Buscando un poco mas de info sobre la batalla de Riachuelo que postee hace un par de dias, encntre esto aunque referido a la Guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia.
Combatientes e instructores militares chilenos en la Guerra del Chaco
Leonardo Jeffs Castro (*)
(*) Magíster en Estudios Internacionales, Universidad de Chile. Universidad de Valparaíso
RESUMEN
Este artículo trata de la participación de chilenos que se desempeñaron como combatientes e instructores militares, con grados de Oficiales, en las Fuerzas Armadas de Bolivia y Paraguay, durante la guerra del Chaco (1932-1935).
Se dan a conocer las motivaciones, las primeras reacciones ante las contrataciones, y las repercusiones que dicha participación tuvo en los combatientes e instructores, como en sus familias, en Chile y los países beligerantes, a nivel oficial, organizaciones de la sociedad civil, y formadores de opinión.
Palabras clave:
Guerra del Chaco - Relaciones chileno-bolivianas - Relaciones chileno-paraguayas - Historia de las relaciones internacionales
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ABSTRACT
This article deals with the participation of Chilean officers who were soldiers and military instructors in the Bolivian and Paraguayan Armed Forces during the Chaco War (1932-1935).
It relates the motivations for and the first reactions to the military contracts, and the repercussions that said participation had on the soldiers and instructors, as well as on their families. It also speaks of the repercussions in Chile and in the warring countries at the official level, within social organisations and among opinion-makers.
Key words:
Chaco War - Chilean-Bolivian relations - Chilean-Paraguayan relations - History of international relations.
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PRESENTACIÓN
El presente trabajo se gestó a partir de mis preocupaciones por historiar la vida de Aquiles Vergara Vicuña2, quien, entre otras actividades de su existencia, fue uno de los 105 chilenos que, a nivel de Oficiales, participó en el Ejército de Bolivia en la contienda chaqueña. Contribuyó también a ello, el Seminario "Visión de la guerra del Chaco a través de la prensa chilena (1932-1935)", que coordiné en el ámbito de los alumnos de la Carrera de Pedagogía en Historia y Geografía del Instituto Profesional de Estudios Superiores "Blas Cañas", en Santiago, durante el primer Semestre de 1988, como también la elaboración de un proyecto de investigación sobre el tema, que presentamos a FONDECYT, en 1990, con Verónica Cerda Montenegro, Isabel Lorca Venegas y Héctor Pardo Soto, ex alumnos y colegas.
También ha sido un acicate para realizar esta tarea, la convicción de que la participación militar chilena en dicho conflicto, es un tema que hasta 1995 no había sido suficientemente estudiado, salvo con fines de divulgación, como es el caso del reportaje "Guerra del Chaco con protagonistas chilenos", elaborado por Jorge Ianiszewski para la Revista del Domingo, de El Mercurio de Santiago, publicado el 13 de diciembre de 1981.
Sin embargo, hay que dejar constancia que mientras se llevaba a cabo esta investigación se publicó en el año 2000, en La Paz, el primer trabajo de carácter historiográfico sobre el tema, llevado a efecto por el historiador militar boliviano Ramiro Molina Alanes, titulado "COMBATIENTES chilenos en la Guerra del Chaco" 3. Si bien dicho artículo da importantes informaciones y aborda algunos de los aportes y de las repercusiones de dicha participación, no reemplaza lo que hemos logrado investigar.
Por último, cabe anotar que en el afán de rescatar experiencias que nos unen a chilenos y bolivianos, ésta tiene ese mérito, aunque haya sido a propósito de una conflagración bélica, y que, por otra parte, haya repercutido negativamente en nuestras relaciones con el gobierno y con el pueblo paraguayo.
