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Area Militar General
Malvinas 1982
Conferencias, entrevistas y programas de Nicolás Kasanzew.-
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<blockquote data-quote="Nicolas Kasanzew" data-source="post: 2024490" data-attributes="member: 6939"><p><strong>Sobre el libro del profesor Ricardo Tabossi "La independencia argentina. De Tucumán a Malvinas"</strong></p><p></p><p></p><p>Dos categorías de argentinos nunca van a entender su historia. Aquellos que no se emocionan con el recuerdo del Cruce de los Andes, que consolidó la Independencia declarada el Nueve de Julio de 1816, símbolo de la liberación del país de todo dominio extranjero, y aquellos que no se estremecen con la memoria de la recuperación de las Malvinas el Dos de Abril de 1982, símbolo de la unidad nacional.</p><p></p><p>Este libro esclarece porque ambos episodios están concatenados.</p><p></p><p>La posguerra de Malvinas le tomó exámen de madurez a la sociedad argentina. Y esta fue reprobada, a pesar de que sus combatientes dieron muestra de increible dignidad y heroismo. Si la historia enseña algo, esta página en particular debería enseñarnos mucho. Quienes se interesaron en el tema, lo saben muy bien: apenas cesaron los disparos en la madrugada del 14 de junio de 1982, detrás del árbol de las miserias de la guerra se trató de esconder el bosque de sus muchas grandezas. Hubo una deliberada intención de ocultar la historia lo mas lejos posible. Demasiados historiadores argentinos, incluidos los “mandarines”, ideologizados y sin haber ahondado en el tema, fueron funcionales para ello. Es más, ni siquiera tuvieron ningún pudor en mostrar su hilacha pro-británica y anti-nacional. Por ejemplo, para Isidoro Ruiz Moreno (quien en la más reciente edición de su libro sobre los comandos <strong>argentinos</strong>, puso en la tapa solamente imágenes de militares <strong>ingleses</strong>), Malvinas fue “una caricatura histérica del patriotismo”. Para Felipe Pigna, se trató de “una aventura lanzada por asesinos” y en opinión de Federico Lorenz, en Malvinas combatió un ejército de represores. Mientras que para Luis Alberto Romero, abiertamente, las islas no son argentinas y hay que pedirle perdón a los usurpadores por haber intentado recuperarlas.</p><p></p><p>No hubo ninguno entre ellos que se animara a poner la verdad por encima de lo “políticamente correcto”. Y no hay nada peor en un pedagogo, que enseñar palabras y no hechos.</p><p></p><p>Goebbels solía decir: «La mentira, para que sea creible, debe ser grandiosa». E historiadores como los mencionados han resultado fieles a ese legado del ministro de propaganda nazi. La patraña sobre la guerra de Malvinas es de una escala tan enorme, que a una persona común, poco versada en la tecnología del lavado de cerebro, directamente la aplasta con su mole. Una vez más quedó demostrado que cuanto más la Historia se vincula a la ideología, menos termina siendo Historia.</p><p></p><p>¿Por qué pasó esto con nuestra historia de la Gesta? Pues porque, después del 14 de junio del 82, a nadie le importó que Malvinas hubiera dado al país una nueva pléyade de heroes, comparable a la originada por la guerra de la Independencia, como lo expone magistralmente en este libro el profesor Ricardo Tabossi. Sólo importaba seguir remachándole clavos al ataúd de nuestras Fuerzas Armadas, condenadas en bloque, sin separar la paja del trigo, mezclando a los que merecían el escarnio, y aún el fusilamiento, con quienes se habían ganado limpia y reciamente la gloria, y que podían ser, con su ejemplo vivo, un factor determinante para el renacimiento de los valores eternos en la Argentina.</p><p></p><p>Se sabe que la mejor manera de convencer es con el ejemplo. Alguien agregó que es la <em>única</em> manera. Allí está la razón de por qué se le niega la gloria a nuestros soldados de Malvinas. Esa es la clave de bóveda de todo este proceso de desinformación y falsificación que venimos sufriendo desde hace más de tres décadas.</p><p></p><p>Algo similar padecieron los guerreros de nuestra Independencia, comenzando por San Martín, obligado a exiliarse por culpa del odio que despertaba en el establishment de aquella época. El Libertador fue reivindicado recién medio siglo después. ¿Deberán esperar su turno los combatientes de Malvinas hasta el 2032?