Bombas contra J Brig 3 Brig Julian Thompson

El día 13 de junio, cuando la inminencia de un desenlace en la batalla terrestre ya era evidente y prácticamente a horas de la rendición final, la Fuerza Aérea Argentina llevó a cabo las que habrían de ser últimas misiones de combate sobre las Malvinas.
La primera misión fue poco después de las 11 de la mañana , con tres M-V Dagger que debían bombardear la falda del Monte Longdon. Uno de ellos tuvo que regresar
inmediatamente por habérsele trabado el tren de aterrizaje. Los otros dos , ya sobre las islas , se toparon con un helicóptero que hacía de piquete radar y tres aviones Harrier
por lo que , anulada la sorpresa , retornaron a su base. La segunda tenía en principio idéntica configuración que la anterior (curiosamente , eran los tres integrantes de la escuadrilla "Torno" que el 1 de mayo protagonizara el primer ataque a la flota inglesa). uno de ellos no pudo despegar por problemas mecánicos y los otros dos , capitán Dimeglio y primer teniente Román, se encontraron con un helicóptero de patrullera , al que atacaron , pero una vez mas tuvieron que abortar la misión.
Siguieron luego dos formaciones de A-4 Skyhawk con el objetivo de bombardear la ladera del cerro Dos Hermanas. Estos sí lograron alcanzar su blanco y el ataque casi le cuesta la vida al General Jeremy Moore.
Por la noche , dos bombarderos Canberra efectúan un atauqe contra monte Kent. Uno de ellos es alcanzado por un misil disparado desde tierra después de haber lanzado
su carga mortal. El piloto logra eyectarse pero el navegador cae y muere con su avión. Horas después, la guerra había terminado.
Estas dos últimas misiones son revividas por quienes allí estuvieron.
Armados con bombas frenadas por paracaídas y cañones , cuatro Skyhawk, con el indicativo "Nene" despegan de San Julián al mando del Zelaya y Gelardi y el alférez Dellepiane. Le sigue otra formación igual , los "Chispa" encabezada por el capitán Varela , acompañado por los tenientes Roca (numeral dos) Mayor (3) y el alférez Moroni como cuatro.
Como era habitual , el día estaba cubierto. Al llegar al reabastecedor KC-130 al avión de Zelaya le entró combustible a la turbina y tuvo que volver. Cuando el Hércules se alejó , los siete aviones se juntaron -"eramos una patota", recuerda el ahora primer teniente Mayor- e intentar rehacer las formaciones , con la dificultad que implica hacerlo en un riguroso silencio radial.
Los ayudó el hecho de que Varela utilizaba un avión muy particular , ya que había retornado a la actividad después de un servicio de mantenimiento y sólo estaba pintado con la base antióxido, por lo que de inmediato recibió el mote de "el tordillo".
"Ni bien nos acomodamos , relata Mayor, llegamos al punto en que teníamos que descender , cruzamos toda la capa de nubes que había y cuando nos pusimos rasante llovía muy fuerte. Era tan intensa la lluvía que los tres Nenes , que venían ahora atrás nuestro al mando de Cervera , se guiaban mirando las cuatro estelas que dejaban en el agua los chorros de nuestras turbinas"
"Teníamos que alcanzar un punto unas 180 millas al norte de las islas y de ahí iríamos en línea recta, hacia monte Kent. El temor que teníamos era todos era encontrarnos con alguna fragata que estuviera de piquete radar y que nos obstaculizara la misión, porque no llevábamos armamento para atacar un buque, las bombas , si bien eran las mismas , tenían espoletas para blancos terrestres" , explica el piloto.
La formación prosigue su vuelo rasante , ahora con rumbo sur hasta alcanzar la costa. Las condiciones climáticas habían mejorado y el sol despuntaba por entre espesos grupos de nubes.
Poco antes de cruzar la línea de acantilados el radar Malvinas sale al aire y pregunta "hay alguien en frecuencia" , nadie responde. El operador de Malvinas insiste y entonces el capital Varela contesta solamente con el indicativo "Chispas" . El radar comunica que no los tiene en su pantalla -lo cual era un alivio porque quería decir que los ingleses tampoco podían captarlos con sus radares- pero que había una sección de Harrier sobre Puerto Argentino , otra sobre Fitz Roy cerca de bahía Agradable y dos más en la zona de San Carlos.
"OK , manténgame informado" , responde Varela.
Estaban a dos minutos del blanco. Pasan por bahía San Luis. "Tengo bien grabada la imagen, dice Mayor, una pequeña casa de madera con un muelle todo desvencijado y al lado , sobre el suelo un helicóptero Sea Lynx con su motor en marcha. Le pasamos por arriba y en ese momento el radar Malvinas nos advierte que las patrullas de Harrier comenzaban a converger hacia nosotros, Faltaba 1m20s al blanco.
"Entonces el capitán Varela, que volaba mirando al frente, porque yo iba mirando al costado para no perder la formación , vio aparecer frente a él un soldado que venía subiendo una loma y prácticamente se topa con los aviones que volaban pegados al suelo. Debe haber quedado congelado. El hecho es que tras el soldado y la elevación vimos aparecer una serie de containers grandes , que eran puestos de mando móviles , muchísimos helicópteros y tropa , todo muy prolijito , muy británico"
Mayor alcanzó a ver cómo se desprendían las obmbas del avión de Varela y se abrían los paracaídas de retardo. Por reflejo lanza las suyas y a su vez, hacen lo propio Moroni y Roca. Casi simultaneamente escuchan al jefe de escuadrilla que ordenaba "tirar". Eran las 12.15 horas.
"Cuando vuelvo a mirar al Guía, continúa el relato de Mayor, aparece un misil entre nuestros dos aviones , explota y alcancé a ver un pedazo del tanque suplementario del avión de Varela que pasaba volando después que lo hubiera eyectado. Instintivamente yo eyecté mis cargas externas, los tanques suplementarios y la suspensión de las bombas. Entonces empezamos a girar en redondo para volver por donde vinimos , porque el radar Malvinas nos informaba que teníamos los Harrier prácticamente encima"
En ese giro los Skyhawks atacan con sus cañones a los helicópteros. Las primeras bombas habían impactado alrededor de los containers y el resto en la zona donde estaban los helicópteros. El general Moore salvó su vida quizás porque en el momento del ataque no estaba en su puesto de mando, pero de todas maneras , según admitió él mismo, tuvo que arrojarse a una trinchera para proteger su vida.
Algunos deciden volver por donde habían entrado, ya que en ese rumbo al menos sabían que no había fragatas. Otro cruza directamente sobre la Gran Malvina. A plena potencia salen hasta alejarse de las islas. Varela con crecientes fallas en su turbina a causa de una explosión, llega a aterrizar en San Julián segundos antes de que el motor , despedazado , se trabara definitivamente. Dellepiane , con un orificio en el ala por el que perdía constantemente combustible, llega prácticamente sin carburante a donde lo esperaba el reabastecedor y debe volar hasta el continente "chupando" el vital líquido para sólo desprenderse para aterrizar. Pero finalmente todos llegan a su base, la misión, última de los veteranos pero nobles A4 Skyhawk, cumplida.
Participaron los pilotos


