Barrios Saavedra tambien redacto una carta sobre el tema de la tortura en los cursos de comando.
La carta, completa:
ZAGREB, CROACIA, ENERO 19 DE 2004.
Con estupor sigo atento esta ola de revanchismo irracional. Yo soy uno de esos cursantes del curso de comandos del '86.
El ingreso al citado curso era voluntario y todos los futuros cursantes sabíamos que íbamos a tomar parte durante nuestro "entrenamiento comando" del cursillo de "Resistencia como prisionero de guerra, supervivencia y escape".
El citado curso es practicado por todas las Fuerzas Especiales del mundo, que se consideren serias. En los países adelantados asisten aquellos que, de una u otra manera, corren el riesgo de caer en manos del enemigo. Es decir,
recibe este entrenamiento todo aquel personal que acciona en la retaguardia del enemigo: comandos, fuerzas especiales, pilotos, exploradores, buzos de combate...
Es interesante destacar que este curso de "Resistencia como prisionero de guerra y escape" es tan público y extendido entre las Fuerzas Especiales del mundo, que en la película G. I. Jane , donde trabaja la famosa actriz Demi Moore, se muestra una fase durante el entrenamiento de los buzos de combate de la armada estadounidense (los famosos SEAL), donde hay escenas dedicadas a la práctica del "contrainterrogatorio".
En Gran Bretaña y en los Estados Unidos, el entrenamiento dado es conocido como SERE: Survival, Evasion, Resistence like prisioner of war and escape.
En el bloque oriental, a este tipo de entrenamiento eran sometidos los comandos de la otrora Unión Soviética conocidos como spetnaz.
El entrenamiento recibido no tiene nada que ver con que se nos haya enseñado tortura, muy por el contrario nos enseñaban a resistir la tortura, pero en especial se nos enseñaba a resistir las famosas técnicas de lavado de cerebro... que si mal no recuerdo fueron inventadas por los brutales regímenes comunistas, conocidos por no respetar la Convención de Ginebra.
En síntesis, nadie me enseñó a torturar sino a resistir la tortura y a resistir las técnicas de lavado de cerebro, inventadas por los citados "regímenes humanistas".
Siempre he agradecido el entrenamiento recibido en los "comandos del Ejército Argentino", pues me permitió estar preparado para enfrentar con éxito la "agresión serbo-comunista de limpieza étnica" y estar preparado para lo peor, en los cuatro años y medio de guerra en que participé.
Es interesante destacar que al sufrir el futuro comando este tratamiento inhumano le hace internalizar el respeto de la Convención de Ginebra; es decir, el comando, por haberlo sufrido en carne propia, abomina este medio de extraer información.
No me extraña que el citado entrenamiento profesional trate de ser tergiversado. No me extraña que las aves de rapiña, aquellas que viven de manipular los sentimientos de las víctimas, de mantener prendida la llama del odio, de mantener vivo el conflicto entre hermanos, se sigan ensañando con los despojos de las Fuerzas Armadas Argentinas.
No me extraña tampoco que esos "mercenarios", ayer ideólogos de la violencia y hoy escudados bajo la fachada de defensores de derechos humanos, traten de destruir el pasado de gloria ganado con sangre por los comandos argentinos en la turba malvinera. Gloria reconocida por el enemigo, algo de lo que nos podíamos vanagloriar, como argentinos. La valerosa actuación de nuestros pilotos y de nuestros comandos.
No me extraña que a 20 años de la restauración del gobierno democrático sigan usando cualquier medio para impedir sanar las heridas de un conflicto entre hermanos, sigan impidiendo que la Argentina mire para adelante y deje atrás un pasado de desencuentros. ¿Por qué esta actitud? Porque están guiados por el odio profundo a todo lo que representa la bandera celeste y blanca con un sol en el medio; porque no lograron cambiar el sol por la estrella roja.
Recuerdan ellos el 23 de enero de 1989 y que durante ese ataque artero
(a La Tablada) encontraron a un Ejército disminuido en su capacidad, después de seis años de un trabajo de destrucción material y moral.
Recuerdan ellos que el único elemento organizado y eficaz que se les opuso fueron los "comandos del Ejército Argentino". Es por ello que deben atacar la esencia de su poder: la excelencia de su entrenamiento.
Pero repito, todo lo anterior no me extraña, pues viene de los agentes de la Antipatria; lo que sí me extraña es el silencio cobarde de la conducción de este "Ejército de Hoy", vencido en su espíritu, que permite que se politice un hecho profesional.
Quizás mañana le prohíban el uso del fusil a mi querido Ejército, pues atenta contra los "derechos humanos"... e impávidos quizás lleguemos a ese punto, pues el objetivo de esos cipayos es dejar a la "Patria indefensa".
Soy un comando argentino, un producto nacional, que en tierras lejanas es respetado, gracias al entrenamiento de primera clase que recibí en los Comandos del Ejército Argentino.
Escribo y me siento ridículo, me siento como que estoy defendiendo que la Tierra es redonda. Lamento que los comandos argentinos de estos últimos años no puedan tener un adecuado entrenamiento en esa materia, que les permita estar preparados para soportar la siempre presente realidad de caer prisionero en manos de enemigos que no respetan la Convención de Ginebra.
Los comandos ingleses deben estar sonriendo, pues sus antiguos enemigos, están a punto de no ser más.
Rodolfo Barrio
Ex Teniente Primero del Ejército Argentino, Brigadier del Ejército Croata
Zagreb-Croacia