Traducción de la carta que un Oficial de la Marina inglesa envió al Coronel Losito, Héroe de Malvinas, ante la detención que hoy sufre el militar argentino por haber combatido al terrorismo. Fue hecha llegar al Agregado Militar argentino, Cnel. Abel Catuzzi.
"Estimado Coronel:
Ref.: Horacio Losito
Mi nombre es Richard (Rick) Jolly. En 1982 y durante la guerra de las Malvinas/Malvinas, fui oficial superior médico de la Brigada de Comando de Royal Marines. Por lo tanto actué como médico privado del Brigadier Julian Thompson y médico asesor de su Estado Mayor. También estuve a cargo del Escuadrón Médico del Regimiento de Comando Logístico de la Infantería de Marina.
Por esa razón fui Jefe del Hospital de Campaña en Ajax Bay .Durante toda la campaña fui responsable del tratamiento de más de seiscientos británicos y cerca de doscientos argentinos heridos.
Después de la campaña fui condecorado con el rango de OBE (Oficial de la Orden del Imperio Británico), por su Majestad la Reina y más tarde, en 1999, recibí la distinción de la Orden de Mayo del Gobierno Argentino. Esta distinción me fue dada personalmente por el entonces Ministro de Relaciones Exteriores Guido di Tella, en Buenos Aires en Abril de 1999. Su Majestad la Reina me otorgó permiso personal para usar esta distinción del extranjero en todas las ocasiones.
Yo me siento muy orgulloso de ser uno de los pocos que ha sido condecorado por ambos países, a consecuencia del mismo conflicto.
Hace poco me he enterado que uno de mis pacientes argentinos heridos -un oficial- ha sido arrestado y está a punto de ser juzgado, con acusaciones de cargos relacionados con hechos anteriores al conflicto de 1982.
No conozco cuáles son las acusaciones que se le hacen.
El oficial en cuestión era Teniente cuando lo traté en la tarde del 30 de Mayo de 1982. Horacio Losito era miembro de la Compañía de Comandos 602 y había sido herido en un muy serio enfrentamiento en Top Malo House. Como todos sus hombres, el era un soldado de las fuerzas especiales altamente calificado. Las autoridades del Royal Marines del Cuadro para la Guerra en la Montaña y el Ártico dieron muy buenos informes sobre las actuaciones de los argentinos durante la lucha antes de su rendición. Fue entonces que los equipos médicos británicos en Ajax Bay tuvieron el deber y el privilegio de tratar a todos los heridos de este encuentro: tres británicos y seis argentinos.
Aun conservo en mi poder toda la documentación quirúrgica y veo que el Teniente Losito había sufrido heridas serias en su cabeza y pierna derecha. Las mismas fueron tratadas en forma correcta y a la mañana siguiente, cuando todos ellos se habían recuperado de los efectos de la anestesia, hablé con todo el grupo.
Quería explicarles porque ellos estaban custodiados por uno de mis Royal Marines armados. Primero les pregunté si algunos de ellos hablaba inglés. Sus expresiones me indicaron que trataban de engañarme, por lo que hablé directamente al Tte Losito y al Tte Brun. Les dije que comprendía perfectamente su situación. Como hombres de honor ellos probablemente creían que era su deber el tratar de escapar y como miembro de las fuerzas especiales, ellos tenían la suficiente energía y capacidad para hacerlo, a pesar de que habían sido heridos.
No obstante, les dije que yo sabía de que todos ellos habían sido entrenados por expertos americanos en Fort Bragg en USA y quería que supieran que, aunque nosotros les habíamos curado todos los agujeros que nuestros colegas de los Royal Marines les habían hecho en sus cuerpos en Top Malo, nosotros no vacilaríamos en repetir ese proceso si ellos trataban de escapar o comportarse en forma indebida.
El Tte Losito respondió en inglés que comprendía perfectamente.