</p><p></p><p>En nuestra época, el establishment local, por razones inconfesables, no quería que se reivindicara a ningún segmento de nuestros hombres de armas, y hasta ahora ha tratado de impedir que se instale en el conocimiento de la población, que hubo soldados argentinos que lucharon con honor por una causa justa, y que pusieron en jaque a uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Para ello, el establishment se ha servido de sus historiadores cortesanos, quienes desde hace más de tres décadas abastecen de falacias sobre la Gesta de Malvinas los discursos políticos, los manuales escolares, las transmisiones de televisión y la ediciones de la prensa gráfica.</p><p></p><p>En la posguerra inmediata, una legión de historiadores, políticos, periodistas, maestros de escuela, guionistas y literatos, con su sesgada prédica descalificatoria, se pusieron a dispararle por la espalda a nuestros jóvenes soldados. Y siguen haciéndolo más de 30 años después.</p><p></p><p>Esto lo toleró una sociedad argentina corroida por la anomia, permeable a los relatos más estrafalarios, acostumbrada a que le moldeen la cabeza, una sociedad que había perdido la capacidad depensar críticamente, sin antídotos para la propaganda y por ende capaz de aceptar los mitos mas antojadizos.</p><p></p><p>Aqui va un ejemplo, sólo uno, en la pluma de Tabossi, de lo funcionales que son al Imperio Británico nuestros “pensantes”, así como de la indignidad de nuestras dirigencias, que ayer aplaudían la acción libertadora de nuestras Fuerzas Armadas en Malvinas, para luego avergonzarse de semejante hecho. “El 2 de abril, la U.C.R. emite una declaración calificando la reconquista militar de "<em>gesta </em>que cierra un ciclo de siglo y medio de<em> burlas a la soberanía nacional</em>". Producida la derrota, transforma aquella decisión soberana en "loca aventura militar". La divergencia entre las expresiones de 1982 y las de posguerra, es una buena evidencia de los extremos de oportunismo a que pueden llegar los hombres, y de cómo Inglaterra logró, mediante una tenaz acción psicológica y de propaganda, imponer su versión de la guerra, haciendo que nuestra dirigencia política, educacional, comunicacional, fuese el "<em>eco" </em>de su "<em>voz</em>".</p><p></p><p>De los trabajos de Ricardo Tabossi – un verdadero antídoto contra la desinformación histórica - se desprende claramente la necesidad de una profunda reforma de la educación argentina, condición <em>sine qua non </em>para cambiar la atmósfera moral en nuestro país. “La desmalvinización de las aulas, donde hasta el mapa de las Islas ha sido quitado, la ausencia de referencias a la reivindicación histórica de nuestros derechos sobre las Malvinas, son una evidencia de que nos hemos plegado a las razones del usurpador. El diseño curricular de la escuela argentina coincide con el diseño estratégico de Inglaterra: lograr que el niño se olvide de Malvinas, tal como lo pidió el vocero de Margaret Tatcher, el laborista Woodrow Wyatt, en <em>Daily Mirror</em> de Londres, el 13 de junio de 1982 (repárese en la fecha): lograr que "hasta los niños no vuelvan a pensar más en las Malvinas". También utiliza en aquella nota gráfica, la expresión "loca aventura", definición que desde entonces han tomado como propia muchos de nuestros políticos e intelectuales”.</p><p></p><p>Gracias al professor Tabossi, la guerra de Malvinas se ve en el presente libro a la luz de otro balizaje. Este historiador – algunos de sus trabajos pueden encontrarse en la prestigiosa New York Public Library - tomó un camino completamente diferente al de sus colegas: eligió la verdad, por encima de la tentación de ir con la corriente.</p><p></p><p>Es que el historiador debe contar lo que pasó y no vender gato por liebre, opiniones por hechos. Algunos creen que para entender lo que aconteció hay que poner notas, como en un boletín de calificaciones de la escuela. Pero la función del historiador, en realidad, no es la valoración del objeto de su estudio. La valoración surge como consecuencia, por si misma. El cometido del historiador es contar que ocurrió y de que manera.</p><p></p><p>Ricardo Tabossi es justamente un historiador, que – al revés de los arriba mencionados - no sucumbió a la tentación de poner de relieve los hechos que encajaban en su teoría y hacer mutis o someter a la duda todo lo que no se inscribía en su lógica personal.