Aerolíneas achica su directorio para bajar la presión gremial

Shandor

Colaborador
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Las pujas internas de Aerolíneas Argentinas y Austral tienen tanto misterio y vértigo que provocaron días atrás una situación insólita. En una de las listas con propuestas gremiales para posibles incorporaciones de personal aparecía el barrabrava de River Alan Schenkler, detenido en Marcos Paz por el crimen del hincha Gonzalo Acro. Schenkler es piloto y se había presentado hace dos años. El grupo Marsans le negó entonces el puesto, pero alguna mano distraída volvió a incluirlo esta vez. El error fue corregido horas después.

Son horas de pretensiones sindicales a lo grande en Aerolíneas. Para evitarlas, el Gobierno se atajará con una medida que podría concretar hoy, si prospera una convocatoria de asamblea: reducir el directorio de la compañía de 12 a cinco miembros. En una reunión que empezará a las 16, se aceptará además la renuncia de los nueve directores del grupo español Marsans.

La nueva conducción estará encabezada por Héctor García Cuerva, ex interventor de Racing, hombre de confianza del ex presidente Néstor Kirchner. Lo acompañarán Gustavo Simeonoff, ex director de la Unidad de Renegociación y Análisis de Contratos de Servicios Públicos (Uniren); Juan De Dios Cincunegui, un abogado que fue presidente de Provincia Seguros y tiene buena relación con el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el grupo Eurnekian; Julio Alak, actual gerente general de la empresa, y Jorge Mateos, por el programa de propiedad participada.

El achicamiento se tomó para calmar algunas ínfulas gremiales. En el Gobierno imaginaban un aluvión de pedidos para ubicar directores, tendencia que podría consolidarse la semana próxima, cuando se renueven gerencias. Algunos no perdonan ni a los asesores: los mecánicos, nucleados en la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA), están molestos porque objetan que Carlos Vázquez, asesor de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), esté ya instalado en las oficinas de Bouchard.

El Gobierno está preocupado por Aerolíneas. Quiere atenuar la tensión con España con un desenlace alentador para ambos países. Algunos funcionarios de Planificación anduvieron las últimas horas averiguando alquileres de trajes de etiqueta, ilusionados con una inminente comida con el rey Juan Carlos en Madrid durante la visita que la presidenta Cristina Kirchner empezará pasado mañana. Jorge Pérez Tamayo, secretario general de APLA, volverá a ser el piloto presidencial del viaje.

Tanto desvelo fue perfectamente entendido por los empresarios que se acercaron en estos días a Rafael Llorens, subsecretario Legal y Técnico de Planificación, cuyas respuestas a cada planteo fueron elocuentes: en la actualidad, para el Gobierno, no hay nada más importante que Aerolíneas. Pero anoche el eventual acuerdo con Marsans para que Aerolíneas adquiera aviones que el grupo español compró al fabricante Airbus -la única posibilidad de que la firma europea acepte la expropiación con una sonrisa- seguía empantanado y pródigo en controversias. Los pilotos, por caso, prefieren darle aire a una carta de intención con el competidor Boeing.

De todos modos, el Gobierno aprovechará para anunciar hoy en la quinta de Olivos un acuerdo de aumento salarial del 19,5% con los gremios. Serán convenios por separado con cada sindicato: de ahí que en algunos casos puedan percibirse diferencias en los textos. Un dirigente gremial recordaba ayer que en el documento que firmará no aparece en ningún lugar el término "paz social", a diferencia de lo que presentará el Gobierno. Tampoco, plazos de cese de protestas.

Horas después, los directores de Marsans que dejarán la empresa serán nueve: Horacio Fargosi -presidente del directorio-, Diego Fargosi, Héctor Alonso, Jorge Molina, Enrique Meliá, Luis Magariños, Eduardo Aranda, Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz Ferrán. Conservarán el cargo Alak y Mateos y desaparecerá el lugar que dejó vacante Vilma Castillo, ahora en la Auditoría General de la Nación.

Con todo, la situación de Aerolíneas y Austral sigue en un limbo jurídico. Un recién llegado a la política argentina podría sorprenderse porque, pese a la estatización de hecho, las acciones de la empresa sigan en poder de Marsans. No hubo, hasta el momento, ni expropiación ni compra. Aunque manda el Gobierno y es el Estado el que la sostiene diariamente con fondos públicos.

El escenario bien podría equipararse al de YPF, operada por completo por el grupo Eskenazi, que tiene apenas un 15% de la petrolera, filial local de Repsol YPF. Otra coincidencia: en ese caso, el que cedió su management fue otro español.

La nacion

Y sigue el baile, qlp :puke::puke::puke::puke::puke:
 
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