimo Capitán Giacchino, decidido a forzar la rendición, lidera un grupo para asaltar la casa y forzar la rendición inmediata del enemigo allí dentro, pero al tumbar la puerta se encuentra con un largo pasillo y al final de éste, tiradores británicos que no dudan en abrir fuego. Alcanzan al Capitán, como así también a otros dos efectivos argentinos, forzando a los demás a replegarse. Quedan los tres efectivos tirados, con vida pero sin posibilidad de moverse. Los disparos continúan, los Comandos Anfibios, privados de poder contestar al fuego, intentan alcanzar a sus heridos, pero no lo logran.
Plano de la situación en la capital Malvinense el 2 de Abril
Las horas pasan y la situación se traba, con británicos disparando desde adentro, más vehículos argentinos desembarcando, y con los Comandos Anfibios aferrados, respondiendo de vez en cuando el fuego para intimar al enemigo e intentar alcanzar a los heridos, que seguían perdiendo sangre en el medio de la balacera, en tierra de nadie, entre las posiciones Argentinas y las Británicas.
Fotografía del buque de desembarco Cabo San Antonio sacada desde un anfibio en la costa Malvinense.
Con las primeras luces de la mañana, y luego de las contínuas advertencias argentinas del grueso de los blindados avanzando a la capital, el gobernador británico Rex Hunt reconoció lo impensado en el Imperio Británico: "No más... No había posibilidad alguna de defensa militar". Salió con una bandera blanca y su traje de gala caminando por la puerta grande, solicitando hablar con el comandante de la fuerza de desembarco.
Se presentó ante él el Contraalmirante Busser, que al ser informado de la insistencia del británico en hablar directamente con el responsable, no dudó en abordar un helicóptero Lynx para aterrizar en la localidad.
Helicóptero Lynx de la Armada Argentina en las islas Malvinas
Sin si quiera saludar al argentino, el cuál había levantado su brazo derecho para estrechar la mano de su contraparte, se descargó firmemente... "Están invadiendo territorio de Su Majestad la Reina, retírese usted y sus fuerzas inmediatamente" fueron las palabras de Rex Hunt ante la sorpresa de Busser. Con la misma dureza, el argentino respondió "Estamos removiendo su autoridad de la misma manera que ustedes lo hicieron en 1833, cuando expulsaron a nuestra autoridad. El que debe retirarse es usted".
Ante la negativa lógica del argentino, Hunt reconoció que no tenía otra alternativa más que la rendición.
Ante la mirada atónita del mundo, reconocidos Royal Marines salían de la casa del gobernador en fila india, con sus manos y fusiles en alto, escoltados y dirigidos por Comandos Anfibios, que los guiaban a los puntos de detención para luego decidir su futuro. Serían tomados prisioneros y liberados luego, junto a las autoridades británicas, en la ciudad rioplatense de Montevideo al día siguiente.
Un Comando Anfibio de la Armada Argentina guiando a efectivos británicos rendidos
Antes del mediodía del 2 de Abril, banderas celestes y blancas flameaban en distintos puntos de las islas Malvinas después de 149 años de usurpación imperial.
Por la tarde del mismo día helicópteros argentinos alcanzaban Darwin y Pradera del Ganso, segundo establecimiento en tamaño, en las islas Malvinas, sin encontrar resistencia alguna.
Al día siguiente fuerzas de la Armada y el Ejército completaban las operaciones conquistando las islas Georgias del Sur.
Izado de la Bandera Argentina en el jardín de la Casa del Gobernador
Luego de 149 años de reclamos argentinos, de 149 años de oidos británicos sordos, las islas Malvinas volvían, a cuesta de la vida de un héroe en Malvinas, y otros más en Georgias.
No hablo aquí de política, ni de errores de una junta que buscó el manotazo de ahogado, ni de una consiguiente guerra improvisada que estuvo repleta de errores por nuestros mandos ni críticas a un gobierno que intentaba salvar su pellejo o no, no es lo que busco ni me interesa el día de hoy... el día de hoy sólo quiero recordar a los héroes tanto de la Operación Rosario, como los de la Operación Georgias, como así también a todos los héroes que fueron al Atlántico Sur a combatir un enemigo expansionista e imperialista usurpador de un territorio legítimamente nacional. A aquellos hombres que entregaron sus vidas, y aquellos que no lo hicieron pero estuvieron dispuestos a hacerlo en todo momento por el amor a su patria peleando hasta donde sus capacidades lo dieron, contra un enemigo superior en armamentos, experiencias y capacidades.
Hoy, 27 años después, honrémoslos y recordémoslos...
y más que nunca no tengo ningún tipo de dudas que Volveremos, no se de qué forma lo haremos, pero Volveremos... tarde o temprano, volveremos, y que Viva la Patria! Malvinas Argentinas.
