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<blockquote data-quote="Sebastian" data-source="post: 1539842" data-attributes="member: 8629"><p><span style="font-size: 18px"><span style="font-size: 12px">Parte 2</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 26px"><strong><p style="text-align: center"><strong>Genocidio en Ruanda: "El hombre más valiente que conocí"</strong></p><p></strong></span><span style="font-size: 18px"></span></p><p><span style="font-size: 18px"><strong>4. El día que me salvó la vida</strong></span></p><p>Yo mismo llegué a conocer a Mbaye un poco. Normalmente los soldados tratan con recelo a los periodistas, pero en esto, como en otras cosas, él era diferente.</p><p></p><p>Un día fuimos juntos en su carro blanco de Naciones Unidas a recabar información sobre un orfelinato en un suburbio de la ciudad llamado Nyamirambo, donde se creía que varios cientos de niños vulnerables se escondían.</p><p></p><p>En el camino nos detuvimos en un punto de control de la milicia. Uno de los milicianos se acercó al auto y se asomó por la ventana con una granada de mango china en la mano. Parecía un viejo destapador de inodoros, pero en vez que tener un chupón de goma en el extremo de un palo, tenía una bomba.</p><p></p><p>El miliciano me hizo un ademán.</p><p>"¿Quién es este belga?", preguntó, amenazante.</p><p></p><p><img src="http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407094524_mbaye_broma_304x171_bbc.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>Mbaye (con la gorra azul) lograba hacer reír incluso en una situación tan dramática como la que vivió Ruanda en 1994.</p><p></p><p>Los milicianos consideraban a los belgas -país que ejerció poder colonial en Ruanda- sus enemigos. Recientemente habían matado a 10 soldados belgas que pertenecían a la fuerza de Naciones Unidas, calculando que esto haría que todo el contingente de soldados belgas en la ONU abandonara el país. Como en efecto ocurrió.</p><p></p><p>Estaba aterrado. Estaba a punto de morir. Pero Mbaye miró al hombre, sonrió e hizo una broma.</p><p></p><p>"Soy el único belga en este vehículo, ¿ves?", dijo, con un ligero pellizco en la piel -negra azabache, característica de los senegaleses- de su brazo. "¡Senegalés negro!".</p><p></p><p>La broma rompió la tensión del momento. Entonces Mbaye le ordenó que se apartara y el miliciano obedeció instintivamente. Así seguimos nuestro camino.</p><p></p><p>"Le encantaba bromear con la gente, le encantaba conversar", dice uno de su excompañeros de la misión de la ONU, Babacar Faye, ahora coronel del ejército senegalés.</p><p>"Usaba su sentido del humor para pasar las barricadas".</p><p></p><p>Mbaye era un musulmán devoto, pero llevaba alcohol en su 4x4 de la ONU para comprar la vida de la gente que hacía pasar a través de los mortíferos puestos de control.</p><p></p><p><img src="http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407095006_babacar_faye_304x171_bbc_nocredit.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>"Le encataba bromear con la gente, le encantaba conversar. Usaba su sentido del humor para pasar las barricadas"</p><p>Babacar Faye, excompañero de misión de Mbaye</p><p></p><p>"En el carro -dice Faye- frecuentemente tenía cajas de cerveza, botellas de whisky y muchos paquetes de cigarros. Y también tenía fajos de billetes".</p><p></p><p>Una vez vi una lista de nombres en un pedazo de papel que se le había caído del bolsillo. Era una lista de nombres de pila: "Pierre", "Marie", con sumas de dinero escritas al lado: US$10, US$30, y así sucesivamente.</p><p></p><p>Esos eran sus registros de las cantidades que había pagado, muchas veces en nombre alguien más, para lograr que personas superaran los controles.</p><p></p><p>A veces, incluso, entregaba sus raciones militares de alimentos. Y cuando sus colegas se enteraban, donaban las propias para sumar al valioso alijo oculto en el asiento trasero de su auto.