Pude llegar a observar, en una situación mucho más tranquila, la excelente conducta de todos esos hombres y especialmente del que parecía ser su comandante. Todos ellos eran estoicos y nunca se quejaron de su suerte, de alguna manera alegres en su comportamiento y cooperadores con sus acciones, cuando los preparábamos para transportarlos en helicópteros al Buque Hospital Uganda y después al Buque Argentino Bahía Paraíso.
Durante la corta estadía con nosotros, ocurrió un incidente con una carga de munición que había sido unida a una trampa explosiva (colocada por soldados argentinos ) en Pradera del Ganso (Goose Green)/Ganso Verde. Dos de los prisioneros argentino que habían ayudado a los soldados británicos a mover dicha carga, resultaron muy seriamente heridos cuando una de las cargas explotó. Un tercer prisionero murió. Estábamos operando a estos hombres y ellos necesitaban grandes transfusiones de sangre. Debido a que nuestras existencias habían disminuido durante el tratamientos de heridos por otra batalla anterior, pedimos al prisionero argentino de mayor rango, Coronel Piaggi, permiso para sacar sangre de voluntarios argentinos prisioneros. Al principio, el Coronel Piaggi rehusó, pero luego cambió de parecer cuando le pedí que me acompañara a la sala de operaciones y le hice ver el estado de los jóvenes prisioneros argentinos que estábamos operando. Cuando él vio la gravedad de las heridas, cambió de opinión y sólo pudo decir: ¿cuánto? ¿de qué tipo?.
En ese momento yo estaba tan enojado con el Coronel Piaggi que no presté mucha atención a lo que decía. En realidad, él se ofreció de voluntario para dar sangre, pero luego agregó que no podía hacerlo porque había tenido hepatitis. Menciono estos detalles porque cuando yo critiqué el comportamiento del Coronel Paggi durante una entrevista que se hizo en Buenos Aires en 1999, Horacio Losito muy cordialmente me recordó que él había estado presente durante nuestra conversación, que podía recordar los detalles y dijo que lo que yo decía no era correcto. El dijo esto en forma muy diplomática y amable, lo que reforzó aún más la opinión que yo tenía de él.
Más tarde tuvimos la oportunidad de conversar mucho después de un programa de TV en el que ambos tomamos parte. Durante ese programa, también hablé con sus hijos por teléfono; ellos habían llamado para agradecerme por devolverles vivo a su padre. Le di las gracias por ese gesto y en ese momento reconocí otro gesto amable tan típico del padre, un oficial tan especial. El también me invitó a comer un asado en su destino, la Escuela de Suboficiales en Buenos Aires, pero la falta de tiempo me impidió aceptar esa amable invitación. La placa de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral que él me obsequió ocupa un lugar de honor en la biblioteca de mi casa de Inglaterra y todavía espero poder aceptar su invitación.
He prestado servicios en Irlanda del Norte durante la década de 1979 cuando el Ejército Británico secundaba al Royal Ulster Constabulary a mantener el orden. Por eso sé que un mismo individuo puede ser para uno un terrorista, mientras que para otros es un defensor de la libertad, y las situaciones que los involucran suelen ser sumamente difíciles. No conozco los detalles de las acusaciones del caso que comprende a Horacio Losito, o cuáles fueron sus órdenes y actuaciones en ese momento.
A pesar de eso, puedo establecer que, después de haber sido testigo de sus cualidad personales y haber apreciado a éstas en circunstancias difíciles y peligrosas, considero a este oficial como una espléndida persona, un hombre de moral íntegra, cálida personalidad y con una lealtad muy significativa a su deber patriótico.
Me siento muy satisfecho de haberlo ayudado a recuperar su salud.
Si un hombre se alaba a sí mismo, sus palabras carecen de valor. Si un hombre es alabado por un amigo, esas palabras son las que de él se esperan. Sin embargo, cuando un enemigo escribe bien acerca de una persona, las ponderaciones tienen entonces un valor muy especial. Por favor quiero que emplee mis palabras de estimación de Horacio Losito para lo que usted considere más adecuado.
Me siento orgulloso de haber conocido a Horacio Losito.