Giuliano Gentiletti / Abril 2009
Fotos: Dintel Gid, Histarmar
La Fuerza de Tareas 40, liderada por el Santísima Trinidad, era una fuerza anfibia de desembarco (integrada por dos destructores, dos corbetas, un portaaviones, un submarino, un rompehielos y un buque de transporte) con un objetivo que sería histórico para la Argentina, y el mundo. Eran parte de la Operación Rosario... la que consisía en el desembarco en las islas Malvinas, el asalto al contingente militar británico allí destacado, la reducción de la autoridad usurpadora británica allí, y la recuperación plena de la soberanía y autoridad sobre dichos territorios.
Destructor tipo 42 "Santísima Trinidad"
Esa misma noche partieron los 21 botes semirigidos desde el destructor Santísima Trinidad transportando los Comandos Anfibios, así como también lo hacían los Buzos Tácticos desde el submarino Santa Fe. Más tarde lo haría el grueso del Batallón de Infantería de Marina 2 y una sección de tiradores del RI-25 del Ejército Argentino, que desembarcaron del rompehielos Almirante Irizar y el buque de desembarco Cabo San Antonio, desde donde se desprendían los vehículos blindados anfibios.
Las fuerzas especiales, las primeras en avanzar (Comandos Anfibios y Buzos Tácticos) arribaron a altas horas del 1º de Abril a la costa noreste de la isla Soledad, comenzando su marcha para reducir puntos estratégicos de la localidad capital, la todavía llamada Pt Stanley.
Se trataba del cuartel militar de Moody Brook, base de los Royal Marines en las islas; de la casa del gobernador, centro donde vivía y ejercía la más alta autoridad británica; de otros puntos secundarios, tales como la usina eléctrica, la jefatura de policía, el correo, el aeropuerto y la central de teléfono.
No se sabía a ciencia cierta si sería una operación sorpresa, o los británicos ya sabían la operación militar que Argentina estaba lanzando. Lo correcto era que Gran Bretaña ya estaba al tanto de la situación unos días antes del desembarco argentino, luego que Gran Bretaña hubiera dispuesto el envío de submarinos nucleares a la zona, por el conflicto de chatarreros en las islas Georgias.
Los buzos tácticos permanecieron designando playas para el desembarco de la Infantería de Marina que venía en camino desde el Cabo San Antonio y el Almirante Irizar, mientras que los Comandos Anfibios se separaron en grupos y continuaron con su avance para asalto asaltar los puntos estratégicos previamente nombrados.
El primer grupo de Comandos en alcanzar su punto de asalto fue el que tenía como objetivo al cuartel militar de Moody Brook, pero para sorpresa de los mismos, se encontraron con un cuartel, que debía estar albergando a más de 70 infantes de marina, totalmente vacío. En ese instante lo supieron: Los británicos no serían tomados por sorpresa. Sabían del desembarco, y estaban diseminados en posiciones estratégicas para enfrentarse a los efectivos argentinos. A su vez, además de ellos, varios isleños con sus armas de caza se sumaron para intentar detener a las fuerzas nacionales.
En el mismo instante que los Comandos alcanzaron Moody Brook y lo encontraron vacío, oyeron a la distancia, disparos... Era otro grupo de Comandos Anfibios, el liderado por el Capitán Giacchino que había alcanzado su objetivo. La casa del gobernador. Allí se encontraba el goberndor, su familia, y la mayoría de los Royal Marines que el grupo previamente nombrado no había podido encontrar en Moody Brook, decididos a defender pase lo que pase, a la autoridad británica.
Ya eran las primeras horas de la madrugada del 2 de Abril. Los primeros blindados anfibios alcanzaban las playas de Malvinas. Algunos encontraron una débil defensa en la zona del aeropuerto encabezada por isleños voluntarios, los que se replegaron rápidamente sin complicar el avance argentino.
El grueso de las fuerzas especiales argentinas desembarcadas se concentraba en donde se extenderían los combates, la casa del gobernador, con la difícil misión de hacer rendir a un enemigo decidido, pero con órdenes de no abrir fuego contra los defensores, evitando así mayores desventajas en una posterior negociación.
Luego de rodear la Victoriana edificación, los soldados británicos recibieron a los efectivos nacionales con una lluvia de fuego. Sin responder, los mismos se presentaron como infantes de marina argentinos, e intimaron la rendición del gobernador y sus fuerzas, recibiendo más disparos, aunque esta vez los asaltantes no se quedaron sin responder.
