Ejército Argentino: La nueva generación de soldados voluntarios
por Ivanna Taraman | 18.10.10
La muerte del soldado Omar Carrasco marcó un antes y un después en la historia del servicio militar en Argentina. Desde ese momento, el Ejército vivió drásticos cambios como institución dentro de la sociedad.
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Durante el Día del Ejército, se exhibieron los nuevos equipamientos incorporados a la fuerza. Foto: Archivo Télam
La muerte de un conscripto a manos de otros militares puso fin a una institución centenaria, el servicio militar obligatorio en 1994. Omar Carrasco se había incorporado el 3 de marzo de 1994 al Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino, en la provincia de Neuquén. A los tres días fue reportado como desaparecido y considerado desertor. Pero el cuerpo del joven se encontró un mes después en los fondos del cuartel y Carrasco pasó a la historia como aquel que provocó la derogación del servicio militar obligatorio.
A partir del caso, en agosto de 1994, el entonces presidente Carlos Menem firmó un decreto en el que implementaba en el país el sistema de voluntariado militar rentado.
“Hoy en día el Ejército es algo simbólico” asegura el coronel retirado Horacio Ballester, presidente de Cemida, el Centro de Militares para la Democracia Argentina. “El Ejército está mal armado y no tiene ningún peso en el país actualmente. Es una tropa armada pequeña que para lo único que sirve es para participar del servicio de paz de las Naciones Unidas, como por ejemplo, la actuación que hacen en Haití”, asegura el coronel retirado.
Desde el centro que preside, Ballester remarca de manera contundente: “Desde el Cemida no estamos de acuerdo con que vuelva el servicio militar obligatorio al país. No estamos en condiciones. No hay presupuesto, pero además creemos totalmente errónea la idea de que la función de los militares sea la de educar. Para eso están los docentes, los pedagogos u otros profesionales. El militar no tiene esa capacidad”.
El Ejército está mal armado y no tiene ningún peso en el país actualmente.
Su aclaración no recae sin fundamentos. Semanas atrás, el vicepresidente Julio Cobos defendió su proyecto de “Servicio Cívico Voluntario”, que ya cuenta con media sanción en el Senado y que, según profesa, “tiende a dar respuesta a los chicos que están en riesgo social”.
Pero más allá del debate que suscita su propuesta y de las distintas voces de crítica o apoyo que pueda tener, queda la instancia de la aprobación en Diputados para que la conviertan en Ley o rechacen la idea. Ahora, ¿cuál es la situación de las Fuerzas Armadas en el país? ¿Cuántos son los jóvenes que quieren ser soldados, o ejercer una carrera militar? ¿Cuánta plata ganan? ¿Cuáles son sus beneficios?. En síntesis, ¿por qué un joven quiere ser soldado?
Para empezar, si un joven quiere ser soldado debe cumplir los siguientes requisitos, básicos: debe ser argentino nativo o naturalizado, tener de 18 a 24 años, tener los estudios primarios aprobados, ser soltero (con o sin hijos) y presentar un certificado de buena conducta.
Obtienen obra social, aportes jubilatorios, un sueldo promedio de 2500 pesos y la posibilidad de continuar la carrera militar como oficial o suboficial. Y a todos aquellos que vivan fuera de Buenos Aires, se les otorga alojamiento. Además, tienen facilidades especiales para obtener préstamos hipotecarios.
El jefe del Ejército es Luís Alberto Pozzi, quien ingresó como cadete al Colegio Militar de la Nación en el año 1965 y antes de ocupar su cargo actual, desde 2008, se desempeñaba como subjefe de la fuerza.
En la Escuela de Suboficiales del Ejército “Sargento Cabral” es donde se forman los Suboficiales del Ejército y en el Colegio Militar de la Nación, los Oficiales, quienes egresan con un título de grado como Licenciados en Gestión y Administración y los suboficiales egresan con el secundario completo. Existe la posibilidad de seguir esta carrera después de haber sido soldado durante cuatro años.
No hay un toque de varita mágica. Los militares jamás estarán capacitados para educar a los jóvenes
De acuerdo a datos del propio Ejército, en 2009 fue el año en que se incorporó la mayor cantidad de soldados desde que se implementó el sistema de voluntariado desde el año 1994. Un total de 15.000 (aproximadamente) de hombres y mujeres pasan sus días recibiendo órdenes en los cuarteles como soldados.
Las mujeres que se animan a formar parte de una institución masculina por tradición crece cada año. Por ejemplo, en Junín, un 10% del efectivo está ocupado por ellas.
La primera camada femenina egresó en el año 2000 y desde allí las transformaciones estructurales que se dieron en algunos de los cuarteles fueron impresionantes. Según aducen, están totalmente integradas a las obligaciones y exigencias que se requiere en cada puesto de trabajo.
Más allá de toda tradición y conservadurismo que reviste esta institución, hoy en día se puede encontrar desde avisos clasificados para iniciar las carreras de soldado e inclusive el Ejército Argentino tiene su página oficial en Facebook. Cuenta con alrededor de 3.500 usuarios y jóvenes de todo el país se unen para dejar sus mensajes o sus preguntas sobre las inscripciones. Y desde allí, el Ejército informa sus novedades, publica fotos de los entrenamientos y hasta videos de sus rutinas.
Lo que alguna vez fue uno de los ejércitos más poderosos del continente (principios de siglo XX), hoy en día sus misiones son de obediencia y no decisivas, debido a su participación directa en los golpes de Estado. “Este Ejército no llena ninguna necesidad de la República Argentina”, sostiene Ballester.
El pasado del país no nos permite pensar en los militares sin relacionarlos a desapariciones, muertes, torturas, dictadores y al período más nefasto de nuestros tiempos. El debate acerca de los jóvenes en situación de riesgo y la posible implantación del denominado “Servicio Cívico Voluntario” volvió a poner en escena la polémica acerca de la capacidad de los militares para “educar” a los jóvenes.
Pero difícil es creer que si la familia no pudo contener a aquel joven, ni el Estado, ni ninguna institución, lo puedan hacer los militares. “No hay un toque de varita mágica. Los militares jamás estarán capacitados para educar a los jóvenes”, afirma fehacientemente el coronel retirado.
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