Atentamente,
(Hay firma)
Capitán de Navío Cirujano R:T: (Rick) Jolly OBE Royal Navy (RE)
11 Carew Close,
Crafthole,
Saludos
Willy
"Estimado Coronel:
Ref.: Horacio Losito
Mi nombre es Richard (Rick) Jolly. En 1982 y durante la guerra de las Malvinas/Malvinas, fui oficial superior médico de la Brigada de Comando de Royal Marines. Por lo tanto actué como médico privado del Brigadier Julian Thompson y médico asesor de su Estado Mayor. También estuve a cargo del Escuadrón Médico del Regimiento de Comando Logístico de la Infantería de Marina.
Por esa razón fui Jefe del Hospital de Campaña en Ajax Bay .Durante toda la campaña fui responsable del tratamiento de más de seiscientos británicos y cerca de doscientos argentinos heridos.
Después de la campaña fui condecorado con el rango de OBE (Oficial de la Orden del Imperio Británico), por su Majestad la Reina y más tarde, en 1999, recibí la distinción de la Orden de Mayo del Gobierno Argentino. Esta distinción me fue dada personalmente por el entonces Ministro de Relaciones Exteriores Guido di Tella, en Buenos Aires en Abril de 1999. Su Majestad la Reina me otorgó permiso personal para usar esta distinción del extranjero en todas las ocasiones.
Yo me siento muy orgulloso de ser uno de los pocos que ha sido condecorado por ambos países, a consecuencia del mismo conflicto.
Hace poco me he enterado que uno de mis pacientes argentinos heridos -un oficial- ha sido arrestado y está a punto de ser juzgado, con acusaciones de cargos relacionados con hechos anteriores al conflicto de 1982.
No conozco cuáles son las acusaciones que se le hacen.
El oficial en cuestión era Teniente cuando lo traté en la tarde del 30 de Mayo de 1982. Horacio Losito era miembro de la Compañía de Comandos 602 y había sido herido en un muy serio enfrentamiento en Top Malo House. Como todos sus hombres, el era un soldado de las fuerzas especiales altamente calificado. Las autoridades del Royal Marines del Cuadro para la Guerra en la Montaña y el Ártico dieron muy buenos informes sobre las actuaciones de los argentinos durante la lucha antes de su rendición. Fue entonces que los equipos médicos británicos en Ajax Bay tuvieron el deber y el privilegio de tratar a todos los heridos de este encuentro: tres británicos y seis argentinos.
Aun conservo en mi poder toda la documentación quirúrgica y veo que el Teniente Losito había sufrido heridas serias en su cabeza y pierna derecha. Las mismas fueron tratadas en forma correcta y a la mañana siguiente, cuando todos ellos se habían recuperado de los efectos de la anestesia, hablé con todo el grupo.
Quería explicarles porque ellos estaban custodiados por uno de mis Royal Marines armados. Primero les pregunté si algunos de ellos hablaba inglés. Sus expresiones me indicaron que trataban de engañarme, por lo que hablé directamente al Tte Losito y al Tte Brun. Les dije que comprendía perfectamente su situación. Como hombres de honor ellos probablemente creían que era su deber el tratar de escapar y como miembro de las fuerzas especiales, ellos tenían la suficiente energía y capacidad para hacerlo, a pesar de que habían sido heridos.
No obstante, les dije que yo sabía de que todos ellos habían sido entrenados por expertos americanos en Fort Bragg en USA y quería que supieran que, aunque nosotros les habíamos curado todos los agujeros que nuestros colegas de los Royal Marines les habían hecho en sus cuerpos en Top Malo, nosotros no vacilaríamos en repetir ese proceso si ellos trataban de escapar o comportarse en forma indebida.
El Tte Losito respondió en inglés que comprendía perfectamente.
Pude llegar a observar, en una situación mucho más tranquila, la excelente conducta de todos esos hombres y especialmente del que parecía ser su comandante. Todos ellos eran estoicos y nunca se quejaron de su suerte, de alguna manera alegres en su comportamiento y cooperadores con sus acciones, cuando los preparábamos para transportarlos en helicópteros al Buque Hospital Uganda y después al Buque Argentino Bahía Paraíso.
