El destino los seleccionó a ustedes, para representar su generación, y todas las generaciones de argentinos, las pasadas con su deseo de revindicación, y las futuras con su necesidad de ejemplos a seguir.
Podría haber sido el de al lado, el vecino, el compañero del secundario o del primer laburo, podría ser aquel que tenía vocación y lo deseaba más que nadie, pero no, el destino no consulta jamás sus designios, aquella vez tampoco, y les tocó a ustedes.
No eran ni los mejores, ni los más fuertes, ni los más valientes, eran iguales, hasta que dejaron de serlo, a medida que iban creciendo de manera incomprensible para todo aquel que viera desde fuera, dicen que crecer a veces es doloroso, pero normalmente es un proceso lento, ustedes crecieron de golpe, con desgarradores dolores y pérdidas irreparables, hasta alcanzar una estatura que pocos logran.
Se fueron como muchachos volvieron como gigantes, todos supieron hasta donde se podía llegar cuando se acepta el reto que el destino impone, todo argentino sabe ahora de lo que es capaz un argentino, gracias a ustedes señores...
GRACIAS A USTEDES