Para elaborar este texto, he utilizado, en primer lugar, las obras de Aquiles Vergara, como también las de ex combatientes bolivianos, paraguayos y chilenos. Por otra parte, he contado con la colaboración de varios ex combatientes bolivianos y un chileno, residentes en Santiago, y de hijos, hermanos, primos sobrinos, nietos y amigos de los COMBATIENTES chilenos. Además, he recurrido a los Archivos de los Ministerios de RR.EE. de Chile y de Bolivia, como también a los Archivos del Ejército, Armada y Fuerza Aérea en Chile, como a documentación proveniente del Archivo del Ejército de Bolivia, a los Informes de los alumnos del Seminario, ya mencionado, a la revisión de diversos medios de la prensa periódica, ya sea a través de ayudantes o directamente, y a la consulta de historiadores en Argentina, Bolivia y Paraguay, como de la historiografía general de Bolivia, Chile y Paraguay , y la especializada en la guerra del Chaco, en Bibliotecas de los tres países. Por último, quiero dejar constancia del enorme aporte que he recibido de la lectura de cuentistas y novelistas de los dos países directamente involucrados en el conflicto. A través de ellos he captado aspectos, que la generalidad de los historiadores no dejan traslucir, por sus excesos de racionalidad.
1. LA GUERRA DEL CHACO
El conflicto se desarrolló entre 1932 y 1935 y duró exactamente tres años. En efecto, si se considera que la ocupación de la laguna Pitiantuta por el Ejército boliviano se llevó a cabo el 15 de junio de 1932, y el cese de hostilidades se materializó el 14 de junio de 1935.
En el transcurso del conflicto ambos países sufrieron la muerte de, prácticamente, una cuarta parte de los movilizados: Bolivia perdió, aproximadamente, 50.000 efectivos y, Paraguay 40.000.
La guerra tuvo como escenario el Chaco Boreal y las estribaciones andinas, sobre los cuales hay que tener presentes sus características, para comprender el esfuerzo desplegado y la magnitud de la tragedia.
El escenario de la guerra
El Chaco Boreal, compartido por Bolivia y Paraguay, forma parte del Gran Chaco, el cual está constituido, además, por el Chaco Central y el Chaco Austral, pertenecientes a la República Argentina.
El Chaco Boreal, también conocido como el "Infierno Verde", comprende el territorio ubicado al interior del triángulo conformado por los ríos Paraguay, Parapetí y Pilcomayo. Se trata de una llanura, casi completamente plana, "pero con una leve inclinación hacia el este". En el borde occidental presenta posibilidades de desarrollo agrícola, concretamente en los bañados de Abapó-Izozog, originados en las aguas del río Parapetí; en el área ribereña al río Pilcomayo, se presenta con un suelo arenoso y, en general, muy poco apropiado para el desarrollo de la actividad agrícola; en el área central, la vegetación es variada, con árboles como los toborochis, de donde se extrae una fibra de algodón muy delgada; algarrobos; el palo santo y el palo mataco; bosques espaciados por yerbas y pajonales, con las características de las sabanas donde se puede desarrollar la crianza de ganado bovino; en el sector oriental y sobre las márgenes del río Paraguay se presenta la vegetación más exuberante con la presencia de bosques, especialmente de quebrachos, de los cuales se extrae el tanino, substancia fundamental para la curtiembre de cueros.
Desde el punto de vista climático participa del clima estepárico, caracterizado en el verano por altas temperaturas que oscilan entre los 40° y los 45° durante el día, y bajísimas durante la noche, y, desde el punto de vista de las precipitaciones, lluvias torrenciales. Sin embargo, en el invierno, las temperaturas pueden llegar hasta 3° bajo cero y, además, con carencia absoluta de lluvias.
Por otra parte, el Chaco Boreal está afectado por los vientos norte, en el invierno, y sur, en el verano. Cabe destacar que allí existen amplios sectores carentes de aguas superficiales, y, que, además, presenta sectores con dificultades para la captación de aguas subterráneas.
Desde el punto de vista de la fauna, cabe mencionar, entre otros, la presencia de boas y víboras, y diversas clases de insectos, entre los que está el generador del paludismo o malaria, que afectó a los combatientes en la guerra del Chaco. En síntesis, se trata de una zona que presenta serias dificultades para el desarrollo de la vida humana, y, por consiguiente siempre ha estado muy poco poblada4.
