LA AGENDA MENOS DEBATIDA
Análisis de la reciente cumbre argentina-brasileña
Por Fabiàn Calle
Los ministros de Defensa de Argentina (Nilda Garrè) y del Brasil (Nelson Jobim)
¿Sucedió algo trascendente durante la visita de dos días del Presidente del Brasil, Lula da Silva a la Argentina, acompañado por sus ministros de Energía y de Defensa así como por el Presidente de la petrolera Petrobras? ¿O todo se limitó, como uno podría creer viendo ciertos medios de prensa nacionales, a una sorda disputa sobre 1 millón BTU de gas menos o más para la Argentina? Para tener una idea de magnitudes, eso representa menos del 1% del consumo de nuestro país El razonamiento por lo tanto, para variar en esta querida patria, es lineal: Brasil no da 1 millón BTU más a la Argentina del gas que compra en Bolivia, ergo la reunión fue puro voluntarismo y falta de sustancia. Por esas cosas del realismo mágico, escondido atrás del ya famoso millones de BTU (sigla que seguramente ya estará incorporada a las charlas quejosas matinales o vespertinas con los sufridos taxistas), hubo algunos renglones o párrafos a la firma de un acuerdo nuclear y otro ligado a la producción para la Defensa. Pidiendo disculpas desde ya, dedicaremos este artículo a estos dos temas, sin olvidar en ningún momento nuestro querido millón BTU.
¿Que sucedió en el campo nuclear? Tal vez, la suscripción del acuerdo argentino más importante en esta área desde que, a fines de los ´80, se comenzó con el proceso de mejorar la transparencia mutua con el objeto de alejar sospechas de la producción de material destinado al desarrollo de armamento atómico. El hecho de que, en esta oportunidad, lo convenido sea para avanzar juntos y no sólo para dar tranquilidad “al otro” sobre los desarrollos autárquicos hace que sea aun más importante en materia de confianza mutua y visión compartida del rol de nuestros países en el restrictivo club nuclear. Simplificándolo, se podría decir que la Argentina ofrecerá sus conocimientos en materia del desarrollo de reactores nucleares compactos y de mediana potencia (por ejemplo, el futuro reactor CAREM) en tanto que Brasil aportará su capacidad de rápido y alto enriquecimiento de uranio. La combinación de estas dos capacidades, si existen espaldas de ambos Estados para aguantar las presiones externas e internas, tiene como correlato lógico la construcción de submarinos de propulsión atómica y una fuerte presencia en el prometedor mercado de reactores de potencia intermedia para abastecer de electricidad a pequeñas ciudades, polos industriales, plantas de desalinización, etc. Según algunas versiones el CAREM argentino, debidamente financiado, podría estar en operaciones para 2012. Cabe recordar que el plan anunciado por Brasil es el de contar con un sumergible dotado de motor nuclear para 2015.
Seguramente no faltarán aquellos que destaquen que un emprendimiento de este tipo es proliferante y nos coloca del lado de los “Estados Villanos”. Si lo dicen con malas intenciones, no vale la pena contestarles y es de esperar que al menos le paguen por eso. Si lo dicen por desconocimiento, cabría aclararles que el entramado de regímenes hemisféricos e internacionales contra la proliferación nuclear que han suscripto la Argentina y Brasil en los últimos 17 años no prohíben este tipo de desarrollo sino la fabricación de bombas atómicas.
Más allá de la complementación o división del trabajo que se puede dar entre los dos países en materia nuclear, a Brasilia le resulta también de gran utilidad la asociación con la Argentina para reforzar el manto de legitimidad y legalidad internacional de su programa nuclear. Cabe recordar que pocos años atrás, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) tuvo un fuerte encontronazo con el gobierno brasileño por la intención de la AIEA de inspeccionar en todo su alcance la planta de enriquecimiento de Resende. La firme oposición de la administración de Lula a esta exigencia, finalmente fue apaciguada por el Departamento de Estado de los EEUU, el cual llevó a las partes a un negociación en donde la Agencia no miraría la tecnología de la planta sino que se limitaría a hacer análisis externos (en la entrada y salida del uranio) para medir si su nivel de enriquecimiento no llegaba a grado de uso militar (o más del 90%). En dicho momento revistas especializadas en temas de seguridad internacional y Defensa del primer mundo dejaron trascender, sin pruebas a la vista, comentarios sobre la posible presencia de tecnología pakistaní no debidamente declarada en el programa nuclear del Brasil.