</p><p></p><p>"Cuando lo detenían en las barricadas, los milicianos le decían 'jefe, tengo hambre', o 'jefe, tengo sed', de manera que les diera un cigarro. Si se trataba de uno de los jefes le daba una cerveza o una botella de whisky", dije Faye.</p><p></p><p>"Esto le permitía ir a todas partes sin enfurecer a los milicianos. Y así es como salvaba la vida a la gente que la milicia quería matar: de cinco a seis personas en su vehículo por vez".</p><p></p><p><span style="font-size: 18px"><strong>5. Intento de fuga</strong></span></p><p><img src="http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407102058_escapando_ruanda_464x261_bbc.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>El convoy organizado por Mbaye no logró su objetivo de llegar al aeropuerto: </p><p>pero al menos estaban vivos.</p><p></p><p>Con el tiempo, la guerra dividió a Kigali en dos zonas: una controlada por el gobierno y otra por el RPF.</p><p></p><p>El Hotel des Mille Collines se encontraba en la zona controlada por el gobierno, al lado de unas barracas donde algunos líderes milicianos estaban basados. Pero gracias a que estaba resguardado por personal armado de la ONU, muchos tutsis y hutus moderados hacían todo lo que podían por entrar. Muchos tenían que tener dinero o contactos.</p><p></p><p>Los hijos de la primera ministra fueron sacados de "contrabando" del hotel pocos días después de haber llegado, escondidos bajo maletas en la parte trasera de un vehículo de la ONU. Los niños fueron llevados al aeropuerto y enviados a un lugar seguro, todavía vestidos con los pijamas que tenían puestas cuando escaparon de casa.</p><p></p><p>Pero a medida que más y más gente llegaba al hotel las condiciones empeoraban. El suministro de agua fue suspendido, forzando a sus habitantes a tomar agua de la piscina. Primero la hervían, pero cuando la electricidad también fue cortada, se acabó esta posibilidad.</p><p></p><p>En una ocasión, Mbaye y otros oficiales de la ONU intentaron organizar un convoy de camiones desde el Mille Collines al aeropuerto. Una doctora, Odette Nyiramilimo, iba a bordo de uno de los camiones con su familia, mientras que Mbaye viajaba en el primer vehículo.</p><p></p><p><img src="http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407095404_doctora_304x171_bbc.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>La doctora Odette Nyiramilimo se salvó de la muerte cuando Mbaye intercedió por ella y los otros viajeros de un convoy de la ONU interceptado por milicanos.</p><p></p><p>El convoy logró pasar de las puertas del hotel, pero unos cientos de metros más allá fue detenido por una multitud de milicianos.</p><p></p><p>La radio de propaganda del gobierno se había hecho con una lista de las personas en los camiones, y estaba leyéndola al aire, enardeciendo a los milicianos.</p><p></p><p>"Trataban de jalarnos del camión -recuerda Nyiramilimo-, mientras gritaban 'maten a las cucarachas'".</p><p>"Entonces el capitán Mbaye corrió hacia nosotros. Se paró entre el camión y los milicianos extendiendo los brazos", relata.</p><p>"Gritó: 'No pueden matar a estas personas, son mi responsabilidad; no permitiré que les hagan daño, tendrán que matarme primero"".</p><p></p><p>Eventualmente, Mbaye y otros oficiales senegaleses lograron disuadir a la milicia de no matar a quienes iban en el convoy. Pero la multitud era demasiado grande como para atravesarla, así que tuvieron de devolverse al hotel. No habían logrado llegar al aeropuerto y salir del país, pero estaban vivos.</p><p style="text-align: center"></p> <p style="text-align: center">"El capitán Mbaye corrió hacia nosotros. Se paró entre el camión y los milicianos extendiendo los brazos Gritó: 'No pueden matar a estas personas, son mi responsabilidad; no permitiré que les hagan daño, tendrán que matarme primero'"</p> <p style="text-align: center">Odette Nyiramilimo</p><p></p><p>De regreso en el Mille Collines, mientras la doctora administraba primeros auxilios a los pasajeros que habían sido arrastrados afuera de los vehículos y atacados, Mbaye se le acercó.