Los beligerantes en el tercer período de la guerra
En el tercer período de la guerra, que se inició el 10 de diciembre de 1933, después de la derrota boliviana de Campo Vía, y más concretamente después de un armisticio propuesto por Paraguay, según el criterio del general boliviano Juan Lechín Suárez, y que corresponde a la 2 Fase de la Segunda Campaña, según la opinión del coronel paraguayo Pablo E. Tufari Recalde, Bolivia, teniendo un nuevo Comandante en Jefe del Ejército en Campaña en la persona del general Enrique Peñaranda del Castillo, formó un Tercer Ejército, con la creación de nuevas unidades y la supresión de otras.
Si bien, desde el comienzo del conflicto hubo interés de parte de numerosos ciudadanos chilenos, de incorporarse a las fuerzas beligerantes, ya sea como miembros de la tropa, suboficiales y oficiales, ello se materializó, en términos significativos, en contrataciones en grados de la oficialidad, solo en el Ejército boliviano, y a partir de abril de 19345. Aquí cabe preguntarse el por qué de este enrolamiento tardío. Primero, porque las autoridades militares bolivianas no lo consideraron necesario, aunque siempre opinaron positivamente de la preparación de los militares chilenos. Lo anterior cambió en el transcurso del segundo semestre de 1933, por la escasez de oficiales que había ido produciendo en el Ejército de Bolivia. En efecto, Augusto Céspedes, combatiente, cronista y cuentista de la contienda chaqueña, nos da a conocer que ya antes de la batalla de Campo Vía había escasez de oficiales de línea en el Ejército de Bolivia, lo cual determinó la creación de un Curso rápido en Pozo Negro primero, y uno en el Condado, después. Sobre este último, instalado en abril de 1934, nos dice que se organizó "con la selección de los 200 mejores clases y soldados del 1° y 2° Cuerpo del Ejército"6.
2. MOTIVACIONES Y PERFIL DE LOS COMBATIENTES CHILENOS
Si bien desde 1932 hay presencia de combatientes chilenos en la guerra del Chaco ella no fue significativa, desde el punto de vista numérico, a nivel de oficiales, en ese año y en 1933. En efecto, los primeros chilenos que se incorporan con dichos grados, en el año de inicio del conflicto, son muy contados y lo hacen mayoritariamente por Paraguay, tal es el caso de Gonzalo Montt Rivas, Juan Durán Acosta, y Arístides del Solar Morel. Respecto de Bolivia hay una participación más significativa sólo a partir de mayo de 1934, pues desde ese mes se produce la incorporación paulatina de 97, de un total de 105, según nos dice la fuente más confiable al respecto7.
Motivaciones
Para poder introducirnos en las motivaciones que llevaron a un conjunto significativo de chilenos a incorporarse a la contienda del Chaco al Ejército de Bolivia, y, en menor cantidad, en las Fuerzas Armadas de Paraguay, hay que tener en cuenta que, en cada caso hay una multiplicidad de factores, que están estrechamente relacionados con los contextos nacionales de Bolivia, Chile y Paraguay.
En primer lugar, corresponde dejar en claro que la mayoría de los que se van a incorporar con grados de oficiales, en las FFAA de los países directamente involucrados en la contienda chaqueña habían pertenecido a las FFAA y a los Carabineros de Chile. Solo unos pocos no tenían más experiencia castrense que la obtenida en el servicio militar.
Sin lugar a dudas, un factor importante fue la necesidad de hacer frente a la supervivencia no solo personal, sino también de un grupo familiar, pues ya en 1934 había varios casados y con hijos. En efecto, la gran mayoría de los futuros combatientes se encontraba cesante, producto de haber perdido su puesto en las Fuerzas Armadas y de Orden en Chile, en la mayor parte de los casos, por razones políticas. Es la situación que debieron enfrentar los uniformados ibañistas8, grovistas9, partidarios de la República Socialista10, merinistas11 y davilistas12, que entre 1931 y 1933 salieron contra su voluntad de las filas de las instituciones armadas y de Carabineros, como aquellos, que a partir del 2° gobierno de Arturo Alessandri Palma (1932-1938), vieron en la creación de las Milicias Republicanas la manera de arrinconar a las Fuerzas Armadas, para que no intervinieran en asuntos políticos, pero que bajo la argumentación de defensa del orden constitucional, se pretendía, por parte de algunos, la defensa de los intereses de la oligarquía, y, como no estaban de acuerdo con la existencia de fuerzas armadas paralelas e inconstitucionales, prefirieron pedir su retiro.