(Antonio "Tony" Zelaya)

(Alférez Dellepiane)
De el alférez Moroni , del teniente Roca y del capitan Varela no tengo fotos

(El C-222 "El tordillo" apodado así por su color antioxido)
El texto lo copie de "La guerra de Malvinas"
Saludos
 

BIGUA82

VETERANO DE GUERRA DE MALVINAS
Colaborador
Adjuntado por mi en la pagina 493 post# 9856 de Imagenes del Conflicto de Malvinas

Hola Diego
Adjunto una nota del diario LA NACION de fecha 05 de abril de 2009, en la cual se describe el evento del ataque al SK ZA-298...un Rey del Mar con muchas horas de combate como lo demuestra MCanabal en el post# 9851.Como siempre para su consideracion y la de los señores foristas...he estudiado y analizado muy bien este ataque al ZA-298.Creo que deberiamos algun dia tambien analizar la Orden Fragmentaria 1319,que fue el ataque al HQ del Brigadier Julian THOMPSON ,en la ladera occidental del Monte Kent, ya que para las fuerzas terrestres britanicas lo consideran una de las mejores operaciones ELINT y de ICIA en la que participa la ROA MLV,ya que los A4B, fueron a ese lugar especifico, el Ataque a Objetivo Terrestre (AOT) estuvo planificado a ese objetivo...al Cuartel General (HQ) de la fuerzas terrestres...no fue busqueda de blancos.
El Royal Army, estudia esta operacion como una de las mas efectivas en planificacion de un ENO.Creo que como fue el dia 13 de junio se fue perdiendo en importancia...pero para mi la tiene tanto como determinar la posicion de los PAL.
Era 13 de junio de 1982 y los Halcones hacian lo que mejor sabian hacer...AOT!!!!
Mis respetos HER PROFESOR

PD:NO ESTOY DE ACUERDO CON LA ULTIMA PALABRA DE ESTA NOTA,la adjunto solamente como elemento de analisis del ataque al ZA-298,no comparto la linea editorial de esa desgraciada ULTIMA palabra...estoy acostumbrado a la desmalvinizacion de parte de este diario,la nota estaba muy bien escrita, solo al final la linea editorial mostro sus reales propositos.Por lo menos asi opino yo....