</p><p></p><p>"Parecía conmocionado", dice Nyiramilimo. "Decía: 'casi te mataron, ¿sabes?, realmente querían hacerlo'. Y estaba alterado, casi llorando".</p><p>"Lo que realmente me impresionó fue que parecía más preocupado por nosotros que por él mismo. Era un héroe", recuerda la doctora.</p><p></p><p>Nyiramilimo y Ancilla Mukangira eventualmente abandonaron el hotel en otros convoys. La ONU organizó "intercambios" con tutsis atrapados en un lado de la frontera con hutus varados en el otro. De esta manera, miles fueron salvados.</p><p></p><p><span style="font-size: 18px"><strong>6. Una última barricada</strong></span></p><p><img src="http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407095954_ultima_barricada_624x351_bbc.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>La suerte Mbaye se acabó el 31 de mayo de 1994. Y la ONU no tenía dinero ni para enviar su cadáver a casa en un ataúd.</p><p></p><p>Nunca sabremos exactamente cuántas personas le deben la vida a Mbaye.</p><p></p><p>Su viejo amigo, el coronel Faye, lo cifra en "400 o 500 personas, como mínimo". Cree que todos los refugiados en el Hotel des Mille Collines habrían sido asesinados si no hubiera sido por el papel fundamental que Mbaye jugó en su defensa.</p><p></p><p>Una estimación oficial del departamento de Estado en Washington, que en 2011 le otorgó a Mbaye el certificado de "Homenaje a personas de gran coraje", dice que la cifra llegaría a unas 600.</p><p></p><p>Pero el académico Richard Siegler, quien vive en Ruanda y planea publicar un libro sobre Mbaye, cree que el número correcto podría ser 1.000 o más.</p><p></p><p>"El alcance de las acciones del capitán Mbaye todavía no ha sido reconocido, porque quienes lo vieron en acción sólo vieron una pequeña parte de lo que estaba haciendo", dice Siegler.</p><p></p><p>"Cuando lo unes todo, se vuelve claro que fue uno de los grandes actos morales de nuestros tiempos".</p><p></p><p>Sería erróneo sugerir que Mbaye fue el único que salvó vidas en Ruanda en 1994. Hubo incontables casos de valentía extrema llevados a cabo por los propios ruandeses.</p><p></p><p><img src="http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407100223_mbaye_y_esposa_304x171_bbc_nocredit.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>Mbaye y su esposa Yacine, antes de su envío a Ruanda.</p><p></p><p>Pero en todos estos años desde el genocidio, los investigadores han estudiado a fondo los detalles de lo ocurrido, y ninguno ha encontrado a alguien que haya estado involucrado en tantos rescates como el capitán Mbaye Diagne.</p><p></p><p>La suerte se le acabó la mañana del 31 de mayo de 1994.</p><p></p><p>Para entonces, el RPF se estaba imponiendo, pero las fuerzas del gobierno estaban ofreciendo resistencia en el centro de Kigali. Casi todos los días había grandes batallas en la ciudad, luchas tan intensas que el sonido de las armas inviduales se fundía para crear un ruido ensordecer, como el del trueno.</p><p></p><p>En uno de esos días se le pidió a Mbaye que le llevara un importante mensaje escrito del jefe del ejército, Augustin Bizimungu, al comandante de la ONU, Romeo Dallaire, quien se encontraba en la zona controlada por el RPF.</p><p></p><p>Mbaye tenía que abandonar el área controlada por el gobierno y pasar por un puesto del ejército.</p><p>Se detuvo en el puesto y una ronda de mortero explotó en la vía, a poca distancia de su vehículo.</p><p>Las esquirlas atravesaron la carrocería.</p><p></p><p>Mbaye fue alcanzado y murió instantáneamente.</p><p></p><p>"Fue un día muy, muy difícil", dice Dallaire, ahora senador del Parlamento canadiense. "Hubo tantas (muertes), pero la suya destacó porque perdimos una de esas luces brillantes, uno de esos modelos que influencian a los demás".