A lo anterior, hay que agregar que el contrato que se les ofrecía representaba un atractivo poderoso, en circunstancias que se vivía en un período marcado por la gran depresión de 1929, que había afectado a todos los países del continente.
Otro factor, que influyó poderosamente, fue la necesidad de sentirse útiles, en circunstancias que los combatientes de mayor edad no superaban, en 1934, los 42 años. Además, está presente, como un factor adicional, el afán de aventura, tan propio de la juventud, del cual dieron testimonio algunos que después del conflicto participaron en las Brigadas Internacionales, en las filas republicanas, durante la guerra civil española 13.
También, hay que agregar, el afán por contribuir a una causa que se consideraba justa, que incluso llega a primar sobre razones económicas, como es el caso de Gonzalo Montt Rivas y de Aquiles Vergara Vicuña quienes se incorporaron a los ejércitos de Paraguay y Bolivia, teniendo una importante carrera diplomática, y una excelente situación económica, respectivamente.
Por último, habría que añadir, que para algunos primaron las razones afectivas, ya sea para recuperarse de una decepción amorosa, o para iniciar una nueva vida de pareja lejos de la crítica de familiares, amigos y conocidos.
Trayectoria y características personales de los combatientes
En el caso de Paraguay el más conocido de los COMBATIENTES Gonzalo Montt Rivas era diplomático de carrera y Mayor en la Reserva del Ejército de Chile, y, en diversas oportunidades, se había desempeñado como representante de Chile en Asunción. Respecto de los otros oficiales Juan Durán Acosta había pertenecido al Ejército, alcanzando el grado de capitán, y posteriormente había ascendido por la vía de la reserva a mayor, y Arístides del Solar Morel había pertenecido a la Armada, alcanzando el grado de capitán de navío.
En el caso de Bolivia, la gran mayoría de los COMBATIENTES había pertenecido al Ejército, y solo algunos habían formado parte de las otras ramas de las Fuerzas Armadas, y Carabineros, salvo unos pocos civiles como Arturo Benavides Bruce14, y Mario Oyarzún Day15.
De los COMBATIENTES chilenos en Paraguay, fuera de la situación ya anotada de Gonzalo Montt, uno de ellos había sido Capitán de Navío y el otro Capitán de Ejército.
De los COMBATIENTES chilenos en Bolivia, tres habían alcanzado el grado de Tenientes Coroneles, uno el de Comandante de Escuadrilla, otro el de Capitán de Bandada, varios el de Mayores, varios el de Capitanes, algunos el de Tenientes 1° y Tenientes 2°, varios el de Subtenientes, 1 el de Alférez de Aviación, 1 el de Guardiamarina de 2a Clase y el resto, conformado por ex Cadetes, Suboficiales y ciudadanos que solo habían hecho el servicio militar, o que tenían ánimo y supuestas buenas condiciones físicas para combatir en el Chaco.
De los COMBATIENTES que habían pertenecido al Ejército de Chile, y que en el se habían desempeñado como oficiales había integrantes de todas las armas, es así que habían oficiales de Infantería, Caballería, Artillería, los que se habían desempeñado en unidades de Zapadores, en unidades ferroviarias y en Administración.
De los COMBATIENTES que habían estado en la Fuerza Aérea uno de ellos había pertenecido a la rama terrestre en el Escalafón de Guerra.
Por otra parte, de los Oficiales Superiores (Tenientes Coroneles, Comandante de Escuadrilla, Capitán de Bandada y Mayores), 2 se habían graduado de Oficiales de Estado Mayor16 y 2 habían realizado estudios militares en el extranjero17.
Además, algunos de los COMBATIENTES, al momento de su contratación, estaban casados y tenían hijos18. Corresponde destacar, también, que las edades de los combatientes chilenos fluctuaban entre los 19 y los 42 años, siendo uno de los menores Guillermo von Bischoffhassen Vidaurre quien no había cumplido los 20 años al momento de su contratación, pues había nacido el 8 de octubre de 1914, y que uno de los de mayor edad, sería Luis Figueroa Yáñez, nacido el 3 de abril de 1892.