</p><p></p><p>Tabossi no agrega a sus textos hipótesis y conjeturas bajo la apariencia de hechos confirmados. Y cumple además con otra regla, importantísima para cualquier historiador: no se puede escribir sin respeto por el objeto de la investigación, porque de lo contrario los pensamientos y sentimientos del autor no cobran suficiente fuerza y profundidad.</p><p></p><p>En el 2009, después de haberse encontrado personalmente con el “Capitán Cruz”, Pablo Carballo, uno de los héroes más grandes de la Fuerza Aérea Argentina, un bravo artillero, el conscripto Walter Rubíes, me dijo: “Es como haber conocido a San Martín”. Y tiempo después, el historiador Alejandro Amendolara me comentaba: “Haber conocido en persona héroes como Pablo Carballo y Owen Crippa, es como haber estado con Las Heras y Lavalle en las Guerras de la Independencia”.</p><p></p><p>Esa filiación, esa continuidad es el hilo conductor de la presente obra de Ricardo Tabossi, quien muestra a las claras la conexión entre fenómenos históricos que tienen 200 años de distancia, donde lo nuevo, reemplazando a lo viejo, conserva todos sus elementos más claves.</p><p></p><p>La continuidad histórica que registra y documenta el profesor Tabossi significa que, a pesar de todos los baches y circunvoluciones de la historia nacional, el traspasamiento y la asimilación de los valores patrióticos y guerreros, de generación en generación, de formación en formación, tuvo lugar en la Argentina de 1982. Y alimenta nuestra esperanza de que, también en el futuro, vuelva a irrumpir en escena cuando la Patria así lo necesite.</p><p></p><p>La biografía de un historiador está en sus descubrimientos, sus obras, sus discípulos. Pero la de Ricardo Tabossi no se agota en eso. Quienes lo conocemos, advertimos la entereza de su personalidad: el erudito y la persona son indivisibles. Un historiador intelectualmente honesto, que es al mismo tiempo un patriota.</p><p></p><p>Hay militares profesionales que nunca serán guerreros, y civiles que son guerreros por naturaleza. Tabossi guerrea con su libro, que es un alegato a favor de la verdad histórica, y un libro muy argentino, ya que se inscribe en la tradición representada por autores como Adolfo Saldías y Manuel Gálvez, Raúl Scalabrini Ortiz y Roberto de Laferrere, Ricardo Font Ezcurra y José María Rosa, Carlos Ibarguren y Fermín Chávez, Pedro de Paoli y Rodolfo Irazusta. El profesor Tabossi la prolonga y substancia.</p><p></p><p>Nicolás Kasanzew</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Nicolas Kasanzew, post: 2024490, member: 6939"] [B]Sobre el libro del profesor Ricardo Tabossi "La independencia argentina. De Tucumán a Malvinas"[/B] Dos categorías de argentinos nunca van a entender su historia. Aquellos que no se emocionan con el recuerdo del Cruce de los Andes, que consolidó la Independencia declarada el Nueve de Julio de 1816, símbolo de la liberación del país de todo dominio extranjero, y aquellos que no se estremecen con la memoria de la recuperación de las Malvinas el Dos de Abril de 1982, símbolo de la unidad nacional. Este libro esclarece porque ambos episodios están concatenados. La posguerra de Malvinas le tomó exámen de madurez a la sociedad argentina. Y esta fue reprobada, a pesar de que sus combatientes dieron muestra de increible dignidad y heroismo. Si la historia enseña algo, esta página en particular debería enseñarnos mucho. Quienes se interesaron en el tema, lo saben muy bien: apenas cesaron los disparos en la madrugada del 14 de junio de 1982, detrás del árbol de las miserias de la guerra se trató de esconder el bosque de sus muchas grandezas. Hubo una deliberada intención de ocultar la historia lo mas lejos posible. Demasiados historiadores argentinos, incluidos los “mandarines”, ideologizados y sin haber ahondado en el tema, fueron funcionales para ello. Es más, ni siquiera tuvieron ningún pudor en mostrar su hilacha pro-británica y anti-nacional. Por ejemplo, para Isidoro Ruiz Moreno (quien en la más reciente edición de su libro sobre los comandos [B]argentinos[/B], puso en la tapa solamente imágenes de militares [B]ingleses[/B]), Malvinas fue “una caricatura histérica del patriotismo”. Para Felipe Pigna, se trató de “una aventura lanzada por asesinos” y en opinión de Federico Lorenz, en Malvinas combatió un ejército de represores. Mientras que para Luis Alberto Romero, abiertamente, las islas no son argentinas y hay que