</p><p></p><p>Mbaye había formado parte de un pequeño grupo dispuesto a arriesgar la vida propia para salvar la de otros, dice Dallaire.</p><p></p><p><img src="http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407100501_familia_mbaye_304x171_bbc.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>Los hijos de Mbaye y Yacine, ahora adultos, sólo tenían dos y cuatro años respectivamente.</p><p></p><p>"Tenía un sentido de humanidad que iba más allá de órdenes, mucho más allá de ningún mandato. Andaba al menos medio paso más rápido que todo el mundo".</p><p></p><p>Y estaba a punto de volver a casa.</p><p></p><p>"Sólo quedan 12 días antes de que mi papel en esta misión termine", le había dicho a su esposa, Yacine, al teléfono, tres días antes de morir. "Entonces volveré a Senegal. Así que debes rezar por nosotros".</p><p></p><p>En esa última llamada a casa en Dakar, habló mucho sobre la muerte. "Eso realmente me molesta", dice Yacine. "Nunca había hablado así antes. Creo que las cosas que vio lo afectaron profundamente".</p><p></p><p>Sus dos hjos -un varón, Cheikh, y una hembra, Coumba- sólo tenían dos y cuatro años respectivamente cuando su padre murió. Pasarían dos años antes de que Yacine reuniera valor para decirles la verdad. "Papá vendrá a casa cuando se termine su misión", les decía.</p><p></p><p>Le pregunté a Yacine cómo se había guardado la tragedia por dentro y no la había compartido con sus hijos.</p><p></p><p>"Sí, fue difícil, pero ellos no hubieran entendido", dice. "Fue lo correcto: protegerlos hasta que pudieran entender".</p><p></p><p>La hija de la primera ministra asesinada, Marie-Christine Umuhoza, está ahora casada y con dos hijos.</p><p></p><p>Ella y sus hermanos fueron enviados a Francia, pero ese país, que había dado albergue a la esposa y familia del presidente asesinado, rechazó a los niños de la primera ministra asesinada. En consecuencia, terminaron como refugiados en Suiza.</p><p></p><p>Marie-Christine vive en Lausanne, donde trabaja como enfermera psiquiátrica. Nunca había hablado antes públicamente de los eventos de 1994, pero me contó su escalofriante historia con gran compostura y dignidad.</p><p></p><p>Pareciera que hubiera logrado poner esa parte trágica de su vida a un lado y seguir adelante.</p><p></p><p>"Cuando accedí a hablar contigo, lo hice en parte para poder rendirle tributo a la memoria del capitán Mbaye", dice.</p><p></p><p><img src="http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407100836_orden_merito_mbaye_624x351_bbc.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>EE.UU. otorgó un reconocimiento por valentía a Mbaye en 2011.</p><p></p><p>"Es -era- una buena persona. Le debo la vida. Si no hubiera estado allí, yo no estaría aquí ahora".</p><p></p><p>Me enteré de la muerte de Mbaye después de notar una inusual cantidad de intercambios en la red de <em>walkie-talkies</em> de la ONU. Escuché a soldados que hablaban de un serio incidente en una barricada del gobierno en la que un observador militar de la ONU había muerto.</p><p></p><p>"Oh, Dios, espero que no sea Mbaye", dijo un trabajador humanitario de la ONU. Pero estaba en estado de negación. Sabía que era Mbaye.</p><p>Corrí a la barricada con un oficial canadiense que también lo sabía, pero que no tenía el valor de decirlo.</p><p>Cuando encontramos el auto, el cuerpo había sido retirado. Había sangre en el asiento y en el piso.</p><p></p><p style="margin-left: 20px">"'Soy un soldado -me dijo el capitán Tall- pero usted es un periodista. Usted debe contar la historia del capitán Mbaye Diagne'. Entonces, el capitán Tall y yo rompimos en llanto"</p> <p style="margin-left: 20px"></p> <p style="margin-left: 20px">Al día siguiente, su cadáver era subido a un avión para su repatriación en Senegal, pero no había ningún ataúd disponible. La misión de la ONU estaba tan corta de dinero, había sido tan abandonada por el resto del mundo, que Mbaye fue envuelto en un pedazo grande de plástico azul que la ONU usa normalmente para cobijar a refugiados.