Combatientes e instructores militares chilenos en la Guerra del Chaco
Leonardo Jeffs Castro (*)
(*) Magíster en Estudios Internacionales, Universidad de Chile. Universidad de Valparaíso
RESUMEN
Este artículo trata de la participación de chilenos que se desempeñaron como combatientes e instructores militares, con grados de Oficiales, en las Fuerzas Armadas de Bolivia y Paraguay, durante la guerra del Chaco (1932-1935).
Se dan a conocer las motivaciones, las primeras reacciones ante las contrataciones, y las repercusiones que dicha participación tuvo en los combatientes e instructores, como en sus familias, en Chile y los países beligerantes, a nivel oficial, organizaciones de la sociedad civil, y formadores de opinión.
Palabras clave:
Guerra del Chaco - Relaciones chileno-bolivianas - Relaciones chileno-paraguayas - Historia de las relaciones internacionales
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ABSTRACT
This article deals with the participation of Chilean officers who were soldiers and military instructors in the Bolivian and Paraguayan Armed Forces during the Chaco War (1932-1935).
It relates the motivations for and the first reactions to the military contracts, and the repercussions that said participation had on the soldiers and instructors, as well as on their families. It also speaks of the repercussions in Chile and in the warring countries at the official level, within social organisations and among opinion-makers.
Key words:
Chaco War - Chilean-Bolivian relations - Chilean-Paraguayan relations - History of international relations.
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PRESENTACIÓN
El presente trabajo se gestó a partir de mis preocupaciones por historiar la vida de Aquiles Vergara Vicuña2, quien, entre otras actividades de su existencia, fue uno de los 105 chilenos que, a nivel de Oficiales, participó en el Ejército de Bolivia en la contienda chaqueña. Contribuyó también a ello, el Seminario "Visión de la guerra del Chaco a través de la prensa chilena (1932-1935)", que coordiné en el ámbito de los alumnos de la Carrera de Pedagogía en Historia y Geografía del Instituto Profesional de Estudios Superiores "Blas Cañas", en Santiago, durante el primer Semestre de 1988, como también la elaboración de un proyecto de investigación sobre el tema, que presentamos a FONDECYT, en 1990, con Verónica Cerda Montenegro, Isabel Lorca Venegas y Héctor Pardo Soto, ex alumnos y colegas.
También ha sido un acicate para realizar esta tarea, la convicción de que la participación militar chilena en dicho conflicto, es un tema que hasta 1995 no había sido suficientemente estudiado, salvo con fines de divulgación, como es el caso del reportaje "Guerra del Chaco con protagonistas chilenos", elaborado por Jorge Ianiszewski para la Revista del Domingo, de El Mercurio de Santiago, publicado el 13 de diciembre de 1981.
Sin embargo, hay que dejar constancia que mientras se llevaba a cabo esta investigación se publicó en el año 2000, en La Paz, el primer trabajo de carácter historiográfico sobre el tema, llevado a efecto por el historiador militar boliviano Ramiro Molina Alanes, titulado "COMBATIENTES chilenos en la Guerra del Chaco" 3. Si bien dicho artículo da importantes informaciones y aborda algunos de los aportes y de las repercusiones de dicha participación, no reemplaza lo que hemos logrado investigar.
Por último, cabe anotar que en el afán de rescatar experiencias que nos unen a chilenos y bolivianos, ésta tiene ese mérito, aunque haya sido a propósito de una conflagración bélica, y que, por otra parte, haya repercutido negativamente en nuestras relaciones con el gobierno y con el pueblo paraguayo.