Un reflejo de los “nuevos tiempos”, al momento de pensar la Defensa de Brasil, quedó claramente expresado en los contundentes dichos del general José Benedito de Barros Moreira en octubre de 2007, oficial de cuatro estrellas y hasta hace pocas semanas a cargo de la importante Secretaría de Política y Estrategia del Ministerio de Defensa. El mismo ratificó la necesidad del Brasil de contar con submarinos de propulsión nuclear así como la capacidad consiguiente de enriquecer uranio en las instalaciones de la Marina. En este sentido, citó los costos que tuvo la Argentina durante la guerra de las Malvinas por no contar con este sistema de armas y recordó la importancia central que tienen y tendrán las explotaciones offshore de petróleo y gas para la seguridad energética del país. A su vez, manifestó que entramos en un escenario internacional en donde se incrementarán los intentos de depredar por vía pacífica o armada los recursos naturales de los Estados débiles y la hipocresía inaceptable que se da en la comunidad mundial de impedir a ciertos países en desarrollo aspirar al control de la tecnología necesaria para, llegado el caso, acceder a armamento nuclear.
Sarkozy y Lula. Francia tendrìa un importante rol en la integraciòn en Defensa entre Argentina y Brasil
Para comprender cómo aparecen las referencias al supuesto rol de Francia en la integración en materia nuclear y de Defensa entre Buenos Aires y Brasilia antes mencionados, cabe hacer algunas consideraciones previas. A comienzos de 2008, Brasilia avanzó en la firma de un acuerdo de cooperación estratégico y militar con Francia y el ministro de Defensa Nelson Jobim llevó a cabo una amplia gira por esta potencia europea y Rusia para analizar programas de adquisición de armamentos y cooperación en tecnología satelital de uso militar. Tanto París como Moscú son vistos por el gobierno de Lula como socios clave en el proceso de modernización de las FF.AA. Con respecto a la relación con los EEUU en esta materia, la tendencia parece ser la de mostrar un vínculo cooperativo pero evitando involucrarlo en procesos tecnológicos que le otorguen a esta superpotencia poder de veto o control sobre la declarada intención de repotenciar la alicaída industria militar brasileña y su acceso a tecnología de última generación. No casualmente, las alusiones a Francia aparecen de manera más o menos directa cuando se habla del objetivo del submarino nuclear así como la otra estrella del acuerdo argentino-brasileño: el desembarco de la empresa Embraer en la ex Fábrica Militar de Aviones de Córdoba. En una primera etapa, a la manera de auditora externa y luego de forma directa cuando caduque el acuerdo del Ministerio de Defensa argentino con la empresa Lockheed Martin de los EEUU. Cabe recordar que el campo de especialidad de Embraer son los aviones de uso comercial de pequeño y mediano-grande porte pero que también tiene sus reales en proyectos como el avión de ataque a tierra Super Tucano, en versiones de uso militar (aviones radar y de inteligencia electrónica), las aeronaves de uso civil antes citadas y, tal vez lo más importante, su rol como socio brasileño en la futura compra (y armado en el país) de una nueva generación de aviones de combate para reemplazar a los añejos Mirage III (los mismos que deben ser retirados del servicio en la Argentina para 2010-2011) que surgirá de una licitación actualmente en desarrollo, donde la empresa Dassault de Francia con su modelo Rafale corre al parecer con cierta ventaja.