</p> <p style="margin-left: 20px"></p> <p style="margin-left: 20px">Encima, se colocó una bandera de la ONU.</p> <p style="margin-left: 20px"></p> <p style="margin-left: 20px">Justo antes de que el cuerpo fuera embarcado, uno de los otros observadores militares senegaleses, el capitán Samba Tall, se me acercó.</p> <p style="margin-left: 20px"></p> <p style="margin-left: 20px">"Soy un soldado -me dijo el capitán Tall- pero usted es un periodista. Usted debe contar la historia del capitán Mbaye Diagne".</p> <p style="margin-left: 20px"></p> <p style="margin-left: 20px">Entonces, el capitán Tall y yo rompimos en llanto.</p> <p style="margin-left: 20px"><a href="http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140406_ruanda_genocidio_valiente_yv.shtml">http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140406_ruanda_genocidio_valiente_yv.shtml</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Sebastian, post: 1539842, member: 8629"] [SIZE=5][SIZE=3]Parte 2[/SIZE][/SIZE] [SIZE=5][B][/B][/SIZE] [SIZE=7][B][CENTER][B]Genocidio en Ruanda: "El hombre más valiente que conocí"[/B][/CENTER][/B][/SIZE] [SIZE=5][B][/B] [B]4. El día que me salvó la vida[/B][/SIZE] Yo mismo llegué a conocer a Mbaye un poco. Normalmente los soldados tratan con recelo a los periodistas, pero en esto, como en otras cosas, él era diferente. Un día fuimos juntos en su carro blanco de Naciones Unidas a recabar información sobre un orfelinato en un suburbio de la ciudad llamado Nyamirambo, donde se creía que varios cientos de niños vulnerables se escondían. En el camino nos detuvimos en un punto de control de la milicia. Uno de los milicianos se acercó al auto y se asomó por la ventana con una granada de mango china en la mano. Parecía un viejo destapador de inodoros, pero en vez que tener un chupón de goma en el extremo de un palo, tenía una bomba. El miliciano me hizo un ademán. "¿Quién es este belga?", preguntó, amenazante. [IMG]http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407094524_mbaye_broma_304x171_bbc.jpg[/IMG] Mbaye (con la gorra azul) lograba hacer reír incluso en una situación tan dramática como la que vivió Ruanda en 1994. Los milicianos consideraban a los belgas -país que ejerció poder colonial en Ruanda- sus enemigos. Recientemente habían matado a 10 soldados belgas que pertenecían a la fuerza de Naciones Unidas, calculando que esto haría que todo el contingente de soldados belgas en la ONU abandonara el país. Como en efecto ocurrió. Estaba aterrado. Estaba a punto de morir. Pero Mbaye miró al hombre, sonrió e hizo una broma. "Soy el único belga en este vehículo, ¿ves?", dijo, con un ligero pellizco en la piel -negra azabache, característica de los senegaleses- de su brazo. "¡Senegalés negro!". La broma rompió la tensión del momento. Entonces Mbaye le ordenó que se apartara y el miliciano obedeció instintivamente. Así seguimos nuestro camino. "Le encantaba bromear con la gente, le encantaba conversar", dice uno de su excompañeros de la misión de la ONU, Babacar Faye, ahora coronel del ejército senegalés. "Usaba su sentido del humor para pasar las barricadas". Mbaye era un musulmán devoto, pero llevaba alcohol en su 4x4 de la ONU para comprar la vida de la gente que hacía pasar a través de los mortíferos puestos de control. [IMG]http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407095006_babacar_faye_304x171_bbc_nocredit.jpg[/IMG] "Le encataba bromear con la gente, le encantaba conversar. Usaba su sentido del humor para pasar las barricadas" Babacar Faye, excompañero de misión de Mbaye "En el carro -dice Faye- frecuentemente tenía cajas de cerveza, botellas de whisky y muchos paquetes de cigarros. Y también tenía fajos de billetes". Una vez