Para elaborar este texto, he utilizado, en primer lugar, las obras de Aquiles Vergara, como también las de ex combatientes bolivianos, paraguayos y chilenos. Por otra parte, he contado con la colaboración de varios ex combatientes bolivianos y un chileno, residentes en Santiago, y de hijos, hermanos, primos sobrinos, nietos y amigos de los COMBATIENTES chilenos. Además, he recurrido a los Archivos de los Ministerios de RR.EE. de Chile y de Bolivia, como también a los Archivos del Ejército, Armada y Fuerza Aérea en Chile, como a documentación proveniente del Archivo del Ejército de Bolivia, a los Informes de los alumnos del Seminario, ya mencionado, a la revisión de diversos medios de la prensa periódica, ya sea a través de ayudantes o directamente, y a la consulta de historiadores en Argentina, Bolivia y Paraguay, como de la historiografía general de Bolivia, Chile y Paraguay , y la especializada en la guerra del Chaco, en Bibliotecas de los tres países. Por último, quiero dejar constancia del enorme aporte que he recibido de la lectura de cuentistas y novelistas de los dos países directamente involucrados en el conflicto. A través de ellos he captado aspectos, que la generalidad de los historiadores no dejan traslucir, por sus excesos de racionalidad.
1. LA GUERRA DEL CHACO
El conflicto se desarrolló entre 1932 y 1935 y duró exactamente tres años. En efecto, si se considera que la ocupación de la laguna Pitiantuta por el Ejército boliviano se llevó a cabo el 15 de junio de 1932, y el cese de hostilidades se materializó el 14 de junio de 1935.
En el transcurso del conflicto ambos países sufrieron la muerte de, prácticamente, una cuarta parte de los movilizados: Bolivia perdió, aproximadamente, 50.000 efectivos y, Paraguay 40.000.
La guerra tuvo como escenario el Chaco Boreal y las estribaciones andinas, sobre los cuales hay que tener presentes sus características, para comprender el esfuerzo desplegado y la magnitud de la tragedia.
El escenario de la guerra
El Chaco Boreal, compartido por Bolivia y Paraguay, forma parte del Gran Chaco, el cual está constituido, además, por el Chaco Central y el Chaco Austral, pertenecientes a la República Argentina.
El Chaco Boreal, también conocido como el "Infierno Verde", comprende el territorio ubicado al interior del triángulo conformado por los ríos Paraguay, Parapetí y Pilcomayo. Se trata de una llanura, casi completamente plana, "pero con una leve inclinación hacia el este". En el borde occidental presenta posibilidades de desarrollo agrícola, concretamente en los bañados de Abapó-Izozog, originados en las aguas del río Parapetí; en el área ribereña al río Pilcomayo, se presenta con un suelo arenoso y, en general, muy poco apropiado para el desarrollo de la actividad agrícola; en el área central, la vegetación es variada, con árboles como los toborochis, de donde se extrae una fibra de algodón muy delgada; algarrobos; el palo santo y el palo mataco; bosques espaciados por yerbas y pajonales, con las características de las sabanas donde se puede desarrollar la crianza de ganado bovino; en el sector oriental y sobre las márgenes del río Paraguay se presenta la vegetación más exuberante con la presencia de bosques, especialmente de quebrachos, de los cuales se extrae el tanino, substancia fundamental para la curtiembre de cueros.
Desde el punto de vista climático participa del clima estepárico, caracterizado en el verano por altas temperaturas que oscilan entre los 40° y los 45° durante el día, y bajísimas durante la noche, y, desde el punto de vista de las precipitaciones, lluvias torrenciales. Sin embargo, en el invierno, las temperaturas pueden llegar hasta 3° bajo cero y, además, con carencia absoluta de lluvias.
Por otra parte, el Chaco Boreal está afectado por los vientos norte, en el invierno, y sur, en el verano. Cabe destacar que allí existen amplios sectores carentes de aguas superficiales, y, que, además, presenta sectores con dificultades para la captación de aguas subterráneas.
Desde el punto de vista de la fauna, cabe mencionar, entre otros, la presencia de boas y víboras, y diversas clases de insectos, entre los que está el generador del paludismo o malaria, que afectó a los combatientes en la guerra del Chaco. En síntesis, se trata de una zona que presenta serias dificultades para el desarrollo de la vida humana, y, por consiguiente siempre ha estado muy poco poblada4.