Malvinas 1982-2009

La hermandad del honor


La espectacular aventura de Guillermo Dellepiane, un piloto que atacó el campamento inglés en Malvinas, tiró bombas sobre Jeremy Moore y al escapar vivió una odisea de película. Un hombre al que los británicos reconocen y los argentinos ignoran
Jorge Fernández Díaz
LA NACION
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Guillermo Dellepiane. En 1982 tenía 24 años y conducía un avión. Hoy es el director de la Escuela de Guerra Aérea.. Foto: Andrea Knight
Infografía: Un vuelo muy peligroso

Tenía veinticuatro años, volaba a ras del mar y estaba a punto de bombardear un destructor y una fragata misilística.
Le decían Piano porque se llamaba Guillermo Dellepiane, y era alférez en una fuerza que no tenía héroes ni próceres porque jamás había entrado en combate. Se trataba de la primera misión de su vida y acababa de despegar de Río Gallegos. Su padre se había muerto sin poder cumplir el sueño de realizar en el terreno de la realidad lo que a lo largo de toda su carrera había simulado hacer: la guerra del aire.
Tan inquietante como entrar en batalla debe de resultar el hecho de consagrar una vida a un acontecimiento que no ocurrirá. Guerreros de la teoría y el entrenamiento, muchos cazadores se reciben, se desarrollan y se retiran sin haber cazado jamás una presa verdadera. El padre de Piano , cerca de la jubilación, había muerto hacía dos años en un accidente absurdo, cuando se derrumbó un ala del edificio Cóndor. Volando hacia el blanco en un A-4B Skyhawk, el hijo venía a cumplir ahora la escena deseada y urdida por el fantasma de su padre.
Era el 12 de mayo de 1982 y una escuadrilla de ocho aviones argentinos avanzaba en silencio de radio hacia dos barcos británicos. Los cuatro primeros iban adelante y dispararían primero. Los cuatro halcones de atrás, a una distancia prudencial, tendrían una segunda oportunidad o entrarían a rematarlos.
Para Piano , era una misión iniciática, la última lección de un profesional de la guerra: la guerra misma. Hasta entonces todo habían sido aprendizajes y pruebas. Alférez es el primer escalafón de los oficiales, y Dellepiane ni siquiera había experimentado el reabastecimiento en vuelo, una compleja operación que en este caso consistía en acercarse volando a un Hércules, encajar la lanza de la trompa del A-4B en la canasta de combustible y cargar tanques para seguir viaje. Muchos fallaban en ese intento: se ponían nerviosos y no podían meter la lanza. "Mirá si yo no puedo, es una vergüenza", se decía. Estaba más preocupado por ese bochorno que por la muerte. Pero cuando tuvo al Hércules frente a frente no falló, y rápidamente se unió a su jefe, un primer teniente, que ordenó bajar a menos de quince metros de las olas y avanzar a toda máquina. Volaban tan bajo que dejaban estelas en el mar.
Evadiendo misiles