vi una lista de nombres en un pedazo de papel que se le había caído del bolsillo. Era una lista de nombres de pila: "Pierre", "Marie", con sumas de dinero escritas al lado: US$10, US$30, y así sucesivamente. Esos eran sus registros de las cantidades que había pagado, muchas veces en nombre alguien más, para lograr que personas superaran los controles. A veces, incluso, entregaba sus raciones militares de alimentos. Y cuando sus colegas se enteraban, donaban las propias para sumar al valioso alijo oculto en el asiento trasero de su auto. "Cuando lo detenían en las barricadas, los milicianos le decían 'jefe, tengo hambre', o 'jefe, tengo sed', de manera que les diera un cigarro. Si se trataba de uno de los jefes le daba una cerveza o una botella de whisky", dije Faye. "Esto le permitía ir a todas partes sin enfurecer a los milicianos. Y así es como salvaba la vida a la gente que la milicia quería matar: de cinco a seis personas en su vehículo por vez". [SIZE=5][B]5. Intento de fuga[/B][/SIZE] [IMG]http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407102058_escapando_ruanda_464x261_bbc.jpg[/IMG] El convoy organizado por Mbaye no logró su objetivo de llegar al aeropuerto: pero al menos estaban vivos. Con el tiempo, la guerra dividió a Kigali en dos zonas: una controlada por el gobierno y otra por el RPF. El Hotel des Mille Collines se encontraba en la zona controlada por el gobierno, al lado de unas barracas donde algunos líderes milicianos estaban basados. Pero gracias a que estaba resguardado por personal armado de la ONU, muchos tutsis y hutus moderados hacían todo lo que podían por entrar. Muchos tenían que tener dinero o contactos. Los hijos de la primera ministra fueron sacados de "contrabando" del hotel pocos días después de haber llegado, escondidos bajo maletas en la parte trasera de un vehículo de la ONU. Los niños fueron llevados al aeropuerto y enviados a un lugar seguro, todavía vestidos con los pijamas que tenían puestas cuando escaparon de casa. Pero a medida que más y más gente llegaba al hotel las condiciones empeoraban. El suministro de agua fue suspendido, forzando a sus habitantes a tomar agua de la piscina. Primero la hervían, pero cuando la electricidad también fue cortada, se acabó esta posibilidad. En una ocasión, Mbaye y otros oficiales de la ONU intentaron organizar un convoy de camiones desde el Mille Collines al aeropuerto. Una doctora, Odette Nyiramilimo, iba a bordo de uno de los camiones con su familia, mientras que Mbaye viajaba en el primer vehículo. [IMG]http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407095404_doctora_304x171_bbc.jpg[/IMG] La doctora Odette Nyiramilimo se salvó de la muerte cuando Mbaye intercedió por ella y los otros viajeros de un convoy de la ONU interceptado por milicanos. El convoy logró pasar de las puertas del hotel, pero unos cientos de metros más allá fue detenido por una multitud de milicianos. La radio de propaganda del gobierno se había hecho con una lista de las personas en los camiones, y estaba leyéndola al aire, enardeciendo a los milicianos. "Trataban de jalarnos del camión -recuerda Nyiramilimo-, mientras gritaban 'maten a las cucarachas'". "Entonces el capitán Mbaye corrió hacia nosotros. Se paró entre el camión y los milicianos extendiendo los brazos", relata. "Gritó: 'No pueden matar a estas personas, son mi responsabilidad; no permitiré que les hagan daño, tendrán que matarme primero"". Eventualmente, Mbaye y otros oficiales senegaleses lograron disuadir a la milicia de no matar a quienes iban en el convoy. Pero la multitud era demasiado grande como para atravesarla, así que tuvieron de devolverse al hotel. No habían logrado llegar al aeropuerto y salir del país, pero estaban vivos. [CENTER] "El capitán Mbaye corrió hacia nosotros. Se paró entre el camión y los milicianos extendiendo los brazos Gritó: 'No pueden matar a estas personas, son mi