Los beligerantes en el tercer período de la guerra
En el tercer período de la guerra, que se inició el 10 de diciembre de 1933, después de la derrota boliviana de Campo Vía, y más concretamente después de un armisticio propuesto por Paraguay, según el criterio del general boliviano Juan Lechín Suárez, y que corresponde a la 2 Fase de la Segunda Campaña, según la opinión del coronel paraguayo Pablo E. Tufari Recalde, Bolivia, teniendo un nuevo Comandante en Jefe del Ejército en Campaña en la persona del general Enrique Peñaranda del Castillo, formó un Tercer Ejército, con la creación de nuevas unidades y la supresión de otras.
Si bien, desde el comienzo del conflicto hubo interés de parte de numerosos ciudadanos chilenos, de incorporarse a las fuerzas beligerantes, ya sea como miembros de la tropa, suboficiales y oficiales, ello se materializó, en términos significativos, en contrataciones en grados de la oficialidad, solo en el Ejército boliviano, y a partir de abril de 19345. Aquí cabe preguntarse el por qué de este enrolamiento tardío. Primero, porque las autoridades militares bolivianas no lo consideraron necesario, aunque siempre opinaron positivamente de la preparación de los militares chilenos. Lo anterior cambió en el transcurso del segundo semestre de 1933, por la escasez de oficiales que había ido produciendo en el Ejército de Bolivia. En efecto, Augusto Céspedes, combatiente, cronista y cuentista de la contienda chaqueña, nos da a conocer que ya antes de la batalla de Campo Vía había escasez de oficiales de línea en el Ejército de Bolivia, lo cual determinó la creación de un Curso rápido en Pozo Negro primero, y uno en el Condado, después. Sobre este último, instalado en abril de 1934, nos dice que se organizó "con la selección de los 200 mejores clases y soldados del 1° y 2° Cuerpo del Ejército"6.
2. MOTIVACIONES Y PERFIL DE LOS COMBATIENTES CHILENOS
Si bien desde 1932 hay presencia de combatientes chilenos en la guerra del Chaco ella no fue significativa, desde el punto de vista numérico, a nivel de oficiales, en ese año y en 1933. En efecto, los primeros chilenos que se incorporan con dichos grados, en el año de inicio del conflicto, son muy contados y lo hacen mayoritariamente por Paraguay, tal es el caso de Gonzalo Montt Rivas, Juan Durán Acosta, y Arístides del Solar Morel. Respecto de Bolivia hay una participación más significativa sólo a partir de mayo de 1934, pues desde ese mes se produce la incorporación paulatina de 97, de un total de 105, según nos dice la fuente más confiable al respecto7.
Motivaciones
Para poder introducirnos en las motivaciones que llevaron a un conjunto significativo de chilenos a incorporarse a la contienda del Chaco al Ejército de Bolivia, y, en menor cantidad, en las Fuerzas Armadas de Paraguay, hay que tener en cuenta que, en cada caso hay una multiplicidad de factores, que están estrechamente relacionados con los contextos nacionales de Bolivia, Chile y Paraguay.
En primer lugar, corresponde dejar en claro que la mayoría de los que se van a incorporar con grados de oficiales, en las FFAA de los países directamente involucrados en la contienda chaqueña habían pertenecido a las FFAA y a los Carabineros de Chile. Solo unos pocos no tenían más experiencia castrense que la obtenida en el servicio militar.
Sin lugar a dudas, un factor importante fue la necesidad de hacer frente a la supervivencia no solo personal, sino también de un grupo familiar, pues ya en 1934 había varios casados y con hijos. En efecto, la gran mayoría de los futuros combatientes se encontraba cesante, producto de haber perdido su puesto en las Fuerzas Armadas y de Orden en Chile, en la mayor parte de los casos, por razones políticas. Es la situación que debieron enfrentar los uniformados ibañistas8, grovistas9, partidarios de la República Socialista10, merinistas11 y davilistas12, que entre 1931 y 1933 salieron contra su voluntad de las filas de las instituciones armadas y de Carabineros, como aquellos, que a partir del 2° gobierno de Arturo Alessandri Palma (1932-1938), vieron en la creación de las Milicias Republicanas la manera de arrinconar a las Fuerzas Armadas, para que no intervinieran en asuntos políticos, pero que bajo la argumentación de defensa del orden constitucional, se pretendía, por parte de algunos, la defensa de los intereses de la oligarquía, y, como no estaban de acuerdo con la existencia de fuerzas armadas paralelas e inconstitucionales, prefirieron pedir su retiro.