pedirle perdón a los usurpadores por haber intentado recuperarlas. No hubo ninguno entre ellos que se animara a poner la verdad por encima de lo “políticamente correcto”. Y no hay nada peor en un pedagogo, que enseñar palabras y no hechos. Goebbels solía decir: «La mentira, para que sea creible, debe ser grandiosa». E historiadores como los mencionados han resultado fieles a ese legado del ministro de propaganda nazi. La patraña sobre la guerra de Malvinas es de una escala tan enorme, que a una persona común, poco versada en la tecnología del lavado de cerebro, directamente la aplasta con su mole. Una vez más quedó demostrado que cuanto más la Historia se vincula a la ideología, menos termina siendo Historia. ¿Por qué pasó esto con nuestra historia de la Gesta? Pues porque, después del 14 de junio del 82, a nadie le importó que Malvinas hubiera dado al país una nueva pléyade de heroes, comparable a la originada por la guerra de la Independencia, como lo expone magistralmente en este libro el profesor Ricardo Tabossi. Sólo importaba seguir remachándole clavos al ataúd de nuestras Fuerzas Armadas, condenadas en bloque, sin separar la paja del trigo, mezclando a los que merecían el escarnio, y aún el fusilamiento, con quienes se habían ganado limpia y reciamente la gloria, y que podían ser, con su ejemplo vivo, un factor determinante para el renacimiento de los valores eternos en la Argentina. Se sabe que la mejor manera de convencer es con el ejemplo. Alguien agregó que es la [I]única[/I] manera. Allí está la razón de por qué se le niega la gloria a nuestros soldados de Malvinas. Esa es la clave de bóveda de todo este proceso de desinformación y falsificación que venimos sufriendo desde hace más de tres décadas. Algo similar padecieron los guerreros de nuestra Independencia, comenzando por San Martín, obligado a exiliarse por culpa del odio que despertaba en el establishment de aquella época. El Libertador fue reivindicado recién medio siglo después. ¿Deberán esperar su turno los combatientes de Malvinas hasta el 2032? En nuestra época, el establishment local, por razones inconfesables, no quería que se reivindicara a ningún segmento de nuestros hombres de armas, y hasta ahora ha tratado de impedir que se instale en el conocimiento de la población, que hubo soldados argentinos que lucharon con honor por una causa justa, y que pusieron en jaque a uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Para ello, el establishment se ha servido de sus historiadores cortesanos, quienes desde hace más de tres décadas abastecen de falacias sobre la Gesta de Malvinas los discursos políticos, los manuales escolares, las transmisiones de televisión y la ediciones de la prensa gráfica. En la posguerra inmediata, una legión de historiadores, políticos, periodistas, maestros de escuela, guionistas y literatos, con su sesgada prédica descalificatoria, se pusieron a dispararle por la espalda a nuestros jóvenes soldados. Y siguen haciéndolo más de 30 años después. Esto lo toleró una sociedad argentina corroida por la anomia, permeable a los relatos más estrafalarios, acostumbrada a que le moldeen la cabeza, una sociedad que había perdido la capacidad depensar críticamente, sin antídotos para la propaganda y por ende capaz de aceptar los mitos mas antojadizos. Aqui va un ejemplo, sólo uno, en la pluma de Tabossi, de lo funcionales que son al Imperio Británico nuestros “pensantes”, así como de la indignidad de nuestras dirigencias, que ayer aplaudían la acción libertadora de nuestras Fuerzas Armadas en Malvinas, para luego avergonzarse de semejante hecho. “El 2 de abril, la U.C.R. emite una declaración calificando la reconquista militar de "[I]gesta [/I]que cierra un ciclo de siglo y medio de[I] burlas a la soberanía nacional[/I]". Producida la derrota, transforma aquella decisión soberana en "loca aventura militar". La divergencia entre las expresiones de 1982 y las de posguerra, es una buena evidencia de los extremos de oportunismo a que pueden llegar los hombres, y de cómo Inglaterra logró, mediante una tenaz acción psicológica y de propaganda, imponer su versión de la guerra, haciendo que nuestra dirigencia política, educacional, comunicacional, fuese el "[I]eco" [/I]de su "[I]voz[/I]". De los trabajos de Ricardo Tabossi – un verdadero antídoto contra la desinformación histórica - se desprende claramente la necesidad de