responsabilidad; no permitiré que les hagan daño, tendrán que matarme primero'" Odette Nyiramilimo[/CENTER] De regreso en el Mille Collines, mientras la doctora administraba primeros auxilios a los pasajeros que habían sido arrastrados afuera de los vehículos y atacados, Mbaye se le acercó. "Parecía conmocionado", dice Nyiramilimo. "Decía: 'casi te mataron, ¿sabes?, realmente querían hacerlo'. Y estaba alterado, casi llorando". "Lo que realmente me impresionó fue que parecía más preocupado por nosotros que por él mismo. Era un héroe", recuerda la doctora. Nyiramilimo y Ancilla Mukangira eventualmente abandonaron el hotel en otros convoys. La ONU organizó "intercambios" con tutsis atrapados en un lado de la frontera con hutus varados en el otro. De esta manera, miles fueron salvados. [SIZE=5][B]6. Una última barricada[/B][/SIZE] [IMG]http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407095954_ultima_barricada_624x351_bbc.jpg[/IMG] La suerte Mbaye se acabó el 31 de mayo de 1994. Y la ONU no tenía dinero ni para enviar su cadáver a casa en un ataúd. Nunca sabremos exactamente cuántas personas le deben la vida a Mbaye. Su viejo amigo, el coronel Faye, lo cifra en "400 o 500 personas, como mínimo". Cree que todos los refugiados en el Hotel des Mille Collines habrían sido asesinados si no hubiera sido por el papel fundamental que Mbaye jugó en su defensa. Una estimación oficial del departamento de Estado en Washington, que en 2011 le otorgó a Mbaye el certificado de "Homenaje a personas de gran coraje", dice que la cifra llegaría a unas 600. Pero el académico Richard Siegler, quien vive en Ruanda y planea publicar un libro sobre Mbaye, cree que el número correcto podría ser 1.000 o más. "El alcance de las acciones del capitán Mbaye todavía no ha sido reconocido, porque quienes lo vieron en acción sólo vieron una pequeña parte de lo que estaba haciendo", dice Siegler. "Cuando lo unes todo, se vuelve claro que fue uno de los grandes actos morales de nuestros tiempos". Sería erróneo sugerir que Mbaye fue el único que salvó vidas en Ruanda en 1994. Hubo incontables casos de valentía extrema llevados a cabo por los propios ruandeses. [IMG]http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407100223_mbaye_y_esposa_304x171_bbc_nocredit.jpg[/IMG] Mbaye y su esposa Yacine, antes de su envío a Ruanda. Pero en todos estos años desde el genocidio, los investigadores han estudiado a fondo los detalles de lo ocurrido, y ninguno ha encontrado a alguien que haya estado involucrado en tantos rescates como el capitán Mbaye Diagne. La suerte se le acabó la mañana del 31 de mayo de 1994. Para entonces, el RPF se estaba imponiendo, pero las fuerzas del gobierno estaban ofreciendo resistencia en el centro de Kigali. Casi todos los días había grandes batallas en la ciudad, luchas tan intensas que el sonido de las armas inviduales se fundía para crear un ruido ensordecer, como el del trueno. En uno de esos días se le pidió a Mbaye que le llevara un importante mensaje escrito del jefe del ejército, Augustin Bizimungu, al comandante de la ONU, Romeo Dallaire, quien se encontraba en la zona controlada por el RPF. Mbaye tenía que abandonar el área controlada por el gobierno y pasar por un puesto del ejército. Se detuvo en el puesto y una ronda de mortero explotó en la vía, a poca distancia de su vehículo. Las esquirlas atravesaron la carrocería. Mbaye fue alcanzado y murió instantáneamente. "Fue un día muy, muy difícil", dice Dallaire, ahora senador del Parlamento canadiense. "Hubo tantas (muertes), pero la suya destacó porque perdimos una de esas luces brillantes, uno de esos modelos que influencian a los demás". Mbaye había formado parte de un pequeño grupo dispuesto a arriesgar la vida propia para salvar la de otros, dice Dallaire. [IMG]http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407100501_familia_mbaye_304x171_bbc.jpg[/IMG] Los hijos