Casa del Gobernador, Puerto Argentino
Más disparos, esta vez de ambos lados, incluso una granada lanzada por los argentinos en medio del jardín hicieron estremecer la tranquilidad de la madrugada malvinense (todos los disparos y acciones argentinas eran únicamente para intimar a los británicos, sin buscar derribar a los defensores), pero los británicos seguían decididos a no moverse... En ese momento acarrearía al primer caído y al primer héroe de toda la gesta, el mismísimo Capitán Giacchino, decidido a forzar la rendición, lidera un grupo para asaltar la casa y forzar la rendición inmediata del enemigo allí dentro, pero al tumbar la puerta se encuentra con un largo pasillo y al final de éste, tiradores británicos que no dudan en abrir fuego. Alcanzan al Capitán, como así también a otros dos efectivos argentinos, forzando a los demás a replegarse. Quedan los tres efectivos tirados, con vida pero sin posibilidad de moverse. Los disparos continúan, los Comandos Anfibios, privados de poder contestar al fuego, intentan alcanzar a sus heridos, pero no lo logran.
Plano de la situación en la capital Malvinense el 2 de Abril
Las horas pasan y la situación se traba, con británicos disparando desde adentro, más vehículos argentinos desembarcando, y con los Comandos Anfibios aferrados, respondiendo de vez en cuando el fuego para intimar al enemigo e intentar alcanzar a los heridos, que seguían perdiendo sangre en el medio de la balacera, en tierra de nadie, entre las posiciones Argentinas y las Británicas.
Fotografía del buque de desembarco Cabo San Antonio sacada desde un anfibio en la costa Malvinense.
Con las primeras luces de la mañana, y luego de las contínuas advertencias argentinas del grueso de los blindados avanzando a la capital, el gobernador británico Rex Hunt reconoció lo impensado en el Imperio Británico: "No más... No había posibilidad alguna de defensa militar". Salió con una bandera blanca y su traje de gala caminando por la puerta grande, solicitando hablar con el comandante de la fuerza de desembarco.
Se presentó ante él el Contraalmirante Busser, que al ser informado de la insistencia del británico en hablar directamente con el responsable, no dudó en abordar un helicóptero Lynx para aterrizar en la localidad.
Helicóptero Lynx de la Armada Argentina en las islas Malvinas
Sin si quiera saludar al argentino, el cuál había levantado su brazo derecho para estrechar la mano de su contraparte, se descargó firmemente... "Están invadiendo territorio de Su Majestad la Reina, retírese usted y sus fuerzas inmediatamente" fueron las palabras de Rex Hunt ante la sorpresa de Busser. Con la misma dureza, el argentino respondió "Estamos removiendo su autoridad de la misma manera que ustedes lo hicieron en 1833, cuando expulsaron a nuestra autoridad. El que debe retirarse es usted".
Ante la negativa lógica del argentino, Hunt reconoció que no tenía otra alternativa más que la rendición.
Ante la mirada atónita del mundo, reconocidos Royal Marines salían de la casa del gobernador en fila india, con sus manos y fusiles en alto, escoltados y dirigidos por Comandos Anfibios, que los guiaban a los puntos de detención para luego decidir su futuro. Serían tomados prisioneros y liberados luego, junto a las autoridades británicas, en la ciudad rioplatense de Montevideo al día siguiente.
Un Comando Anfibio de la Armada Argentina guiando a efectivos británicos rendidos
Antes del mediodía del 2 de Abril, banderas celestes y blancas flameaban en distintos puntos de las islas Malvinas después de 149 años de usurpación imperial.
Por la tarde del mismo día helicópteros argentinos alcanzaban Darwin y Pradera del Ganso, segundo establecimiento en tamaño, en las islas Malvinas, sin encontrar resistencia alguna.
Al día siguiente fuerzas de la Armada y el Ejército completaban las operaciones conquistando las islas Georgias del Sur.
Izado de la Bandera Argentina en el jardín de la Casa del Gobernador
Luego de 149 años de reclamos argentinos, de 149 años de oidos británicos sordos, las islas Malvinas volvían, a cuesta de la vida de un héroe en Malvinas, y otros más en Georgias.
No hablo aquí de política, ni de errores de una junta que buscó el manotazo de ahogado, ni de una consiguiente guerra improvisada que estuvo repleta de errores por nuestros mandos ni críticas a un gobierno que intentaba salvar su pellejo o no, no es lo que busco ni me interesa el día de hoy... el día de hoy sólo quiero recordar a los héroes tanto de la Operación Rosario, como los de la Operación Georgias, como así también a todos los héroes que fueron al Atlántico Sur a combatir un enemigo expansionista e imperialista usurpador de un territorio legítimamente nacional. A aquellos hombres que entregaron sus vidas, y aquellos que no lo hicieron pero estuvieron dispuestos a hacerlo en todo momento por el amor a su patria peleando hasta donde sus capacidades lo dieron, contra un enemigo superior en armamentos, experiencias y capacidades.
Hoy, 27 años después, honrémoslos y recordémoslos...
y más que nunca no tengo ningún tipo de dudas que Volveremos, no se de qué forma lo haremos, pero Volveremos... tarde o temprano, volveremos, y que Viva la Patria! Malvinas Argentinas.
Giuliano Gentiletti / Abril 2009
Fotos: Dintel Gid, Histarmar