una profunda reforma de la educación argentina, condición [I]sine qua non [/I]para cambiar la atmósfera moral en nuestro país. “La desmalvinización de las aulas, donde hasta el mapa de las Islas ha sido quitado, la ausencia de referencias a la reivindicación histórica de nuestros derechos sobre las Malvinas, son una evidencia de que nos hemos plegado a las razones del usurpador. El diseño curricular de la escuela argentina coincide con el diseño estratégico de Inglaterra: lograr que el niño se olvide de Malvinas, tal como lo pidió el vocero de Margaret Tatcher, el laborista Woodrow Wyatt, en [I]Daily Mirror[/I] de Londres, el 13 de junio de 1982 (repárese en la fecha): lograr que "hasta los niños no vuelvan a pensar más en las Malvinas". También utiliza en aquella nota gráfica, la expresión "loca aventura", definición que desde entonces han tomado como propia muchos de nuestros políticos e intelectuales”. Gracias al professor Tabossi, la guerra de Malvinas se ve en el presente libro a la luz de otro balizaje. Este historiador – algunos de sus trabajos pueden encontrarse en la prestigiosa New York Public Library - tomó un camino completamente diferente al de sus colegas: eligió la verdad, por encima de la tentación de ir con la corriente. Es que el historiador debe contar lo que pasó y no vender gato por liebre, opiniones por hechos. Algunos creen que para entender lo que aconteció hay que poner notas, como en un boletín de calificaciones de la escuela. Pero la función del historiador, en realidad, no es la valoración del objeto de su estudio. La valoración surge como consecuencia, por si misma. El cometido del historiador es contar que ocurrió y de que manera. Ricardo Tabossi es justamente un historiador, que – al revés de los arriba mencionados - no sucumbió a la tentación de poner de relieve los hechos que encajaban en su teoría y hacer mutis o someter a la duda todo lo que no se inscribía en su lógica personal. Tabossi no agrega a sus textos hipótesis y conjeturas bajo la apariencia de hechos confirmados. Y cumple además con otra regla, importantísima para cualquier historiador: no se puede escribir sin respeto por el objeto de la investigación, porque de lo contrario los pensamientos y sentimientos del autor no cobran suficiente fuerza y profundidad. En el 2009, después de haberse encontrado personalmente con el “Capitán Cruz”, Pablo Carballo, uno de los héroes más grandes de la Fuerza Aérea Argentina, un bravo artillero, el conscripto Walter Rubíes, me dijo: “Es como haber conocido a San Martín”. Y tiempo después, el historiador Alejandro Amendolara me comentaba: “Haber conocido en persona héroes como Pablo Carballo y Owen Crippa, es como haber estado con Las Heras y Lavalle en las Guerras de la Independencia”. Esa filiación, esa continuidad es el hilo conductor de la presente obra de Ricardo Tabossi, quien muestra a las claras la conexión entre fenómenos históricos que tienen 200 años de distancia, donde lo nuevo, reemplazando a lo viejo, conserva todos sus elementos más claves. La continuidad histórica que registra y documenta el profesor Tabossi significa que, a pesar de todos los baches y circunvoluciones de la historia nacional, el traspasamiento y la asimilación de los valores patrióticos y guerreros, de generación en generación, de formación en formación, tuvo lugar en la Argentina de 1982. Y alimenta nuestra esperanza de que, también en el futuro, vuelva a irrumpir en escena cuando la Patria así lo necesite. La biografía de un historiador está en sus descubrimientos, sus obras, sus discípulos. Pero la de Ricardo Tabossi no se agota en eso. Quienes lo conocemos, advertimos la entereza de su personalidad: el erudito y la persona son indivisibles. Un historiador intelectualmente honesto, que es al mismo tiempo un patriota. Hay militares profesionales que nunca serán guerreros, y civiles que son guerreros por naturaleza. Tabossi guerrea con su libro, que es un alegato a favor de la verdad histórica, y un libro muy argentino, ya que se inscribe en la tradición representada por autores como Adolfo Saldías y Manuel Gálvez, Raúl Scalabrini Ortiz y Roberto de Laferrere, Ricardo Font Ezcurra y José María Rosa, Carlos Ibarguren y Fermín Chávez, Pedro de Paoli y Rodolfo Irazusta. El profesor Tabossi la prolonga y substancia. Nicolás Kasanzew [/QUOTE]
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