Durante la corta estadía con nosotros, ocurrió un incidente con una carga de munición que había sido unida a una trampa explosiva (colocada por soldados argentinos ) en Pradera del Ganso (Goose Green)/Ganso Verde. Dos de los prisioneros argentino que habían ayudado a los soldados británicos a mover dicha carga, resultaron muy seriamente heridos cuando una de las cargas explotó. Un tercer prisionero murió. Estábamos operando a estos hombres y ellos necesitaban grandes transfusiones de sangre. Debido a que nuestras existencias habían disminuido durante el tratamientos de heridos por otra batalla anterior, pedimos al prisionero argentino de mayor rango, Coronel Piaggi, permiso para sacar sangre de voluntarios argentinos prisioneros. Al principio, el Coronel Piaggi rehusó, pero luego cambió de parecer cuando le pedí que me acompañara a la sala de operaciones y le hice ver el estado de los jóvenes prisioneros argentinos que estábamos operando. Cuando él vio la gravedad de las heridas, cambió de opinión y sólo pudo decir: ¿cuánto? ¿de qué tipo?.
En ese momento yo estaba tan enojado con el Coronel Piaggi que no presté mucha atención a lo que decía. En realidad, él se ofreció de voluntario para dar sangre, pero luego agregó que no podía hacerlo porque había tenido hepatitis. Menciono estos detalles porque cuando yo critiqué el comportamiento del Coronel Paggi durante una entrevista que se hizo en Buenos Aires en 1999, Horacio Losito muy cordialmente me recordó que él había estado presente durante nuestra conversación, que podía recordar los detalles y dijo que lo que yo decía no era correcto. El dijo esto en forma muy diplomática y amable, lo que reforzó aún más la opinión que yo tenía de él.
Más tarde tuvimos la oportunidad de conversar mucho después de un programa de TV en el que ambos tomamos parte. Durante ese programa, también hablé con sus hijos por teléfono; ellos habían llamado para agradecerme por devolverles vivo a su padre. Le di las gracias por ese gesto y en ese momento reconocí otro gesto amable tan típico del padre, un oficial tan especial. El también me invitó a comer un asado en su destino, la Escuela de Suboficiales en Buenos Aires, pero la falta de tiempo me impidió aceptar esa amable invitación. La placa de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral que él me obsequió ocupa un lugar de honor en la biblioteca de mi casa de Inglaterra y todavía espero poder aceptar su invitación.
He prestado servicios en Irlanda del Norte durante la década de 1979 cuando el Ejército Británico secundaba al Royal Ulster Constabulary a mantener el orden. Por eso sé que un mismo individuo puede ser para uno un terrorista, mientras que para otros es un defensor de la libertad, y las situaciones que los involucran suelen ser sumamente difíciles. No conozco los detalles de las acusaciones del caso que comprende a Horacio Losito, o cuáles fueron sus órdenes y actuaciones en ese momento.
A pesar de eso, puedo establecer que, después de haber sido testigo de sus cualidad personales y haber apreciado a éstas en circunstancias difíciles y peligrosas, considero a este oficial como una espléndida persona, un hombre de moral íntegra, cálida personalidad y con una lealtad muy significativa a su deber patriótico.
Me siento muy satisfecho de haberlo ayudado a recuperar su salud.
Si un hombre se alaba a sí mismo, sus palabras carecen de valor. Si un hombre es alabado por un amigo, esas palabras son las que de él se esperan. Sin embargo, cuando un enemigo escribe bien acerca de una persona, las ponderaciones tienen entonces un valor muy especial. Por favor quiero que emplee mis palabras de estimación de Horacio Losito para lo que usted considere más adecuado.
Me siento orgulloso de haber conocido a Horacio Losito.
Atentamente,
(Hay firma)
Capitán de Navío Cirujano R:T: (Rick) Jolly OBE Royal Navy (RE)
11 Carew Close,
Crafthole,
Saludos
Willy