Fuente: http://www.defdigital.com.ar/revista-defensa.php
Análisis de la reciente cumbre argentina-brasileña
Por Fabiàn Calle
Los ministros de Defensa de Argentina (Nilda Garrè) y del Brasil (Nelson Jobim)
¿Sucedió algo trascendente durante la visita de dos días del Presidente del Brasil, Lula da Silva a la Argentina, acompañado por sus ministros de Energía y de Defensa así como por el Presidente de la petrolera Petrobras? ¿O todo se limitó, como uno podría creer viendo ciertos medios de prensa nacionales, a una sorda disputa sobre 1 millón BTU de gas menos o más para la Argentina? Para tener una idea de magnitudes, eso representa menos del 1% del consumo de nuestro país El razonamiento por lo tanto, para variar en esta querida patria, es lineal: Brasil no da 1 millón BTU más a la Argentina del gas que compra en Bolivia, ergo la reunión fue puro voluntarismo y falta de sustancia. Por esas cosas del realismo mágico, escondido atrás del ya famoso millones de BTU (sigla que seguramente ya estará incorporada a las charlas quejosas matinales o vespertinas con los sufridos taxistas), hubo algunos renglones o párrafos a la firma de un acuerdo nuclear y otro ligado a la producción para la Defensa. Pidiendo disculpas desde ya, dedicaremos este artículo a estos dos temas, sin olvidar en ningún momento nuestro querido millón BTU.
¿Que sucedió en el campo nuclear? Tal vez, la suscripción del acuerdo argentino más importante en esta área desde que, a fines de los ´80, se comenzó con el proceso de mejorar la transparencia mutua con el objeto de alejar sospechas de la producción de material destinado al desarrollo de armamento atómico. El hecho de que, en esta oportunidad, lo convenido sea para avanzar juntos y no sólo para dar tranquilidad “al otro” sobre los desarrollos autárquicos hace que sea aun más importante en materia de confianza mutua y visión compartida del rol de nuestros países en el restrictivo club nuclear. Simplificándolo, se podría decir que la Argentina ofrecerá sus conocimientos en materia del desarrollo de reactores nucleares compactos y de mediana potencia (por ejemplo, el futuro reactor CAREM) en tanto que Brasil aportará su capacidad de rápido y alto enriquecimiento de uranio. La combinación de estas dos capacidades, si existen espaldas de ambos Estados para aguantar las presiones externas e internas, tiene como correlato lógico la construcción de submarinos de propulsión atómica y una fuerte presencia en el prometedor mercado de reactores de potencia intermedia para abastecer de electricidad a pequeñas ciudades, polos industriales, plantas de desalinización, etc. Según algunas versiones el CAREM argentino, debidamente financiado, podría estar en operaciones para 2012. Cabe recordar que el plan anunciado por Brasil es el de contar con un sumergible dotado de motor nuclear para 2015.
Seguramente no faltarán aquellos que destaquen que un emprendimiento de este tipo es proliferante y nos coloca del lado de los “Estados Villanos”. Si lo dicen con malas intenciones, no vale la pena contestarles y es de esperar que al menos le paguen por eso. Si lo dicen por desconocimiento, cabría aclararles que el entramado de regímenes hemisféricos e internacionales contra la proliferación nuclear que han suscripto la Argentina y Brasil en los últimos 17 años no prohíben este tipo de desarrollo sino la fabricación de bombas atómicas.
Más allá de la complementación o división del trabajo que se puede dar entre los dos países en materia nuclear, a Brasilia le resulta también de gran utilidad la asociación con la Argentina para reforzar el manto de legitimidad y legalidad internacional de su programa nuclear. Cabe recordar que pocos años atrás, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) tuvo un fuerte encontronazo con el gobierno brasileño por la intención de la AIEA de inspeccionar en todo su alcance la planta de enriquecimiento de Resende. La firme oposición de la administración de Lula a esta exigencia, finalmente fue apaciguada por el Departamento de Estado de los EEUU, el cual llevó a las partes a un negociación en donde la Agencia no miraría la tecnología de la planta sino que se limitaría a hacer análisis externos (en la entrada y salida del uranio) para medir si su nivel de enriquecimiento no llegaba a grado de uso militar (o más del 90%). En dicho momento revistas especializadas en temas de seguridad internacional y Defensa del primer mundo dejaron trascender, sin pruebas a la vista, comentarios sobre la posible presencia de tecnología pakistaní no debidamente declarada en el programa nuclear del Brasil.