de Mbaye y Yacine, ahora adultos, sólo tenían dos y cuatro años respectivamente. "Tenía un sentido de humanidad que iba más allá de órdenes, mucho más allá de ningún mandato. Andaba al menos medio paso más rápido que todo el mundo". Y estaba a punto de volver a casa. "Sólo quedan 12 días antes de que mi papel en esta misión termine", le había dicho a su esposa, Yacine, al teléfono, tres días antes de morir. "Entonces volveré a Senegal. Así que debes rezar por nosotros". En esa última llamada a casa en Dakar, habló mucho sobre la muerte. "Eso realmente me molesta", dice Yacine. "Nunca había hablado así antes. Creo que las cosas que vio lo afectaron profundamente". Sus dos hjos -un varón, Cheikh, y una hembra, Coumba- sólo tenían dos y cuatro años respectivamente cuando su padre murió. Pasarían dos años antes de que Yacine reuniera valor para decirles la verdad. "Papá vendrá a casa cuando se termine su misión", les decía. Le pregunté a Yacine cómo se había guardado la tragedia por dentro y no la había compartido con sus hijos. "Sí, fue difícil, pero ellos no hubieran entendido", dice. "Fue lo correcto: protegerlos hasta que pudieran entender". La hija de la primera ministra asesinada, Marie-Christine Umuhoza, está ahora casada y con dos hijos. Ella y sus hermanos fueron enviados a Francia, pero ese país, que había dado albergue a la esposa y familia del presidente asesinado, rechazó a los niños de la primera ministra asesinada. En consecuencia, terminaron como refugiados en Suiza. Marie-Christine vive en Lausanne, donde trabaja como enfermera psiquiátrica. Nunca había hablado antes públicamente de los eventos de 1994, pero me contó su escalofriante historia con gran compostura y dignidad. Pareciera que hubiera logrado poner esa parte trágica de su vida a un lado y seguir adelante. "Cuando accedí a hablar contigo, lo hice en parte para poder rendirle tributo a la memoria del capitán Mbaye", dice. [IMG]http://wscdn.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2014/04/07/140407100836_orden_merito_mbaye_624x351_bbc.jpg[/IMG] EE.UU. otorgó un reconocimiento por valentía a Mbaye en 2011. "Es -era- una buena persona. Le debo la vida. Si no hubiera estado allí, yo no estaría aquí ahora". Me enteré de la muerte de Mbaye después de notar una inusual cantidad de intercambios en la red de [I]walkie-talkies[/I] de la ONU. Escuché a soldados que hablaban de un serio incidente en una barricada del gobierno en la que un observador militar de la ONU había muerto. "Oh, Dios, espero que no sea Mbaye", dijo un trabajador humanitario de la ONU. Pero estaba en estado de negación. Sabía que era Mbaye. Corrí a la barricada con un oficial canadiense que también lo sabía, pero que no tenía el valor de decirlo. Cuando encontramos el auto, el cuerpo había sido retirado. Había sangre en el asiento y en el piso. [INDENT]"'Soy un soldado -me dijo el capitán Tall- pero usted es un periodista. Usted debe contar la historia del capitán Mbaye Diagne'. Entonces, el capitán Tall y yo rompimos en llanto" Al día siguiente, su cadáver era subido a un avión para su repatriación en Senegal, pero no había ningún ataúd disponible. La misión de la ONU estaba tan corta de dinero, había sido tan abandonada por el resto del mundo, que Mbaye fue envuelto en un pedazo grande de plástico azul que la ONU usa normalmente para cobijar a refugiados. Encima, se colocó una bandera de la ONU. Justo antes de que el cuerpo fuera embarcado, uno de los otros observadores militares senegaleses, el capitán Samba Tall, se me acercó. "Soy un soldado -me dijo el capitán Tall- pero usted es un periodista. Usted debe contar la historia del capitán Mbaye Diagne". Entonces, el capitán Tall y yo rompimos en llanto. [url]http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140406_ruanda_genocidio_valiente_yv.shtml[/url][/INDENT] [/QUOTE]
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