Con el alma en vilo escucharon que, cinco minutos antes de llegar al blanco, los primeros cuatro aviones atacaban. En el horizonte no se veía nada pero Piano se dio cuenta en seguida de que a sus compañeros no les había ido muy bien. En dos minutos supieron que tres aviones habían sido alcanzados por la artillería antiaérea y que habían sido derribados en medio de hongos de fuego y estampidos de agua. El cuarto avión regresaba por las suyas. El sol volvía espléndido un día negro. Negrísimo. Piano vio de repente los buques enemigos. Eran efectivamente dos y les estaban disparando. En ese momento no pensaba en la patria ni en Dios, sólo veía con una cierta incredulidad esa película fantástica y en technicolor. La veía como si él no fuera parte de ella. Era un espectáculo corto y alucinante pero sin ruidos, porque en la cabina no se oía nada. Fueron fracciones de segundos: Piano contuvo el aliento verificando la velocidad y la altura, y en el momento exacto en el que pasaba por encima de uno de los dos barcos, mientras recibía y eludía disparos de todo tipo, apretó el botón y soltó una bomba de mil libras.
Las bombas impactaron en el destructor y le abrieron agujeros horribles y definitivos. Quedó fuera de servicio, pero eso Piano lo supo mucho después porque en ese instante lo único que pudo hacer fue salir rápido de la ratonera evadiendo misiles y huyendo a toda velocidad. Cuando una escuadrilla dispara, los aviones se dispersan y cada uno regresa como puede. El joven alférez se sintió solo unos minutos pero de pronto divisó la nave de su jefe y la alcanzó. No podían hablarse, porque las navegaciones aéreas eran en silencio, pero volaban juntos, como hermanos, a una distancia de doscientos metros uno del otro, con el infierno atrás y el continente adelante. Habían cumplido y volvían con la gloria; era una extraña y grata sensación.
Hasta que de repente un proyectil rasante surgido de la niebla pegó en un alerón del avión del primer teniente. Fue un golpe mortal a velocidad infinita que le hizo dar una vuelta de campana, pegarse contra la superficie del océano y explotar en mil pedazos. Todo en un pestañeo de ojos. Piano lo vio sin poder creerlo pero sin dejar de apretar el acelerador. Descendió todavía más y prácticamente aró el mar con un gusto metálico en la boca. Dependía emocionalmente de su jefe. Había bajado por un momento la guardia, pensando "me va a llevar a casa", pero ahora estaba solo y desesperado. Ahora dependía únicamente de su propia pericia, o de su suerte.
Voló un rato de esa manera, huyendo del diablo, y luego, cuando estuvo seguro de que no lo seguían, avisó al Hércules C-130, que los cazadores le llaman "La Chancha", e inició el ascenso. "La Chancha" puso la canasta y sin perder el pulso el joven alférez empujó la lanza y recargó combustible. Después voló el último tramo casi a ciegas: el mar había formado una gruesa capa de salitre en el parabrisas del avión.
El salitre de la desolación le nublaba a Piano los ojos. Lo más duro era entrar en la habitación de un compañero muerto, juntar su ropa, hacer su valija y dejarla en el vestíbulo del hotel donde pernoctaba su escuadrón. Ese ritual lo esperaba en Río Gallegos al final de aquel día en el que finalmente había tenido su bautismo de fuego en el Atlántico Sur. Los dioses, como decía la vieja sentencia griega, castigan a los hombres cumpliéndoles los sueños.
En los años sucesivos sólo recordaría esa primera misión. Y la última. En el medio únicamente quedaban vuelos de reconocimiento, incursiones en la zona del Fitz Roy, nervios terribles y más caídos y duelos. También el ánimo de los mecánicos, que siempre despedían a los pilotos de combate con banderas y aclamaciones, y el regreso de la base al hotel que, con éxito o sin éxito, con muertos o sin ellos, hacían en un jeep o en una camioneta Ford F100 cantando canciones contra los ingleses.
No tenían, por supuesto, la menor idea de cómo iba la guerra. Y cuando los trasladaron a San Julián sufrieron cierta tristeza: ocuparon una hostería y anduvieron por esa pequeña ciudad en estado de alerta total.
No eran muy supersticiosos, pero tenían cábalas y de hecho no se sacaban fotos entre ellos porque creían instintivamente que eternizarse en esas imágenes significaba un pasaje directo hacia la desgracia.
Nada pensaron, sin embargo, de aquella misión en día 13: estaba nublado y frío, y a Piano y a sus compañeros les ordenaron partir hacia las islas. Decían que los ingleses habían desembarcado y que se luchaba cuerpo a cuerpo en tierra. Los A-4B llevaban bombas, cohetes y cañones. Piano estaba, como siempre, ansioso. Aunque esa ansiedad solía terminarse cuando lo ataban en la cabina y había que salir al ruedo. Los nervios entonces desaparecían, como el torero que siente un nudo en el estómago hasta que baja a la arena y enfrenta con su capote al toro.
Pero el despegue no fue tan fácil. Se rompieron unos caños de líquido hidráulico y hubo que buscar a mil quinientos metros un avión gemelo. Al alférez lo desesperaba que su escuadrilla partiera sin él, de manera que se subió al otro A-4B y empezó el rodaje sin cargar el sistema Omega, que permitía coordinar y volar con precisión. Piano no quería quedarse en San Julián, y como los suyos ya se habían marchado llamó al jefe de la segunda escuadrilla y le pidió permiso para plegarse a su grupo. Le dieron el visto bueno y despegó sin tener bien configurado el avión. Ascendió y buscó entre las nubes el rumbo, y encontró en un momento al Hércules, que llevaba doce hombres y tenía la orden de no entrar en la zona de la batalla ni quedar al alcance de los misiles enemigos por ningún motivo.
Cargó combustible y siguió a su guía por el norte de las islas Malvinas, luego tomó dirección Este a vuelo rasante y hacia el Sur bajo chaparrones. Y se sorprendió al escuchar que el operador de radar de las islas preguntó si había aviones en vuelo. El jefe de la formación le respondió con un pedido, que les proporcionaran las posiciones de las patrullas de Sea Harriers.
Cuando llegó el informe verbal los pilotos argentinos sintieron un escalofrío. Había cuatro patrullas en el aire y una quinta al norte del estrecho de San Carlos. El cielo estaba infestado de aviones ingleses. Era una trampa mortal, y la lógica indicaba regresar de inmediato al continente.
Pero ya estaban a cinco minutos del objetivo y el día se había despejado, y entonces el guía tomó la resolución de seguir. Después descubrirían que estaban atacando un enorme vivac armado por los ingleses en Monte Dos Hermanas. Más de dos manzanas con carpas, containers y helicópteros, un campamento desde donde dirigía la guerra el general Jeremy Moore.
Todo ocurría en el término de minutos. Los A-4B iban a ochocientos kilómetros por hora y a veinte metros de distancia entre unos y otros. Los pilotos temían que una fragata misilística les cortara el paso antes de llegar al blanco. No llevaban armamento para atacar un buque; las bombas tenían espoletas para objetivos terrestres. Por la gran movilización de helicópteros de esa zona los generales de Puerto Argentino habían conjeturado que allí podía estar el mismísimo centro de operaciones de los británicos. Y no se equivocaban.