Un reflejo de los “nuevos tiempos”, al momento de pensar la Defensa de Brasil, quedó claramente expresado en los contundentes dichos del general José Benedito de Barros Moreira en octubre de 2007, oficial de cuatro estrellas y hasta hace pocas semanas a cargo de la importante Secretaría de Política y Estrategia del Ministerio de Defensa. El mismo ratificó la necesidad del Brasil de contar con submarinos de propulsión nuclear así como la capacidad consiguiente de enriquecer uranio en las instalaciones de la Marina. En este sentido, citó los costos que tuvo la Argentina durante la guerra de las Malvinas por no contar con este sistema de armas y recordó la importancia central que tienen y tendrán las explotaciones offshore de petróleo y gas para la seguridad energética del país. A su vez, manifestó que entramos en un escenario internacional en donde se incrementarán los intentos de depredar por vía pacífica o armada los recursos naturales de los Estados débiles y la hipocresía inaceptable que se da en la comunidad mundial de impedir a ciertos países en desarrollo aspirar al control de la tecnología necesaria para, llegado el caso, acceder a armamento nuclear.
Sarkozy y Lula. Francia tendrìa un importante rol en la integraciòn en Defensa entre Argentina y Brasil
Para comprender cómo aparecen las referencias al supuesto rol de Francia en la integración en materia nuclear y de Defensa entre Buenos Aires y Brasilia antes mencionados, cabe hacer algunas consideraciones previas. A comienzos de 2008, Brasilia avanzó en la firma de un acuerdo de cooperación estratégico y militar con Francia y el ministro de Defensa Nelson Jobim llevó a cabo una amplia gira por esta potencia europea y Rusia para analizar programas de adquisición de armamentos y cooperación en tecnología satelital de uso militar. Tanto París como Moscú son vistos por el gobierno de Lula como socios clave en el proceso de modernización de las FF.AA. Con respecto a la relación con los EEUU en esta materia, la tendencia parece ser la de mostrar un vínculo cooperativo pero evitando involucrarlo en procesos tecnológicos que le otorguen a esta superpotencia poder de veto o control sobre la declarada intención de repotenciar la alicaída industria militar brasileña y su acceso a tecnología de última generación. No casualmente, las alusiones a Francia aparecen de manera más o menos directa cuando se habla del objetivo del submarino nuclear así como la otra estrella del acuerdo argentino-brasileño: el desembarco de la empresa Embraer en la ex Fábrica Militar de Aviones de Córdoba. En una primera etapa, a la manera de auditora externa y luego de forma directa cuando caduque el acuerdo del Ministerio de Defensa argentino con la empresa Lockheed Martin de los EEUU. Cabe recordar que el campo de especialidad de Embraer son los aviones de uso comercial de pequeño y mediano-grande porte pero que también tiene sus reales en proyectos como el avión de ataque a tierra Super Tucano, en versiones de uso militar (aviones radar y de inteligencia electrónica), las aeronaves de uso civil antes citadas y, tal vez lo más importante, su rol como socio brasileño en la futura compra (y armado en el país) de una nueva generación de aviones de combate para reemplazar a los añejos Mirage III (los mismos que deben ser retirados del servicio en la Argentina para 2010-2011) que surgirá de una licitación actualmente en desarrollo, donde la empresa Dassault de Francia con su modelo Rafale corre al parecer con cierta ventaja.
Fuente: http://www.defdigital.com.ar/revista-defensa.php