A lo anterior, hay que agregar que el contrato que se les ofrecía representaba un atractivo poderoso, en circunstancias que se vivía en un período marcado por la gran depresión de 1929, que había afectado a todos los países del continente.
Otro factor, que influyó poderosamente, fue la necesidad de sentirse útiles, en circunstancias que los combatientes de mayor edad no superaban, en 1934, los 42 años. Además, está presente, como un factor adicional, el afán de aventura, tan propio de la juventud, del cual dieron testimonio algunos que después del conflicto participaron en las Brigadas Internacionales, en las filas republicanas, durante la guerra civil española 13.
También, hay que agregar, el afán por contribuir a una causa que se consideraba justa, que incluso llega a primar sobre razones económicas, como es el caso de Gonzalo Montt Rivas y de Aquiles Vergara Vicuña quienes se incorporaron a los ejércitos de Paraguay y Bolivia, teniendo una importante carrera diplomática, y una excelente situación económica, respectivamente.
Por último, habría que añadir, que para algunos primaron las razones afectivas, ya sea para recuperarse de una decepción amorosa, o para iniciar una nueva vida de pareja lejos de la crítica de familiares, amigos y conocidos.
Trayectoria y características personales de los combatientes
En el caso de Paraguay el más conocido de los COMBATIENTES Gonzalo Montt Rivas era diplomático de carrera y Mayor en la Reserva del Ejército de Chile, y, en diversas oportunidades, se había desempeñado como representante de Chile en Asunción. Respecto de los otros oficiales Juan Durán Acosta había pertenecido al Ejército, alcanzando el grado de capitán, y posteriormente había ascendido por la vía de la reserva a mayor, y Arístides del Solar Morel había pertenecido a la Armada, alcanzando el grado de capitán de navío.
En el caso de Bolivia, la gran mayoría de los COMBATIENTES había pertenecido al Ejército, y solo algunos habían formado parte de las otras ramas de las Fuerzas Armadas, y Carabineros, salvo unos pocos civiles como Arturo Benavides Bruce14, y Mario Oyarzún Day15.
De los COMBATIENTES chilenos en Paraguay, fuera de la situación ya anotada de Gonzalo Montt, uno de ellos había sido Capitán de Navío y el otro Capitán de Ejército.
De los COMBATIENTES chilenos en Bolivia, tres habían alcanzado el grado de Tenientes Coroneles, uno el de Comandante de Escuadrilla, otro el de Capitán de Bandada, varios el de Mayores, varios el de Capitanes, algunos el de Tenientes 1° y Tenientes 2°, varios el de Subtenientes, 1 el de Alférez de Aviación, 1 el de Guardiamarina de 2a Clase y el resto, conformado por ex Cadetes, Suboficiales y ciudadanos que solo habían hecho el servicio militar, o que tenían ánimo y supuestas buenas condiciones físicas para combatir en el Chaco.
De los COMBATIENTES que habían pertenecido al Ejército de Chile, y que en el se habían desempeñado como oficiales había integrantes de todas las armas, es así que habían oficiales de Infantería, Caballería, Artillería, los que se habían desempeñado en unidades de Zapadores, en unidades ferroviarias y en Administración.
De los COMBATIENTES que habían estado en la Fuerza Aérea uno de ellos había pertenecido a la rama terrestre en el Escalafón de Guerra.
Por otra parte, de los Oficiales Superiores (Tenientes Coroneles, Comandante de Escuadrilla, Capitán de Bandada y Mayores), 2 se habían graduado de Oficiales de Estado Mayor16 y 2 habían realizado estudios militares en el extranjero17.
Además, algunos de los COMBATIENTES, al momento de su contratación, estaban casados y tenían hijos18. Corresponde destacar, también, que las edades de los combatientes chilenos fluctuaban entre los 19 y los 42 años, siendo uno de los menores Guillermo von Bischoffhassen Vidaurre quien no había cumplido los 20 años al momento de su contratación, pues había nacido el 8 de octubre de 1914, y que uno de los de mayor edad, sería Luis Figueroa Yáñez, nacido el 3 de abril de 1892.