Las cartas de vuelo decían que el ataque debía hacerse a las 12.15. Y faltaban dos minutos. Los cazadores pasaron por encima de la bahía San Luis y el operador del radar de Malvinas les advirtió que los Harriers los habían detectado y que ya convergían sobre ellos. Cuando faltaban un minuto y veinte segundos la escuadrilla casi despeinó a un soldado inglés que subía una loma. Ahora los aviones, en la corrida final, volaban pegados al suelo. Más allá de la elevación apareció el campamento. Y Jeremy Moore evacuó su carpa un minuto antes de que le cayeran los obuses.
Dellepiane lanzó sus tres bombas de 250 kilos, provocó destrozos, y percibió que les tiraban con todo lo que tenían. Desde misiles y artillería antiaérea hasta con armas de mano. Era un festival de fuegos artificiales. Y casi todos los pilotos se desprendieron de los tanques de reserva y de los portamisiles e hicieron una curva para regresar por el Norte, cada uno librado a su inteligencia.
Piano voló haciendo maniobras de elusión y acrobacias, y sintió impactos en el fuselaje. Era otra vez un espectáculo increíble y aterrador. A la altura de Monte Kent se topó con un helicóptero Sea King en pleno vuelo y le disparó. Salieron dos proyectiles y se le trabó el cañón, pero una bala pegó en las palas y obligó al piloto inglés a un aterrizaje de emergencia.
Enseguida, por la izquierda, vio que pasaban dos bolas de fuego que iban directamente hacia el avión de su teniente, así que le gritó por la radio "Cierre por derecha" y siguió virando hasta ver que los misiles pasaban de largo y se perdían. Más adelante se topó con otro Sea King y volvió a intentar dispararle, pero también fue en vano: el cañón no se destrababa. Así que en el último instante levantó el Skyhawk y pasó a centímetros de las aspas del helicóptero para evitar que el piloto de casco verde lo liquidara con su gatillo.
Fue más o menos en ese instante cuando se dio cuenta de que estaba sucediendo algo inesperado: se estaba quedando sin combustible. Un proyectil le había perforado el tanque, y tenía sólo 2000 libras. Precisaba más del doble para alcanzar la posición de "La Chancha". Pero no pensaba en ese momento crucial en llegar a ningún lado sino en escapar del acoso de los Harriers. Se desprendió entonces de los portamisiles y siguió volando un trecho pidiéndole al radar de Malvinas que le dijera, sin tecnicismos y con precisión, dónde estaban sus verdugos. Los Harriers volaban a una distancia considerable, así que ya sobre el norte del estrecho San Carlos dudó sobre si debía eyectarse en la isla o tratar de llegar al Hércules. Sus maestros, en las lecciones teóricas, le habían recomendado siempre que en una situación semejante intentara regresar. Eyectarse significaba perder el avión y caer prisionero. Cruzar significaba enfrentar el riesgo de no lograrlo y terminar en el mar. Si caía no podría sobrevivir más de quince minutos en las aguas heladas, y no había posibilidades operativas de que ninguna nave pudiera rescatarlo a tiempo.
Sus compañeros, por radio, trataban de darle consejos y sacarlo del dilema. Pero su jefe tronó: "Déjenlo a Piano que decida". Y entonces Piano decidió. Salió a alta mar, se puso en la frecuencia del Hércules y comenzó a conversar con el piloto que lo comandaba. Dos hombres hicieron ese día caso omiso a las órdenes de los altos mandos: el piloto de "La Chancha" salió de su posición de protección, entró en la zona de peligro y avanzó a toda máquina al encuentro del A-4B de Piano , y un oficial de San Julián tuvo un arrebato, se subió a un helicóptero y se metió doscientas millas en el mar a buscarlo, un vuelo completamente irregular y arriesgado que no ayudaba pero que mostró el coraje suicida del piloto y la desesperación con que se seguía en tierra la suerte de aquel cazador herido de combustible que intentaba volver a casa.
El alférez escuchó "Vamos a buscarte" y trató de mantener el optimismo, pero el liquidómetro le indicaba a cada rato que no conseguiría salir vivo de aquel último viaje. "¿A qué distancia están?" -preguntaba cada tres minutos-. "¿A qué distancia están?" La radio se llenaba de voces: "Dale, pendejo, con fe, con fe que llegás". El alférez sacaba cuentas sobre la cantidad de combustible, que se extinguía dramáticamente, y pronosticaba que se vendría abajo. Y sus oyentes redoblaban los gritos de aliento: "¡Tranquilo, pibe, con eso te alcanza y sobra!" Sabía que le estaban mintiendo. Cuando llegó a 200 libras se dio por perdido. De un momento a otro el motor se plantaría y se iría directamente al mar. Comida para peces. Cuando llegó a 150 libras recordó que eso equivalía, más o menos, a dos minutos de vuelo. "¡No me abandonen!" -los puteó, porque había silencio en la línea-. De repente el piloto del Hércules C-130 creyó verlo, pero era un compañero. Piano pasó de la euforia a la depresión en quince segundos.
No rezaba en esas instancias, sólo le venían relámpagos del recuerdo de su padre. El fantasma estaba dentro de aquella cabina, metido en sus auriculares. "Dame una mano, viejo", le pedía guturalmente, con las cuerdas vocales y con los ventrículos del corazón.
El liquidómetro marcó entonces cero, y de pronto Piano escuchó que lo habían divisado y vio por fin a "La Chancha". La vio cruzando el cielo, hacia la derecha y bien abajo. Le pidió al piloto que se pusiera en posición y se largó en picada sin forzar los motores, planeando hacia la canasta salvadora. Cuando la tuvo enfrente le dio máxima potencia con una lágrima de combustible en el tanque y al ponerse a tiro pulsó el freno de vuelo y metió la lanza. Todos atronaban de alegría en la radio y se abrazaban en tierra. Piano también gritaba, pero quería abastecerse rápido, retomar el control y regresar a San Julián por su propia cuenta. Pronto descubrieron que eso no era posible. Todo el combustible que entraba, pasaba al tanque y caía por el orificio. "Quedate enganchado", le dijo el piloto del Hércules. No tenían alternativa. Volaron así acoplados el resto del camino, perdiendo combustible y con el riesgo de una explosión o de no llegar a tiempo.
Fue otra carrera dramática hasta que vieron el golfo y luego la base. Entonces el A-4B se desprendió y chorreando líquido letal buscó la pista. Piano intentó bajar el tren de aterrizaje pero la rueda de nariz se resistía. Estaba todo el personal de la base de San Julián esperando, y él dando vueltas, dejando estelas de combustible de avión y tratando de lograr que esa maldita rueda bajara. Finalmente bajó, y el alférez aterrizó, se desató rápido, se quitó el casco, saltó al asfalto y se alejó corriendo del enorme lago de combustible que se formaba a los pies del A-4B.
Medalla al valor

