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Colaborador
Investigan contrataciones irregulares en la Armada
La contratación de obras de mantenimiento de la sede de la Armada está envuelta en un escándalo de incompatibilidades por vínculo de sangre, en el que se investiga la comisión de una amplia gama de delitos.
El capitán de corbeta Jorge Leonetti es uno de los jefes del Departamento de Mantenimiento del Edificio Libertad, sede de la Armada, encargado de manejar todas las reparaciones del edificio. Para ello, convoca a las licitaciones correspondientes; pero no lo hace solo. Según una denuncia surgida del gremio del personal civil de la Armada –y luego corroborada oficialmente por la propia fuerza– el capitán tiene entre sus proveedores habituales a su padre.
Leonetti padre es titular de la firma Nitrox S.R.L., una empresa inscripta como proveedora del Estado que tiene entre sus clientes habituales al edificio en el que su hijo se encarga de organizar las contrataciones.
Según surge de la ficha publicada por la Oficina Nacional de Compras del Estado, Nitrox le ofrece a la administración pública una gama variada de servicios, que van desde electricidad y telefonía hasta mantenimiento, reparación y limpieza, pasando por productos médicos, farmacéuticos y de laboratorio y construcción.
Pero esta historia de parentescos e incompatibilidades no termina en el vínculo padre/hijo. Entre quienes suelen presentarse en los concursos también se encuentra la arquitecta Lía Zocchi Almanza, quien es prima hermana del capitán Leonetti y cuyas propuestas de obra también suelen ser ganadoras a la hora de competir.
El trío (padre, hijo y sobrina) suele ser observado por los pasillos del Edificio Libertad para el asombro de personal civil de esa dependencia, que asegura que, como un verdadero equipo, rastrean las deficiencias edilicias para luego diseñar conjuntamente los pliegos de licitación. Algunos administrativos, incluso, se plantean hasta qué punto pueden ser acusados de partícipes de esta operatoria al callar lo que todos ven y no revelan.
Estrategia
De acuerdo con el testimonio de fuentes gremiales, la estrategia habitual consiste en ofertar precios muy por debajo del propio presupuesto oficial. Por ejemplo, si una obra está valuada en $35.000, una oferta de $15.000 lleva todas las de ganar ante competidores que se manejaron en márgenes cercanos, en más o en menos, a la cifra prevista.
Sin embargo, no siempre el ahorro es tal: una habitual práctica en los procesos licitatorios irregulares, de los que abundan en el Estado más allá de la jefatura de la Armada, consiste en ofrecer servicios por debajo del costo del mercado. Una vez asegurado el triunfo, se abren varias alternativas.
La primera consiste en inflar los montos durante el tiempo de ejecución de la obra. Así, se deciden ampliaciones o se descubren nuevas alternativas de refacción más allá del proyecto original. Otra posibilidad, en tiempos de inflación, es alegar repentinos aumentos en los costos o incrementarlos alegando demoras por lluvias, entre otras razones.
De ese modo, lo que se había presupuestado en $15.000 termina costando 50.000 pesos. Ambos valores, claro está, resultan ficticios y alejados del presupuesto pautado oficialmente.
Otra posibilidad no menos perjudicial es que la obra no se concrete, o se haga a medias o mal, una alternativa que poco interesa cuando alguien se siente dueño de un negocio en el que el principal objetivo es incrementar la cuenta personal.
Fuente: INFOBAE
Se ve que hoy le toca a la Armada.
La contratación de obras de mantenimiento de la sede de la Armada está envuelta en un escándalo de incompatibilidades por vínculo de sangre, en el que se investiga la comisión de una amplia gama de delitos.
El capitán de corbeta Jorge Leonetti es uno de los jefes del Departamento de Mantenimiento del Edificio Libertad, sede de la Armada, encargado de manejar todas las reparaciones del edificio. Para ello, convoca a las licitaciones correspondientes; pero no lo hace solo. Según una denuncia surgida del gremio del personal civil de la Armada –y luego corroborada oficialmente por la propia fuerza– el capitán tiene entre sus proveedores habituales a su padre.
Leonetti padre es titular de la firma Nitrox S.R.L., una empresa inscripta como proveedora del Estado que tiene entre sus clientes habituales al edificio en el que su hijo se encarga de organizar las contrataciones.
Según surge de la ficha publicada por la Oficina Nacional de Compras del Estado, Nitrox le ofrece a la administración pública una gama variada de servicios, que van desde electricidad y telefonía hasta mantenimiento, reparación y limpieza, pasando por productos médicos, farmacéuticos y de laboratorio y construcción.
Pero esta historia de parentescos e incompatibilidades no termina en el vínculo padre/hijo. Entre quienes suelen presentarse en los concursos también se encuentra la arquitecta Lía Zocchi Almanza, quien es prima hermana del capitán Leonetti y cuyas propuestas de obra también suelen ser ganadoras a la hora de competir.
El trío (padre, hijo y sobrina) suele ser observado por los pasillos del Edificio Libertad para el asombro de personal civil de esa dependencia, que asegura que, como un verdadero equipo, rastrean las deficiencias edilicias para luego diseñar conjuntamente los pliegos de licitación. Algunos administrativos, incluso, se plantean hasta qué punto pueden ser acusados de partícipes de esta operatoria al callar lo que todos ven y no revelan.
Estrategia
De acuerdo con el testimonio de fuentes gremiales, la estrategia habitual consiste en ofertar precios muy por debajo del propio presupuesto oficial. Por ejemplo, si una obra está valuada en $35.000, una oferta de $15.000 lleva todas las de ganar ante competidores que se manejaron en márgenes cercanos, en más o en menos, a la cifra prevista.
Sin embargo, no siempre el ahorro es tal: una habitual práctica en los procesos licitatorios irregulares, de los que abundan en el Estado más allá de la jefatura de la Armada, consiste en ofrecer servicios por debajo del costo del mercado. Una vez asegurado el triunfo, se abren varias alternativas.
La primera consiste en inflar los montos durante el tiempo de ejecución de la obra. Así, se deciden ampliaciones o se descubren nuevas alternativas de refacción más allá del proyecto original. Otra posibilidad, en tiempos de inflación, es alegar repentinos aumentos en los costos o incrementarlos alegando demoras por lluvias, entre otras razones.
De ese modo, lo que se había presupuestado en $15.000 termina costando 50.000 pesos. Ambos valores, claro está, resultan ficticios y alejados del presupuesto pautado oficialmente.
Otra posibilidad no menos perjudicial es que la obra no se concrete, o se haga a medias o mal, una alternativa que poco interesa cuando alguien se siente dueño de un negocio en el que el principal objetivo es incrementar la cuenta personal.
Fuente: INFOBAE
Se ve que hoy le toca a la Armada.