Hubo fiesta hasta tarde y felicidad desenfrenada en San Julián. Como Piano se consideraba vivo de milagro se tomó muchas copas y tuvieron que acompañarlo hasta su habitación: se durmió con una sonrisa y se despertó muy tarde. Era el 14 de junio de 1982 y sus compañeros le informaron que la Argentina se había rendido.
Gracias a una licencia providencial, dos días después ya estaba en Buenos Aires. La ciudad permanecía hundida en la ira y en la depresión. Y también en la indiferencia. Cualquiera que se cruzaba con Piano se le acercaba con precaución y al rato le pedía que contara todo lo que había vivido. Pero Piano no tenía ganas de contar nada. Durante años soñó con aquellas piruetas mortales, aquellos vuelos rasantes, aquellas muertes: insomnio pertinaz y espectros atemorizantes que lo perseguían como Sea Harriers impiadosos.
Le dieron la Medalla al Valor en Combate, y se mantuvo dentro de la Fuerza Aérea haciendo una callada carrera con foja intachable y mucha capacitación profesional. Hace dos años fue enviado como agregado aeronáutico a Londres. Los ingleses lo recibieron como un gran guerrero. En la misma tradición de Wellington y de Napoleón, los ejércitos europeos aún practican el honor para sus antiguos y respetables enemigos.
Las aspas atravesadas del Sea King que había derribado Piano en Monte Kent están en el Museo de la Royal Navy, y el helicopterista que conducía aquel día está vivo pero retirado. Piano consiguió su teléfono y conversó afectuosamente con él. "Me alegra no haberlo matado", se dijo.
Los veteranos ingleses que lucharon en el Atlántico Sur tienen un enorme respeto por los aviadores argentinos. Y sienten nostalgias por aquellos tiempos: "Fue la última guerra convencional -dicen-. Unos frente a los otros por un territorio concreto. Hoy todo se hace a distancia, metidos en terrenos sin fronteras definidas y por causas borrosas, con terrorismos atomizados y combatientes religiosos eternos. Con esos enemigos al final no podemos juntarnos a tomar una cerveza".
Aquel alférez, convertido en comodoro, fue invitado una tarde a entregar un premio en la escuela de aviación de la RAF. Por la noche, los pilotos de guerra recién recibidos y sus señores oficiales cenaban en un salón majestuoso de mesas larguísimas. Piano ocupó un lugar privilegiado, y el director de la escuela pidió silencio y habló del piloto argentino. Se sabía su currículum bélico de memoria y en su discurso mostraba el orgullo de tener esa noche a un hombre que había luchado de verdad contra ellos.
El jueves pasado Guillermo Dellepiane asumió como director de la Escuela de Guerra Aérea en Buenos Aires. Ocupa un despacho en el Edificio Cóndor, donde murió su padre. Piano es ahora un cincuentón bajo y gordito. Se le cayó el pelo, es sumamente cordial y tiene un pensamiento moderno, y por supuesto en la calle nadie lo reconoce. Nadie sabe que forma parte de la hermandad del honor, y que es un héroe imborrable de una guerra maldita. .
© LA NACION
BIGUA82, Jueves a las 21:28EditarEliminarDenunciar
#9856
 

njl56

Colaborador
Colaborador
Con toda humildad te digo ITB: en la primera foto el de la derecha no es Cervera, es el Pipi Sánchez
un abrazo
norberto
 
Una bomba sin explotar quedó enterrada en la turba a 10 metros de la roca detrás de la cual se había refugiado Julian Thompson.

Las tiendas de campaña donde se iba a realizar la reunión de todos los jefes de unidades como preparativo al ataque de esa noche (13 de junio), quedaron hechas jirones a la altura de la cintura de una persona de pie.

Thompson venía insistiendo a su estado mayor de movilizar su HQ porque decía que había permanecido mucho tiempo en ese lugar y lo consideraba peligroso, pero no le dieron bola (el HQ contaba solo con la mitad de la dotación de BV202, y se les complicaba el traslado). Tras el ataque de los A4, los oficiales del estado mayor solitos comenzaron a empacar todo para la mudanza del HQ.

Conversación en persona con Julian Thompson, en Londres en septiembre de 2009.

Saludos,

Alejandro
 
Vaya esta breve esquela
con destino a Santa Fé
pal amigo Diego B.
que la espera en Rafaela
ésta historia me desvela
con el Zurdo en una mano
Halcón, te lo ruego, hermano...
no tirés el combustible
y hacé el milagro imposible
de traerlo entero al "Piano"

vuela agrandando la cancha
vuela quemando los libros
vuela burlando el peligro...
vuela con huevos "LA CHANCHA"!!!
vuela haciendo pata ancha
con criollo desparpajo
un pichón se viene abajo
y aunque le cueste la vida
va al rescate, decidida...
VIVA LA PATRIA, CARAJO!!!!

en el cielo lo ha encontrado
como madre sin igual
del cordón umbilical
lo trajo a casa, enganchado...
y fué en tu cara, taimado
sucio pirata ladino
siempre ladrón y mezquino
en éso no hay quien te gane...
GLORIA AL "PIANO" DELLEPIANE
piloto y héroe Argentino.
 
¡Eso si que es una décima EXPRESS!
¡Felicitaciones compañero! Beerchug

P.D.: Tal vez Biguá se la pueda hacer llegar al protagonista ... uhhhh
 
gracias Diego, un gusto, y fijate los 4 primeros versos... con dedicatoria especial... (es muy de payador hacer referencia a los lugares geográficos)
un abrazo
 

BIGUA82

VETERANO DE GUERRA DE MALVINAS
Colaborador
Estimado ITB: el puesto de mando de Moore estaba a bordo del HMS Fearless, en Bahía San Carlos. El de Monte Kent, era el de la 3ra Brigada de J. Thompson. Ampliando el tema, el general Soria comentó que en días previos, desde Harriet se apreció gran movimiento de helicópteros en Monte Kent, lo que fue reportado a Puerto Argentino. Allí se interpretó que en Mt Kent existiría una gran concentración de tropas, o ... un Puesto de Mando británico...luego se sumo una informacion de la ROA MALVINAS y del RADAR TPS 43,que fue ploteando mucho movimiento de helos en esa zona y PAC en la vertical, esto dio origen a una minuciosa planificacion para un Ataque a Objetivo Terrestre (AOT), que seria la ultima actuacion del SDA A4-B en el conflicto, con un desvastador resultado.
Por lo tanto para mi deberias cambiar el titulo del subforo, por Bombas Contra Brigadier Julian THOMPSON...asi opino yo...vos decidis ITB
BIGUA
 
S

SnAkE_OnE

Estimadisimo Bigua, no hubo triangulacion por emisiones radioelectricas tambien? eso tenia entendido.
 

BIGUA82

VETERANO DE GUERRA DE MALVINAS
Colaborador
Hola Federico y Thunder
Si asi fue tambien, considero que ya eran los ultimos dias y hasta ellos cometieron gruesos errores.
1.Demasiadas comunicaciones tacticas entre los elementos dispuestos en ese lugar de reunion final.No escatimaron uso de las comunicaciones para coordinaciones, que se podian haber evitado.
2.Demasiada exposicion de helicopteros logisticos, a la vista de nuestros observadores y del TPS 43, los SK,el BN (CH-47) y los de menor porte ya se animaban a volar mas alto...y el TPS los traqueaba y los radaristas lo mismo que con el R-05 ,tomaron nota de los lugares de posible aterrizajes.
3.Como dice el General (R) SORIA, demasiada exposicion de medios terrestres de apoyo logistico en el VALLE IMPASABLE...hasta ruido a los VOLVOS.

Entonces algo habia en la ladera occidental del Mte KENT...debia ser un HQ,un acantonamiento de tropas o una base logistica adelantada...pero algo habia.Luego un POA de la ROA MLV, confirma los vuelos y aterrizajes en la zona y repliega a Pto Argentino.
Trabajo para la FAS...que mejor que los A4-B para un AOT!!!!
La historia de ese 13 de junio Ustedes ya la conocen.EXEQUIEL MARTINEZ, nuestro pintor aeronautico,inmortalizo ese dia asi....con la explicacion del cuadro por parte de EXEQUIEL....








EL ATAQUE DEL TORDILLO


El 13 de junio de 1982, el Capitán Varela despegó en su A-4C formando parte de la Escuadrilla “Chispa”, que junto con la Escuadrilla “Nene” debían atacar a las tropas inglesas que cercaban Puerto Argentino. Volaba en un avión sin pintar que tenía sólo una imprimación gris y por ello era llamado “El Tordillo”, lo cual facilitó la formación en vuelo de sus numerales aunque a veces se perdía de vista en medio de la lluvia, siendo visible sólo la estela que marcaba en el mar.
Entraron a muy baja altura por el NO sobre la península de San Luis, siendo el blanco de Varela la parte NE de la ladera del Cerro Dos Hermanas. Al pasar sobre una loma, Varela avista una especie de campamento, con armazones de radar y helicópteros estacionados, por lo que le apuntó con su mira y arrojó sus bombas mientras ordenaba a sus numerales hacer lo mismo. Luego salió con un viraje hacia el SE, cruzándose con un Sea King que le disparó, no pudiendo repeler esta agresión debido a que tenía otra misión. Para ese entonces, la escuadrilla era atacada con una gran variedad de misiles y proyectiles.
Varela sintió una fuerte explosión y vio un gran resplandor junto a su avión, mientras escuchaba al Teniente Roca gritarle que se eyectara, pues lo habían alcanzado. Cambiando el viraje de izquierda a derecha y sintiendo las sacudidas del avión, escuchó al Teniente Mayor: “Señor, acaba de explotar un misil entre su avión y el mío”. Intentó dispararle a otro Sea King que se le cruzó, pero observó que la temperatura del motor estaba muy por encima del límite máximo al mismo tiempo que producía ruidos anormales, por lo que redujo la potencia para mantenerla controlada y eyectó las cargas externas, emprendiendo el regreso.
 

bagre

2º inspector de sentina
estimado BIGUA82 VGM
increiblemente la falta de alistamiento, imagino producto de la precipitación en que nos tomo la guerra, hizo "tendencia" en la forma de pintar las aeronaves, el baja visibilidad, tambien producto de la improvisación criolla "probado en combate".
cordiales saludos
bagre
 
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